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Al entrar en su piso de Sevilla, impresiona ver las paredes del pasillo cubiertas de libros desde el suelo hasta el techo. Cabe la duda de si estamos en una biblioteca que hospeda a un hombre o en el hogar de un hombre que da refugio a una gran biblioteca. Lo cierto es que estamos en una cueva del tesoro: el tesoro de papel de Miguel Polaino-Orts, dueño de una de las mejores colecciones particulares de las letras hispánicas.
Aquí conserva ejemplares, muchos de ellos firmados por los autores, de las primeras ediciones de obras fundamentales de la literatura en español. De Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Rubén Darío, Pablo Neruda o su gran amiga, la premio Cervantes mexicana Elena Poniatowska. Aunque vive solo, en realidad Polaino-Orts siente que lo hace acompañado de una extraordinaria multitud de amigos: los diez mil libros que habitan sus estanterías. Con ellos mantiene la constante y silenciosa conversación de la lectura.
Su biblioteca es un secreto conocido por muy pocos afortunados, sus amigos de carne y hueso. Por primera vez la enseña al público en un medio de comunicación a través de las páginas de EL ESPAÑOL | Porfolio, en la víspera de la celebración, este sábado 23 de abril, del Día Internacional del Libro. Los suyos son, dice parafraseando a Borges, su paraíso. Unos los compró a precio de joya; otros los rescató, gratis, de la basura, cuenta el feliz enfermo de bibliofilia.
Este gran amante de los libros vive en el centro de Sevilla. Muy cerca del edificio de la calle Pajaritos donde el alemán Jacobo Cromberger montó la primera imprenta de la ciudad en 1511, origen además de la que su socio Juan Pablos fundó en 1539 en México, la primera de América.
Miguel Polaino-Orts es profesor titular de Derecho Penal en la Universidad de Sevilla y vicedecano de Relaciones Institucionales de la Facultad de Derecho. Enseña en los grados de Derecho y de Criminología, en asignaturas como Derecho Penal o Victimología. Dice, regateando precisar la fecha, que nació en Sevilla en los primeros años de la Transición, de lo que se deduce que está en la mitad de la década de los cuarenta. Es el segundo de los cinco hijos del catedrático emérito de Derecho Penal de la Universidad de Sevilla Miguel Polaino Navarrete y de la también jurista Marisol Orts, que fue jefa de servicio en la Administración General del Estado.
Polaino-Orts une a su condición de prestigioso penalista la de apasionado coleccionista de libros y la de escritor, como ensayista sobre el derecho, la literatura y las relaciones entre ambos. Precisamente, este jueves ha traído a la Universidad a su amigo el novelista y premio Cervantes Sergio Ramírez, antiguo vicepresidente de Nicaragua, hoy exiliado en Madrid por la persecución del régimen de Daniel Ortega. Ha invitado a Ramírez a dar una conferencia sobre literatura, derecho y dictadura.
Ha traído a su amigo Sergio Ramírez, perseguido en Nicaragua, para hablar sobre literatura, derecho y dictadura
Los libros tapizan todas las paredes del salón, salvo el lado de las cristaleras que asoman a la calle. En una mesilla reposa el grueso Cervantes, la biografía sobre el autor del Quijote que acaba de publicar el director de la Real Academia Española de la Lengua, Santiago Muñoz Machado. Ya se lo ha zampado en una placentera lectura. Aparte de su trabajo como profesor y vicedecano, Miguel Polaino-Orts consagra su vida a buscar libros extraordinarios... Y leerlos.
Pregunta.− ¿Cuántos libros tiene aquí?
Respuesta.− Unos diez mil.
P.− ¿Los tiene catalogados?
R.− No. Los tengo todos en la cabeza. Sé cuáles son todos y dónde está cada uno.
P.− ¿Cuántas horas lee cada día?
R.− Unas seis horas o más. La mayoría, por placer.
P.− ¿Lee libros electrónicos?
R.− No, no he leído ninguno. No tengo lector de libros electrónicos. Ni siquiera he visto las ediciones digitales de mis libros académicos.
En un rincón tiene una televisión pequeña, apagada. Apenas la enciende algunas veces, sobre todo para los visitantes que quieran ver algo.
Polaino-Orts aprendió alemán durante un verano de adolescente en Friburgo y en el último año de carrera se fue con una beca Erasmus a la Universidad de Bonn. Allí se quedó luego para escribir su tesis doctoral, bajo la dirección de su maestro, el penalista y filósofo alemán Günther Jakobs. Dedicó su tesis a la teoría del Derecho Penal del Enemigo.
Estudió en Bonn con el penalista alemán Günther Jakobs y dedicó su tesis doctoral al Derecho Penal del Enemigo
Enseña la edición mexicana del libro de su tesis y el primer capítulo, en el que explica ese concepto jurídico recurriendo a la escena de los galeotes de la novela de Cervantes. Don Quijote y Sancho Panza se encuentran con una cuerda de presos a los que sus guardianes conducen a cumplir condena remando en galeras. Uno de ellos, Ginés de Pasamonte, va apresado con muchas más cadenas que los demás, y, a la pregunta del hidalgo, los guardianes le explican que eso se debe a que este reo ha cometido más delitos y es más peligroso que todos los demás juntos. El derecho penal del enemigo, explica nuestro anfitrión, trata sobre ese "plus de rigor que se aplica para compensar el plus de peligrosidad del reo", como ilustra el episodio cervantino.
Hablando de Cervantes, se levanta y nos lleva a su dormitorio para enseñarnos una de las muchas joyas de su biblioteca: los cuatro tomos, en perfecto estado, del Quijote de la edición de Ibarra de 1780, ilustrada con grabados y un mapa del territorio por el que se movió el caballero de La Mancha. "Francisco Rico dice que esta edición es la mejor del siglo XVIII", informa su propietario. En internet, se vende o subasta por más de diez mil euros.
De las estanterías del pasillo extrae un ejemplar de la primera edición de la novela Cien años de soledad, del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, que en internet se ofrece por entre 600 y varios miles de euros. Al lado está la primera edición de El amor en los tiempos del cólera, con la dedicatoria autógrafa de García Márquez para su médico, Juan Álvarez de Lille. Y cerca también, la primera edición del ensayo García Márquez: Historia de un deicidio, que Mario Vargas Llosa escribió sobre la obra de su entonces amigo, y que lleva en páginas interiores la firma del Nobel peruano, fechada en México en 1975.
Primeras ediciones
Su colección de primeras ediciones, la mayoría de la generación de 1898 en adelante, es fabulosa. El recorrido incluye el Pedro Páramo del mexicano Juan Rulfo, con la firma y la dedicatoria manuscrita para un amigo pintor; el Crepusculario y el Incitación al Nixonicidio y alabanza de la revolución chilena del Nobel Pablo Neruda, con su firma (en el segundo caso, con la fecha "1973", el año de su muerte), o el Trilce del peruano César Vallejo, libro clave de la poesía en español del siglo XX del que se conmemora el centenario. El poemario de Vallejo se imprimió en los Talleres Tipográficos de la Penitenciaría de Lima, donde estaba preso, indica Polaino-Orts.
Preside su despacho un busto metálico del poeta nicaragüense Rubén Darío, el padre del modernismo hispánico, de quien conserva (siempre hablamos de primeras ediciones) el hito Azul o el volumen Peregrinaciones, este caso con firma y dedicatoria a un amigo.
El amante de los libros los cuida como oro en paño, pero no los mantiene encerrados bajo siete llaves en una vitrina sino que se los pone en las manos al visitante, a quien anima a tocarlos y hojearlos a discreción. Porque para eso, dice, están los libros, para verlos, tocarlos, olerlos y leerlos.
Anima a manosear sin miedo su ejemplar del poema Isidro de Lope de Vega, impreso en 1599 en vida del gran autor del Siglo de Oro, y a comprobar la calidad de su papel y su impresión. Han pasado más de cuatro centurias y está como nuevo, señala con satisfacción mientras apunta al retrato de Lope de Vega que nos mira desde las primeras páginas.
Un cariño especial le tiene al libro con el que, simbólicamente, comenzó su colección, un ejemplar del poemario Álamo y cedro de Juan Sierra, que compró por 2.500 pesetas cuando tenía once o doce años. Su ejemplar es el número 24 de una tirada de 50. Recuerda que se lo compró al librero y editor Abelardo Linares en su antigua tienda de la calle Mateos Gago, en Sevilla.
"Cuando fui a entrar, Abelardo cerró la puerta diciendo 'aquí no hay libros para niños', y yo puse la mano para que no la cerrara y le dije que no venía buscando libros para niños". Le explicó que quería un libro de Juan Sierra. "¿Para tu padre?, me preguntó. No, para mí". No quería la edición normal, sino la especial numerada. Linares, claro, descubrió que estaba ante un coleccionista fuera de lo normal.
La procedencia de sus libros es muy diversa, cuenta Polaino-Orts. Su red de librerías de viejo y de anticuarios en España, México, Perú, Argentina o Colombia le avisa de ejemplares extraordinarios; otras veces, él busca y compra en internet. Antes, también, iba al mercadillo callejero de El Jueves, en Sevilla.
En ocasiones, el hallazgo es fortuito y no le cuesta nada. Saca el librito Charivari, impreso en Madrid en 1897 y firmado por su autor, J. Martínez Ruiz, que entonces aún no usaba su seudónimo Azorín. "Lo encontré en un montón de libros que habían dejado encima de un contenedor de basura en Sevilla", recuerda el padre adoptivo del libro huérfano.
"Lo encontré encima de un contenedor de basura", dice sobre el libro de Azorín con la dedicatoria del autor
Hay dedicatorias y firmas manuscritas que encierran otra historia además de la que cuentan sus autores en los libros que las acogen. Por ejemplo, relata el coleccionista, Valle-Inclán dedicó, con su característico rabillo en la firma, su Cuento de abril al escritor Luis Antón del Olmet, a quien después asesinó de un tiro en 1923 su colega Alfonso Vidal y Planas por celos creativos.
Y la letra temblorosa y en líneas muy separadas de Jorge Luis Borges al dedicar su libro El compadrito de parte de "Elsa y George", en referencia a su primera esposa y a él mismo, revela la creciente ceguera que lo afectaba en aquel 1968.
De otro legendario escritor argentino, Julio Cortázar, tiene la primera edición firmada de La vuelta al día en ochenta mundos. Siguiendo con Argentina, de la biblioteca del gran fotógrafo bonaerense Horacio Coppola rescató tras su muerte en 2012, con casi 106 años, la foto impresa original tomada por él que muestra a Federico García Lorca, María Teresa León y Rafael Alberti en Buenos Aires en los años 30. La foto del alegre trío da vida a una repisa de la biblioteca, junto a otra foto original de un grupo de intelectuales españoles exiliados en México, con la firma de varios de ellos al dorso: León Felipe, Enrique Díez-Canedo...
En la tumba de Cernuda
La generación del 27, en la Edad de Plata de la cultura española, está representada al completo en el tesoro bibliográfico de primeras ediciones de Miguel Polaino-Orts. Va enseñando y poniéndonos en las manos el Libro de poemas con la firma de García Lorca, el primero de los que publicó, y su Romancero gitano; un ejemplar de Il mattatore de Alberti al que el poeta y pintor le añadió dibujos a mano de desnudos de mujer; libros de Emilio Prados, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, el Nobel Vicente Aleixandre, José María Hinojosa... A García Lorca lo fusilaron en Granada el 18 de agosto de 1936 en el lado golpista y a Hinojosa cuatro días después en Málaga, en el republicano.
De Luis Cernuda enseña La realidad y el deseo. Por su paisano Cernuda siente predilección. Como Miguel Polaino-Orts viaja varias veces al año a Ciudad de México, aprovecha siempre para ir al cementerio Panteón Jardín a limpiar y poner flores en las tumbas de Luis Cernuda y Emilio Prados, muertos y enterrados en el exilio. Le ayuda a menudo el enterrador Facundo Cervantes, de rotundo y novelesco nombre.
En México, se amistó con el confesor de Buñuel, la premio Cervantes Elena Poniatowska y la pintora Ana Mª Icaza
Su estrecha relación con México se debe en parte a que participó en el tribunal de tesis del que fue ministro de Gobernación (Interior) de México, Alfonso Navarrete Prida, a quien dirigió en Sevilla su padre, Miguel Polaino Navarrete. En México, el joven Polaino trabó amistad con la novelista y periodista mexicana Elena Poniatowska, premio Cervantes de 2017, de quien enseña las novelas con sus cariñosas dedicatorias; con el cineasta y cura Julián Pablo Fernández, que fue el confesor del director de cine Luis Buñuel y quien "depositó sus cenizas en el altar de una iglesia al sur de Ciudad de México", o con el poeta exiliado Ramón Xirau (muerto en 2017) y su esposa, la pintora Ana María Icaza de Xirau.
Con Elena y Ana María estuvo comiendo el pasado diciembre. Ana María Icaza ha muerto el miércoles de esta semana, casi centenaria. Su amigo sevillano ha estado durante los últimos días de su vida hablándole cada noche por videoconferencia; ella ya no podía responderle en su lecho de muerte, pero sus ojos brillaban aún con vida al escucharlo. Por cierto, señala que los padres de su esposo, Ramón Xirau, "viajaban en la misma ambulancia con Antonio Machado y su madre" en la que salieron camino del exilio desde España a Collioure, en Francia. Otra importante presencia mexicana en su colección son unas cartas del Nobel Octavio Paz.
P.− ¿Qué significan para usted todos estos libros?
R.− Una compañía indispensable. Como escribió Borges en su poema "Los dones", un paraíso.
P.− ¿Dónde le gustaría que estuvieran dentro de cien años?
R.− Me gustaría que siguieran juntos.
Generoso y hospitalario bibliófilo, Miguel Polaino-Orts, el enfermo de amor por los libros, resta mérito a su obra de coleccionista. "¿A quién le importan? No le interesan a nadie...", dice. Pero uno se queda con la idea contraria: es un héroe de la literatura y, para que los libros no sean pasto del olvido, hacen falta muchos lectores como él.
Su abuelo y el de Pablo Iglesias
La biblioteca exquisita del joven sabio Polaino contiene, además de libros en español, obras en italiano, alemán (lenguas que habla), inglés y francés (que lee). Como escritor, es autor de poemas que raramente publica, de manuales de Derecho y Criminología y de ensayos académicos y literarios. Este año publicará en la editorial Bosch dos libros que reúnen artículos suyos, parte de ellos inéditos: Las normas y las letras y Puente de dos mundos. Además, promueve con sus amigos dos colecciones humanísticas de libros sobre literatura y leyes: Breviarios hispalenses y Humanismo, derecho y criminología.
Como penalista es una referencia, algo de lo que da fe, por ejemplo, el curioso hecho de que Abimael Guzmán, el profesor de filosofía y líder del grupo revolucionario y terrorista de Perú Sendero Luminoso, citó a Polaino-Orts al defenderse a sí mismo en el juicio en el que lo condenaron a cadena perpetua.
Jurista era también su abuelo paterno, Lorenzo Polaino, de quien reveló en un artículo en 2018 en la revista Entorno Literario la gran historia que lo une al abuelo paterno del exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, Manuel Iglesias. Ambos, Lorenzo y Manuel, licenciados en Derecho, eran amigos íntimos y se salvaron mutuamente la vida durante la guerra civil española.