Todo lo que toca lo convierte en oro. El rey Midas se ha reencarnado en un chaval de 37 años con gorra, nacido en Castelldefels, que se llama Cristian Quirante, que tiene dos gatos, que fue un niño raro, extraordinario y tímido, y que conduce tan mal que una vez le paró la policía creyendo que había tomado alguna copa, pero no era así. Hace unos años se rebautizó como Alizz y este noviembre volvía de Las Vegas con tres Grammys Latinos debajo del brazo: Mejor canción de pop-rock por Hong Kong (con Calamaro), Mejor canción alternativa por Nominao (con Jorge Drexler) y Mejor ingeniería de grabación de un álbum por El Madrileño, de su inseparable amigo C. Tangana, con quien forma la delantera mítica que ha revolucionado la música española. Les arde el teléfono a ofertas y a fiestas.
Tocó el Antes de morirme de Rosalía y Pucho: oro. Tocó Mala mujer: oro. Tocó las canciones de Amaia, de Lola Índigo, de Aitana: oro, oro, oro. Es el niño bonito de la industria, la cabeza pensante que rumia en silencio detrás de cada hit que revienta las radios y los escenarios patrios. Ahora se estrena como vocalista en su primer disco, Tiene que haber algo más, con colaboraciones tan excelsas como las del propio C. Tangana o Amaia, pero también con Rigoberta Bandini o nuestra leyenda del indie Jota, de Los Planetas.
Productor número uno, compositor impagable, artista con voz propia. Alizz es mucho más que un brillante Sancho Panza: él también sueña molinos y los vuelve gigantes. Él también lidera cruzadas imposibles en un caballito flaco: aquí su Volkswagen Polo de toda la vida, del que no piensa desprenderse porque no quiere ser un "nuevo rico" con tonterías. Él también anda rayado por si Dulcinea no le contesta al WhatsApp y la busca por los afters, sombrío, ansioso, romántico, incansable. Su primer disco suena a eso: a búsqueda, a insatisfacción, a autodestrucción, a ver amanecer, a comer techo, a rascar sorbitos de euforia. Como el propio Alonso Quijano, más cuerdo que nunca: esta es la historia de un ingenioso hidalgo del tiempo moderno.
Pregunta.- Apenas se sabe nada de ti. Casi ni el día de tu nacimiento. ¿Por qué tan misterioso? ¿Tienes alguna cuenta pendiente con la justicia?
Respuesta.- (Ríe). Igual sí, alguna cuenta pendiente debo de tener por ahí, pero de momento no me han pillado. Sí que es verdad que me ponen un titular siempre que es "el productor en la sombra" (ríe). Si yo he sido el productor de la sombra, los otros productores no sé dónde están…
P.- Es una figura que no se reivindica mucho, por desgracia.
R.- Ya, es que como productor no tienes esa exposición. La exposición aparece cuando te pones delante de los focos y explicas tu vida con una canción: cuando eres un productor pones una barrera emocional fuerte entre lo que es el trabajo y el artista para el que estás trabajando. Ahí no entras tú. Eso se rompe cuando tú mismo empiezas a explicar tus cosas.
"Vivo tranquilo guardándome cositas para mí. Es importante mantener cierta parcela"
P.- En tu caso en concreto, siempre me ha dado la sensación de que has sido un poco parco en tus entrevistas. Hay un vacío biográfico.
R.- Vivo tranquilo guardándome cositas para mí. Es importante mantener ciertas parcelas, aunque en un disco como éste al final se medio rompe: si no saben cosas de mí, las sabrán escuchando mis canciones, porque ahí están mis historias, aunque no haya nombres ni lugares concretos, quizá. Debe ser algo inconsciente eso que dices, porque tampoco tengo una barrera elaborada ni unas líneas rojas muy pensadas…
P.- Me alegro, porque te voy a hacer preguntas un poco personales.
R.- Vamos.
P.- ¿Cómo fue tu infancia, cómo es tu familia? ¿Qué tipo de niño eras?
R.- Bueno, yo no estaba predestinado a ser un artista, eso seguro. De hecho, mi padre arregla camiones y mi madre es carnicera. Mi familia es clase obrera: mi tía tiene una tienda de productos de peluquería, otro familiar limpia coches en el pueblo… bueno, mi vida parecía destinada a estudiar, a sacarme una carrera y a ganarme la vida con lo que fuera que se diera. Se me da bien estudiar. Sacaba muy buenas notas siempre. Era aplicado de pequeño y bastante tímido, lo sigo siendo ahora (sonríe), aunque quizás en eso haya avanzado. Hice Telecomunicación porque tenía salidas y tal y porque se me daban bien la Física y las Matemáticas. Estuve años trabajando como programador, pero siempre conectado a la música desde pequeño.
P.- ¿Qué música escuchabas de crío?
R.- Era un poco bicho raro porque me gustaba la música más adulta. El primer CD que me compré con ocho años era un directo de Paul McCartney.
P.- Un niño Matilda musical.
R.- (Ríe). Bueno, un poco raro sí debía ser. Ese día compramos también la primera minicadena de mi casa. Recuerdo que en ese disco live de Paul había una canción que se llamaba Hope of Deliverance, que era una balada de los cuarenta. Todos los sábados me veía Del 40 al 1 y todas las noches me ponía la radio. Después conocí a Blur y toda la movida del hip hop. En el instituto me compré una guitarra y aprendí a tocar, a componer. Tuve un par de grupos en el instituto. Cuando descubrí la electrónica, pinchaba mucho, hice giras por EEUU, me fui a tocar a Australia. Pero era todo de nicho. Me cogía un japonés y me llevaba para allá.
P.- He visto en uno de tus vídeos en Youtube un comentario de un chico que te dice: "Tío, tenía que haberte pedido un autógrafo cuando trabajábamos juntos en informática".
R.- Yo también lo he visto (ríe), pero como no pone el nombre no sé quién es. He trabajado con mucha gente y con muchos conservo el contacto. Flipan. Me escribió un antiguo jefe cuando los Grammy: "Me acabo de enterar de que has ganado tres Grammys, ¿qué has hecho en estos diez años?" (ríe). De ser un currele de picar tecla a esto… (resopla). Todo el mundo sabía que yo hacía música, estaba la comidilla esa de "éste es dj", pero de eso a esto... ¡hostia!
P.- ¿Cuál es tu mayor talento?
R.- ¡Si tengo alguno…!
P.- Venga, va.
R.- Estoy atento cuando compongo y puedo ver las cosas que brillan. Siempre pasan muchas ideas por delante de nosotros, muchos sonidos, estribillos y melodías, acordes… pasan cosas que pueden ser hits y no las vemos. Yo creo que si tengo algo bueno es eso, estar muy atento para distinguir el hit.
P.- Eso es de una intuición tremenda.
R.- Igual la intuición es lo más valioso que tengo.
P.- Alguien como tú, que pone a sonar una canción como Mala mujer, no tiene pinta de bailar mucho. Pasa con gente que conoce bien los mecanismos internos de las canciones, que luego sienten pudor en la pista. ¿Eres de codo en la barra?
R.- No soy de codo en la barra, me gusta bailar, pero la verdad es que lo hago fatal y me da mucha vergüenza. Me siento más identificado con el baile de la electrónica.
P.- Un baile más de trance.
R.- Sí, sin pasos en concreto. Cuando hay pasos, no cuentes conmigo (ríe). Creo que el sentido rítmico va disociado de la capacidad para bailar… a los hechos me remito.
P.- Tu suegra te predijo el futuro: aún trabajabas como informático y ella te leyó la carta astral y te dijo que ibas a triunfar en la música. ¿Me pasas su teléfono?
R.- (Ríe). Ella es increíble, tiene mucha intuición y lo clava bastante. Yo soy muy escéptico. Piensa que vengo de estudiar Teleco, pero sí creo que hay gente que sabe ver algo más allá y eso lo valoro.
P.- ¿Tienes estrella?
R.- He tenido momentos de suerte, pero sobre todo he sido muy perseverante. Le he dedicado millones de horas a trabajar, incluso cuando todo era imposible. Dale que te pego.
P.- ¿Cuál fue el primer sueldo de tu vida y cuál fue el primer gran sueldo dedicándote profesionalmente a la música, ya después de reventarlo?
R.- No me acuerdo de las cifras, pero sí de que como programador me ganaba bien la vida: llevaba años y es un sector bien pagado, comparado con otras personas de mi alrededor que son grandes profesionales y por lo que sea sus sectores no dan pasta. Con la música me ha ido mucho mejor, claro: me he podido permitir una casa que en la vida hubiese creído que me podía permitir. Tengo una vida holgada.
P.- Lo de tener una casa propia es algo que ya ni sueña mucha gente de nuestra edad.
R.- Sí, y en Castelldefels, que es uno de los sitios más caros de España y tiene un emplazamiento que está de puta madre, entre la montaña y la playa, con el macizo del Garraf… y estás cerca de Barcelona. Menos contaminación, tal. Messi vivía ahí. Ronaldinho creo que pasa muchas vacaciones ahí. Pueden ir a cualquier sitio del mundo y si van ahí será por algo.
P.- ¿Les has pedido azúcar como vecinos alguna vez?
R.- No, pero te los encuentras por ahí. A Messi lo he visto en la gasolinera de al lado de mi casa, ¡vi una vez su silueta! (ríe). Con su cochazo el tío. También alguna vez en un restaurante argentino que hay allí. Y a Ronaldo. Mucha gente.
P.- ¿Para qué sirve el dinero?
R.- El dinero para mí es subsistencia y estabilidad. Poder viajar. Poco más. Algún capricho. No tengo ganas de movidas y me da miedo gastar dinero, la verdad (sonríe). Será porque tengo el chip ese de mantener la hucha por si cualquier día se me acaba el chollo. Un día se va la magia…
P.- Un día 'Ya no vales', como dice tu canción.
R.- Eso es. No sé cuándo me voy a quitar ese peso de encima. Ahora me va muy bien y podría tener un tren de vida mucho más alto, pero no me lo pide el cuerpo. Sé que hay gente que no lo piensa, pero será eso que te contaba de que vengo de una familia humilde y obrera, eso no puedo quitármelo de la cabeza.
P.- Cuéntame un lujito que te hayas dado.
R.- Sí noto que antes me pasaba meses eligiendo un sintetizador y ahora mido menos. Me obsesionan las cosas para el trabajo. La casa en la que vivo desde hace un par de años, con sus vistas… eso sí es el mayor capricho que me dado en la vida. Tengo un coche muy normal. Eso es lo típico de nuevo rico, ¿no? Pillarte el cochazo. Yo no gasto así. Nada, yo sigo con mi Volkswagen Polo.
P.- ¿Cuándo compones: cómo te tienes que sentir por dentro para notar la llamará’?
R.- Cuando estoy inestable, vulnerable. Cuando te has peleado con tu novia o tienes algún problema emocional de algún tipo.
P.- Eso es una mina.
R.- Sí, y da rabia, porque tiendes a convertirte en una persona más dramática. Lo que cuentas en la letra, en el fondo, es una dramatización de la realidad: las cosas no son así, igual que no son como salen en las pelis. Acabas adicto al drama para poder seguir tirando del hilo.
"El dinero para mí es subsistencia y estabilidad. Poder viajar. Poco más. Algún capricho"
P.- Hablemos de C. Tangana y de ti. ¿Hace falta quererse mucho para que haya una dupla así, o basta con decir "este tío es un genio, aunque en lo personal sienta algo de desapego"?
R.- Tenemos cachondeo con eso, porque siempre decimos que nuestra relación se ha basado mucho en hacer música y en ir de gira.
P.- ¿No os contáis secretos?
R.- Al revés, nos contamos todo. Nos hemos confesado muchas veces. Tenemos una amistad muy estrecha, pero siempre que hablamos con profundidad es en el estudio, no quedamos a tomar una cerveza. Hemos estado de gira por todo el mundo durante cuatro años, hemos estado todo el rato juntos, pero tenemos la cosa de que tenemos que irnos de vacaciones juntos a Maldivas o algo así, dos semanas, para poner a prueba nuestra amistad.
P.- Podemos empezar por un cine, ¿no?
R.- Sí, la verdad (sonríe). Hay épocas que hablamos a diario y estamos todo el día juntos y acabo hasta los huevos de él y él de mí y otras veces nos vemos cada dos semanas, pero sí que estamos muy unidos. Muchos conciertos, muchas fiestas, muchas mierdas que nos hemos comido juntos también: yo diría que eso está muy por encima de lo que es una amistad normal, pero nos sigue faltando el viaje del Imserso.
P.- ¿Qué porcentaje de su éxito crees que te lo debe a ti y qué porcentaje del tuyo se lo debes a él? ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?
R.- Yo creo que hemos tenido ambos mucha suerte de encontrarnos y de conectar. Lo del porcentaje es imposible ponerlo, pero hemos crecido juntos y ese crecimiento hubiese sido imposible el uno sin el otro. Yo le debo todo a él, y a la vez no es una deuda, es algo mucho más bonito. No me veo en el futuro metiéndome en un estudio sin Pucho.
P.- Vaya declaración de amor.
R.- Sí. Hicimos una fiesta por El Madrileño que en verdad fue una emboscada que nos tendimos el uno al otro para abrirnos el pecho y decirnos todas las cosas buenas y malas y para pedirnos perdón por algunas cosas.
P.- Hay que emborracharse para eso.
R.- Sí, fue un catarsis heavy. Nos dijimos cosas muy intensas y muy bonitas. Una de ellas fue esa: que no me veo entrando en un estudio sin él, que para mí es vital.
"Yo le debo todo a C. Tangana, y a la vez no es una deuda, es algo mucho más bonito. No me veo en el futuro metiéndome en un estudio sin él"
P.- Habéis dicho que no consideráis nada terreno santo, que probáis con todos los estilos y que a veces no sabéis bien qué hacéis pero acertáis. ¿A quién le rezas, quién te chiva cuál es la tecla correcta?
R.- La verdad es que soy agnóstico. Nada puede demostrar si existe dios o no. Me gusta leer filosofía o escuchar a divulgadores, y me interesan las ideas sobre dios: la sustancia, la creación. Me interesan esas vueltas de tuerca más racionales: el pensar que todo tiene una causa y que la causa primera puede ser dios, la causa incausada del origen del universo. Ahí no te dicen qué cara tiene ni si mola o no mola, simplemente es una causa incausada.
P.- De pequeña yo me imaginaba a dios como al Rey León en los cielos, ¿tú no?
R.- (Ríe). Yo me lo he imaginado siempre más estilo Matrix.
P.- Habéis usado mucho imaginario sacro en vuestros vídeos: vírgenes, música de semana santa.
R.- Sí, pero no tiene tanto que ver con la creencia sino con el hecho cultural. La música ha venerado esas estatuas o esa iconografía porque hace que nos sintamos identificados: "Ay, esta virgen la tenía mi abuela". Eso te hace perteneciente a un lugar, es un tema emocional, nostálgico y también estético.
P.- ¿Tú tienes patria?
R.- No sé lo que es eso. La palabra "patria" me queda muy grande.
P.- En un verso dices "soy un cabrón, conmigo el primero".
R.- Bueno: ahora estoy mucho más tranquilo, pero he vivido mucho la noche, he sido dj, y me lo he pasado muy bien pero también esos oficios tienen un punto de autodestrucción que es horrible y placentero a la vez. Es un círculo vicioso.
P.- Muchas canciones son de relato after, de relato nocturno. ¿Cuánta droga hay en este disco?
R.- Nada.
P.- Venga ya.
R.- La droga es algo banal, creo que este disco es mucho más elevado como para simplificarlo con la cocaína.
P.- Es normal que te lo pregunte, hay muchas referencias explícitas. ¿O para ti es un tema tabú?
R.- Las hay, y el tema no es tabú, pero no tengo una relación estrecha con las drogas. Para mí son algo para celebrar, para divertirse con amigos. Tengo una relación sana con ellas.
P.- ¿Cómo se sobrevive a un día de resaca?
R.- Lo fundamental es no pasarla solo. Se supera si la compartes con alguien.
"Lo fundamental para sobrevivir a la resaca es no pasarla solo. Se supera si la compartes con alguien"
P.- Digamos que este es un disco muy romántico, o mejor dicho, está casi a punto de ser romántico, porque se respira todo el rato una búsqueda, una insatisfacción, una ansiedad amorosa. ¿Qué sabes ahora del amor que no sabías con 18 años?
R.- Vaya pregunta también (ríe). Esa es difícil.
P.- ¿Pincho en hueso?
R.- Estaba pensando en mi primera novia de cuando tenía 18 años. Hoy es una de mis mejores amigas. Con el tiempo vas viendo cuándo estabas enamorado y cuándo no, cuándo se te fue la olla o te obsesionaste. Lo importante es distinguir quién eres tú cuando estás enamorado. Es una sensación de plenitud única. Yo sé que estoy enamorado porque puedo estar tumbado con esa persona sin hacer nada más y soy feliz: no necesito absolutamente nada más para estar bien.
P.- ¿Cómo definirías nuestra generación, qué crees que nos preocupa? ¿Por qué vamos tanto al psicólogo; cómo hemos hecho para romper el viejo tabú de la salud mental?
R.- Bueno, estamos más abiertos a hablar del tema y eso es importante. Le hemos dado estética a la tristeza: nos hemos regodeado en esto, en la melancolía, en la nostalgia. Yo el primero. No hemos tenido una vida tan sencilla: nos hemos comido una crisis económica tras otra. Se nos jodió el "sueño americano", o el "sueño español", no sé como llamarle: se nos rompió, vimos que no era verdad nada de eso, y entendimos que tenemos que crear nuestro propio camino. Eso crea muchas frustraciones. Pero no sé si somos una generación especialmente triste ni frágil: sólo hemos roto muchos tabúes a la hora de hablar de cosas que ya existían. Creo que somos muy interesantes a nivel cultural y que tenemos muchas cosas que decir.