Ramón García Úbeda tenía 21 años cuando su familia lo vio vivo por última vez hace tres décadas. El martes 14 de enero de 1992 salió de su casa, en el número 2 de la calle Salitre Santa Ana, en el municipio granadino de Guadix, para ir "a comprar el pan" en el horno que está a 60 metros calle abajo. Pero no volvió ni hubo noticias de su paradero. Desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra. El suyo fue uno de los más de 1.500 casos de personas desaparecidas que investigó con la colaboración ciudadana el mítico Quién sabe dónde del periodista Paco Lobatón. El programa de Televisión Española se estrenó en ese mismo año de 1992 en que se perdió el rastro del joven Ramón.
"Quién sabe dónde resolvió más del 70% de los casos" en las siete temporadas que estuvo en antena hasta 1998 y facilitó muchos finales felices con el reencuentro en el plató de los seres queridos perdidos durante tanto tiempo, recuerda treinta años después Paco Lobatón en una entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio. La desaparición en Guadix de Ramón García Úbeda fue una de las ausencias inexplicables que quedó entonces sin solución. Su madre, Dolores Úbeda Requena, acudió al programa de Lobatón para pedir ayuda, hacia finales de 1992.
El periodista explica que no tiene el archivo y no puede precisar en qué emisión trataron su caso −en el archivo de TVE en internet solo están disponibles unas pocas entregas−, pero que tuvo que ser a partir de octubre de 1992, cuando él asumió la presentación del programa. Quién sabe dónde (QSD) había comenzado su andadura en enero, en la segunda cadena, con Ernesto Sáenz de Buruaga.
El hallazgo
Este espacio pionero de la televisión pública marcó un antes y un después en el tratamiento social y policial de las desapariciones. A los treinta años de su estreno, Paco Lobatón hace balance con EL ESPAÑOL | Porfolio de los progresos alcanzados desde entonces y lo que queda por conseguir en la investigación de los desaparecidos, tomando como ejemplo la tragedia de Ramón García Úbeda y su familia. Lo perdieron también hace treinta años y, treinta años después, lo acaban de encontrar, aunque muerto. El hallazgo de sus restos se produjo en mayo de este 2022, por casualidad y no debido a una búsqueda premeditada.
Guadix es famoso por su arquitectura troglodita. En este municipio, repartidas entre su núcleo urbano y sus pedanías, hay 2.491 cuevas habitadas o desiertas, según el inventario provincial que completó en el año 2016 la Diputación de Granada. El 42% de las 20.252 viviendas-cueva censadas en toda la provincia se encontraba entonces en buenas condiciones, y el resto, en situación mala, regular o en ruina.
Unos chavales que buscaban tesorillos con un detector de metales se metieron un día del pasado mayo en una de esas 2.491 cuevas de Guadix, en concreto en una situada en un pueblecito de su entorno. La Guardia Civil no revela qué día fue y en qué localidad exactamente. En Guadix se comenta que fue en la zona de la pedanía de Paulenca o en el camino de Lugros, en ambos casos en la salida hacia el oeste.
La cueva estaba abandonada y escondía un terrible secreto.
Semienterrado en el suelo, los chicos encontraron el esqueleto de un hombre, varias monedas y documentación. Como informó el diario granadino Ideal citando fuentes cercanas al caso, la documentación era la de Ramón García Úbeda. Junto a los huesos hallaron además el taco de un proyectil de escopeta. Agentes del cuartel de la Guardia Civil de Guadix se hicieron cargo del sitio. En el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Granada han practicado la autopsia a los restos para confirmar su identidad y si se suicidó o, como parece, lo mataron. Se está a la espera del informe forense, según ha informado la Guardia Civil a EL ESPAÑOL | Porfolio.
La Policía Judicial de la Guardia Civil de la Comandancia de Granada investiga si fue un asesinato u homicidio. El posible crimen habría prescrito, al haber transcurrido más de los 20 años que prevé de plazo el Código Penal a contar desde el momento de la comisión del delito, salvo que los forenses establezcan que su muerte ocurrió más de diez años después de su desaparición.
El desaparecido era uno de los diez hijos de Dolores, el tercero de los varones. El padre regentaba una churrería en Guadix. El joven vivía a menos de 100 metros del principal punto de venta de drogas de Guadix, en unos bloques conocidos como Las Casillas Rosas, lo que alimenta la hipótesis de que lo mataran por un conflicto con traficantes locales. Antonio López, el panadero, subraya que la familia de Ramón es normal y que al joven no se le conocían problemas. ¿Qué pasó? "Nadie se lo explica", responde el comerciante. "Unos dicen que ese día venía aquí a comprar el pan, otros, que a comprar bebidas al supermercado Covirán", agrega el panadero. "Era el tercero de los hermanos varones. Ha pasado tanto tiempo que ya no recuerdo su cara", lamenta sobre los estragos de los años.
"Dicen que fue un ajuste de cuentas", apunta por su parte otra vecina sobre la posible muerte violenta de Ramón. Ella menciona además "una reyerta a tiros entre dos familias gitanas" ocurrida años después en esa misma esquina cercana a la casa del desaparecido. Esa disputa, ajena a la familia de Ramón, se saldó con una mujer muerta y al menos un herido. Esta fuente destaca el temor que generaba la familia apodada los Albinos, residentes en Las Casillas Rosas. El otro mercado de drogas conocido entonces y hoy es la zona de las cuevas de la Cañada Real.
El guardia civil instructor de las diligencias, consultado por esta revista el 21 de julio a través del gabinete de prensa de la Comandancia de Granada, responde que no puede dar información. Contactado por teléfono, en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1 de Guadix, al que corresponde el caso, rechazan también informar sobre la situación del proceso legal.
Las causas
Se deba su muerte a un motivo u otro, lo que el destino de Ramón demuestra es que, como subraya Paco Lobatón, la inmensa mayoría de las desapariciones no se deben a la voluntad libre y soberana de quien se va y no vuelve porque le da la gana y no quiere informar a su familia, sino que son la consecuencia de un problema de fondo: esa persona ha sufrido violencia, padece una enfermedad mental (como una depresión profunda) o neurodegenerativa (como el alzhéimer), huye de un grave conflicto o es víctima de la pobreza y la marginación (como las madres que entregaban a sus hijos).
"La persona desaparecida tiene el derecho a ser buscada, y su familia tiene el derecho a que le informen"
"La persona desaparecida tiene el derecho a ser buscada, y su familia tiene el derecho a que la informen", sintetiza el veterano periodista durante una conversación cerca de su casa, en la comarca sevillana del Aljarafe. Por razones que él no se explica, pues batía todos los récords de audiencia y era −en tiempos en que había publicidad en TVE− el programa más rentable de las televisiones españolas, la dirección del ente no prorrogó Quién sabe dónde después de su temporada de 1998, pese a que él lo intentó reiteradamente a través de su productora, Redacción 7.
Si cancelaron el programa por empezar a tratar casos de bebés robados en el franquismo o de fusilados por los golpistas y enterrados en cunetas, como algunos apuntan, él dice que no tiene constancia oficial. "No me dieron ninguna explicación", dice.
Acabó el programa pero Lobatón no se desligó del problema, y hasta hoy mantiene su compromiso con la causa informativa de los desaparecidos, como periodista y como activista. Tiene un espacio en Radio 5 de Radio Nacional de España, Diario de ausencias, y, desde que la creó en 2015, sigue al frente de la Fundación Europea por las Personas Desaparecidas QSD Global (como las siglas del recordado programa televisivo), de la que es vicepresidente. El presidente es el prestigioso José Antonio Lorente Acosta, catedrático de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada, uno de los mayores expertos internacionales en identificación genética de desaparecidos. Lorente dice a esta revista que no ha intervenido en este caso.
Fallos y avances
El caso de Ramón y la cueva sirve también, señala Lobatón, para poner en evidencia la importancia de dedicar a la búsqueda el máximo de recursos humanos y materiales posibles en las primeras horas desde que se produce la ausencia inesperada de alguien. En Guadix y sus alrededores ese rastreo no fue lo bastante exhaustivo y falló: el desaparecido ha aparecido treinta años después, muerto, en una cueva donde no miraron, o miraron mal, en su momento.
La trágica ausencia, que podría haberse resuelto enseguida, se convirtió así para su familia en una agonía sin fin, porque Ramón no volvía vivo, pero tampoco lo encontraban muerto ni podían enterrarlo, llorarlo y aliviar su pérdida con un duelo y una conclusión. El vacío y la incertidumbre se alargaron año tras año, década tras década.
El movimiento social de Lobatón contribuyó a que Interior creara en 2018 el Centro Nacional de Desaparecidos
Quién sabe dónde despertó la conciencia ciudadana a través de sucesos de gran impacto mediático como la desaparición del Niño Pintor de Málaga (aún sin resolver) o el asesinato de las niñas de Alcácer. "Se creó un movimiento social que ha logrado grandes avances en la búsqueda de los desaparecidos", explica Lobatón. Se dio visibilidad al drama de las familias y mejoraron los protocolos y recursos policiales del Ministerio del Interior, como la creación en 2018 del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) y, desde 2017, el Informe Anual de Personas Desaparecidas, que antes no existían. Su Fundación QSD Global sirve además como plataforma para apoyar y unir a las familias, y servir de interlocutora con la Administración.
5.411 denuncias activas
El Sistema de Personas Desaparecidas y Restos Humanos sin identificar (Sistema PDyRH) del Ministerio del Interior registraba, a 31 de diciembre de 2021, un total acumulado de 243.768 denuncias por desaparición, de las que 230.251 están resueltas, lo que representa el 94,45%. Permanecen activas 5.411 denuncias, un 2,2% del total.
Hay 8.106 casos de menores extranjeros no tutelados ausentados de centros de protección, como recoge el Informe Anual Personas Desaparecidas 2022. Menores inmigrantes no acompañados y ancianos con enfermedades neurodegenerativas son los grupos más vulnerables ahora, alerta Paco Lobatón.
En la base detos del Sistema PDyRH, que manejan las fuerzas de seguridad, entró en el año 2021 un total de 22.285 denuncias, correspondientes a 14.777 personas. De ellas, el 66% eran menores de edad y el 34% adultos; 58% hombres y 42% mujeres; 68% españoles y 32% extranjeros. Se sumaron a la base de datos en ese año 226 cadáveres sin nombre, de los que identificaron a 117.
"Ausente sin retorno"
La fundación de Lobatón sigue trabajando con el objetivo de que en España se apruebe un Estatuto de la Persona Desaparecida. Otra de las reivindicaciones pendientes, como destaca el comunicador, es que el Congreso reforme el Código Civil (capítulo II, artículos 193 a 197) para reducir los plazos y simplificar los trámites necesarios para que una familia pueda registrar legalmente a su pariente desaparecido como muerto aunque no se hayan encontrado sus restos ni se haya producido un siniestro evidente, así como que el proceso sea gratuito. Agrega un matiz: desde su fundación piden que el término que se use no sea "fallecido", sino "ausente sin retorno".
Argumenta que para unos padres, por ejemplo, firmar en el juzgado la muerte legal de su hijo o hija perdido, sin que haya aparecido su cuerpo, es acabar con el último resquicio de esperanza que les queda. Recuerda que acompañó a un padre a firmar la declaración de muerte de su hija desaparecida en el juzgado y que el hombre, tan alto, se derrumbó de dolor. Es mejor, dice Lobatón con su característico tono al hablar, tan cálido, tranquilo y convincente, que se simplifique el trámite legal para que la ausencia del desaparecido no impida a una familia seguir viviendo y hacer gestiones, pero sin declararlo muerto hasta que no haya evidencias físicas.
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El caso de Ramón en Guadix y el calvario de su familia ilustran también este aspecto. La madre, Dolores, acudió al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1 de Guadix para instar la declaración de fallecimiento de su hijo, un trámite necesario para, por ejemplo, el reparto de una herencia, entre otras muchas acciones legales cotidianas. El Juzgado publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE) del 3 de marzo de 2021 el primero de los dos anuncios legales sobre el expediente iniciado por Dolores, el 211/2018.
El texto anunciaba que no se tenían noticias de Ramón "desde el 14 de enero de 1992, ignorándose su paradero. Lo que se hace público para los que tengan noticias de su existencia puedan ponerlos en conocimiento del Juzgado y ser oídos". Las costas de este proceso legal, que incluyen los dos anuncios, los paga la familia, critica Lobatón, que pide con su fundación una reforma legal para hacerlo totalmente gratuito.
La desaparición de Ramón García Úbeda, que hoy tendría 51 años, se está resolviendo ahora, treinta años después de que su familia fuera a pedir ayuda al Quién sabe dónde de Paco Lobatón y su equipo informativo. Pero el triste desenlace se ha conocido por casualidad. Para solucionar los otros casos pendientes más antiguos, cuya investigación se archivó sin respuesta hace años, como ocurrió con Ramón, el periodista reclama que la Guardia Civil y la Policía Nacional vuelvan a revisarlos e investigarlos desde el principio con personal nuevo y aplicando técnicas científicas más modernas, de ADN y otras, que no existían entonces. El caso de Guadix, concluye, debe servir para recordar el dolor oculto de miles de familias.
La de Ramón prefiere, "por el momento", guardar silencio y no hacer declaraciones sobre el hallazgo, según dice su hermano Ángel al preguntarle por teléfono cómo han vivido estos treinta años su ausencia. Aunque sí quiere manifestar un breve mensaje: "Agradecemos la labor realizada desde el programa Quién sabe dónde en pos de ayudar en la búsqueda de mi hermano".
La vida de Paco Lobatón
Paco Lobatón, cuyo nombre completo es Francisco de Asís Lobatón Sánchez de Medina, nació el 6 de diciembre de 1951 en Jerez de la Frontera (Cádiz), como el séptimo de diez hermanos. Su padre era jefe en los silos del Servicio Nacional del Trigo.
Es conocido sobre todo, y lo lleva a gala, por encabezar el programa Quién sabe dónde, que se emitió entre 1992 y 1998 (Ernesto Sáenz de Buruaga comenzó a presentarlo en enero de 1992 en la segunda cadena de TVE y él asumió el programa desde octubre de 1992, cuando pasó a la primera). Pero su trayectoria profesional es completísima y va más allá, como periodista y directivo en radio, televisión, prensa y comunicación institucional. Continúa en activo hoy a sus 70 años, al frente de su productora, Redacción 7.
Empezó con apenas 16 años en Radio Jerez. Lo llevó allí, curiosamente, el mismo espíritu de servicio público que lo ha distinguido luego: "Fui a la emisora para dar a conocer una campaña benéfica en Jerez, al director le gustó mi voz y me dijo que si quería hacer programas". Aprovechó la oportunidad para montar a su aire programas de música e informativos, sorteando la censura.
A los 16 era locutor en su Jerez natal, fue cartero en Orcasitas, lo detuvo Billy el Niño y se exilió a Ginebra
Emigró a Madrid para trabajar y estudiar, compaginando las clases de Ciencias Políticas con empleos variados que tenían dosis de investigación, trato social y compromiso: fue cartero en el humilde barrio de Orcasitas, representante comercial de una farmacéutica o el encargado de limpiar y preparar la calefacción del Hospital Infantil del Niño Jesús.
Elegido como representante estudiantil para una asamblea en tiempos de la dictadura franquista, lo detuvo, apuntándolo a la cabeza con su pistola, el temido policía torturador Billy el Niño. El universitario Paco Lobatón fue una de sus víctimas. El joven estuvo un mes y medio encarcelado en Carabanchel, salió libre gracias a una tía suya que pagó la fianza y, para evitar una condena de cinco años de cárcel, se exilió a Ginebra, en Suiza, donde siguió haciendo política entre los emigrados españoles.
Militaba en la Liga Comunista Revolucionaria, cuyos miembros "eran troskistas y muy críticos", recuerda. Pero, a su regreso a España, al decantarse por el periodismo −estudió la carrera en Barcelona en la Universidad Autónoma−, tomó una decisión cuando le ofrecieron incorporarse al Partido Comunista de España (PCE): "Respondí, me voy al PC, sí, pero al Partido de la Comunicación. Tenía que optar y no debía seguir militando", cuenta para explicar su visión sobre la ecuanimidad e independencia con que ha querido siempre practicar el periodismo, sin banderas partidistas.
Hizo carrera en Radio Sevilla, de la Cadena SER, como corresponsal andaluz de El Periódico de Catalunya, luego en Radio Nacional de España y en Televisión Española, donde presentaba los telediarios. En 1988 fue director de Comunicación en los preparativos de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, y en 1989 era el director de los servicios informativos de Canal Sur en el arranque ese año del ente andaluz. Cuenta que dimitió de este cargo cuando sintió que algún directivo intentaba controlar la independencia informativa que él defendía como elemento indiscutible de una cadena pública.
Regresó a los grandes medios en Madrid y conoció su mayor explosión de reconocimiento social en la etapa de Quién sabe dónde. Después ha seguido haciendo radio y televisión. Ha publicado cuatro libros, el último en 2018, Te buscaré mientras viva. Para Canal Sur, como productor privado, produce aún programas como Hijos de Andalucía. Volvió a presentar en TVE un programa en la estela de QSD, Desaparecidos, pero duró solo tres meses, en 2018.
Sigue empeñado en que RTVE cree un espacio fijo, permanente, que ayude a encontrar a personas, algo a lo que dice que se ha comprometido públicamente con su fundación el director de Educación, Diversidad, Cultura e Internacional de la empresa pública, Ignacio Elguero.
Paco Lobatón fue uno de los candidatos más prominentes en el concurso público para elegir, en 2021, al nuevo presidente de RTVE. El Congreso eligió para el cargo al catedrático de la UAB José Manuel Pérez Tornero, antiguo profesor de Lobatón en la misma universidad. Lobatón −un veterano muy apreciado, con un perfil idóneo− critica que al final se impusiera la elección por un reparto político de los diez miembros del Consejo de Administración, y no por los méritos y el proyecto intrínseco de cada candidato, aunque matiza que con Pérez Tornero trabó muy buena relación durante el proceso, y elogia su preparación.
¿Volverá a intentar presidir RTVE en la próxima convocatoria? Sonríe, dice que para entonces será "más mayor", pero no cierra esa puerta.
Lobatón tiene cuatro nietos y tres hijos: Triana, nacida en 1980, médica en Gante (Bélgica); Ausias (1982), arquitecto en Berlín, y, de una segunda pareja, Berenice, que a sus 19 años sigue los pasos de su padre. La pequeña estudia producción en la Escuela de RTVE y dirige su propia revista, Ecooo Magazine.
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