En el paseo marítimo de la playa de Getares (Algeciras), los encargados de tres locales anexos entre sí tuvieron que ponerse de acuerdo hace unas semanas para sintonizar los tres el mismo canal para la retransmisión de los partidos del Mundial de Qatar.
-O lo retransmitimos por internet los tres o no: lo que no puede ocurrir es que entre una señal y otra transcurran 30 segundos de desfase temporal según qué conexión.
Sería un tremendo espóiler que frustraría la emoción de las jugadas y los goles, por no hablar de los penaltis, para los clientes que estuvieran viendo la retransmisión lenta.
Son las 7 de la tarde, es miércoles, y falta una hora para que empiece el partido que enfrentará a Marruecos contra Francia, la todavía campeona del mundo. El Amazonas, el Pentagrama y el Melodía están abiertos, van a sintonizar el mismo canal y sus encargados cuidan de sus respectivas clientelas. El primero de ellos tiene todas las mesas reservadas desde hace días para ver el encuentro.
Hasta aquí, nada tendría de diferente con respecto a cualquier otro lugar de la geografía mundial. La misma pasión y expectación por el fútbol con el regusto añadido de verlo en compañía y en pantalla gigante. Pero si se cuenta que al lugar se le llama popularmente en Algeciras como el paseo morítimo, y que a la zona baja de la localidad gaditana se la conoce como Little Tanger, la cosa cambia. Con tres mezquitas, la ciudad alberga una comunidad de más de 6.000 personas de origen marroquí.
El hilo conductor de este reportaje es que en ella ocurre algo que merece ser contado, además de que no se ha producido ningún altercado violento ni con la eliminación de España ni con ningún otro encuentro que haya disputado Marruecos en el Mundial de Qatar, a diferencia de lo acaecido en otras ciudades europeas.
Porque el 6 de diciembre, cuando España fue eliminada por Marruecos a penaltis, en el bar Amazonas y en toda Algeciras ocurrió algo asombroso.
En realidad, como mejor se explica es con un símil.
-¿Por qué crees que Algeciras ha sido especial?
-Porque estábamos como la canción de Alejandro Sanz. Con el corazón partío.
Lo cuenta riendo Rashid. Es el encargado de seguridad de un local que se llenó a reventar de unas camisetas deportivas mixtas: la mitad eran en apoyo a la selección española y la otra mitad, a la de Marruecos.
[Marruecos se rebela contra el 'statu quo': el país que enarbola la globalización del fútbol]
No solo quedó en una camiseta. El sentimiento tuvo su traducción en las reacciones de la afición. "Fue una cosa... porque lamentaban cada penalti que fallaba España y también celebraban cada gol de Marruecos", sostiene Carlos, un trabajador del Amazonas. "Aquí se unen las dos culturas y no hay ni prejuicios ni racismo. Y te lo digo yo que tengo un cuarto de sangre marroquí, de Tánger".
Hace años el establecimiento se llamaba Shisha Bar y pertenecía a Abdellah El Haj Sadek, conocido en España con el nombre de un futbolista, Messi, responsable de 9 de los 12 goles que han metido a Argentina en la final de mañana domingo. El apodo de Abdellah continúa con 'del hachís', y se encuentra refugiado en Marruecos para evitar su detención.
Las generaciones
En la localidad se sorprenden de las escenas violentas ocurridas en otras ciudades europeas al albur de los partidos del mundial de Qatar. Lo atestiguan miembros de una comunidad que cuenta con una segunda generación de jóvenes españoles de origen marroquí que ya ha nacido en España, pero también lo cuentan marroquíes con nacionalidad española adquirida.
Hacen hincapié en ello desde la avenida Virgen del Carmen -Little Tanger- frente al puerto, en el restaurante asador La Flauta Mágica. Conocido por hacer uno de los mejores cuscús de la localidad, se convirtió en lugar de peregrinaje gastronómico cuando Arturo Pérez-Reverte lo recomendó como su restaurante marroquí favorito en Algeciras.
Mientras la televisión retransmite la previa del partido a través del canal BeIN Sports, Hassan cuenta a EL ESPAÑOL | Porfolio que tiene 25 años, nació en Tánger, tiene nacionalidad española y lleva en Algeciras desde los 7 años.
Aquí no hay vándalos ni se queman contendores. Ni hubo el típico patoso suelto de un lado o de otro
Rashid, el responsable de seguridad y artífice de la frase del corazón partío, llegó a España en 2006 y tanto él como su mujer y sus hijas -nacidas en España- tienen la nacionalidad española. "Somos todos españoles. Venirme a España es la mejor decisión que he tomado en mi vida", sostiene a EL ESPAÑOL | Porfolio.
Es miércoles y falta una hora para que empiece el Marruecos-Francia. Jóvenes de origen marroquí -la mayoría de ellos, con brackets metálicos- atestan el bar que vela Rashid. Algunos fuman shisha, la pipa de agua típica del país vecino.
Aún no saben que los Leones del Atlas van a caer ante el equipo galo.
Youssef tiene 19 años. Nació en Algeciras, su padre es marroquí y su madre, española. No es que le guste el fútbol, es que se dedica a él. Juega en el Algeciras C. F. Su abuelo, Pepe Butrón, también militó como futbolista en el Algeciras. "Me dijo que Marruecos mereció ganar porque jugó mejor que España".
¿Lo que más le gusta de ser español? "Las discotecas y la fiesta. Y las chicas, claro. Son las mejores". Junto a él se sienta Abdelmounaim Akhrif: es un defensa del Tánger, de la Primera División de la Liga Marroquí. "Han venido muchos a ver los partidos con nosotros", explica Youssef. El joven algecireño sostiene que de haber pasado España a semifinales, ahora estaría defendiendo a España.
-Pero yo me pregunto que si ganase Marruecos el Mundial, ¿saldrían los españoles a celebrarlo? Porque cuando España lo ganó, los marroquíes de aquí y de allí salimos a celebrarlo.
Mustafá nació en Barcelona y trabaja como discontinuo en la empresa Acerinox. "Que Marruecos haya pasado a semifinales es histórico. Ha jugado muy bien. Pero si no hubiera pasado a semifinales, yo estaría con España ahora mismo".
La expectación fue por barrios. En los aledaños del mercado de abastos, por la mañana, apenas se montaron los puestos del mercadillo. En la plaza Ingeniero Torroja, en homenaje al abuelo de Ana Torroja, fue uno de los lugares en los que desde primera hora de la mañana se palpó que no era un día corriente en Algeciras: la selección de Marruecos iba a medirse con la última campeona del Mundial.
Hassan trabaja en Hispamaroc, una empresa logística de transporte marítimo con presencia en Tánger, Lisboa y Algeciras, entre cuya clientela se encuentra Inditex. "Yo recuerdo que, cuando España ganó el Mundial en 2010, aquí en Algeciras, y en Marruecos, lo celebraron hasta más que los españoles".
Con respecto al partido que enfrentó a ambas selecciones, Hassan advierte que le habría gustado que se hubieran medido en otra fase de la clasificación. "Si se tenían que eliminar, me habría gustado que fuera en la Final. Pero es que España tiene un Mundial y dos Eurocopas. Marruecos no ganaba un partido en fase de grupo desde 1996".
El joven recuerda la frase que el portero del Sevilla y de la selección marroquí, Yassine Bounou, más conocido como Bono, sostuvo hace unos días. "La mentalidad sobre Marruecos tiene que cambiar". Hassan añade que tiene que hacerlo "en la apreciación sobre su fútbol, algo que ya está ocurriendo, y como país".
-¿Y cómo está Marruecos ahora?
-Hace años no me gustaba ir. Pero de cinco años para acá, ha dado un cambio increíble.
Como la selección, compara. "Lo que ha ocurrido con la percepción del fútbol marroquí es un reflejo de la sociedad. Los jugadores son casi todos frutos de la diáspora de Marruecos. Como aquí en Algeciras, que se encuentra muy dividida en zonas. Tiene zonas como esta que es muy parecida a Marruecos, y tiene otras en las que no viven tantos marroquíes. Y nos llevamos muy bien", sostiene a EL ESPAÑOL | Porfolio.
Mohamed tiene 24 años, nació en Barcelona y él y su familia se mudaron a la provincia de Cádiz hace muchos años. Como Hassan, trabaja en Hispamaroc. "Yo aquí vivo muy bien, estoy encantado. Me siento muy, muy integrado. Estudié aquí y aquí pasé mi infancia". Es de los que opinan, como todos los consultados por este periódico, que Marruecos ha jugado excepcionalmente "y merecía pasar a semifinales. Es un hito que lo haya logrado un equipo africano".
Casi todos los futbolistas de la selección han nacido fuera de Marruecos, y muchos tienen hondos lazos con la localidad gaditana. Tanta, que en la comunidad se les llama amigos y guardan sus números de móviles personales como oro en paño. Horas antes del encuentro entre Marruecos y Francia, el melillense Munir Mohamedi -portero suplente- mantuvo un directo en Instagram con un niño algecireño que se hizo viral a lo largo del día.
"Es que son humildes", afirma Rashid, el portero de Amazonas. "Los conocemos a casi todos personalmente, y medio Algeciras tiene sus teléfonos, pero es que los llamas y te lo cogen. Ya han dicho muchas veces que quiénes son ellos para llegar adonde han llegado en el Mundial".
Hay algunos vínculos curiosos más. El abogado del portero, Bono, "el 50% del equipo", subraya Hassan, es de Algeciras. Se llama Antonio Barba. Además del letrado de Bono, lo es de Anass Oufizzi, propietario de la Agencia Nas Sport. Representa deportivamente a portero titular, y al número 1 de la selección, Youssef Nessiri, ambos jugadores en el Sevilla. También se encargó de las gestiones del delantero Amrabat con el A. E.K C.F de Atenas y las de Mohamedi como portero en el Málaga.
"Aquí se han unido las ganas y el talento, pero en el fútbol que ha hecho Marruecos han podido mucho las ganas. Y una de las claves ha sido la Academia Mohamed VI, a las afueras de Rabat. Es clave en el boom que acaba de experimentar el fútbol marroquí. Fíjate en Azzedine Ounahi", subraya Antonio Barba. El número 8 de los Leones del Atlas salió de esa academia. Es otra de las grandes revelaciones como futbolista del equipo africano, hasta el punto de que "ha disparado su cotización y el F.C. Barcelona ha mostrado interés en él".
[La Academia de Marruecos que le costó 13 millones a Mohamed VI para evitar la fuga de futbolistas]
Con 19 años, Mohamed nació en Marruecos pero "llevo toda mi vida en Algeciras". Trabaja como repartidor de comida a domicilio, pero este pasado miércoles no trabajó. Se sienta en una mesa reservada para ver el partido. "Cada uno se adapta a un lugar y yo aquí (en España) estoy muy bien. Si hubiese ganado España, pues claro que sí, también me habría alegrado. Pero es indudable que esto es histórico".
En las afueras del establecimiento los nervios ante el primer gol hacen que mujeres y hombres salgan a fumar para aplacar la ansiedad. Laura y Zouhair son un matrimonio joven y mixto. Él es de origen marroquí y ella, española. Ambos han acudido al Amazonas a ver el partido. "Yo no soy muy apasionada del fútbol, pero tal y como lo vi, yo sabía que Marruecos iba a ganar".
-¿Y si hubiera caído Marruecos y pasado España?
-Pues estaríamos ahora apoyando a España.
Lo de perder o ganar en el deporte es algo relativo. Aún no saben que Marruecos va a caer ante Francia. Hoy se sabrá si los Leones del Atlas quedan en tercera o en cuarta posición en el Mundial. El miércoles, entre el primer y segundo gol de Francia, el sentimiento ya era unánime. "Con llegar hasta aquí, ya hemos ganado".