El lunes 27 de marzo de 1995, a las 8.30 de la mañana, el heredero de la casa Gucci, Maurizio Gucci, sale de su apartamento en el número 38 de la avenida Venezia de Milán, la meca de la moda. No sabe que le quedan dos minutos de vida. Lo que tardará en recorrer los 140 metros que lo separan de su oficina, en la calle Palestro 20.

El empresario dobla la esquina y entra en el edificio mientras un hombre le sigue los pasos. Dentro del portal, el perseguidor empuña su pistola y le pega dos tiros por la espalda. Los proyectiles del 7,65 le impactan en la espalda y un glúteo. Con Gucci caído en el suelo, el asesino le dispara a la cabeza un tercer balazo. Le entra por la sien izquierda. Al huir, el sicario hiere al vigilante del edificio, Giuseppe Pino Onorato.

Maurizio Gucci (nacido el 28 de septiembre de 1948) ha muerto asesinado a los 46 años de edad. Deja huérfanas a Alessandra (1976) y Allegra (1981), las dos hijas que tuvo con su antigua esposa, Patrizia Reggiani (1948). Veintisiete años después del crimen, la hija pequeña acaba de romper su silencio. Para vengarse de su madre.

En su libro recién publicado en Italia, Fine dei giochi (Se acabó el juego, o Fin de la partida), Allegra Gucci recuerda con amor a su padre en un diálogo imaginario con él, retrata crudamente a su madre como una obsesa de las joyas incapaz de expresar afecto y carga contra la película de Ridley Scott La casa Gucci (2021), en la que la cantante Lady Gaga y Adam Driver encarnan a sus progenitores. 

Cuenta Allegra que después del trauma de enterarse con 14 años de que habían matado a su padre, la gran decepción vino mucho después, cuando comprendió que su madre, condenada por haber contratado al sicario, no era la mujer inocente a la que ella había estado defendiendo y visitando cada miércoles y viernes en la cárcel durante 17 años, sino la auténtica culpable.

Allegra Gucci, autora del libro 'Fine dei giochi', sobre el asesinato de su padre por encargo de su madre. Davide Esposito Editorial Piemme | Grupo Mondadori

Abre su testimonio con una cita de su madre, la inductora del asesinato, que es una confesión tácita: "Si me encontrase ahora a Maurizio, le pediría que me perdone por lo que pasó". Le sigue otra cita, literaria, la de la famosa frase inicial de la novela Anna Karenina de Tolstói: "Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz es desgraciada a su manera".

"Si me encontrase ahora a Maurizio, le pediría que me perdone por lo que pasó"

Patrizia Reggiani, condenada por el asesinato de su exmarido

A continuación, Allegra Gucci se libera con su propia voz para contarle a su padre qué pasó después de aquel "maldito día", con el objetivo "terapéutico" de contestar a las "calumnias" con un "testimonio de verdad" que restaure "el honor" de su familia. Aclara que quien se diga pariente de ella es un impostor, porque, dado que su padre y su madre (que aún vive) son hijos únicos, no tiene ni tíos ni primos. 

"A las reconstrucciones descuidadas de la verdad histórica y del respeto debido a las personas, se ha unido además un reciente éxito de taquilla proveniente de ese inefable mundo paralelo que es Hollywood. Digamos que esta ha sido la gota que ha colmado el vaso", dice con contenida indignación la hija del asesinado en referencia a la película La casa Gucci.

Lady Gaga y Adam Driver, en la presentación en Londres el 9 de noviembre de 2021 de la película 'La casa Gucci', en la que interpretan a Maurizio Gucci y su exesposa y asesina, Patrizia Reggiani. Ian West / PA Wire / dpa Europa Press

Divorcio letal

"Querido papá: ha llegado el momento de hablarte de verdad", arranca. "Ha llegado el momento de compartir mis palabras no solo contigo. Hay mucho que decir. Mi verdad, tu verdad, nuestra verdad". Recuerda que hasta el 27 de marzo de 1995, "el día que cambió todo", era "una chica afortunada" de 14 años que acaba de estrenar, contenta, una moto Suzuki ZZ Sepia de color gris metalizado para ir sola al instituto Gonzaga sin depender del chófer de la familia. Su única inquietud, pero como la de "millones de chicos" en el mundo, era que no comprendía el divorcio de sus padres. Pese a la ruptura, ella llevaba "una vida ordenada". 

El final de la relación entre Maurizio y Patrizia, los padres de Allegra y su hermana mayor, Alessandra, se había producido mucho antes, en marzo de 1985, cuando el padre dejó a la madre al cabo de 13 años de lo que su hija presenta como un gran amor. La pareja, como detalla la completa cronología final del libro (no se especifica si obra de la autora o de la editorial), se había casado el 28 de octubre de 1972 en la iglesia de San Sepolcro en Milán, en una ceremonia con 500 invitados que sin embargo boicoteó la familia del novio. Los Gucci no aceptaban a Patrizia. Pasado el tiempo, los hechos dieron la razón a ese rechazo.

Allegra Gucci cree que un tumor cerebral benigno tres años antes del crimen pudo afectar a su madre

La separación de 1985 no se tradujo en divorcio hasta pasados siete años. El 6 de mayo de 1992, Maurizio y Patrizia firman los papeles en el tribunal del distrito de Maloja, en Suiza, y, justo tres semanas más tarde, el 27 de mayo, la operan a ella de un tumor cerebral, que resultará benigno. Allegra Gucci destaca esta operación quirúrgica como un posible episodio clave de la violencia que se desatará menos de tres años después.

Maurizio Gucci, heredero del imperio de la moda de la casa Gucci, murió asesinado en 1995. ArtsLife Wikipedia

Basándose en análisis médicos que no estaban disponibles en el momento del juicio a la madre por el asesinato por encargo del exmarido, la hija plantea que la operación por el tumor pudo afectarle a su madre en el cerebro y causarle la ausencia total de afectos que manifestó desde entonces, incluido hacia ella. Esta teoría, reconoce al final la autora, es su esperanza para darle una explicación asumible a la aparente maldad de su madre, a la que había conocido en el pasado como una buena mujer.

La hija de Gucci expone que su madre impidió que ella y su hermana vieran con más frecuencia a su padre y tuvieran una relación normal con él tras la separación, y reproduce para probarlo una carta de 1987 en la que Maurizio le escribe a Patrizia quejándose por su obstrucción filial con las niñas. Allegra comprende que su padre vivía "una guerra" con su excónyuge. También reproduce la ácida carta de respuesta de Patrizia.

Cuenta que Patrizia les impidió ver a su padre tras la separación. Maurizio vivía "una guerra" con su excónyuge

Tras divorciarse en Suiza en 1992, Maurizio y Patrizia oficializan también su divorcio en Italia el 18 de octubre de 1994. Cinco meses después, el heredero de la prestigiosa casa Gucci, que había fundado en Florencia su abuelo Guccio Gucci, cae asesinado en la entrada de su oficina en Milán. La capital europea de la moda se mancha de sangre.

El ático en Milán de Maurizio Gucci donde, tras la separación, vivían Patrizia Reggiani y sus hijas Alessandra y Allegra. De Grandis Stefano/IPA/ABACA Gtres

Cuenta Allegra Gucci que ese lunes 27 de marzo de 1995 no había ido a clase y se había quedado en el piso que el padre les había dejado a la madre y a sus hijas tras la separación, un gigantesco ático en el edificio de la Galleria Passarella, "con unas vistas magníficas del centro de Milán" y una terraza ajardinada que se ve desde la calle. "Mi habitación se asomaba a la plaza. No recuerdo qué estaba haciendo cuando entró mi madre y me lo dijo sin pelos en la lengua: 'Papá ha tenido un accidente... Papá ha muerto'. No recuerdo que ella llorase. Se fue dejándome sola", escribe.

Comenzaron ese día, añade, "años de pruebas durísimas: al principio es el dolor por la pérdida (más que la pérdida, el robo) del padre; después vino el dolor por la detención de mamá, pero esto al menos compensado por la fe en su inocencia; más tarde, después de años de cárcel, cuando lo peor parecía que había pasado y se podía pensar en reconstruir una existencia 'normal', el dolor producido por la que, en ese momento, se me presentará como una admisión violenta, brutal, de culpabilidad (te hablaré de ello más adelante); finalmente, el dolor constante causado por la serie interminable de injusticias sufridas en las salas de los tribunales y las páginas de los periódicos".

Portada de la edición original italiana del libro de Allegra Gucci sobre el crimen de su padre por encargo de su madre.

Allegra Gucci introduce a otra de las malvadas de su testimonio, su abuela materna, Silvana, la madre de la asesina por encargo. A la abuela, a la que pinta como tirana, manipuladora y obsesionada por el poder y el dinero, le reprocha que fuera en coche a recoger a su hermana Alessandra al instituto y que a la vuelta, en vez de ir directamente a casa, se le ocurriera la "locura" de desviarse con la muchacha hasta el lugar del asesinato de su padre, donde en ese momento se agolpaban policías, periodistas y curiosos: "Cada vez que lo pienso se me hiela la sangre", dice. "Nunca he sabido el porqué de aquel desvío tan insensato y, pensando en la reacción que sufrió Alessandra, tan cruel". 

Condenada

El fiscal del caso, Carlo Nocerino, había investigado al principio en Suiza si el asesinato de Maurizio Gucci tenía relación con sus actividades económicas recientes. A la muerte en 1983 de su padre, el actor y empresario Rodolfo Gucci, Maurizio había heredado su participación en la empresa fundada en Florencia por el abuelo Guccio y había pleiteado con su tío Paolo Gucci por el control de la firma.

En 1993, sin embargo, Maurizio vendió su parte de la empresa al fondo de inversiones Investcorp por 170 millones de dólares. La casa Gucci salía de la familia aunque mantenía su apellido como marca que es sinónimo del lujo. Hoy pertenece al Grupo Kering.

Patrizia Reggiani, durante el juicio en Milán en 1998 por el asesinato por encargo de su exmarido, Maurizio Gucci. Luca Bruno / AP Gtres

Descartada la hipótesis de un crimen vinculado a sus negocios, al cabo de casi dos años la Policía Criminal de Milán, dirigida por Filippo Ninni, averigua a través de un confidente que un grupo relacionado con el asesinato por encargo de Gucci está chantajeando a su antigua esposa, Patrizia. Tras encargarles ella el crimen, los delincuentes le quieren sacar más dinero.

"Mis joyas y mi abrigo de piel van donde yo vaya", dijo la detenida cuando la llevaron a la cárcel

El 31 de enero de 1997, a las 4.30 de la madrugada, el jefe policial Ninni detiene a Patrizia Reggiani en el mismo apartamento, en el número 38 de la avenida Venezia, donde vivía Maurizio cuando salió de allí la mañana de su asesinato. La mujer desoye el consejo del policía de dejar las cosas de valor en casa, porque la llevan a la cárcel. Responde ella: "Mis joyas y mi abrigo de piel van donde yo vaya". Ese día detienen al resto del grupo criminal: Ivano Savioni, Benedetto Ceraulo y Giuseppina (Pina) Auriemma. Un cuarto, Orazio Cicala, ya estaba en prisión por tráfico de drogas.

El juicio se celebra entre junio y octubre de 1998 en la Sección Cuarta del Tribunal Penal de Milán. El 3 de noviembre, se conoce la sentencia: todos culpables. A Patrizia Reggiani la condenan a 29 años de cárcel como ordenante del asesinato de su exmarido, la misma pena que para Orazio Cicala, el conductor del sicario. El ejecutor material, Benedetto Ceraulo, recibe cadena perpetua. A Savioni le imponen 26 años como organizador del crimen, y a Pina Auriemma, 25, como cómplice. Dos años después, el tribunal de apelación les reduce ligeramente las penas. En el caso de Patrizia, de 29 a 26 años.

Desfile de una colección de Gucci en los Museos Capitolinos de Roma en 2019. E. E.

Malignas secundarias

La hija de la víctima señala a Pina Auriemma, "la Maga", como otra secundaria maligna de la historia, la mujer que influyó fatalmente sobre su madre para implicarla en la contratación del sicario. También acusa, en otro grado, a la nueva pareja de su padre en la época del delito, Paola Franchi, por haber querido controlar a las hijas de su compañero tras el asesinato. De Franchi aclara que inició la relación con su padre años después de la ruptura con su madre. Una última protagonista secundaria femenina y negativa es Loredana Canò, la compañera de celda de Patrizia en la cárcel, una especie de consejera maquiavélica, según este testimonio. 

Allegra Gucci, como su hermana, creyó durante años en la inocencia de su madre, erigida como una viuda negra de la moda. Implicada en el caso desde dentro, la joven se formó como jurista, licenciándose en Derecho por la Universidad Católica de Milán. Pero sufrió un nuevo golpe al darse cuenta, ya madura, de que las medias declaraciones de su madre revelaban su admisión del crimen. Se le cayó la venda de los ojos para descubrir finalmente que esa mujer, su madre, que no le expresaba ningún cariño a pesar de sus visitas semanales a la cárcel de San Vittore, era "como el negativo de una polilla, atraída por la oscuridad en vez de la luz".

Describe a su madre como "una letal analfabeta de los sentimientos, insensible a lo que no sea material" 

Patrizia Reggiani quedó libre después de 17 años de prisión. Hoy, envejecida y enferma, tiene 73. La hija pequeña escribe hacia el final del libro una descripción demoledora: "Patrizia se había convertido en lo que es verdaderamente: una letal analfabeta de los sentimientos, insensible a todo lo que no sea material y reluciente, ávidamente interesada solo en el dinero, en las casas, en las joyas. Una mujer que ha hecho tierra quemada alrededor de sí y solo desea hacerse sepultar viva bajo sus riquezas". 

Guccio Gucci, fundador de la empresa de moda y bolsos de lujo que lleva su nombre. Es el bisabuelo de Allegra Gucci. Sistema Archivistico Nazionale (SAN) Wikipedia

Sin decir sus nombres, Allegra Gucci dedica su testimonio a "los hombres de mi vida", aludiendo a su padre; al abogado y amigo de este, Fabio Franchini Baumann, quien asumió para la adolescente el rol paterno; a su marido, Enrico Barbieri, y a los dos hijos pequeños que ha tenido con él. 

El libro Fine dei giochi, subtitulado "Luces y sombras sobre mi familia", ha aparecido en el sello editorial Piemme, del grupo Mondadori. La editorial comunicó ayer a EL ESPAÑOL | Porfolio que no hay prevista aún una edición en español

Hace unos días, le preguntaron en el periódico Il Corriere della Sera cuál es su sueño, y Allegra, la niña huérfana de 14 años que hoy tiene 41, respondió: "Que un día mi madre me abrace y me diga: 'Te quiero'"

La cantante Lady Gaga, interpretando a Patrizia Reggiani en la película de Ridley Scott 'La casa Gucci' (2021). Gtres

"'La casa Gucci' es una pésima caricatura"

Allegra Gucci dedica un capítulo a la película La casa Gucci, dirigida por Ridley Scott y estrenada el pasado noviembre. Ella considera que el largometraje era la oportunidad para haber hecho una gran historia sobre la empresa familiar "que ha exportado el saber y el gusto italiano, el made in Italy, al mundo". "Pero House of Gucci [La casa Gucci] ha traicionado toda expectativa, retratando a nuestra gran familia de la peor manera: ha hecho una pésima caricatura. He sobrevivido a las dos horas y 37 minutos de proyección de la película, saliendo desilusionada, desconcertada y triste", lamenta la autora. Ha sido "una ocasión perdida", remacha.

Recuerda que la promotora del film es la productora costarricense Giannina Facio, esposa de Scott. El resultado, acusa Gucci, es "un pésimo film, lleno de errores y de clichés enfermizos" que los representa "como el estereotipo de la familia amoral (por no decir gansterístico-italoamericana)". "Más que House of Gucci, yo diría Abuse of Gucci [Abuso de los Gucci]", concluye. De las interpretaciones de Lady Gaga y Adam Driver en el papel de sus padres no dice nada.

Pero la miseria que ella retrata en sus memorias, por lo menos en lo que concierne a su madre, su abuela y otros personajes (aunque ninguno del clan Gucci propiamente), viene a confirmar y alimentar por otra parte el contenido criminal auténtico en el que pone el foco la película. Quien sale engrandecido y triunfador en el libro es su padre, la víctima. Su memoria queda a salvo.

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