El resultado electoral del pasado 23-J ha resucitado a Carles Puigdemont, exiliado en Bélgica desde que el 30 de octubre de 2017 abandonara Cataluña escondido, clandestino en el maletero de un coche donde el GPS guiaba hasta el aeropuerto de Marsella. Son casi seis años de autodestierro. También de progresiva pérdida de relevancia en la arena pública española y de liderazgo telemático de las cenizas políticas de un espacio, el antaño ocupado por CiU, finalmente agrupado bajo el nombre de Junts per Catalunya.
Sin embargo, ahora todo ha cambiado y ya hace un mes que su nombre emerge diariamente en los titulares. Después de años como figurante en Bruselas, como líder exótico de una causa apagada que ha levantado escaso interés en su cabotaje europeo, Puigdemont y sus siete diputados en el Congreso tienen la sartén por el mango. Suya es la llave de la gobernabilidad. Y suya será la última palabra —"él es el que manda", insisten una y otra vez desde su entorno— en un acuerdo que, de producirse, será "caro de pagar" hasta para Pedro Sánchez.
"Es la situación que llevaba años esperando", reconoce uno de los consejeros más cercanos al expresident de la Generalitat en conversación con EL ESPAÑOL | Porfolio. Su comparecencia el próximo 5 de septiembre en el Parlamento Europeo copará todos los focos. Tres semanas después de pactar con el PSOE la Mesa del Congreso, Puigdemont explicará el "marco" que Junts, según tuiteó él mismo, "propondrá a todo el mundo que se interese en abrir negociaciones" con su partido.
"Lo hace para acabar con las especulaciones", sigue la fuente consultada. En el seno de Junts confirman en privado lo que su líder oficioso ha manifestado en público: que las negociaciones todavía no han comenzado aunque los canales de comunicación estén abiertos. Las "conversaciones" capitaneadas por Míriam Nogueras y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, han sido hasta ahora las únicas fructíferas. Mientras, el PP permanece agazapado y con escaso margen de maniobra.
Sorprende cómo Puigdemont ha mantenido el liderazgo de una formación que ha vivido momentos de máxima flaqueza en los últimos años. Aunque sea Laura Borràs la que figura como presidenta en el organigrama de Junts desde junio de 2022, nadie ha ocupado su trono vacante, dotado de mayor poder de decisión tras el endiablado resultado electoral del pasado 23-J.
Una situación paradójica dado que Junts perdió unos 140.000 votos y un diputado respecto a 2019, pasando de ocho a siete diputados en el Congreso y quedándose en 392.000 votos. Un descenso menos acentuado que el de ERC. Domada por Sánchez y tachada de "autonomista" por el partido de Puigdemont, los republicanos han perdido más de 300.000 votos y han empatado en escaños con los posconvergentes.
La pirotecnia de Puigdemont en las negociaciones no es sino una táctica para tratar de recuperar la hegemonía en el independentismo a través de conquistas. "Hechos comprobables", según la jerga acuñada por Junts durante las negociaciones. La oficialidad del catalán en la Unión Europea, el uso del catalán en el Congreso y las comisiones de investigación sobre el 17-A y el caso Pegasus fueron las tajadas sacadas a cambio de aupar a Francina Armengol hasta la Presidencia del Congreso.
¿Cómo ha conservado Puigdemont tal poder durante tanto tiempo, a pesar de los 1.300 kilómetros de distancia? Cuatro nombres aparecen como sus principales tentáculos. Son los de la portavoz parlamentaria en el Congreso, Míriam Nogueras; la del secretario general de Junts, Jordi Turull; el de su exjefe de gabinete y actual vicepresidente de la formación, Josep Rius; y el de Albert Batet, alcalde de Valls entre 2008 y 2019 y presidente del grupo parlamentario en el Parlament de Cataluña.
Todos salvo Turull, uno de los principales enlaces entre las dos almas que vertebran el partido, si bien también profundamente soberanista, forman parte del sector más radical e independentista de Junts.
Se trata de los principales emisarios políticos de Waterloo y quienes han ido aplacando la suerte de cualquier otra corriente dentro de la formación, como los intentos por implantar cierta moderación emprendido por parte de exconsellers como Victòria Alsina, Lourdes Ciuró, Violant Cervera o Jaume Giró, más proclives a influir en la gobernabilidad de España. Algo que para nada interesa Puigdemont, a quien "ni le va ni le viene" —siguen fuentes de su entorno— la "convención constitucional" propuesta por el lehendakari Iñigo Urkullu este jueves.
Rius y Batet, mecenas de Puigdemont
Más desconocidos para el gran público que Nogueras y Turull, uno de los dirigentes políticos que dio con sus huesos en la cárcel de Estremera como responsable del referéndum ilegal del 1-O, Batet y Rius son los hombres fuertes de Puigdemont en el Parlament de Cataluña. "Son gente de máxima confianza", zanja la fuente consultada, situando el perfil jerárquico de ambos un peldaño por debajo que la portavoz en Madrid y el exconseller de la Presidencia. "Batet lidera el grupo parlamentario y Rius es el responsable de la comunicación", explica.
Pero Albert Batet (Tarragona, 1979) también ha sido en los últimos años uno de los máximos apoyos financieros de Puigdemont, sin sueldo oficial desde su fuga y hasta que no consiguió su acta como eurodiputado en julio de 2019. La fortuna de Batet fue vital en su supervivencia económica, y Puigdemont le ha pagado desde entonces con galones en el partido.
Batet es licenciado en Empresariales por la Universidad de Barcelona y tiene un máster en Business Administration por la escuela de negocios ESADE. Militante convergente desde su juventud y hasta la disolución del partido que articuló el pujolismo en 2015, con tan sólo 24 años accedió a la Consejería de Urbanismo de Valls, el pueblo del Alto Campo tarraconense del que fue alcalde entre 2008 y 2019.
Sus primeros años de gestión siempre elevaron una sombra de sospecha. ¿El motivo? Batet recalificó ciertos terrenos propiedad de su familia desde la concejalía. La CUP, en uno de esos episodios esperpénticos de la política catalana, contrató en 2010 a la agencia de detectives Método 3 para que investigara los bienes de la familia Batet. Según el informe, revelado por Okdiario, el patrimonio de su padre se había incrementado sensiblemente desde julio 2005 fruto de la "actividad especulativa inmobiliaria".
Batet escaló paulatinamente en el cuadro de mando de CiU en Tarragona. Entre 2011 y 2015, fue vicepresidente de la Diputación de Tarragona y presidió el Patronato de Turismo de la Costa Dorada. También se erigió como una figura de peso dentro del municipalismo, hasta ser el 'número dos' de la Asociación Catalana de Municipios. Desde 2012, es diputado en el Parlament. Su relación con Puigdemont y sus tesis radicales terminaron de encumbrarlo. Desde septiembre de 2019, preside el grupo parlamentario en la Cámara autonómica.
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Josep Rius (Barcelona, 1974) es la otra pata de Puigdemont en el Parlament. Diputado autonómico desde marzo de 2021, es que tiene la trayectoria política más corta de los cuatro. Su relación de confianza con el expresident se fraguó mientras dirigió su gabinete al frente de la Generalitat. Además, mantuvo el cargo durante los primeros meses de gobierno de Quim Torra.
Abogado de profesión, Rius fue una de las voces cantantes del independentismo en la Mesa de Diálogo con el Gobierno de Sánchez que cristalizó los indultos a los responsables del 1-O en junio de 2021. Hablamos de un fontanero político que se entendió a la perfección con Iván Redondo, por entonces su homólogo en Moncloa. "Conoce en profundidad los entresijos de la política nacional", aseguran desde el entorno de Junts.
El vicepresidente de la formación independentista entró en política de la mano de otro dirigente juzgado por el Tribunal Supremo, Joaquim Forn, con idénticas funcionas que las desempañadas posteriormente con Puigdemont y Torra, en 2011. En los años posteriores, Rius merodeó los cuadros de mando de Convergència gracias a su buena relación con Joan Vidal de Ciurana, jefe de Gabinete del entonces president Artur Mas.
Nogueras y Turull, los más importantes
Míriam Nogueras (Dosrius, Barcelona, 1980) es la emisaria de Puigdemont en Madrid. También una de las piezas más importantes del engranaje independentista y quien ha capitaneado con Bolaños las negociaciones para la Mesa. Nogueras entró en Convergencia Democrática de Catalunya amparada, precisamente, por Jordi Turull. Fue el ex conseller quien la espoleó hasta el entorno más cercano al entonces president Artur Mas. Hasta entonces, su militancia se había ceñido a la plataforma 'No vull pagar' y el Círculo Catalán de Negocios.
En 2015, accedió al Ayuntamiento de Cardedeu como concejal independiente dentro de las listas de CDC y pronto ganó galones dentro de un soberanismo catalán inmerso en pleno proceso de catarsis. Diputada en el Congreso de los Diputados desde 2016, dos años después de su llegada a Madrid fue nombrada vicepresidenta Partido Demócrata Europeo Catalán, partido que abandonó una vez fundado por Puigdemont Junts per Cat en 2020.
Su primer pico de notoriedad fue en enero de 2018, cuando registró una pregunta parlamentaria donde cuestionaba al Gobierno y a la entonces ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, si estaría dispuesto "a matar a ciudadanos que de manera pacífica defienden la República catalana, para defender la unidad territorial de España". Su mayor hit fue apartar la bandera española del tiro de cámara antes de una rueda de prensa en el Congreso en febrero de este año.
Jordi Turull (Parets del Vallès, Barcelona, 1966) es uno de los mayores supervivientes de la política catalana actual, convertida en un campo de minas en la última década. Se trata del hombre con la trayectoria más dilatada de cuantos mandan en Junts. Consejero de la Presidencia durante los hechos acaecidos el 1 de octubre, Turull fue recuperado por Puigdemont en mayo de 2022 como secretario general del partido.
"El suyo es un perfil independentista de siempre, heredero y militante histórico de Convergencia, rodeado de un grupúsculo turullista que defiende el ala pragmática. Él evita posicionarse", aseguraba a este periódico el politólogo y sociólogo Joan Roca hace algo más de un mes. De alguna manera, según el politólogo, es la figura que media entre ambas facciones enfrentadas, la más ultra y la más pragmática del partido.
Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, Turull se dedica a la política desde su juventud. Entre 2006 y mayo de 2019, si bien suspendido de sus funciones desde mayo de ese mismo año, fue en 2010 cuando empezó a ser un rostro conocido del independentismo tras ser nombrado portavoz de CiU en el Parlament. Durante aquellos años de gobierno de Mas, fue una de las voces más duras contra la oposición. "Es un hombre muy importante para Puigdemont y quizás, junto a Nogueras, los únicos autorizados para negociar", cuentan las fuentes consultadas.