Quería una niña. Y la tuvo. No con su esposa y madre de sus dos hijos varones, sino con otra mujer: su alumna, 33 años más joven que él. Pero Gabriel García Márquez (1927-2014), el narrador legendario, nunca contó su gran historia clandestina. La de su hija secreta. El premio Nobel de Literatura, el patriarca colombiano de las letras en español, es el padre extramatrimonial de una mujer mexicana que acaba de cumplir 31 años. No se tenía noticia pública de ella hasta que el periódico El Universal de Cartagena de Indias la reveló el pasado domingo 16 de enero en una exclusiva mundial del periodista y escritor Gustavo Tatis Guerra, amigo del difunto autor.
La hija hasta ahora oculta es la documentalista Indira Cato (1991), que no lleva el apellido de su padre sino el de su madre, la guionista Susana Cato, nacida en México DF en mayo de 1960. Los biógrafos Dasso Saldívar y Gerald Martin lo sabían desde hace años pero pactaron con el periodista no dar a conocer la última pieza clave en el puzle existencial del escritor hasta que muriera su esposa y compañera de toda la vida, Mercedes Barcha Pardo, fallecida el 16 de agosto de 2020. La madre de sus hijos Rodrigo y Gonzalo García Barcha. Los hermanos de Indira.
La historia que nunca publicó García Márquez aparece, sin embargo, anunciada en su novela Cien años de soledad, la saga fantástica del pueblo de Macondo y de la familia Buendía que consagró su fama en 1967. Entonces, el autor colombiano tenía 40 años y vivía ya en México DF con su mujer, Mercedes, y sus hijos, Rodrigo (1959) y Gonzalo (1962). En su capítulo XIX, el narrador dice de una de las protagonistas, Amaranta Úrsula: "Ella le hablaba de Macondo como del pueblo más luminoso y plácido del mundo, y de una casa enorme, perfumada de orégano, donde quería vivir hasta la vejez con un marido leal y dos hijos indómitos que se llamaran Rodrigo y Gonzalo, y en ningún caso Aureliano y José Arcadio, y una hija que se llamara Virginia, y en ningún caso Remedios".
Es como si en ese guiño en la ficción a su propia familia de la realidad afirmara su deseo de completar el hogar con una niña. Y así ocurrió, pero un cuarto de siglo después y a escondidas con una joven amante, cuando el escritor tenía 63 años. La niña no se llamaría como la de la novela sino, quizás para disimular, Indira. Un nombre cuyas letras, excepto la d, están incluidas en el de Virginia.
Gabriel García Márquez y Susana Cato fueron maestro y discípula en el taller de guiones que él impartía durante una semana cada mes de diciembre en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, en Cuba, de la que era fundador. Tuvo que ser en la edición de diciembre de 1989. Por aquellas fechas, él tenía 62 años y ella, 29. En este mítico taller participaba un grupo muy reducido de entre ocho y diez alumnos que aprendían con García Márquez Cómo se cuenta un cuento, como decía el subtítulo de estos encuentros magistrales.
La escuela está en la finca San Tranquilino, a una hora de La Habana, y se había inaugurado tres años antes, en 1986, por iniciativa suya como presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, bajo la protección y financiación de su íntimo amigo, el presidente/dictador de Cuba Fidel Castro.
La relación didáctica entre maestro y pupila adquirió naturaleza amorosa y profesional. No fue una aventura pasajera sino que se extendió durante algunos años al menos. Gabo (el apodo por el que se conoce al escritor) y Susana escribieron varios guiones llevados a la televisión, la mayoría de tema romántico, como el del cortometraje El espejo de dos lunas, rodado en 1990, con argumento de ella y guión de ambos. Sus nombres aparecen unidos en los títulos de crédito. Su compañía productora se llamaba Amaranta, como el personaje que en el pasaje citado de Cien años de soledad anhela tener dos hijos y una hija. El espejo de dos lunas era uno de los tres episodios de un largometraje de elocuente título: Con el amor no se juega.
En 2015, un año después de su muerte, la familia de García Márquez vendió por 2,2 millones de dólares todo su archivo de manuscritos, fotos y documentación al Harry Ramson Center de la Universidad de Texas, en Austin. Allí se conservan, según recoge su catálogo consultado por EL ESPAÑOL | Porfolio, los textos mecanografiados en papel y los archivos informáticos de los guiones que Gabriel García Márquez y Susana Cato firmaron juntos, con indicación de sus fechas de composición y registro: El buque de papel (1991-1993), Crisantemos al licor (1990-1993), El espejo de dos lunas (1989-1993), Infierno Feliz (1989-1993) y Miedo Supremo (1989-1993).
Además, él conservó cuidadosamente en su archivo personal otros dos textos escritos a solas por Susana Cato que hoy reposan en los fondos de Texas: el archivo electrónico de Asesinato de oído (1990) y una copia mecanografiada de Wedding present (1989), que significa Regalo de bodas en español, aunque la relación entre García Márquez y Cato no llegó a tanto.
Poco más de un año después del taller de guión en Cuba, nació la niña secreta de la pareja, el 17 de enero de 1991. García Márquez, que ya era abuelo de dos nietos por parte de su hijo Gonzalo, se convirtió así de nuevo en padre cuando iba camino de cumplir 64 primaveras el 6 de marzo. La llamaron Indira, en aparente homenaje de él a la primera ministra de la India, Indira Gandhi, que era una admiradora del escritor y de sus Cien años de soledad. Cuenta Gustavo Tatis que Gandhi fue la primera líder mundial en felicitar al novelista cuando le concedieron en 1982 el premio Nobel y que ambos se conocieron en persona en 1983 durante un viaje con Fidel Castro a Nueva Delhi. El año siguiente, la asesinaron.
Susana Cato quiso que la niña llevara sólo su apellido para ocultar que era hija del escritor más famoso del mundo
Susana Cato, nieta del emigrante iraquí Morat Cato, quiso que la niña llevara sólo su apellido para que no se conociera que su padre era el escritor más famoso del mundo, el emblema del boom literario latinoamericano que se codeaba de tú a tú con los grandes nombres del poder, de Bill Clinton al rey Juan Carlos. Un sobrino de García Márquez en Cartagena de Indias, Gabriel Eligio Torres García, ha dicho tras la revelación de esta semana que el escritor sí estaba dispuesto a darle su apellido a su hija extramatrimonial.
El padre no se desentendió de la niña y su madre. "Tengo entendido que Gabo siempre estuvo a cargo de Indira y que dejó instrucciones de que así se siguiera (haciendo)", ha declarado el sobrino a la agencia Efe. Según los detalles publicados, le dio una casa y un coche. El progenitor murió a los 87 años el 17 de abril de 2014. Desde entonces, Rodrigo (de 62 años) y Gonzalo (de 59) han defendido los derechos de su hermana de padre y la han seguido apoyando económicamente de forma mensual.
Mercedes Barcha y sus hijos reconocidos sabían de la existencia de esta hija natural del patriarca en su otoño, lo mismo que sus parientes en Colombia, aunque hasta ahora era un tabú hablar de ella. Lo que no ha trascendido es cuándo se enteraron. El escritor y su esposa continuaron juntos hasta el final de sus días, al cabo de 56 años de matrimonio, cuando el hombre que firmó los libros El amor en los tiempos del cólera (1985) o Del amor y otros demonios (1994) había perdido la memoria y no reconocía ni a sus hijos. No se sabe cuándo acabó la relación con su amante y compañera de guiones, si es que acabó.
El biógrafo Dasso Saldívar ha visto una foto inédita de un feliz García Márquez con su niña sentada en sus rodillas
Dasso Saldívar, autor de la biografía canónica García Márquez. El viaje a la semilla, le dijo a Gustavo Tatis que había visto una fotografía en la que Gabo luce resplandeciente de felicidad con su hija sentada en sus rodillas. Esa foto no se ha publicado y quizás está entre las imágenes sin digitalizar que se conservan en el archivo de Texas y que sólo se pueden consultar in situ, aunque la sala está ahora cerrada. Las imágenes disponibles en línea, 218, son una pequeña parte de las miles que hay en la colección (sólo las imágenes en archivo digital suman 1.419, sin contar las de papel). Entre las accesibles en internet, encontramos a García Márquez a solas, con familiares, amigos y dirigentes en diversas situaciones y eventos, pero ni una sola con Susana Cato y su hija.
Una ilustrativa ausencia que indica el cuidado con que el escritor y su entorno mantuvieron el secreto sobre esta paternidad suya fruto de una infidelidad. Ahora que ya es vox populi, sería el momento de actualizar la biografía y el álbum público del autor con la inclusión de esta faceta familiar. Se ha recordado estos días sus palabras cuando afirmaba que tenemos tres vidas, una pública, una privada y una secreta, y que en su caso las mujeres habían sido claves en las tres.
El padre y el abuelo paterno, hijos naturales
La existencia de hijos fuera del matrimonio ya marcaba la genealogía del escritor nacido en la caribeña Aracataca, en la que se inspiró para engendrar a los personajes de lugar mítico llamado Macondo. Su padre, Gabriel Eligio García Martínez, y su abuelo paterno, Gabriel Martínez Garrido, eran hijos naturales que tomaron su primer apellido de sus madres y el segundo de sus padres. De lo contrario, Gabriel García Márquez se habría llamado Gabriel Martínez Márquez. Su abuelo materno Nicolás Márquez también tuvo dos hijos naturales antes de casarse con su abuela Tranquilina Iguarán. Que el laureado novelista, periodista y guionista haya tenido una hija querida y aceptada pero no reconocida públicamente en los papeles es un hecho que entronca tanto real como literariamente con la historia de sus antepasados.
Susana e Indira, madre e hija, hicieron su vida en la colosal Ciudad de México donde también vivía el padre junto a su esposa legal, Mercedes Barcha. Todos ellos se dedicaron a la escritura y las pantallas. Susana Cato ha ejercido de guionista y periodista. Entrevistó, por ejemplo, a su maestro y padre de su hija en 1996 para un reportaje en la revista Cambio, propiedad del escritor. Ha publicado los libros Isjir. Retrato hablado de un migrante iraquí (2020), en el que relata la aventura de su abuelo, y Ellas. Las mujeres del 68, con testimonios sobre el movimiento de rebeldía juvenil de ese año.
Este último lo publicó en la editorial Porrúa en 2019, con prólogo de otra gran reportera y novelista mexicana, la premio Cervantes Elena Poniatowska, amiga íntima de Gabo desde los años 60. Durante el confinamiento por la pandemia, en 2020, Susana Cato dio una charla en Youtube sobre Ellas.
Su hija, Indira Cato, se ha abierto camino igualmente en el mundo de la creación. Estudió Literatura Dramática y Teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es productora y guionista de documentales sociales, como el premiado Llévate mis amores (2014), sobre mujeres que ayudan a los emigrantes centroamericanos que atraviesan México hacia Estados Unidos en el tren apodado La bestia. La joven entonces desconocida para casi todos explicaba sus objetivos en un vídeo en Youtube durante el festival de Los Cabos junto al director del documental, Arturo González Villaseñor. En esas imágenes se aprecia su parecido físico con su progenitor, en línea con el común amor por contar historias.
En eso ha seguido también los pasos de sus hermanos de padre: Rodrigo, el mayor, ha hecho carrera en Estados Unidos como director y guionista de cine y televisión, y Gonzalo es diseñador gráfico y editor. Los García Barcha son productores ejecutivos de la adaptación como serie televisiva para Netflix de Cien años de soledad, que aún no se ha estrenado. Rodrigo García, que ha confirmado escuetamente a Clarín la noticia de la existencia de su hermana, aludió a los secretos de su padre en el libro que publicó el año pasado sobre sus últimos días, Gabo y Merdedes: una despedida.
El mencionado sobrino de García Márquez en Cartagena de Indias ha dicho allí a la agencia Efe que los parientes colombianos mantienen contacto afectuoso con Indira Cato, pero por vía telemática, y que ella quería ir estos próximos días a conocerlos en persona aprovechando un viaje para presentar su último proyecto en el Festival Hay de Cartagena. El revuelo mediático, seguramente pasajero, causado por la revelación de que el Nobel tenía otra estirpe puede que la desanime de aparecer ahora por allí. La noticia que la puso en el foco se publicó el 16 de enero, el día antes de que Indira Cato cumpliera 31 años. La documentalista y su madre escritora han optado de momento por guardar silencio, lo mismo que sus hermanos.
Indira Cato es también crítica teatral. En la revista mexicana Proceso, donde antes trabajó su madre, ha publicado entre 2011 y 2021 decenas de artículos sobre estrenos de teatro dentro de su columna "Puro drama". No hemos encontrado en ellos ninguna mención a alguna obra de García Márquez.
La hija ha publicado decenas de artículos sobre teatro en 'Proceso'; no menciona la obra de su padre
Tenía 23 años cuando su padre murió en 2014. Lo que hablaron y él le enseñó, sólo podrá contarlo ella. Con quien sí que ha colaborado públicamente es con su madre. Juntas hicieron en 2019 el cortometraje, colgado en internet, ¡Qué grande eres, magazo!, sobre Julio Ulises Hijuelos Cervera, el Mago Chen Kai. La madre escribió el guión y la hija dirigió la película.
El ficticio Macondo de García Márquez tomaba el nombre en la realidad de una finca y de una rara especie de árbol. En el macondiano árbol genealógico de su vida terrenal, los cinco nietos del novelista son medio sobrinos de su hija Indira, pero en la práctica es como si fueran primos, por su edad parecida. Por ejemplo, los hijos de Gonzalo: Mateo García Elizondo (1987) es también escritor, ganó el premio Ciutat de Barcelona y publicó su primera novela en Alfaguara, y su hermana Emilia García Elizondo (1989) es actriz y directora de la Fundación Casa de la Literatura Gabriel García Márquez, abierta en el que fue el hogar del genio.
Contactado por EL ESPAÑOL | Porfolio, su biógrafo y amigo Dasso Saldívar, origen de la noticia, responde que prefiere no añadir nada más. Esta revista ha solicitado hablar con Susana Cato a través de la editorial Porrúa, sin obtener respuesta de momento. Tampoco la Escuela de Cine de Cuba contesta para dar más información del encuentro de hace más de treinta años. Uno de los mayores expertos en su obra, el catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Sevilla José Manuel Camacho Delgado, que revisó desde el punto de vista filológico el manuscrito de la biografía de Saldívar, dice que teme que la revelación del secreto afecte a la hija y su madre. Y apunta que, más allá de este caso, "la tensión entre hijos oficiales y naturales está muy presente en la sociedad latinoamericana y su literatura".
García Márquez amaba las novelas, el periodismo y el cine. En el fondo, como decía en sus talleres, de lo que se trata en cualquier formato es de contar una historia apasionante. El periodismo lo fomentó en las nuevas generaciones a través de su Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, la Fundación Gabo, con sede en Cartagena de Indias, y el cine y la televisión, por medio de la escuela de San Antonio de los Baños, por la que han pasado miles de cineastas de todo el mundo como alumnos y docentes, desde Robert Redford a Francis Ford Coppola. Pero mientras que en el periodismo y la literatura alcanzó la gloria, en las pantallas ninguno de sus relatos consiguió el mismo éxito popular. Su mejor obra cinematográfica fue, al fin y al cabo, de carne y hueso y no de tinta o celuloide: la hija que procreó con su alumna de aquel taller de guión.
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