Leonardo DiCaprio no sale con mujeres de más de 25 años. Repite su patrón una y otra vez: cuando sus consecutivas y bellísimas novias llegan a esa edad -para él, maldita- la relación se rompe. La cosa empezó como una chanza de corte viral. Se sucedieron las bromas, los memes, las tablas de datos que confirmaban su reincidencia. El tono social oscilaba entre el testosterónico “qué machote” y el crítico “qué listillo”. Pero, ¿qué hay detrás de esta tendencia? ¿Qué dicen la biología, la antropología, la filosofía, la psicología, la sexología y el feminismo sobre el hecho de que un exitoso y rico hombre de 47 años elija constantemente parejas sentimentales a las que jamás ve envejecer?
La biología
El biólogo Ambrosio García Leal, autor de La conjura de los machos y El sexo de las lagartijas (Planeta) dice que esta cuestión tiene “una explicación darwiniana sencilla”: “Nuestra estrategia de apareamiento fundamental es la monogamia a largo plazo (me refiero a la estrategia de apareamiento favorecida por la selección natural, no por la cultura, aunque en este caso coinciden, al menos en las culturas tradicionales), y por otro lado nuestra especie es una de las pocas en las que existe la menopausia”, explica.
“Con estas premisas, un emparejamiento con una mujer 25 años menor (como es el caso de DiCaprio) es una fabulosa elección con vistas a perpetuar de manera óptima los propios genes, porque la vida fértil de ella terminará mucho después que la de él. Cuando ella llegue a los cuarenta (edad a partir de la cual la fecundidad femenina cae en picado) él tendrá unos 65, una edad a la que aún puede engendrar descendencia”, alicata.
Con el influjo de la cultura, apunta, las cosas han cambiado, y “al menos en Occidente, se ha tendido a menoscabar el aspecto reproductivo de la sexualidad, incluso en el ámbito marital, y en una sexualidad no reproductiva es irrelevante si los amantes están en edad fértil o no”: “Es posible que en el futuro las uniones de hembra-mayor y varón-joven sean más frecuentes, pero la biología siempre pesará”. Recuerda que “la preferencia de los hombres por las mujeres más jóvenes que ellos está grabada a fuego en su programa genético” y que “para la gran mayoría de hombres, una mujer madura solo resulta ‘sexy’ si no aparenta la edad que tiene”.
Hay más: “El problema es que los cuerpos son ‘honrados’ a la hora de comunicar a las posibles parejas sexuales su potencial reproductivo. Por eso la industria del rejuvenecimiento (por cirugía estética u otros procedimientos) es un gran negocio. Evidentemente, esta intervención artificial puede conseguir que los machos encuentren apetecibles a hembras que están cerca de (o han sobrepasado) el final de su vida fértil”.
Indica García Leal que, por ejemplo -y al contrario de lo que sucede en las hembras humanas-, las chimpancés no tienen menopausia, por tanto, son fértiles a lo largo de toda su vida, y eso provoca que “la edad de su pareja, para los chimpancés macho, sea irrelevante”, y que “el atractivo femenino para ellos esté completamente desligado de la juventud”, premiando incluso “el rango y la experiencia de sus parejas potenciales”.
La antropología
El antropólogo experto en género Ritxar Bacete -autor de Nuevos hombres buenos. La masculinidad en la era del feminismo (Península)- compara el caso DiCaprio con el caso Macron [en el que ella le supera a él en 24 años]: “La evaluación social es muy distinta: el primero es visto como un ‘campeón’ y el segundo como un ‘abducido por una bruja vieja’. Aunque hay un componente genético, la cultura es importante, y la cultura eres tú, tus tripas, tu sexo, tu epigenética, es cómo sudas… y el modelo que suda en positivo aquí es el de DiCaprio”, reflexiona.
“Se entiende que dos personas adultas que deciden estar juntas es porque comparten intereses y madurez emocional, pero aquí vemos claramente un síndrome Peter Pan. Sucede cuando alguien es incapaz de mirarse al espejo y de afrontar las preguntas fundamentales sobre su vida. Ocurre cuando no se sabe asumir con madurez los conflictos y se esquiva la frustración. Es un patrón que se repite sobre todo en los hombres: la vocación de ser eterno, de ser siempre joven, y de pensar que no te vas a morir… absorbiendo la energía, la juventud y la belleza de mujeres más jóvenes”.
"DiCaprio padece el síndrome Peter Pan: quiere ser siempre joven y trata de pensar que no va a morir absorbiendo la energía de mujeres más jóvenes que él"
Subraya que el problema “es estructural” y no sólo le sucede a Leonardo DiCaprio. El foco, en la educación: “Esto sucede porque los chicos heterosexuales no son educados en competencias expresivas y les cuesta más abrirse, están determinados por la cultura dominante”, suspira.
“Supongo que DiCaprio pensará que lleva una buena vida, que mira a sus parejas en positivo y vive su vida en positivo. El problema es discernir qué es una buena vida: la realidad es que es conocerse en profundidad y conocer al otro, y tiene que ver con la capacidad de asumir las frustraciones y de pedir perdón. Las relaciones maduras se transforman a fuego lento. La fugacidad es poco amiga de un buen guiso, de un amor profundo, del crecimiento sostenido de algo valioso, para lo que siempre se requiere humildad y paciencia”.
Señala que el tipo de relaciones a las que acostumbra el actor ponen de manifiesto “la necesidad de satisfacer un ego herido, un ego pequeño”, y la vocación por engancharse “a un mundo donde todo se puede comprar y vender, hasta la felicidad, y donde la imagen es un elemento fundamental”. De ahí que las compañeras sentimentales de Leonardo no sólo sean siempre jóvenes, sino espectacularmente bellas. “La vida es diversidad, los cuerpos son diversos y complejos… pero si sólo bebemos eróticamente de un tipo de parejas, es como si fuésemos pintores que sólo emplean el negro. No podemos crecer ni aprender. Nos perdemos la riqueza de lo humano. También lo hacemos porque la sociedad premia esos cánones y vivimos de cara al público”.
Es el síndrome del ‘rey desnudo’: “No existimos de forma individual, somos fruto de una papilla compleja donde entran muchos ingredientes, especialmente el de la mirada ajena. Es probable que si DiCaprio recibiese un ‘feedback’ negativo al relacionarse siempre con mujeres estereotipadas en su juventud y belleza, empezase a cuestionarse a sí mismo”. Recuerda Ritxar que estas inclinaciones responden también al capitalismo, que “nos ofrece sensaciones placenteras pero momentáneas”, y a la “cultura de la botella de champán” [la celebración sofisticada de 'grandes' momentos cada vez más repetidos], cuando realmente “lo humano es mucho más sabroso”. “Las relaciones incómodas, con conversaciones incómodas sobre lo importante, a la larga son más gozosas y se disfruta del amor de forma más creativa”.
DiCaprio sigue este patrón, porque, como todos, sabe que se va a morir y no quiere. “Abrazamos la eternidad mediante el gozo inmediato. Queremos parar el tiempo a través de los orgasmos, no sólo los sexuales, sino los de todo tipo, queremos ignorar la merma de las capacidades, la decrepitud y el camino hacia el final”, sonríe.
La psicología
Silvia Llop, psicóloga experta en relaciones y autora del libro Mándalo a la mierda (Plataforma), está de acuerdo con Bacete: “Claro que es posible enamorarse de alguien habiendo una gran diferencia de edad, pero cuando ninguna de tus parejas pasa de 25 años, ahí hay un patrón”.
"Él se relaciona con mujeres que están en el período en el que él se ha quedado anclado"
“El hecho de estar siempre con mujeres mucho más jóvenes, indica, en mi opinión, que hay una parte de él que no quiere crecer y madurar, que se nutre de la juventud de sus parejas para seguir manteniendo un estilo de vida que, normalmente, suele durar un período determinado. El momento vital de alguien de 40 años no es el mismo que el de alguien de 20, pero él se relaciona con mujeres que están en el período en el que él se ha quedado anclado para seguir sintiéndose joven y no renunciar a esa vida de Peter Pan que se ha montado”. Dice Llop que los efectos secundarios de este comportamiento pueden ser “la ansiedad, la baja autoestima y la sensación de estar siempre en el mismo punto”.
El feminismo y la sexología
Laura Freixas, escritora, crítica literaria y presidenta de honor de Clásicas y Modernas, aborda la cuestión desde el punto de vista feminista: "Cuando el hombre es mayor y la mujer es joven es perfecto para el patriarcado, porque la edad refuerza al hombre en la situación de autoridad, experiencia y mayor dominación. Eso perpetúa la desigualdad y hace a la mujer más manipulable. Es significativo que en los países más desiguales predominen las relaciones de hombres mayores con niñas, lo que conlleva abuso, por no hablar de la prostitución y la explotación de menores", expresa.
"Globalmente, es un indicativo de igualdad que las edades en la pareja sean parecidas: hay personas que se enamoran con diferencia de edad y eso se debe a la variación entre individuos, sí, pero cuando es sistémico sólo por uno de los dos lados tenemos que preguntarnos por qué. Estadísticamente no convence”, añade. Además, "para el hombre mayor es una ventaja estar con una mujer más joven porque previsiblemente va a poder cuidar más tiempo y mejor de él, y no él de ella": "No creo que esto sea un cálculo consciente, es la inercia de la sociedad patriarcal, donde se espera de las mujeres que cuiden, pero cuando ellas enferman y son viejas, no tienen a nadie que las atienda”.
La sexóloga Celia Blanco va por el mismo camino: “Si un hombre no está dispuesto a ver madurar a la persona con la que está es por su necesidad absoluta de tener a alguien débil e infantil a su lado. Quiere manejarla para así sentirse bien. No es un tipo de hombre que deba interesarnos lo más mínimo. Necesitamos alguien con quien poder tener una conversación, sumar y seguir adelante”, expresa.
La filosofía
La visión del filósofo Javier Gomá es aún más profunda. Su tesis es que el tiempo corre a favor de la amistad -la fortalece, la engrandece- mientras que corre en contra del amor -porque domestica su fulgor y lo vuelve doméstico, perdiendo su componente épico, posesivo y extremo-. Pueden escuchar la idea desarrollada en este hermoso vídeo de su texto recitado por el actor José Luis Gómez.
Ahora bien, Gomá nos plantea también la pregunta: ¿cómo conseguir la duración de la amistad y la intensidad del amor? Y el truco que nos brinda está aquí: “Se trata de poner el amor en alguien digno de amistad”.
“Sin ese elemento de perduración de alguien digno de amistad, el amor se queda en deseo, y el deseo prefiere lo vivo, lo lozano, lo joven. Esta sería mi explicación del síndrome DiCaprio”, clausura.
El capitalismo emocional
También el fantástico cómic No siento nada (Reservoir Books), de la ensayista y periodista Liv Strömquist, arroja luz sobre el asunto. Ella dice que “en el amor, todos nos estamos convirtiendo en Leonardo DiCaprio”, y analiza en su obra el romance en los tiempos del selfie y el narcisismo sirviéndose de otras voces autorizadas.
“No pasa absolutamente nada. Leonardo DiCaprio es como una placa de cocina tibia que nunca acaba de hacer hervir el agua. Uno puede poner la mano encima sin quemarse. No pasa absolutamente nada, no tiene nada de malo, sólo que no siente demasiado. No siente nada”, lanza. “Los sociólogos y filósofos sostienen que estar enamorado se ha convertido en algo cada vez más extraordinario. Ese sentimiento se produce cada vez con menos frecuencia o no se produce. ¿Te suena? Sí. Todos somos Leonardo”.
El filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han habla del fenómeno de la “desaparición del otro”: “El narcisismo extremo de la época tardocapitalista ha calado en las bases de nuestro sociedad. La consecuencia de que nos ocupemos cada vez más de nosotros mismos es que el otro desaparece. En la era neoliberal, la libido se invierte en la propia subjetividad: preferimos hacernos un selfie sexy que hacerle una foto sexy a otra persona”, relata.
“El narcisismo no es amor propio. El sujeto narcisista no puede dibujar claramente sus límites, de forma que se diluye el ‘yo’. Para el narcisista, el mundo se presenta como proyecciones de sí mismo. La gracia del amor es la alteridad, el ver a la otra persona, el percibir a alguien como incomparable, inimitable y único en su especie, sin igual”… pero DiCaprio las ve a todas iguales. Es como si siempre saliese con la misma persona.
También influye “el auge de la elección racional”. En sociedades anteriores, las posibilidades de elección eran más reducidas y no te podías casar con alguien de otra clase social, otra raza o religión, o incluso con alguien de tu mismo sexo. “Hoy las limitaciones se han relajado y por internet puedes ligar todo el tiempo con todo el mundo. Eso hace que puedas imaginarte con todo el mundo… y que siempre haya alguien que te parezca mejor que con quien estás ahora”.
"En la era neoliberal, preferimos hacernos un selfie sexy que hacerle una foto sexy a otra persona"
La socióloga Eva Illouz, autora del prestigioso El fin del amor (Katz) se refiere, por último, a “la nueva forma de ser un hombre de éxito”. “Antes, tradicionalmente, la masculinidad se desarrollaba en tres ámbitos. El trabajo, el hogar, y las reuniones exclusivamente masculinas. Eras jefe en tu trabajo, eras proveedor de tu familia -se te escuchaba, “escuchad a papá”-, y formabas parte del engranaje al compartir comunidad no mixta con otros chicos. Al diluirse el hogar tradicional, los varones transfirieron al sexo y la sexualidad el control que ante ejercían ahí. El campo señal es donde ahora exhiben su autonomía y su mandato”, alega. “Cuando se reduce el amor a cuestiones de química, se descarta la unión mística y espiritual de la experiencia amorosa, lo que da lugar a una nueva forma de materialismo biológico”.
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