Los haters del vitriólico nutricionista Carlos Ríos (Huelva, 1991) dicen que es el líder de “una secta”: sus seguidores prefieren llamarlo “movimiento”. La verdad es que les ha cambiado la vida. El ‘realfooding’ lleva casi tres años trayendo cola en su defensa de la llamada “comida real” -la comida de nuestras abuelas, sin ir más lejos- y su crítica furibunda a los ultraprocesados, que resultan adictivos y perniciosos para la salud, además de más baratos para el bolsillo y más sabrosos para el paladar. Ahí la trampita.

Fue Ríos una de los primeras voces críticas con toda una industria alimentaria, según él, aupada por la publicidad, protegida por las instituciones y avalada -bajo pago- por autoridades científicas, la misma que se enriquece camelándonos con comida basura e invitándonos al sedentarismo.

Ese discurso le ha hecho convertirse en un nutricionista 'antisistema' y ganarse muchos enemigos, pero, además, variados; desde las grandes empresas interesadas en el pastel a otros compañeros de profesión que ven en él a un estafador, especialmente desde que empezó a crear sus propios productos ‘realfooders’.

Dicen que se ha convertido justo en lo criticaba: de ahí las célebres polémicas por su crema de cacao -hubo zafarrancho por el etiquetado “sin azúcares añadidos” cuando llevaba el azúcar propio del dátil- o la más reciente, hace sólo una semana, por su margarina de 'AOVE' (aceite de oliva virge extra) -tres veces más cara que el aceite normal-. ¿Son o no son tan novedosos y saludables? ¿Es este otro caso de “el cazador cazado”?

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Lo cierto es que Ríos ha pasado de ser un bloguero divulgador a un empresario de éxito, porque todo lo que toca lo convierte en oro: los libros, los vídeos, las apps -MyRealFood prevé facturar casi 2 millones con su impulso- y los productos alimenticios. Pronto llegarán sus supermercados y sus restaurantes “100% saludables”, como adelanta él mismo en esta entrevista. Lean y decidan.

Pregunta.- ¿Cómo es un día normal en la vida de Carlos Ríos, de actividad y de comida?

Respuesta.- Llevo una vida totalmente normal. A primera hora paseo a mi perrita, desayuno -un revuelto de huevos, o un yogurt con frutos secos, o tostadas con aceite y tomate…-, y a eso de las 9 empiezo a trabajar con mi equipo y a crear contenido, contestar mails, etc. A la una me voy a entrenar al gimnasio -entreno sobre todo fuerza- y vuelvo a casa, me hago la comida -legumbres, ensalada con queso, o carne, pescado, patatas, pasta, arroz, meto de todo-.

Después de comer descanso un poco, a veces me da tiempo a dormirme una pequeña siesta y por la tarde vuelvo a trabajar. Es jornada partida. A las 9 paro y doy otro paseo con mi perrita o llamo a mi madre o a mis amigos, a veces quedo para cenar con alguien. Ese es mi día a día.

P.- No eres de los de ayuno intermitente.

R.- Yo no hago ayuno intermitente, aunque quizás hay algún día que no me dan ganas de desayunar y han pasado esas horas, pero no más. Creo que no es bueno estar todo el día comiendo, pero lo importante es la calidad de lo que comes. Comer saludable en tres o cuatro veces al día es suficiente.

P.- ¿Te das algún capricho alguna vez, sólo por placer, o sientes que tu ‘militancia’ debe ser completa? ¿Cuándo toma Carlos Ríos una pizza congelada o una galleta de chocolate? Creo que dijiste que podemos comer hasta un 10% de ultraprocesados, pero, ¿cómo se localiza el momento?

R.- La clave está en no comprarlos para no tenerlos en casa. Yo desaconsejo consumirlos diariamente, porque si tienes en la despensa un paquete de galletas María no te vas a comer sólo una: en un momento de hambre y de ansiedad te comes las que sean. En un restaurante también intento comer sano, pero no me privo de unas croquetas, aunque estén fritas; o de una copa de vino, o de una tarta de queso para compartir, quizá.

Carlos Ríos.

P.- Uno de los problemas que tiene la gente normal es que los ultraprocesados son más baratos que la ‘comida real’ (también más dañinos, claro). Un cálculo: ¿por cuánto dinero se puede comer sano al mes comprando en el supermercado?

R.- Una vez mi comunidad me hizo esa misma pregunta e hice un cálculo medio: unos 400 euros al mes por persona, pero más bien referido a una persona que vive sola, porque si vives con tu familia o tus hijos puedes comprar cantidades para repartir y te saldrá mejor, como una olla de puchero o un arroz.

Es cierto que los ultraprocesados son más baratos, pero también se puede hacer una compra saludable si se sabe elegir y cómo preparar: sabemos que la legumbre, las patatas, algunas verduras de temporada, la pasta o el arroz siguen siendo productos económicos. Y luego los productos básicos: la leche, los huevos, el aceite. Se puede basar la alimentación en esos productos saludables y luego cada uno darse el capricho que quiera a la semana.

P.- Sucede también con el veganismo, ¿no? O esa crítica económica existe.

R.- La carne por kilo es más cara que las legumbres y un vegano se alimenta más de proteína de legumbre que de carne: no es más caro ser vegano, es simplemente saber elegir.

P.- ¿Cuánto ‘enganchan’ los ultraprocesados? ¿Cuántos se pueden comer al mes sin que resulten adictivos, digamos?

R.- Cuantos más ultraprocesados comes, más enganchados estás a ellos, precisamente, y más refuerzas ese hábito. El conjunto de sus ingredientes genera una experiencia muy placentera a nivel de sabor, a nivel de paladar, algo que nunca te va a dar una comida natural o una fruta. Es justamente eso, el hecho de que sea agradable, lo que hace que te enganches. La comida ultraprocesada es la gran droga del siglo XXI, porque la puedes comprar en cualquier sitio, barata, y recompensarte placenteramente con ello, para evadirte de tus problemas y ansiedades.

"Por 400 euros al mes por persona puedes comer ‘real food’ comprando en el supermercado"

P.- Es interesante que ahora hablemos justo tanto de salud mental, justo en la era de mayor consumo de ultraprocesados.

R.- Sí, además generan el “trastorno-atracón”, el no tener la capacidad de dejar de comerlos y el comértelos en un periodo de tiempo muy pequeño y en muchas cantidades. Eso difícilmente lo vas a hacer con calabacines. Hay evidencia científica de que los ultraprocesados generan mayores trastornos por atracón.

P.- ¿Es preferible que cocinemos nosotros mismos a que lo hagan otros? ¿Quien cocina, domina? ¿Tenemos que ser más cuidadosos con eso: hemos ‘confiado’ en exceso en algo que repercute tan directamente en nuestra salud?

R.- Aquí hay dos partes. Está claro que si cocinas tú mismo vas a tener el control de los ingredientes que estás utilizando, tienes mayor conciencia de lo que vas a incorporar a tu cuerpo. Afortunadamente, cada vez hay mayor restauración con políticas de ofrecer comida saludable para el que la quiere y la necesita.

Depende de dónde vayas a comer. Si vas a una hamburguesería de comida rápida ni siquiera te van a cocinar, todo viene industrializado y tu salud no es el interés de esa empresa. Te van a dar comida segura, eso sí, y agradable, pero no saludable.

P.- ¿Por qué la industria alimentaria la tiene tomada contigo? Al resto de nutricionistas tampoco les caes muy bien…

R.- A ver, es totalmente legítimo que haya diferencias de opinión entre profesionales. Yo tengo mi propia forma de divulgar y otros tienen otra; bien, hay que tener libertad de expresión, que la gente decida. Yo siempre en mis argumentos añado las pruebas científicas. Pero es cierto que me tuve que salir de Twitter porque estos profesionales nutricionistas no me daban margen a nada, me lo criticaban todo, y el problema es que ellos también tenían muchos seguidores y se ponían todos de acuerdo para ir contra mí, a veces de forma bastante dura… y lo he pasado mal. Ha habido ciberbullying.

P.- Puro acoso.

R.- Sí, y si esto se diera en una clase presencial, sería diferente, creo que alguien lo pararía o se vería de otra manera, pero por las redes parece que todo vale. Yo recibía críticas horribles por privado, insultos tremendos, siendo todo el día trending topic… y pensaba: ostras, soy lo peor.

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P.- ¿Cómo te ha afectado a ti psicológicamente?

R.- Mucho, pero lo peor es el cúmulo. Pesa. Yo sufrí consecuencias graves en mi salud mental, he tenido pensamientos suicidas y me he dicho “oye, no le veo futuro a esto, no me voy a poder dedicar a mi trabajo, parece que todo lo hago mal”. Suerte que tengo un núcleo familiar que me protege y suerte que acudí a ayuda profesional. Me puse en manos de un psicólogo que me dio herramientas para ver que Twitter no era el mundo, que podía pasear por la calle y nadie me iba a insultar ni me iba a querer matar, porque yo pensaba que sí.

También me enseñó que había gente que me seguía porque le gustaba lo que hacía. Si esto mismo que me han hecho a mí se lo hacen a una persona más vulnerable genéticamente o que no puede acceder a ayuda psicológica… pues oye, pasa lo que en otras ocasiones ha pasado, que hay personas que se han quitado la vida por las redes sociales. Yo he criticado a empresas, no a personas con nombre y apellido, que tienen familias. Lo importante es no creerse todo lo que lees en Twitter porque piensas que España te quiere matar (ríe).

"He tenido pensamientos suicidas por el acoso recibido, acudí a terapia porque creía que me querrían matar"

P.- ¿Te ha pasado lo de ir por la calle y que alguien te haya increpado? Tú ya tienes una cara muy reconocible. ¿Has llegado al punto de sentir peligro físico?

R.- No, porque esos acosos de redes son cobardes, pero nadie me ha dicho nunca nada a la cara. Por la calle me paran para abrazarme o hacerse fotos, son seguidores.

P.- ¿Dirías que eres un nutricionista 'antisistema'?

R.- Es que realmente el sistema alimentario que tenemos a día de hoy es el que es: vende y gana dinero a través de los ultraprocesados. Entonces, sí. No es que me defina como 'antisistema' en general, no estoy en contra de todo sistema, pero sí en contra de éste, que es un sistema que provoca tantos casos de obesidad infantil y de muertes relacionadas con la mala alimentación. Hay que cambiarlo y mejorarlo.

Carlos Ríos en el súpermercado.

P.- ¿Cuáles son los principales intereses de las empresas de ultraprocesados, cuáles son sus puntos oscuros?

R.- Es venta de comida, es un negocio: no hay una conspiración contra la población, pero el problema es que la variable de la salud no se ha considerado a la hora de elaborar estos productos. La rentabilidad está siempre presente y el sabor también. El marketing les ha hecho fuertes y no han advertido a la gente de las consecuencias que tenía comer esos productos.

Lo que hay que hacer es comunicar… y muchas veces la industria no ha querido que esto salga a la luz, es decir, que salga la verdad de que estos productos no son saludables, y para ello cuentan con grandes poderes económicos que pueden hacer muchas cosas para cambiar la opinión pública y tienen publicidad por todos lados. Hasta han llegado a cambiar la posición científica.

P.- Eso es grave. Si confiamos en científicos o expertos porque ellos tienen los argumentos de autoridad pero también están comprados…

R.- Sí, la industria de la comida basura hace lo que antaño hizo la del alcohol o el tabaco, es la misma táctica, pero afortunadamente hoy hay más canales de difusión que no son sólo los medios tradicionales, que sí están a merced de estas empresas porque les pagan los anuncios.

P.- Los periodistas sabemos lo que es meternos con alguien poderoso y de repente recibir la llamada de la presión, ¿te ha pasado a ti? ¿Te han dado toques de atención desde las grandes empresas?

R.- Sí, totalmente. Hemos recibido burofaxes y llamadas, presiones por todas partes. Pero la empresa de ultraprocesados no lo hace a título propio porque no se quiere meter en eso, lo suele hacer a través de sus grupos de presión, que en este caso son los lobbys, como la FIAP, la Federación de Industrias y Bebidas. Una vez sacamos un documento en contra del azúcar y enseguida nos denunciaron a Autocontrol para que no hiciésemos publicidad en contra de eso.

Yo eso lo saqué con DKV, la aseguradora, y los de la FIAP hicieron presión para que lo retirásemos. Nos amenazó. No me va a venir Coca-cola directamente a decirme “oye, vamos a por ti”, pero actúa a través de sus grupos de presión. Y luego están los de las empresas de batidos sustitutivos, que todos sabemos cuáles son, y que me han intentado denunciar llevándome a juicio pero que no han seguido para adelante, porque sopesaron que no era lo mejor (ríe). Pero he recibido notificaciones amenazándome para que borrase publicaciones, por ejemplo, o intentando censurarme por denunciar los ‘batidos-milagro’ que anuncian para adelgazar.

Carlos Ríos.

P.- ¿Qué hay del boicot económico? ¿Cuánto dinero has podido perder a partir de estas denuncias o presiones?

R.- Lo que más valor tiene de mí es mi tiempo y si estas empresas intentan boicotearme continuamente, además del dinero que pueda perder, lo que me impiden es trabajar y me paralizan. No es que haya perdido tanto dinero, es un desgaste mental y legal.

P.- Hablábamos de la responsabilidad de instituciones y de políticos. ¿Un mensaje para Pedro Sánchez y otro para Alberto Garzón, ministro de Consumo?

R.- Hacen cosas bien y mal, como todos, yo no soy de ningún partido político, pero analizo y opino sobre sus políticas de alimentación, que es lo que conozco. Por ejemplo, el tema de la prohibición de la publicidad de ultraprocesados dirigida a niños es un acierto, es interesante, otra cosa es que eso se llegue a hacer y sea efectivo.

P.- ¿Cómo se regularía eso si la fijación de publicidad es llegar a todo el mundo?

R.- Pues a lo mejor pueden dejar de hacer anuncios en la tele mostrando a niños pasándoselo bien mientras beben bebidas azucaradas. Eso no debería hacerse. O no hacerse en horario infantil. Luego hay otras cosas que no hacen del todo bien, como el tema del etiquetado que califica como saludables a productos que no lo son. Lo que más podría impactar sería destinar recursos públicos a educación nutricional, a que desde pequeños los niños tuvieran una asignatura de alimentación o que haya más campañas de sensibilización, como las hay con los accidentes de tráfico.

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P.- ¿Hay que abolir el concepto “dieta”?

R.- El concepto “dieta” se ha utilizado erróneamente para vendernos soluciones a corto plazo que no son reales. Olvidamos que nuestro cuerpo es biología, tiene sus tiempos, y tanto acumular grasa como desprenderte de ella necesita de sus tiempos y características que no se pueden acelerar. No existen milagros. Lo prioritario es comer sano y prevenir enfermedades.

P.- ¿No recomendarías una dieta de deshinchamiento veraniego que fuera saludable?

R.- No, porque no hay ninguna dieta favorable para perder tres kilos de grasa en tres días. Te puedo recomendar comer sano porque te vas a sentir mejor y vas a ver resultado en pocas semanas.

"La publicidad con personas con sobrepeso no promueve esos cuerpos: estoy a favor, porque sufren mucho estigma"

P.- El Estudio Nutricional de la Población Española (ENPE) pone de manifiesto que el 53,6% de los españoles tiene obesidad o sobrepeso. ¡Ya somos un país de mayoría de obesos! ¿Cómo hemos podido llegar a esto, nosotros, los de la dieta mediterránea?

R.- Hablemos de la evidencia científica, que dice que nuestros genes no han cambiado: tenemos los mismos genes que hace cuatro generaciones, donde no existía esta epidemia de obesidad. Lo que ha cambiado es nuestro entorno, que promueve el consumo de ultraprocesados y reivindica hasta el sedentarismo. Eso hace que desde niños consuman más calorías y hagan menos ejercicios, y eso va modificando su cuerpo y su salud con los años, no de un día para otro.

Es un entorno obesogénico, y eso activa nuestro genes para engordar. Pero hay que matizar que del porcentaje de personas que desarrollan obesidad, hay otro porcentaje que no la desarrolla porque genéticamente no la va a desarrollar, pero aún así se están extendiendo esos malos hábitos. Pero tener más o menos peso no determina toda tu salud, eso es importante aclararlo: lo grave son los malos hábitos que multiplican los riesgos de enfermedad.

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P.- ¿Qué te parece la palabra “gordo” o “gorda”?

R.- Esa palabra se ha usado para hacer daño a la gente. Hay que separar la obesidad como condición patológica de lo que no lo es, pero siempre priorizando el respeto a las personas indiferentemente de su peso, edad, raza, condición sexual, en fin, todo. Hay que saber que la obesidad genera una serie de riesgos en nuestro cuerpo y que hay que educar a la población, pero no por eso estas personas deben ser insultadas, se merecen todo el respeto del mundo, igual que las otras.

No hay que escudarse en que la obesidad provoca enfermedades para insultar a la gente llamándole “gordo”. El debate está mal enfocado: la obesidad no da lo mismo, no es que no sea ni buena ni mala, es que es mala, es una condición patológica, y eso hay que separarlo.

P.- Qué opinión te merece la publicidad con personas con sobrepeso? ¿Eso representa a todos los tipos de cuerpo de la sociedad -por tanto, los respeta e incluye- o actúa, en cambio, promoviéndolos?

R.- Yo creo que el hecho de que haya publicidad con personas con sobrepeso no significa promover esos cuerpos. Esos cuerpos existen y padecen mucha discriminación y estigma. Está bien normalizar la situación y decir “oye, que por tener sobrepeso u obesidad nadie es mala persona, ni tampoco lo ha decidido ella”. La obesidad tiene muchos componentes: influye hasta cómo se alimenta al feto. Que aparezcan modelos con mayor índice de masa corporal no es promover nada, es visibilidad.

P.- ¿Se puede tener sobrepeso y estar sano? Esta es otra de las polémicas míticas.

R.- Se puede tener sobrepeso, que es un factor de riesgo, y controlar el resto de factores de riesgo. Ojo, y se puede tener sobrepeso y alimentarse sano, porque a lo mejor su periodo de acumulación de grasa fue pasado. La vida activa y el descanso son importantes, pero se puede tener obesidad y tener la tensión arterial bien o la glucosa bien en sangre. Hay otros factores de riesgo más importante que el sobrepeso; lo mejor es tenerlos todos controlados con buenos hábitos.

P.- Has dicho que hay que cambiar la “culpa” por “responsabilidad” y que no pasa nada por no ser ultraestricto, que una salida de los buenos hábitos no significa el fin del mundo ni mucho menos… pero es verdad que a veces uno no controla las reacciones de su propio público y sus comportamientos sectarios. ¿Te preocupa ese autocastigo que puede devenir en depresiones o desórdenes alimenticios?

R.- Claro, pero yo en mi poder yo tengo sólo hacer la advertencia. Es un estilo de vida a largo plazo, te lo puedes saltar algunas veces y no pasa absolutamente nada. No hay que venirse abajo psicológicamente ni sentir ningún tipo de malestar, basta con tomar conciencia y decir “oye, esto me lo he comido hoy y lo he disfrutado, lo único que tengo que conseguir es que no se repita de forma diaria”.

Carlos Ríos.

P.- El otro día leía que los nutricionistas dicen que el pincho de tortilla (tan aclamado en España y que se come a tantas horas del día) es un peligro que no lo parece.

R.- Yo no creo que el pincho de tortilla sea un peligro para nada: la gente no come mal por comer tortilla de patata. Es huevo y patata y aceite, vale, pero se trata de fomentar los vegetales, la fruta, la verdura, los frutos secos. Mientras comas eso de base, puedes añadir cocido, tortilla y lo que quieras en tu dieta. No hay ningún alimento concreto que sea un peligro, son los estilos de vida. Peor que el pincho de tortilla es la moda de los productos con edulcorantes artificiales ricos en proteína que no aportan nada.

P.- ¿Como cuáles?

R.- Los yogures proteicos de sabores bajos en calorías. Es trampa, porque llevan edulcorante. A lo mejor no te están aportando muchas calorías, pero no porque tenga pocas calorías va a ser más saludable: el aguacate, por ejemplo, aporta grasas pero son saludables, nutrientes anti-edad y demás.

P.- ¿En qué comunidad de España se come mejor?

R.- No me voy a mojar porque no lo sé, pero lo bueno de España es que tiene una gastronomía típica en todas partes que es muy rica. Galicia, Cataluña… tienen sus platos, sus recetas, y son estupendas. Lo que sí te puedo decir es que los hábitos de consumo saludable están muy influido por el nivel socioeconómico. Si te vas a zonas económicamente deprimidas vas a comer peor.

P.- Yo leí que hay más porcentaje de obesidad y de sobrepeso en Andalucía y Galicia, precisamente por esas zonas deprimidas.

R.- Sí. Influye la educación que hayas atenido, el entorno, tu capacidad económica para adquirir comida sana, o los niveles de ansiedad o estrés que tengas y te hacen lanzarte a por los ultraprocesados.

P.- ¿Tus restaurantes favoritos?

R.- (Ríe) Tampoco me mojo. Yo como de todo, me encanta el sushi y la gastronomía española y comerme un buen pescado cuando voy a Andalucía.

"Se puede ir de bares y estar sano: salir con amigos ayuda a tu salud mental y eso también equilibra la alimentación"

P.- ¿Cómo conciliamos nuestra ajetreada vida social de españoles, siempre de bar en bar, con todo esto?

R.- Se puede casar perfectamente la salud con la vida social si sabes como hacerlo: se puede ir de bares y estar sano, porque además el compartir tu tiempo con gente y con amigos te da salud mental y eso también equilibra la alimentación, es un bucle.

P.- Se ha acusado mucho a España de centrar su ocio en el alcohol. En la tapa y la cervecita…

R.- Es nuestra cultura y no hay que eliminarla, sólo compaginarla con otras facetas: también se puede quedar para hacer una ruta o jugar a un partido de pádel o dar un paseo o hacer kayak o senderismo. Hay muchas facetas que potenciar y no todas pasan por comer y beber.

P.- Tengo que preguntarte por tus variadas polémicas. Tuvimos la crema de cacao, hemos tenido recientemente la de la mantequilla de aceite… ¿qué respondes tú a esto? ¿Qué les dirías a los que te tachan de estafador, o sectario, o engañabobos?

R.- Nosotros estamos intentando mejorar el sistema alimentario porque está lleno de ultraprocesados y estamos en el punto de desarrollar buenos procesados que puedan hacerle la competencia a esos ultraprocesados, ¿no? Es decir, si ya sabemos que las cremas de cacao están hechas a base de aceite de palma y de azúcar, pues vamos a desarrollar unas a base de castañas y de dátiles y de aceite de oliva, que es mucho más saludable. Eso mejora el sistema alimentario.

Lo que pasa es que se nos tergiversa diciendo que el ‘real fooding’ es comer crema de cacao o helado. No. Nosotros seguimos con nuestra divulgación, pero creemos que los alimentos saludables se pueden complementar con estos buenos procesados que estamos desarrollando, hasta llegar a la creación de nuestro supermercado 100% saludable, donde habrá gran variedad de fruta y de verdura, sin duda.

P.- ¡Ah! Eso leí también, que ese era uno de tus próximos proyectos.

R.- Ojalá pase en unos años. Sólo llevamos un año con el desarrollo de productos, que ojo, se critica mucho la crema de cacao o el helado o los cruasanes, pero también hemos desarrollado gazpachos y salmorejos. Tenemos de todo y vamos a tener más. Les diría a los que critican que esperen, que ya verán, que hemos sacado productos de consumo esporádico con ingredientes saludables también, pero que vamos a intentar que nuestro supermercado sea 100% saludable y que ayude a la gente a comer mejor.

P.- Se te criticaba también por el tema del etiquetado. No sé si eso es opinable o hay una vara de medir oficial.

R.- Sí: nosotros por ejemplo cometimos un error en la crema de cacao al mencionar los azúcares, porque venían del dátil, que llevaba azúcar, sí, pero presente de forma natural en el dátil. Y lo corregimos y ya está.

P.- ¿Y el follón del AOVE?

R.- Este producto no viene a sustituir al aceite de oliva virgen extra, viene, en todo caso, a complementar el consumo que sería de mantequilla, por ejemplo, que los veganos no pueden tomar porque viene de origen animal. Esto es de una experiencia gastronómica parecida a la mantequilla, pero no viene a decir que sea lo único que tengas que consumir. Tiene un perfil lipídico -los ácidos grasos- del AOVE, principalmente, porque tiene un 72%. Ya está. Si hay gente que consume margarinas, que funciona a base de aceites refinados, pues esto es mucho más saludable.

P.- ¿Cuándo montas tú tu restaurante saludable? Eso es lo siguiente.

R.- (Ríe). Te adelanto un poco… va spoiler: sí, estoy ya trabajando en hacer un restaurante también saludable, pero de nuevo si echas un vistazo a tu entorno ves más sitios de comida basura que restaurantes más saludables.

Ríos.

P.- Tiene todo el sentido comercial. ¿Dónde lo abrirás?

R.- En Madrid, Barcelona y demás, que es donde están principalmente nuestros seguidores, y creo que va a gustar mucho. También tendrá sus críticas. Pero queremos cambiar el entorno.

P.- Oye, ¿y tú eres rico?

R.- (Ríe). No sé lo que se considera rico o no, pero lo que sí es cierto es que es imposible cambiar el entorno o lucha dentro de la industria alimentaria -que son empresas muy poderosas-, sin tener también una buena capacidad, nosotros, para contratar a gente que nos ayude, ¿no? Las empresas 'real food' están creciendo y eso es bueno.

P.- He visto que tu app, My Real Food, también ha generado un pastizal, ¡se habla de dos millones en un año…!

R.- Está claro que esa es la clave, ¿no? Que nos vaya bien para poder ayudar a más gente y crecer más, y competir precisamente con esas empresas de ultraprocesado. Queremos tener más alcance, queremos nuestro propio supermercado y eso viene del poder económico.

P.- O sea, que sí que eres millonario.

R.- (Ríe). No, no soy millonario porque todo lo estoy destinando a esto. Lo estoy reinvirtiendo. Cualquier emprendedor te hablará de la dificultad que hay en España para emprender, porque hay que reinvertir esos beneficios para mantenerte y crecer y seguir, es realmente difícil, hay mucho impuesto y demás y nadie se hace millonario de la noche a la mañana ni mucho menos.

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