En Te estoy amando locamente, La Dani (mide un metro y 88 centímetros) abandera desde su mirada buena a Miguel (Omar Banana), un chiquito que sale de debajo de las faldas de su madre buscando su identidad. Dani, que así se llama el personaje que interpreta La Dani, sabe que su verdad está sobre un escenario, donde interpreta a Madame 2000, copleando por Mari Trini y por Lola Flores. El papel se lo crearon ad hoc los guionistas Alejandro Marín y Carmen Garrido, pensando en él y en su vida. Nunca antes había actuado, pero su debut le ha valido la nominación a los premios Goya y a los Feroz.
La película cuenta la lucha del movimiento LGTBI andaluz en los años 70, cuando la homosexualidad aún era delito. La Dani nació veinte años después, pero tampoco lo tuvo fácil: "Da igual la altura si eres maricón. Yo deseaba a veces no ser quien era, pero eso sabía que se iba a acabar". Se define como persona no binaria, "ser hombre siempre me ha chirriado, pero mujer sabía que tampoco", y por eso a veces termina las frases usando el femenino y, otras, el masculino.
Está cómoda en su piel, y más cómoda en su vida: quiere seguir trabajando en el mundo de la actuación, pero a la vez se forma como peluquera porque sabe que "son trabajos muy complicados". También fue dependienta mucho tiempo, hasta que el trato permanente con el público le agrió el carácter: "La gente cuando va a un comercio siente que el cliente lleva la razón y que te pueden hablar como quieran".
Ha publicado, además, 27 sencillos como cantante, tirando de su adorado autotune ("sin autotune no soy nadie, me encanta cómo suena la voz") y a ritmo de reguetón, género que defiende: "No creo que el reguetón sea más machista que el flamenco o el rock. La música no es machista por sí sola, machista es quien compone esa canción". Y ahora espera en su Málaga natal, a la que ha regresado tras muchos años en Madrid, la celebración de los Feroz y de los Goya. Está bastante segura de ir a perder, pero quién sabe, porque tampoco pensaba llegar donde está, y mira la vida cómo se las gasta
PREGUNTA.– Nominación a los Feroz y al Goya. ¿Cómo está la Dani con tanto revuelo?
RESPUESTA.– Estoy muy contento y muy agradecido. Pero con los pies en la tierra.
P.– ¿Con qué pronombre prefiere que le llame?
R.– Masculino o femenino está bien.
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P.– ¿Cuándo supo que lo que mejor le identificaba era, precisamente, no identificarse?
R.– Pues es que ser hombre siempre me ha chirriado, pero mujer sabía que tampoco. Cuando veía una película y veía un personaje trans pero estaba aún transicionando, estaba medio qué, me sentía muy identificado con estas personas que estaban en un medio limbo. Y luego ya conocí a Alex De La Croix, que también sale en la película. Ahora es ya una mujer trans, pero cuando yo la conocí se identificaba aún como una persona no binaria. Y fue cuando empecé a escuchar la palabra y a tener ese referente.
P.– Y fue cuando dijo "esto es".
R.– Justo.
P.– ¿Tiene pensado el discurso en caso de salir elegida?
R.– La verdad que todavía no. No creo que eso pase, pero lógicamente para el día de los Goya sí prepararé algo, porque nunca se sabe.
P.– Está en que no, eh.
R.– Sí, yo creo que no.
P.– ¿Y eso?
R.– Me parecería loquísimo. El trabajo de mis compañeros es increíble.
P.– Los premios son al mejor actor o a la mejor actriz… ¿Cómo se siente con la categoría en la que le han enmarcado, que es la de actor?
R.– Claro, otra cosa sería una categoría no binaria, pero entiendo que eso todavía es complicado y estoy cómoda con lo de actor porque yo sé quien soy y lo que soy, y lo último que querría es quitar espacios a las mujeres. Así que estoy bien con eso. Lo entiendo y me parece bien.
P.– ¿Y le gustaría que más adelante se contemplara?
R.– Sí, porque además… No lo he hablado públicamente, pero el otro día en la cena de los nominados al Goya yo no era la única persona no binaria, así que sería guay. O no categorizar todo tanto. Pero también entiendo que si no hubiera chico y chica, si ya hay poco espacio para las mujeres. Es tan complicado… Pero ojalá vivir en una utopía donde no tuvieses que encasillarte en el género todo el rato.
P.– ¿Qué otra candidatura tiene a alguien no binario?
R.– Mi misma candidatura. Entiendo que esta persona lo diría sin problema, pero no soy quien para sacar del armario a nadie.
P.– ¿Cómo surgió su papel en Te estoy amando locamente?
R.– Alejandro y Carmen, los dos guionistas, cuando escribieron la peli pensaron en mí. El nombre de Madame 2000 (la cantante a la que interpreta La Dani) es el tío abuelo de la guionista, pero a mi personaje como tal si te fijas ni le cambiaron el nombre: es Dani porque está pensado para mí. Y creo que eso se nota.
P.– ¿Qué tiene entonces, más allá de lo evidente, su personaje en común con usted?
R.– Me siento muy identificada con que esté cansada de luchar y de la política. Quiere estar tranquila y en paz, en su casa, no es activista. Y también es un poco madre de sus amigas, y yo también. Yo hice lo que pude en este trabajo, y mi mayor herramienta -porque yo nunca había actuado ni nada parecido- ha sido ser yo mismo.
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P.– ¿Cómo lo preparó entonces?
R.– Tuve una coach, estuve con Pepa Fluvià. Y ha salido gracias al trabajo de todo el mundo. Gracias a Javier Gil, el montador de la peli, que ha elegido lo mejor dentro de todo lo que había. Y a la dirección de Alejandro Marín.
P.– Es bonito su papel porque ejerce un poco de padrino de Miguel (Omar Banana). ¿En la vida real también es padrino queer o madrina queer de alguien?
R.– No de manera consciente, aunque con Miguel también pasa un poco lo mismo, pero sí me ha pasado alguna vez. Recuerdo en Bachillerato a un chico que salió del armario y cuando lo hizo me agradeció que yo siempre hubiera estado fuera. Pero claro, yo es que tampoco he tenido oportunidad de estar dentro del armario porque se me ve venir. Pero gracias a mi forma de ser él se atrevió a dar el paso, me dijo.
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P.– ¿Usted nunca se ha escondido, entonces?
R.– Yo tengo la voz muy grave, muy fuerte, se me escucha mucho; y también se me ve mucho porque mido un metro ochenta y ocho centímetros. Cuando hablo gesticulo mucho, muevo mucho las manos, así que no soy precisamente una persona que pase desapercibida. Por eso me ha dado mucha rabia siempre este mensaje de love is love, de ama a quien quieras, porque yo nunca he necesitado ir de la mano de otro hombre para que se me vea mi identidad: mi identidad se ve por sí misma.
P.– ¿Alguna vez tuvo miedo?
R.– Nunca he tenido miedo. Otras cosas sí, pero miedo no. Siempre supe que el colegio era un trámite que tenía que pasar para ser yo misma y vivir la vida como quisiera. Y así fue: en el instituto ya tenía novio, y lo pasaba sabiendo que en algún momento se acabaría.
P.– ¿Y le hicieron bullying alguna vez o con lo que medía no se atrevieron?
R.– Sí, sí, sí que me hicieron.
P.– Pues tenía que imponer…
R.– No, pero da igual la altura si eres maricón. Yo deseaba a veces no ser quien era o como era, pero eso sabía que se iba a acabar y que iba a estar orgulloso de quien era.
P.– Dentro de la cosecha de cine de este año se abanderan varias causas del colectivo. ¿Cree que el cine español es de izquierdas, como muchas veces se dice, o simplemente abandera causas necesarias?
R.– Pfff… No lo sé. Nuestra película claramente está posicionada políticamente, aunque es una película para absolutamente todo el mundo. 20.000 especies de abejas es una historia transversal, que no habla de política, aunque bueno… La transexualidad al final es política. Pero no sabría decir si el cine español es de izquierdas.
P.– Su otra gran pasión es la canción. ¿A la música cómo llega?
R.– Yo siempre he trabajado de dependienta. Y en 2016 estaba viviendo en Madrid pero ya estaba cansado, así que me volví a Málaga. Y aquí tengo un amigo músico. En esa época, que era la de la escena urbana y el trap, el autotune y demás, le dije de hacer una canción juntos medio en broma. Con otra amiga hicimos el videoclip. Nos salió un bolo, e hicimos otra canción para tener dos. Y luego nos volvieron a contratar… Todo surgió de forma muy orgánica. Y hasta hoy.
P.– Le ha venido dado, tanto la actuación como la canción, pero sí son pasiones. ¿No?
R.– Sí, sí. Me encanta lo que hago y a lo que me dedico, pero toda mi energía no está en ser sólo cantante y actriz o actor, porque son trabajos muy complicados y no vivo exclusivamente de ello, así que me dedico a otras cosas.
P.– ¿A qué se dedica ahora mismo? Dejó de ser dependienta, ¿no?
R.– Sí, pero nunca dejé de ser dependienta por la actuación. También trabajé de recepcionista de peluquería durante un año, y la peluquería es algo que siempre me ha gustado un montón, así que ahora me estoy formando como peluquera, y a la vez corto el pelo en casa hasta que pueda trabajar ya en un sitio.
P.– ¿Cuántos años fue dependienta?
R.– Desde los 17 hasta ahora, los 32 que tengo.
P.– Aprendió algo siendo dependienta que le haya servido para la interpretación…
R.– No lo sé… Nunca me he parado a pensarlo.
P.– ¿Y cómo era el trabajo?
R.– A mí siempre me ha gustado mucho el trabajo de dependienta, incluso cuando era pequeño, adolescente y veía a las dependientas me parecían gente chulísima y pensaba 'jo, de mayor quiero ser esto'. Al principio me gustaba mucho, pero tantísimos años trabajando de cara al público yo creo que al final la gente te agría un poco el carácter. Incluso los últimos años me estaba convirtiendo en una persona que sentía que no era yo. Y cuando la gente estaba de buenas yo sentía que estaba de uñas. Era peor eso que estar de pie.
P.– ¿Cómo somos como clientes?
R.– Tú no lo sé, pero la gente cuando va a un comercio siente que el cliente lleva la razón y que te pueden hablar como quieran. Hay gente muy desagradable.
P.– Hablando de moda, ¿qué estilo le gusta?
R.– A mí me encanta la moda y la ropa, pero no las modas. Las cosas muy emergentes o que se lleven mucho no me gustan. Pero los 70, 80 y 90 me encantan. Y de firmas John Galliano, o Dior. Pero que se lleven los pantalones Cargo me la suda.
P.– ¿Cómo viste actualmente?
R.– Mi estilo siempre es muy parecido, pero las cosas cambian, y yo con ellas, así que aunque siempre he ido muy apretado ahora voy más ancho por una cuestión de edad y de comodidad. He descubierto que ir cómodo está bien.
P.– Mucha gente, muchísima, compagina el trabajo de dependiente u otros del estilo con su verdadera pasión… ¿Quién es cantante o actor o escritor, quien vive de ello o quien canta o actúa o escribe?
R.– Totalmente quien escribe, canta o actúa. Es igual de cantante una persona que lo hace en una banda en una boda que quien lo hace en el Camp Nou delante de un millón de personas. Cantantes son ambas personas, ya famosa es otra cosa.
P.– ¿Y el factor talento qué parte juega? ¿Si una persona canta mal, es cantante también?
R.– Sí, otra cosa que cante mal, pero si a él le gusta…
P.– Autotune: ¿sí o no?
R.– Autotune, sí, por supuesto. 100%. Sin autotune no soy nadie. Me encanta cómo suena la voz. Yo escucho mucha música con autotune. Cuando empezó tenía muy mala fama, pero es que el autotune lleva muchísimo tiempo y todo el mundo lo usa, aunque ahora sea para que suene más metálico. A mí es una herramienta que me encanta para modificar la voz.
P.– Y el reguetón también.
R.– Por supuesto. Me gusta mucho el reguetón, me gusta mucho el flamenco. Me gustan muchos géneros.
P.– ¿Qué hay de las letras reguetoneras y el machismo?
R.– Me parece una gilipollez muy grande porque no creo que el reguetón sea más machista que el flamenco o el rock. La música no es machista por sí sola, machista es quien compone esa canción. Creo que es una cuestión más racista por ser la música de los latinos, la verdad, y que no queremos tirar por tierra lo nuestro, el flamenco o el pop, que también pueden ser muy machistas.
P.– Las letras son más directas y el lenguaje muy explícito, no hay metáforas tras las que esconder un verso machista.
R.– Puede ser que el contenido sea más explícito, o que el tema principal es sexual. Pero el 80% de las canciones de otros géneros también hablan de amor, no sé… Por ejemplo, mis canciones no son machistas porque yo no soy una persona machista, así que mi reguetón no lo es.
P.– Sus conciertos empiezan con un audio de Abascal diciéndole a Pablo Motos que los gays no deberían adoptar. También decía Abascal en esa entrevista que había pegado para defender a un homosexual… ¿Le parece bien llegar a pegar para defender la causa?
R.– Yo no creo en la violencia ni creo que lo justifique todo, pero tampoco creo que esa historia sea verdad. Y dice más de él que otra cosa, si tienes que pegar para defender…
P.– ¿Qué cree que le pasa de verdad a la ultraderecha con el colectivo LGTBIQ+?
R.– Creo que eso habría que preguntárselo a ellos. No sé cuál es su problema, yo no tengo ninguno.
P.– Está de regreso en Málaga, entonces. ¿Cómo lo lleva?
R.– Súper contento, muy, muy contento. Súper tranquilo, hace un clima increíble. Yo que soy un poco girasol, como hace un clima increíble, como que estoy más de buena onda. Y además estoy con mi familia, aunque echo mucho de menos a mis amigos de Madrid.
P.– ¿Se siente identificada con la parte más religiosa de Andalucía?
R.– Me gusta mucho la iconografía religiosa porque al final forma parte de mí. Estoy bautizado, mi familia es cristiana, he ido a colegio de curas toda la vida… Pero religioso como tal no soy.
P.– ¿Le daría miedo si gana el Goya hacerse famosa?
R.– No, de hecho me encantaría que todo esto se tradujese a trabajo. Que es lo que yo quiero. Pero no tengo interés en ser muy conocido. No quiero dejar de hacer mi día a día, de estar tranquilo. Yo creo que si me hiciese conocida la gente sabría qué tipo de persona conocida soy y la gente lo respetaría… A lo mejor me equivoco, pero creo que así sería.
P.– ¿Qué otros papeles le apetecería hacer?
R.– Ahora mismo me imagino haciendo cosas que tengan que ver conmigo, que tengan sentido conmigo y lo que me gusta. Pero viendo La Mesías pensé que me apetecería hacer algo también un poco más raro o más enrevesado. Como el papel que hacen Roger Casamayor o Albert Plá, que están increíbles. Me encantaría hacer un proyecto así de chulísimo.
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P.– ¿Qué piensa de que personas heterosexuales hagan papeles queer? ¿Dónde está en ese debate?
R.– Me parece súper guay que gente como los Javis estén haciendo series escritas y dirigidas para personas trans. Entiendo la queja de que habiendo un millón de actores y actrices transexuales, no se use a una persona cis para esto. Creo que es evidente. Pero creo que está cambiando la cosa y me parece muy guay.
P.– Le cruza el cuello un nombre tatuado. ¿Qué significa Yeya?
R.– Es mi abuela Pilar. En mi casa le decíamos yeya. La quería un montón. Y ella me quería un montón, me aceptaba un montón. Era muy graciosa, cocinaba increíble…
P.– ¿Le dio algún consejo alguna vez?
R.– Me acuerdo de que una vez me dijo algo como "Dani, tú haz lo que quieras, pero no te pongas chocho". Yo tendría como 9 o 10 años, imagínate cómo yo he tenido que ser en mi vida para que mi abuela se planteara eso.