Ramón García (Bilbao, 1961) está preparando un programa más de En Compañía, el espacio que presenta todas las tardes en la autonómica Castilla-La Mancha Media (CMM) desde 2016, cuando atiende la llamada de EL ESPAÑOL | Porfolio. Dos días después de hacer esta entrevista, Televisión Española emitirá la esperada final del Grand Prix del verano 2023, el formato que García ha resucitado después de 28 años y ha batido de nuevo todos los récords.
Aunque el programa del lunes ya está grabado, nada ha impedido a García pasarse un verano dedicado plenamente al trabajo del que dice estar enamorado: entretener y presentar. Son ya 61 años y 40 de carrera en la que no ha habido pausa. Pero ni la edad ni la trayectoria acumulada han impedido disfrutar a García de un nuevo Grand Prix adaptado a los tiempos, que ha cosechado una media de audiencia de 1.444.000 de espectadores y un 15,9% de share.
'Ramontxu' se convirtió, entre los 90 y los 2000, en el rostro televisivo de España, en el presentador total. Dejó una huella imborrable en millones de hogares y en toda una generación, con programas icónicos como ¿Qué apostamos?, el propio Grand Prix o las campanadas de Nochevieja.
Cuatro décadas después de su primera irrupción, ha regresado con más energía que nunca a la televisión nacional y repasa con esta revista sus éxitos, fracasos, sus dolores más personales; cómo encara esta nueva etapa, los cambios en la televisión y si asoma el final de una carrera meteórica en las ondas y en la pequeña pantalla.
Pregunta: ¿Cómo ha vivido la resurrección del Grand Prix, ahora que el programa llega a su fin?
Respuesta: Ha sido espectacular, es el programa más visto de este año en la televisión, y curiosamente en verano, que es cuando menos se ve televisión. Tiene doble mérito. No ha habido ningún programa en 2023, en ninguna cadena de televisión en España, que haya tenido los datos del Grand Prix, por lo tanto, eso ya lo dice todo.
P: Pero, ¿y a nivel personal? Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, o que no se debe regresar nunca a aquellos lugares donde fuiste feliz…
R: Pues con una gran satisfacción, porque yo he luchado mucho durante muchos años por la vuelta de este programa, junto con el productor ejecutivo Carlo Bosserman. Lo íbamos cambiando, adaptando, modernizando y pensábamos y confiábamos plenamente en la vuelta del Grand Prix. Al final, aquellas personas que en su momento no lo vieron, ahora se habrán dado cuenta de que algo de razón teníamos.
P: Empezó en 1983, una trayectoria de 40 años… Mucha gente, cuando ya domina algo, siente que toca techo y pierde la ilusión… ¿Nunca se ha cansado?
R: Es muy sencillo: a mí me gusta mi oficio y soy un enamorado de mi trabajo. Además, he tenido la suerte de hacer muchas cosas, nunca he hecho siempre el mismo programa. Nada tiene que ver hacer campanadas de fin de año -14 veces las he hecho en TVE, y en total, creo que llevo 19 años sumando los de CMM-, nada tiene que ver con En Compañía, nada tiene que ver con el ¿Qué apostamos?, nada tiene que ver con el Grand Prix…
He hecho tantas cosas, y las que me quedan por hacer, que es muy entretenido. Si sólo hubiese hecho un formato toda mi vida podría haber caído en la rutina, pero no es mi caso. Haciendo En Compañía, que es un programa diario en directo, llevamos 1.800 y pico programas; siete años y pico ya, y cada día que vengo, vengo con la misma ilusión, porque cada programa es distinto. Nadie llega a 40 años de profesión de una manera gratuita.
P: ¿Nunca se ha planteado en todos estos años hacer algo distinto, fuera de la televisión?
R: Soy un entretenedor y un comunicador, y lo que he hecho ha sido vivir intensamente mi vida entre la radio y la televisión, y lo que seguiré haciendo hasta que ya no pueda más.
“El éxito es hacer el trabajo bien hecho. Me da igual que me vean 1.000 personas que 30 millones”
P: Cuando llegue ese momento, ¿ha pensado en lo que hará?
R: Pues cuando me retire no tengo ni idea de lo que haré. Lo que tengo clarísimo es que me queda cuerda todavía. Además, siempre lo he dicho: a mí nadie me va a tener que decir ‘Ramón, hasta aquí’. Yo sabré, el primero, porque soy mi crítico número uno, y sé cuando no estaré en condiciones, cuando ya no estaré bien, cuando no tendré los reflejos que hay que tener para estar en un programa de televisión o en un programa de radio. Yo seré el primero que plegaré velas y que me quitaré de en medio. ¿Cuándo? No lo sé. Mientras tenga ganas de seguir trabajando, haya formatos que funcionen y haya personas que confíen en mí para contratarme, seguiré. Los datos están ahí, algo haré bien, ¿no?
P: ¿Qué es lo que le aporta la televisión, cuál es el porqué de lo que hace?
R: Son diferentes cosas. A mí cada programa me aporta su personalidad. Por ejemplo, en En Compañía, ayudamos a las personas a acabar con la soledad. Eso es espectacular: cuando tú tienes la capacidad, a través del trabajo que haces, de ayudar de verdad en la vida a las personas… Eso no hay ningún programa que lo tenga, y yo tengo la oportunidad de hacerlo todos los días. Para mí, venir cada día a una televisión pequeña y hacer este programa es lo más grande del mundo. A veces, desde sitios pequeños se hacen cosas muy grandes. Estamos hablando de hacer más de 1.000 parejas, de más de 2.000 personas a las que les he cambiado la vida.
En el caso de un programa como el Grand Prix es completamente diferente: mi orgullo este año ha sido volver con un formato en el que yo confiaba, que se convierta en el programa más visto del año y que haya funcionado en los nuevos niños. Para mí era un reto que los nuevos adolescentes encajasen en ese formato, y así ha sido. En los niños de 12 a 14 años y de 14 a 20 tenemos un 40% de share. Es decir, un formato que nació hace 28 años ha sido capaz de encajar en las nuevas generaciones. En esa variedad que me aporta cada programa está también mi entretenimiento y mi diversión.
P: Hace unas décadas, fue el gran presentador de la televisión en España, luego pasó a un segundo plano, ahora ha vuelto… Después de 40 años, ¿cuál es su concepto de éxito?
R: Para mí el éxito es llevar 40 años trabajando sin parar. He tenido muchos picos de éxito, y prolongados. Ahora lo vuelvo a tener. Pero eso no es lo importante, sino disfrutar de tu vida haciendo lo que te gusta. Y yo, que soy muy disfrutón, llevo 40 años trabajando en esto porque me gusta.
Le saco mucho brillo a cada cosa que hago: cuando hago radio, hago radio; cuando hago televisión, hago televisión… No me importa el número, ni dónde hagas la radio o la televisión, lo importante es hacerla bien. Me da igual ponerme delante de una cámara de una televisión municipal que ven 1.000 personas que ponerme en TVE haciendo las campanadas, donde me han visto 30 millones. Me da igual, porque, al final, el trabajo tiene que estar bien hecho. Es lo que siempre busco, y que el espectador, independientemente del número, diga que le ha gustado aquello que ha visto o escuchado.
P: El trabajo es el eje central en su vida, ¿pero también en los momentos más amargos? ¿Siempre sonríe Ramón García?
R: Me han pasado muchas cosas. Ten en cuenta que, aunque a la gente se le olvida, los presentadores somos personas normales a las que un día nos duele la tripa, otro la muela o que tenemos pérdidas de seres queridos. Pero siempre he seguido haciendo mi trabajo, porque el espectador no tiene la culpa de lo que a ti te pase. El espectador siempre quiere verte bien, en tu forma de presentar y de trabajar. No me gusta hacer partícipes de mi dolor a los espectadores, todo lo contrario. Todo esto me lo he comido en situaciones personales muy complicadas.
"En el mundo de la televisión queda mucho por hacer, pero los que estamos, tenemos que defender a nuestras compañeras"
P: ¿Por ejemplo?
R: Una fue que estuve haciendo un ¿Qué apostamos?, que era en directo, y el día del ensayo general, que se hace un día antes, me comunican que habíamos perdido a un niño. Imagínate el proceso: al día siguiente, ponerte delante de la cámara, en directo, haciendo el programa como si no hubiese pasado nada. Eso nunca se supo hasta mucho después, porque tampoco le doy tanta importancia: creo que es lo que se debe de hacer. Sólo que es mucho más difícil porque tienes que trabajar de cara al público y, sobre todo, haciendo un programa de televisión de entretenimiento.
Es mi forma de ser. Otros se hubiesen ido a casa o no hubiesen hecho el programa, lo cual me parece igualmente muy respetable, pero yo no. He perdido a mis padres, los he enterrado y, a los dos días, estaba trabajando. Me he divorciado, y en medio del proceso, que es duro y complicado, no falté ni un día al trabajo. No he faltado nunca a hacer mi labor. Lo único que me puede quitar de hacerlo es la salud, pero nunca nada personal.
P: En las últimas semanas, la polémica de Rubiales ha salpicado también a los medios. En 40 años, las cosas han cambiado, ¿pero queda camino por recorrer?
R: Las cosas han cambiado como lo ha hecho la sociedad. Hemos ido a mejor en ese aspecto, pero siempre queda gente energúmena que no entiende que el respeto a una compañera de trabajo tiene que ser igual que a un compañero. Siempre quedan ovejas negras en la sociedad, pero, sin duda, estamos mucho mejor que hace 40 años. Hay que pulir muchas cosas, sí ¡Anda que no nos queda todavía! Pero para eso estamos todos los demás; los que tenemos que cuidar y controlar que esto no suceda y defender a nuestras compañeras si vemos algún abuso de poder.
P: En este sentido, ¿se ha encontrado con alguna situación en la que tuviera que defender a alguien?
R: No.
P: Hace unos meses, también fue el centro del debate mediático una amiga suya, Ana Obregón, por acogerse a la gestación subrogada ¿Cómo lo vivió?
R: De eso no hablo. No le interesa a nadie mi opinión sobre ese tema, es algo personal entre dos amigos.
P: La cantidad de plataformas, redes sociales y gente que crea contenido, ha destronado a la televisión como medio por excelencia ¿Cómo ve el futuro?
R: El futuro ya es presente. El primer presentador de España que unió los dos mundos fui yo, cuando empiezo a darme cuenta del poder de las plataformas. Ibai Llanos, que es un gran seguidor mío, uno de mis niños de Grand Prix de toda la vida, teníamos conversaciones para otras cosas y le planteé hacer las campanadas juntos. Él las había hecho un año con sus amigos en Barcelona, y yo le dije que por qué no se venía a Madrid y uníamos a dos generaciones.
Tanto la televisión generalista de siempre como las nuevas plataformas conviven ya con absoluta normalidad. Cada uno disfruta de los contenidos o los consume como quiera, y cuanta más oferta haya, mejor para el consumidor. Estoy muy a favor de todo eso, de esa conjunción entre la modernidad y lo clásico.
P: Viendo el nuevo éxito del Grand Prix es difícil pensar en la extinción de la televisión…
R: Lo que está pasando es que la audiencia se está fragmentando, igual que la televisión se ve de manera diferente de cómo se veía hace años. Pero no le veo un final, sino una adaptación a los tiempos, como todo en la vida.
P: A nivel personal, ¿qué es lo que ahora más le interesa? ¿A qué dedica ahora su tiempo libre?
Tengo poco tiempo libre, pero el poco que tengo lo dedico a estar con mis hijas, con mis amigos; salir, una buena cena, un buen vino… A la hora de estar en casa veo series, películas; me gusta ver informativos… Pero sobre todo paso la mayoría del tiempo viendo los nuevos formatos que se van estrenando, aquí, y en todo el mundo. Es importante estar al tanto de las tendencias, como en cualquier trabajo u oficio: es importante estar al día. Para alguien como yo, que lleva tantos años, la forma de estar al día, es estar atento a las cosas que salen y, además, me lo paso muy bien. Me entretengo mucho haciendo esto.