Dicen que los siete años suelen ser un momento de crisis en parejas o proyectos, pero los Arde Bogotá ni la huelen. Se nota no sólo en la entrevista, sino cuando pasean por el espacio de su discográfica, haciendo bromas entre ellos; o durante las fotos, comentando una resaca. Se lo han llevado todo de calle en poco tiempo: las nominaciones a los Grammy latinos, seis premios de la Academia de la Música de España y el Premio Ondas a Fenómeno Musical del Año. Además de haber grabado con Bunbury su tema La Salvación.
A su paso todo centellea, pero ellos quieren hacerlo largo. No quieren ser hijos de un fulgor. Y para armar una carrera sólida tiran de talento, pero también de humildad. Durante tiempo encadenaron “trabajos de mierda”, ya fuera en oficinas o a lomos de un camión de basura, y ahora valoran lo que tienen. A Jota hasta le da apuro salirse de los grupos de WhatsApp de sus excompañeros de la universidad, donde era profesor: “Ellos hablan ‘hay que corregir esto, los exámenes, los TFG’s…’. Y los sigo leyendo porque me da un palo irme…”.
Están alejados del paradigma del rockero destroyer, y se ponen de flexiones hasta arriba antes de salir a escena: “La gente de la organización se tiene que estar pensando que estamos poniéndonos de todo, y cuando abre estamos todos sin camiseta haciendo flexiones”, dice Dani. Las drogas duras, alejadas. Son frescos, espontáneos: en el rock del siglo XXI ha entrado la psicología, por eso conceptos como la empatía y la asertividad son fundamentales para que los cuatro estén bien avenidos y no les sobrevuele el fantasma de una ruptura. “Aquí no hay nadie por encima de nadie. Todo en esta banda va democratizado, así que no va a haber problemas de egos ni gilipolleces. Lo hablamos todo”, lanza Jota.
Siempre se han alentado: “Yo no cantaba bien, no sabía ni dónde enchufar la guitarra, pero nadie me juzgó por eso. Nadie me dijo ‘vaya manta’ o ‘vaya cursi’. Al contrario, todo fue fomentar lo positivo”, dice el chico de la voz prodigiosamente rasgada. No paran de proyectar ilusiones, y se les cumplen, una tras otra. Pero tienen claro que, si algún día la felicidad se les escapa, bailarán con el dolor. En 2021 publicaron su primer disco, La Noche. En 2023, su Cowboys de la A3. Van a contarnos muchas cosas en esta entrevista, por eso Antonio coge fuerzas: “Con tu permiso, me voy a comer un plátano”. Lo parte y empezamos.
PREGUNTA: El viernes salió el sencillo La Torre Picasso, ¿qué tal se ha recibido? ¿Ha ardido mucho el móvil durante el fin de semana?
Jota: Súper bien. Yo, que he ido monitorizando un poco lo que ocurría en redes sociales, por la enfermedad mental que tengo de leerlo todo, he visto que la mayoría de comentarios han sido en positivo. De hecho, no recordaba un lanzamiento con tantos comentarios positivos, supongo que por la particularidad de la canción.
P.– La letra dice “el plan está claro, quemar la Torre Piccaso”. ¿Les han escrito ya de servicios jurídicos de Deloitte? Porque ellos estuvieron antes en la Torre Windsor y, por lo que sea, puede que se hayan puesto un poco moscas…
Jota: ¡No lo sabíamos! Tenemos una gran habilidad para cagarla.
Antonio: Me escribió un amigo que me dijo ‘altas probabilidades de viralización negativa’.
P.– Pero es que encima el arquitecto de la torre es el de las Torres Gemelas, van fuertes…
Antonio: Sí, eso sí lo sabíamos. En cualquier caso, y para que quede constancia en algún sitio, la canción, bien leída, al final se acaba dando cuenta de que la mejor solución no era la violencia. Desde aquí un llamamiento a que nadie crea que la solución a los problemas es ese, porque no lo creo.
P.– Sino más bien reconstruirse a uno mismo, ¿no? Dice al final “y gritaremos juntos hay que parar el mundo”. El mundo tal como lo concebimos con las rutinas aplastantes, ¿va por ahí?
Antonio: creo que ese es un poco el mensaje, uno de ellos. Antes lo hablaba con Dani, cuando llegué a esa parte de la letra tuve un tiempo en blanco ese verso, pensaba ‘cuando llego arriba, ¿qué grito?’. Y entonces vi el reportaje que hizo La 1 por el fin de año, el año que Simone Biles se había retirado porque no aguantaba la presión, y el reportaje decía "y este fue el año en el que Simone Biles dijo ‘hay que parar el mundo’. Y yo supe que esa era la frase, hay que parar el mundo".
P.– ¿Qué tal va lo de la fama? Dicen que no son como Aitana, pero ya les tienen que ir conociendo. Viniendo para acá, por ejemplo, ¿les ha parado alguien?
Pepe: No, hoy no.
Jota: Me va a perdonar mi amigo Pepe, porque en Albacete (en el tren) se ha sentado un señor que se llama Curro, y que estuvo en el concierto que dimos el jueves allí. Y hemos estado una hora y cuarto cascando fuerte de todo. Él también es músico y nos hemos enseñado fotos… Luego me he dormido una siesta y no me ha sentado nada bien, debería haber dormido más.
P.– ¿Y de normal cómo lo llevan?
Dani: Es que cada uno es muy distinto. El otro día estábamos en una fiesta en Granada, y me acerco a Jota y le digo: ‘Genial, tío, porque nos han puesto aquí un reservado, y parece que no puede entrar la gente’. Y me dice: ‘Ah, pues a mí eso me gusta’.
Jota: ¡Me gusta hablar con la gente! A quien no le guste que la gente venga y le dé las gracias por lo que hace es un hipócrita. A mí me da igual que me paren en cualquier sitio, es un daño colateral maravilloso, entre comillas lo de daño, de lo que hacemos.
Antonio: Yo cuando digo que no somos Aitana es que nuestra repercusión no viene de algo que no sea nuestro trabajo. En el caso de Aitana entiendo que a la pobre le sacan que si ha dejado de salir con Sebastián Yatra o no… ¿A quién le importa eso? Seguro que a ella no le apetece que hablen de eso. A nosotros cuando alguien viene a preguntarnos algo, lo que quiere es hablar de nuestro trabajo. Y nos gusta nuestro trabajo. Es cierto que a veces ocurre en momentos en los que no es tan apetecible, ahí coincido con Dani, pero en general qué guay que pase.
P.– Me lo decía Tarque el otro día, que lleva mal el tema fotos por la noche. Que ya le cuesta más también salir por la noche por eso.
Antonio: Yo tengo más problema con las fotos por la mañana. ¡Cuando no he dormido! Ayer, que cogimos el tren Dani y yo de Granada para acá y llevábamos un resacón del 15, pues claro, me hice una foto con una chica que era súper amable y pensé ¡pero si parezco como un Rey Mago mal! Sentado así, como un cadáver…
P.– Con lo jóvenes que son no tienen mala cara ni de resaca.
Antonio: ¡Ya te enseñaré esa foto! (risas).
P.– Bueno, vamos un poco a su historia. Dani, Pepe y Jota ya se conocían y hacían canciones. Luego les presentaron a Antonio una noche, en los bares de Murcia. Y ahí surgió el match, cuando se pusieron a tocar juntos. Ahora que no nos oye, ¿qué les convenció de él, de Antonio?
Pepe: Simple y llanamente la voz, ¿no? Lo escuchamos y dijimos ‘vamos a cantar con ese’.
Dani: No cantaba tan bien, ¿eh? Ahora sí canta muy bien.
Antonio: Canto mejor cada día, claro.
Dani: Sí, y podíamos haber quedado y que no hubiera pasado nada. Nosotros tres teníamos mucha conexión, y pensábamos que íbamos a acabar siendo una banda instrumental, sin cantante, porque nos gustaba mucho lo que hacíamos. Pero tuvimos la suerte de que apareció la última pieza del puzzle.
P.– ¿Y al revés? ¿Qué le gustó de ellos, Antonio?
Antonio: Yo es que no he estado en más bandas, ¡no lo puedo comparar con nadie! No tenía alternativa, era la única gente que me había invitado a tocar alguna vez.
P.– Pero seguro que le gustaron, ¿no? Si no no se embarca en algo así…
Antonio: Me gustó que desde el principio esa habitación era un espacio seguro, no había juicios. Como Dani dice yo no cantaba bien, claro, no sabía ni dónde enchufar la guitarra, pero nadie me juzgó por eso. Nadie me dijo ‘vaya manta’ o ‘vaya cursi’. Al contrario, todo fue fomentar lo positivo. Y a día de hoy sigue igual.
P.– Qué bonito.
Antonio: Os jodéis. Que ha sido un momento muy cursi (risas de todos).
P.– Antonio, siempre había estado ligado a la cultura. Hacía teatro desde los 13 años en Cartagena, leyó y escribió desde chico, y se puede decir que la música le engatusó desde el momento en el que, dentro del vientre de su madre, acudió a un concierto de Dylan. Pero, antes de dedicarse profesionalmente a ello, estudió la doble titulación de Derecho y Empresariales, y trabajó como abogado. ¿Cómo era, como abogado, era bueno?
Antonio: ¡No creo! Si no no me hubieran dejado irme. Yo trabajé, pero estuve tres o cuatro años, no mucho más. No me dio tiempo a pasar de mediocre. Lo que me gustó de eso, y tiene que ver con lo que hacemos ahora, es la importancia de las palabras. El primer día que hice Derecho me dijeron que no era una ciencia dogmática, sino una ciencia oral. Luego lo entendí: es una profesión que pone a la palabra en una posición de absoluto poder, y la retuerce y utiliza el lenguaje para exponer una posición y convencer. Y al final eso es lo que siempre me ha gustado más, el uso de la palabra, saber hasta dónde puede llegar, cuánto puede llegar a conmover una palabra o qué puede generar en alguien leer o escuchar algo. Y eso sigue siendo mi trabajo.
P.– ¿Y era más tipo Perry Mason, que se involucraba en el proceso hasta destapar el autor del crimen, o como Saul Goodman, hombre de recursos y humor?
Antonio: No, yo era más… ¿Has visto la serie Suits, donde salen Meghan Markle?
P.– No, ¡esa no!
Antonio: Pues yo era más los que pican piedra… ¡No era nadie!
P.– Lo que sí fueron durante un tiempo fue como Supermán, ¿no? Cada uno con su trabajo, y quitándose luego el traje para ir a los conciertos…
Dani: En mi caso no he dejado de estudiar. Bueno, he dejado de estudiar pero no he terminado la carrera. Pero sí, era raro aparecer en la universidad después de haber tocado para miles de personas.
P.– ¿Y sigue con la carrera?
Dani: En teoría sí, pero en la práctica…
Jota: Frente a sus padres sí (risas).
Dani: Que quede constancia para mis padres (risas).
P.– ¿Y qué carrera era?
Dani: ¡Derecho también!
P.– Y, Pepe, ¿qué hacía?
Pepe: Yo en trabajos de mierda que salían. Estuve en bares, trabajé de albañil… Mierdas temporales.
P.– Se pusieron el objetivo de dejar sus profesiones cuando el grupo les diera al menos, para pagar el alquiler. Por suerte les ha dado para mucho más ya. ¿Qué les dicen los excompañeros de trabajo? No sé, José Ángel (Jota), por ejemplo, ¿qué le dicen en la universidad?
Jota: A mí es que me da un poco de vergüenza, y de hecho tengo un problema. No sé salirme de los grupos de whatsapp, y sigo tanto en el grupo de whatsapp del doctorado, a los cuales abandoné por el rock and roll, como en el grupo de whatsapp de profesores de la facultad.
P.– ¡Entonces le darán la lata con un montón de asuntos diarios…!
Jota: Sí, yo lo leo e intento sentirme parte de ello. En plan ‘os apoyo un montón aunque os he abandonado”. Ellos hablan ‘hay que corregir esto, los exámenes, los TFG’s…’. Y los sigo leyendo porque me da un palo irme… ¡Me da una vergüenza!
P.– Lo tendrá silenciado por lo menos.
Antonio: ¡No! Lo lee a diario.
Jota: Sí, me gusta que aparezcan ahí…
Antonio: (se acerca a la grabadora): Desde aquí un llamamiento para que echen a José Ángel de esos grupos.
Jota: Y se alegran, porque muchos eran fans ya cuando estaba allí y estaba a la vez en la banda.
P.– También fue barrendero. ¿De cuando era barrendero guarda amistades?
Jota: En ocasiones me encuentro con un compañero que tuve, que es jardinero también, y es súper fan de su banda, él y su mujer. Los compañeros de mi padre, que también son barrenderos, son también muy fans. En Cartagena existe ese aura de que la banda ha conseguido trascender incluso la ciudad y llevarla a otro sitio, así que siempre va a haber una especie de admiración hacia los hijos de estos cartageneros que llevamos la patria chica por bandera.
P.– Sí, y además es que Cartagena ha dado mucho talento…
Antonio: Sí, supongo que estar en un sitio pequeño hace que también te crezca la curiosidad, y que lo que venga de fuera se amplifique y te emocione. De todas maneras, allí tenemos festivales maravillosos, como el Festival Internacional de Cine o La Mar de Músicas, que traen gente de cualquier lugar del planeta y consiguen que la ciudad, que esa esquina del Mediterráneo, se vuelva algo global.
P.– ¿Es un curro tan duro como parece, el de barrendero? ¿Qué es lo que peor de ese trabajo?
Jota: Cuando pasas la época en la que se te encasquillan los dedos por usar tanto las manos, se vuelve fácil y rutinario (dice con ironía). Te acostumbras a lo que es el calor, a que te miren por encima del hombro… Pero es cómodo en cierto modo, porque tiene un horario concreto y ya el resto del día te dedicas a ti. Pero hay que echarle ganas.
P.– Tienen una historia preciosa de alumbramiento del nombre del grupo. Fue en Bogotá, cuando Antonio le puso Antiaéreo a unos amigos y no pararon de pedirle que se la pusiera, y que la tocara, ¿no? ¿Qué papel cumple la amistad en sus vidas?
Antonio: Sí. En mi caso por lo menos es fundamental. Lo que pasa que con este trabajo, trabajo en el ocio de los demás, y es muy difícil encajarte en el ocio de tus amigos, así que te vas desconectando… Pero me doy cuenta de lo importante que es para mí ese círculo y lo que me aportan mis amigos, separándolos de lo que es mi familia u otras personas importantes.
Dani: Se han colado hasta en la banda, en las letras. Son gente que forma parte también del proyecto, porque acaban viniendo al show. Yo no voy al hospital o a la oficina de mi amigo, pero ellos vienen y eso es raro, pero se crea una especie de admiración de lo extraordinario de tu persona, y también los admiramos a ellos.
P.– También el apoyo de los padres les ha resultado fundamental, ¿no?
Pepe: A mí mi madre me ha apoyado siempre, así que yo siempre apoyaré a mi madre. Es distinto cómo mi padre veía mi camino, le dio un poco más igual hasta que vio que moló, como le ha pasado a casi todo el mundo.
Antonio: “Hasta que vio que moló”. (Ríen todos).
P.– Hablando de amistad, ¿tienen un grupo de WhatsApp?
Jota: Sí, se creó el 21 de octubre de 2017.
P.– La verdad es que la imagen que dan desde fuera es de gente sana, tanto física como mentalmente. Hablaba con Tarque, paisano suyo, la semana pasada de que él se ha cansado ya de la noche y sus locuras, al menos de la noche como la concebía antes. ¿En Arde Bogotá están alejados del mito del rockero destroyer? Destroyer consigo mismo, para empezar…
Pepe: Pues depende de cuántos conciertos queden. Si un finde hay tres conciertos seguidos, el tercer día vamos más fuertes que el resto. Pero hay una serie de mitos del rock star que no llevamos a cabo, no voy a decir cuáles pero todos estamos pensando en la misma.
P.– Las drogas.
Pepe: Algunas drogas.
P.– Claro, porque el alcohol y el tabaco son una droga...
Pepe: ¡Y el chocolate!
P.– Pero las drogas duras, ¿alejadas?
Todos: Sí.
Antonio: Y en general creo que esa imagen de lo que pensamos que era Axl Rose, o los rockeros destroyer, como decías, no la vemos en los compañeros que tenemos. Creo que ya no existe, y si existe lo miras como con pena. Evidentemente nos gusta salir de fiesta y celebrar lo que hacemos, disfrutarlo, pero creo que no lo hacemos de una forma destructiva.
P.– ¿Y hacen deporte? Que ya sabemos que el escenario, las giras y la carretera exigen una cierta forma física…
Dani: Sí. ¡Creo que es el momento de la banda en el que todos hacemos más deporte!
P.– ¿Se han reforzado mutuamente?
Dani: Yo creo que sí. Nos ponemos a lo grande antes del show. Música electrónica a toda hostia y todo el mundo haciendo flexiones en el camerino, planchas… ¡A ver quién aguanta más!
P.– Sí, desde luego es otro paradigma al de Axl Rose.
Dani: (ríe). De repente el otro día alguien consiguió una plancha de un minuto y todo el mundo se volvió loco, empezamos a golpear las paredes y vinieron los de la organización… ¿Estáis bien? Y yo dije la gente se tiene que estar pensando que estamos poniéndonos de todo y cuando abre estamos todos sin camiseta haciendo flexiones.
P.– Han grabado esa versión maravillosa de La Salvación con Bunbury, y le han podido conocer un poco también… ¿Les ha dado algún consejo?
Antonio: Le pedimos un consejo, ¿no? Y creo que dijo que no… Que consejos no da.
Jota: Charlando con él hablamos del hate, de los detractores que van saliendo conforme creces más, por ejemplo por tocar en todos los sitios de España. Y hablamos de que nadie le va a decir a mi padre que barra menos porque a la gente le molesta que barra en esa esquina. Lo que nos dijo es que ir a todas esos sitios de España, tocar tanto, hace que gente que no puede ir a tus conciertos, de repente tenga la oportunidad de verte. Así que no es sólo trabajo para ti, sino que le da la oportunidad a alguien de La Rioja de que pueda ir a verte. Nos sentimos mucho mejor en ese aspecto, porque la gente habla y habla y habla y eso es bueno, y no te tiene que afectar, tú haces tu trabajo lo más buenamente posible, y si a alguien le jode tiene que dar igual. Él estaba muy seguro de eso porque él ha pasado por eso.
Dani: Yo le pregunté: pero ¿tú ves los comentarios que te ponen por Twitter? Y nos dijo que no tenía Twitter, porque ¿para qué? Para entrar y que me hayan puesto que soy el mejor del mundo, o para que me critiquen por cómo me pongo el pelo o por lo que sea, eso me tiene que dar igual y no voy a perder el tiempo en eso.
Antonio: Dijo una cosa muy guay: que en su época con Héroes también pasó lo mismo, estaba en todas las casas en la televisión y en las radios, porque además no había otra manera de promo.
P.– Fue un bombazo similar al suyo, sí. Creo que Héroes y Arde comparten ese despegue exitoso.
Antonio: La verdad que no lo sé porque no vivimos eso, nos ha llegado su música. Recuerdo a mis padres poniéndome su música en el coche.
P.– ¿Y les da miedo que enfadarse alguna vez, como les pasó a ellos, que acabaron en ruptura?
Pepe: No hemos pensado en eso. Sí que se piensa en tener una unidad sólida, intentar ser más comprensivo. Tener empatía.
Jota: Y ser asertivos también.
Pepe: Eso. Pero no pensamos en ¿y si nos peleamos? Todos valoramos el proyecto y lo vemos como algo a largo plazo. Inconscientemente vamos por el camino de intentar no pelearse.
Jota: Desde el principio el proyecto siempre estuvo por encima de nosotros, también te diré. Le hemos dedicado tanto a esto... Yo creo que también es importante que no haya problemas de egos, aquí no hay nadie por encima de nadie. Todo en esta banda va democratizado, así que no va a haber problemas de egos ni gilipolleces. Y no somos hermanos de sangre tampoco, así que no nos vamos a pelear por eso. Lo hablamos todo, y como pasamos tanto tiempo juntos, nos contamos los problemas, es una suerte de terapia que ocurre en tu trabajo y con tus amigos.
P.– Creo que tienen un gran directo, se los ve con tanto aplomo y a la vez tan jóvenes, que sorprende. ¿Han tenido algún episodio de pánico escénico?
Jota: Yo este año me ha salido pánico escénico, no sé por qué, y estoy yendo a terapia para trabajar en ello.
P.– ¿Y qué tal está yendo?
Jota: Bueno, es que una mente es complicada, no sabes cuánto te supera. Me pasó el otro día en concierto, es algo que tengo que trabajar y encontrar, porque no sé de dónde viene.
P.– A mí me dijo Vicco, en esta misma sala, que ella se proyecta en el final del show antes de salir, porque ahí siempre está ya tranquila. Así que se dice a sí misma en bambalinas que ya lo ha hecho, que sólo tiene que salir otra vez.
Jota: Es muy interesante. Es verdad que cuando llego al final del show soy otra persona. Incluso lo somatizo, el otro día estaba tocando y se me secaba mucho la garganta, sentía que se me iba a cerrar y sólo podía pensar mientras le daba al bombo en el momento en que pudiera coger el agua y bebérmela.
P.– Por último, siempre dicen que se les cumplen las ilusiones que verbalizan… ¿Alguna nueva? ¡Vamos a aprovechar la ocasión!
Pepe: 10 millones para todos.
Antonio: Para ti también.
P.–¡Gracias! Pero eso lo van a conseguir, ¿no? ¿O lo estáis consiguiendo ya?
Pepe: ¡Dios te oiga!
Jota: (Se acerca a la grabadora): Quiero decirle a todos los amigos de mis padres que no somos ricos, ¿vale? ¡Dejad de flipar en Cartagena!
P.– Bueno, estamos hablando de 10 millones de euros. Eso es mucho, sí. ¿Y más allá de lo pecuniario?
Pepe: Que venga Dua Lipa a cantar con nosotros y nos dé un abrazo.
Antonio: Sacar otro disco.
Dani: Tener una carrera larga.
Jota: Eso es. Me sumo.
Dani: Bueno, pero una carrera larga… Una carrera larga puede ser aburrida y horrible. Hablaría más de que la banda tengamos la capacidad de evolucionar.
Pepe: ¡Salud y 10 millones! (Risas).