"Se puede decir que son casi vidas paralelas". Con estas palabras define una fuente muy cercana a Felipe VI la relación que mantienen el rey de España y el futuro monarca de Dinamarca, Frederik André Henrik Christian. El también conocido como Conde de Monpezat adoptará en los próximos días el nombre el de Federico X después de que el pasado 31 de diciembre la reina Margarita II sorprendiera al mundo con la noticia de su abdicación horas antes de celebrar el Año Nuevo.
La soberana, de 83 años, aprovechó su tradicional mensaje televisado para anunciar que deja la corona en manos de su heredero, el príncipe Federico, de 55 años. Este pasará a ser el nuevo monarca en menos de diez días. Se pierde así la única reina que quedaba en un trono europeo tras la muerte, en septiembre de 2022, de Isabel II de Inglaterra.
La soberana danesa explicó a sus compatriotas que la operación de espalda a la que se sometió el pasado febrero le hizo pensar en su futuro. Se preguntó "si no había llegado el momento de dejar la responsabilidad en manos de la siguiente generación". Una generación a la que pertenecen tanto el actual rey español como su contemporáneo danés, que el día 14 de este mes se convertirá en el monarca del reino de Dinamarca. Felipe VI verá cómo Federico, su amigo de la infancia y juventud, con el que desde que se casó ha perdido el estrecho contacto que mantenía, se convierte en Federico X y sube al trono tal y como lo hizo él en junio de 2014.
"Se conocen desde que nacieron. No son familia, pero casi", apunta a EL ESPAÑOL | Porfolio la misma fuente para explicar que las relaciones entre la familia real danesa y la española siempre han sido estrechas, hasta el punto de que los hijos de los reyes eméritos de España llaman a la todavía soberana danesa tía Daisy.
Las dinastías reales se cuidan entre ellas desde hace mucho tiempo, pero bien es cierto que la boda de Constantino de Grecia, hermano de doña Sofía, con la princesa danesa Ana María, hermana de la reina Margarita de Dinamarca, hizo que las reuniones familiares por el Mediterráneo entre ambas casas reales fueran muy habituales. Un claro ejemplo de esto ocurrió en 1976, cuando la madre de la todavía monarca danesa, la reina viuda Ingrid, pasó unos días de veraneo en Marivent invitada por los entonces reyes, Juan Carlos y Sofía.
Después, acudiría en muchas ocasiones a disfrutar de la noche de Marbella, donde se compró una casa e hizo amistad con varios de los famosos de las fiestas locales. Hasta la muerte de Franco, el Gobierno danés tenía prohibido a su familia real pisar suelo español, pero después tomaron la ruta Copenhague-Costa del Sol como su mejor opción para veranear. El polémico marido de Margarita II, Enrique de Monpezat, pasó también largas temporadas en la isla balear invitado por el padre de Felipe VI, ya que ambos crearon una buena amistad basada en las muchas aficiones que compartían: la caza, el mar y la noche de Mallorca.
Fueron varios los veranos que Felipe y Federico compartieron siendo niños y adolescentes a la orilla del mar Mediterráneo. Al fin y al cabo, ambos nacieron el mismo año y sus familias mantenían un estrecho vínculo. En algunas ocasiones en Mallorca; otras, en Grecia. Además, les unía un mismo amigo y confidente: Pablo de Grecia, primo de ambos por distintos lados.
Todo el mundo sabe que el español y su primo heleno han crecido juntos, hasta el punto de terminar compartiendo piso mientras hacían el mismo máster en la universidad de Georgetown en Washington D.C, Estados Unidos. De ahí recorrieron el mundo juntos de fiesta en fiesta, donde coincidieron en numerosas ocasiones con el futuro rey de los daneses.
De aquella época, en la que Felipe y Federico coincidían en las citas privadas de los royals europeos, nace la anécdota de que fue Felipe VI el que presentó a la que iba a ser la esposa del futuro rey danés. "No fue así, pero es curioso que ambos hayan elegido mujeres para compartir sus vidas fuera de sus círculos habituales. Federico conoció a Mary Donaldson, que por entonces era abogada, durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Sídney en el año 2000. Al parecer, el príncipe danés se encontraba en un pub con varios amigos, entre los que se encontraba el rey, y sus dos primos, Pablo de Grecia y Bruno Gómez-Acebo. En ese bar conoció a la que en unos días será la reina de Dinamarca" explica la fuente.
Por su parte, Felipe tampoco elegiría para casarse a la persona que todos hubieran esperado. Y aunque el tiempo les ha dado la razón, lo cierto es que a los puristas poco les gustaba Letizia Ortiz Rocasolano, nieta de un taxista y sin una gota de sangre azul recorriendo sus venas. Ambos príncipes, no obstante, decidieron contraer matrimonio con las personas a las que amaban y no con las que la tradición hubiera deseado. Y, paradójicamente, fueron ellas las que terminaron con esta amistad de infancia y juventud.
Como si se tratara de un cuento de Hans Christian Andersen, esta historia comienza en una boda con príncipes y princesas en Dinamarca. Ocurrió durante la presentación oficial de Letizia Ortiz, que tuvo lugar el 14 de mayo de 2004. Ella, ascendida a princesa –no lo era todavía, pero fue invitada como tal–, acudía con Felipe a Dinamarca para asistir a la boda de Federico, el heredero danés, con una joven abogada australiana, Mary Donaldson.
Era un día importante para la futura princesa de Asturias: su debut ante toda la realeza europea. Letizia triunfó aquella tarde en Dinamarca y conoció a sus colegas de las 'esferas reales', algunos con la misma problemática que ella: sin ser de sangre azul, ni llevar esta 'profesión' en las venas. ¿Cómo ser aceptada por su pueblo? Entre ellas estaba Mary de Dinamarca.
Letizia arrasó aquel día y de ese ese banquete de bodas conocería a cuatro de sus nuevas amigas: a Mary de Dinamarca; a la que ahora es la reina de los holandeses, Máxima; a la soberana de los belgas, Matilde; y a la princesa de los noruegos, Matte-Marit. Las cinco jóvenes, entonces todas princesas, coincidían en algo común: por sus venas no corre 'sangre azul'. Eran todas plebeyas. Pronto hicieron buenas migas, llegaron hasta a fundar un grupo de amigas llamado, entre bromas, el 'Club M'. En ese grupo había una L, la de Letizia, que nunca terminó de encajar.
Pero la cosa no fue como esperaban. "La reina nunca tuvo una relación fluida. Un buen ejemplo de esto tuvo lugar el 18 de junio de 2010, día en el que Victoria de Suecia dio el 'sí, quiero' al empresario Daniel Westling en la Catedral de San Nicolás de Estocolmo. A la cena previa al enlace real acudieron todos los invitados y, entre ellos, una princesa Letizia vestida con un diseño de Felipe Varela impresionante.
"La velada transcurría con normalidad hasta que la mujer del entonces príncipe Felipe protagonizó un tenso momento con Mary de Dinamarca, Marta Luisa de Noruega y la cuñada de ésta, Mette Marit. A la hora de seguir el protocolo, pasó primero entre la hermana de Haakon de Noruega y ella. Fue un error del departamento de protocolo que enfadó mucho a la princesa nórdica, a pesar de que Letizia tenía razón. La entonces princesa de Asturias defendió la postura de su personal de protocolo, pero Marta Luisa se puso como una hidra y todas las demás la defendieron. Al final, Máxima medió para solucionar las cosas. A partir de ahí, borrón y cuenta nueva", cuenta una persona cercana al equipo de Felipe VI que, por aquel entonces, estaba presente.
Ese encontronazo, sumado a que Letizia tuvo una pelea con Marie-Chantal de Grecia, esposa de Pablo de Grecia, el principal nexo entre España y Dinamarca, hizo que Felipe VI y Federico X se distanciaran. Ambos siguieron manteniendo cierta amistad, hasta el punto de que el segundo le pidió al primero que fuera uno de los padrinos de su tercer hijo, el príncipe Vicente (nacido en 2011, mellizo de la princesa Josefina). El español aceptó el honor, aunque no pudo estar presente en la ceremonia de bautismo ya que se encontraba de viaje oficial en Jordania, cita que ya había cerrado con anterioridad.
Los años fueron pasando y, aunque se han encontrado en varias citas, bodas, bautizos y funerales, la amistad entre Felipe y Federico pasó a ser simplemente una relación cordial. La visita de Estado que realizaron Felipe VI y Letizia a principios del pasado mes de noviembre a Dinamarca fue la última de Margarita como reina anfitriona. Todo el país se volcó para el encuentro, que al final se vio empañado por la publicación de unas fotos del heredero, Federico, en Sevilla, compartiendo la noche andaluza con la mexicana Genoveva Casanova.
La prueba de que dicha amistad ya no existe es que los reyes se acercaron a los medios españoles habituales para preguntarles qué había pasado y si las imágenes eran para tanto. Si entre ambos hombres la relación es estrecha, Felipe se hubiera enterado del escándalo antes casi que la prensa. Sin embargo, la cosa no fue así. "De hecho, nos sorprendió mucho a todos que nos preguntaran. Y luego comentamos mucho entre nosotros lo de que las revistas de España aseguraran que Letizia había sido el mejor apoyo de Mary, casi ni hablaron durante la última jornada del viaje y te aseguro que cuando lo hicieron no sacaron el tema, ya que estábamos todos pendientes, nos hicimos expertos en lectura de labios y ni una palabra", cuenta una de las periodistas que viajó hasta Copenhague hace dos meses.
El día 14 de enero, Federico X será proclamado el nuevo rey de Dinamarca. Ese domingo se vivirá en el Palacio de Christiansborg una jornada histórica para la corona danesa. El tiempo se dividirá en tres grandes eventos oficiales que arrancarán a partir de las dos de la tarde. A esa hora se celebrará el Consejo de Estado en el castillo de Christiansborg, una reunión en la que Margarita II firmará la declaración de abdicación, coyuntura que derivará todas sus responsabilidades y funciones a su hijo Federico, que ya será reconocido como nuevo jefe de Estado.
Una hora después, el primogénito de la soberana será proclamado monarca desde el icónico balcón del castillo. A las 17:00 horas se procederá al traslado de los estandartes reales desde el Palacio Christian IX, ocupado por la reina Margarita, hasta el Palacio de Frederick VIII, residencia real de Federico y Mary de Dinamarca.
No está prevista, por ahora, la presencia de otras casas reales europeas, aunque el programa está todavía 'en pañales'. Desde España se le enviará un afectuoso y cariñoso saludo desde la Zarzuela. Ya habrá tiempo de celebraciones, pamelas y tiaras si al final se decide hacer, pasado un tiempo, una ceremonia más al estilo Carlos III. El tiempo lo dirá.