Noticias relacionadas
Decía el filósofo Gustavo Bueno que "cada pueblo tiene la televisión que se merece": será entonces que España se merece Sálvame, un formato a todas luces revolucionario que irrumpió en Telecinco el 19 de marzo de 2009 y ha cosechado éxitos indiscutibles hasta hoy, que lucha por reinventarse después de una preocupante caída de las que fueran sus fieles audiencias.
He aquí un país dividido en guerra cultural por un programa rupturista, burbujeante y siempre polémico: sus integrantes y defensores arremeten contra los puristas y biempensantes recordando que su show ha acompañado a millones de personas en las tardes de la última década y ha insuflado salseo, desquite, tragicomedia y verbena en hogares alicaídos, asolados por problemas reales como la asfixia de las hipotecas, las enfermedades y la rutina.
Kiko Matamoros, uno de sus colaboradores legendarios y más brillantes, apuntó en una entrevista a este periódico que "la televisión es ahora el teatro de los griegos", y que "es el mejor vehículo para transmitir entretenimiento, aunque de baja calidad cultural o prácticamente nula": "Lo que más vende en la televisión son las tragedias familiares. Antes de Sálvame fue Sófocles, Eurípides y Esquilo, y Shakespeare y García Lorca", señala.
Y es cierto. Digamos que resulta un camino corto e higiénico para el consuelo del españolito, que ya no se siente tan desgraciado -sus reyertas emocionales son también las de los famosos, las de los ricos- y puede desconectar unas horas de sus sinsabores y engancharse a los de otros más bienaventurados. La clave de su triunfo es precisamente su carácter desprejuiciado, amoral y sin líneas rojas en el mejor y en el peor de los sentidos. Sálvame renunció al glamour que caracterizaba a ciertos formatos de prensa rosa para danzar en el barro, para invitar a sus tertulianos a merendar en directo, para hacer del plató el salón de una casa que resultaba la prolongación del hogar sencillo y familiar de los espectadores.
"Lo que más vende en la televisión son las tragedias familiares. Antes de Sálvame fue Sófocles, Eurípides y Esquilo, y Shakespeare y García Lorca"
En el otro extremo de la reyerta mediática, sus detractores se han mostrado feroces, tildándolo de "telebasura", lamentando su falta de ética, su carnaza y la "idiotización" a la que someten a su audiencia. A su vez, estas consideraciones han sido tachadas de "clasistas". Y así en un bucle infinito, irreconciliable.
Crisis sistémica
Ferran Monegal, histórico crítico de televisión y colaborador de Julia Otero en Onda Cero, cuenta a este periódico que el problema es sistémico. "No es solamente el desplome de Sálvame la cuestión, fruto de la victoria de la competencia con sus novelas turcas; es el hundimiento general de Telecinco", revela. "En Telecinco fallan todos los palos. Los informativos, por ejemplo, con esa supremacía de Vicente Vallés. Le saca diez puntos a Piqueras. También falla el prime time. No funciona nada excepto la serie de Coronado", suspira. "Los realities tampoco tiran. Lo único que aguanta es el programa de Ana Rosa Quintana".
¿De qué es síntoma esto? El experto responde: "Esto quiere decir que después de tanto tiempo de fabricación de televisión berlusconiana, donde prima el rancho y no el menú, la audiencia ha podido cansarse. La audiencia puede exigir un tipo de programación más cuidada: así lo señalan los datos de los últimos ocho meses", sostiene. "¿Cuál es la cuestión? La rentabilidad. Telecinco siempre va a ganar más que Antena 3, porque es más barato cocinar un rancho que un menú a la carta. Ellos hacen un tipo de churro, una papilla, que colocan dentro de una misma cazuela y van dando siempre lo mismo durante todos los días", comenta. "Meten a seis o siete opinadores y salen baratísimos. Es mucho más caro hacer un menú elaborado, con primer plato de sopa y seguro de pescado".
"Telecinco siempre va a ganar más que Antena 3, porque es más barato cocinar un rancho que un menú a la carta"
El especialista señala que "el hecho de que los colaboradores acudan al retrete en directo es lo más inofensivo que hacen": "El Tomate fue el precedente. Ojo: ahí se encontraron con que les llovían las demandas, porque se encaraban con mucha gente famosa y celebrities, así que generaron una nueva fórmula". Y emula, imitando su estrategia: "Vamos a contratar a unos colaboradores que se conviertan en nuestros protagonistas y vendan sus vidas diariamente hasta incinerarse a ellos mismos". Con toda esa crudeza.
Perseguidos por la justicia
"Esto se ha visto muy claro con la investigación judicial que ahora tienen entre manos: se les acusa de tener contratado a un policía para sacar información de esos personajes. Esto empezó en 2018. La policía lo llamaba Operación Deluxe y ha pasado a llamarse hace poco Operación Luna. Han descubierto que este policía, efectivamente, les servía para sacar expedientes, multas de tráfico, problemas con la justicia… y airear estas cuestiones", resopla. "Publican el expediente policial de las criaturas que están en el juego del análisis televisivo", señala, con cierto tono de compasión.
¿Cuál es la perversión? "Que la mayoría de las personas que podrían demandar a Telecinco, porque se vulnera su derecho a la intimidad y sus fichas policiales -que son secretas- están en nómina", apunta. "Es una jugada muy canalla, muy tramposa. Es torticero. Ellos aceptan que se vulneren sus archivos privados y policiales porque no pueden morder la mano que les da de comer. Ese es su modus vivendi. Es su tinglado", relata.
"Desde 1991 no ha habido ninguna autoridad estatal sensata que haya controlado estos modos de hacer televisión"
¿Es esto una mafia? El experto asegura que sí, de alguna manera. "Desde 1991 no ha habido ninguna autoridad estatal sensata que haya controlado estos modos de hacer televisión. Nadie ha restringido los métodos de esta cadena. Mira el caso de Isabel Pantoja", sugiere. "Hace dos o tres años le hicieron el gran fichaje: se habló de tres millones y medio al año, la tuvieron de jurado en Idol Kids, le forzaron algún espectáculo… paralelamente, en la misma cadena, llamaban a Paquirrín, su hijo, para que la apuñalase todas las noches y la pusiera a caldo".
¿Sarna con gusto no pica? "Eso es. Este es el mercado generado por Telecinco. Juegan con la necesidad del personal. Se hacen autopsias en vida. Les arrancan el higadillo, el bazo, y se dejan. Mientras, van perdiendo la vida", suspira. "Han creado personajes de la nada. Antes de Sálvame no eran nadie. Pero a base de tenerlos todos los días a todas horas, la gente se ha encariñado y les identifica y les sigue".
Poca calidad en la parrilla
En fin: si no tenemos noticias, seamos la noticia. "A la hora de consumir una información relevante, como la relativa a la guerra de Ucrania, la audiencia se fideliza con otra cadena". De hecho, el preferido por el público en este sentido es Vicente Vallés, tal y como avalan las encuestas. "En Telecinco se hacen pocos especiales informativos y serios porque no se consumen. Los han retirado porque la gente se acerca a la cadena a ver el berrinche, el cacao".
Monegal es claro: cree que esta televisión contamina los cerebros de la población. "Han colonizado la cabeza de cantidad de gente desde 1991. De hecho, Paolo Vasile lo aclaró: 'En mi cadena no hay periodistas, hay comunicadores'. Tras el concepto de 'comunicador' cabe todo, es un cajón desastre. No les interesa el periodismo, la honestidad. No hay códigos deontológicos". Son vedettes, alicata. "No hay líneas rojas".
"A los creadores de 'Sálvame' no les interesa el periodismo, la honestidad. No hay códigos deontológicos"
Otro punto importante: la audiencia se ha sentido continuamente engañada, por ejemplo, con los anzuelos nunca resueltos. "Durante horas te prometen una exclusiva que nunca llega. Son técnicas muy viejas, conocidas. Buscan el impacto, pero a la larga el espectador se siente estafado". Emoción. Apocalipsis. Eso es lo que funciona.
Guiños ideológicos
¿Qué hay de sus señas ideológicas? "Veamos: en los últimos tiempos, Telecinco se ha hecho abanderado del feminismo a partir del caso de Rocío Carrasco. Pero hablemos en serio: ¿cómo van a ser adalides de nada si han sido una cadena que ha consentido supuestas violaciones a una concursante de GH como Carlota Prado? La chica aún arrastra traumas. No puede ni declarar en el juzgado. Se ha tenido que suspender el juicio dos veces. Tiene problemas psiquiátricos. Teníamos que haber entendido que el reclamo de Rocío Carrasco era sólo para atraer audiencia", acusa.
"Ya no se trata de Antonio David Flores. Es que siempre se alarga la cuestión. Luego Ortega Cano. Luego llamamos al resto de la familia Carrasco. Luego al tito Amador. Es el ventilador de basura", lanza. "Crean batallas. Polarizan. ¡Mira lo que está pasando con la pobre Belén Esteban! Ahora le han montado un programa para levantar la audiencia, pero, ¿por qué no funciona? Porque ella es buena persona y se acerca a la gente con humanidad. Eso no triunfa. Belén entrevista, por ejemplo, a unas señoras de ochenta años, y lo hace con delicadeza. Nunca funcionará". Es carnaza o nada.
"Belén Esteban no funciona porque es buena persona"
Es la victoria de la televisión canalla, sentencia. Lo que cala es un formato con una personalidad marcada, con un estilo vehemente. ¿Qué piensa el experto de las declaraciones del pope de Sálvame, Jorge Javier Vázquez, cuando enunciaba que su programa era para "rojos y maricones"? Aquí se muestra empático. Prefiere señalar la estructura, nunca a un personaje en concreto. "Toda criatura que se gana la vida haciendo este tipo de televisión necesita de vez en cuando hacer un speech que justifique lo que está haciendo. Lo entiendo. Es una defensa de su propia conciencia. Quiere decir que lo que hace es la mar de progresista, la mar de rojo", resopla.
Cabezas de turco
"No tiene sentido, en el fondo: al final es una tele del señor Berlusconi. Es la derecha radical más pura y dura de Italia, casi tanto como Bolsonaro". Algo interesante y revelador: "Mira, en Francia a este modelo no lo dejaron pasar, directamente. Dijeron claramente: ‘Oiga, no, vaya usted con su modelo turbio y ameno de televisión a intoxicar cerebros a otro lado".
Monegal no quiere entrar en comentar personaje por personaje, pero matiza: "Jorge Javier es un hombre inteligente, filólogo, hace teatro… de hecho, se refugia en sus labores intelectuales para insonorizarse de su trabajo en televisión Es lógico. Él quiere hablar de Séneca", sonríe. "Carlota Corredera, Jorge Javier… en fin, etcétera, ¡son peones! Están bien pagados y cualificados. Pero son elementos de una maquinaria. No quiero criticarles a ellos, hay que apuntar al pájaro grande. Los poderosos son los responsables: ellos hacen el negocio".
"Carlota Corredera, Jorge Javier... son peones, elementos de una maquinaria: hay que apuntar al pájaro grande"
Y continúa: "Lo dijo Vasile en una entrevista en El Mundo: la televisión es un instrumento para cobrar de las marcas y de los fabricantes de los anuncios. Da igual lo que coloques entre spot y spot. Mete ahí cualquier programa, es irrelevante. Ese es su concepto de negocio".
¿Cuál es la responsabilidad gubernamental en este sarao? Relevante. "Deberían controlarlo. Tienen competencias. Tú y yo podemos montar una zapatería mañana, o un restaurante, pero no podemos montar una cadena de televisión, porque necesitamos un permiso gubernamental. Las televisiones son finitas, es decir, tienen un número finito. Tienen licencias. El espacio radioeléctrico es limitado. Ese permiso caduca y se renueva cada cierto tiempo. Por tanto, el gobierno es responsable. No basta decir 'ah, son cadenas privadas'. La titularidad es privada, sí, pero dependen de una licencia gubernamental", clausura.