Cuando aún no estaba de moda hablar de bullying ni de salud mental, la España que reía a mandíbula batiente los chistes sobre mujeres maltratadas, reía también el ya histórico "que te calles, Karmele" de Mariñas a Marchante. Karmele (Tortosa, 1946) siempre fue mirada por televisión como una mujer irritante y un blanco fácil de las burlas de sus compañeros, como si en el sueldo fuese incluida la vejación y el circo perpetuo. En Sálvame, la periodista volvió a quejarse de lo mismo: de estar rodeada, dice ella, de "serpientes" que la "maltrataban" sin descanso. Contra ella había unanimidad en el desprecio. Salió de allí magullada, escopetada. Herida.
En las distancias cortas, Karmele es una mujer muy suya, particular, algo maniática, algo altiva, algo diva. No hace concesiones. Me da dos besos en el aire, mua, mua, sin rozar las mejillas, con un gesto afectado y teatral: no sé bien si por melindre, por cuestión profiláctica o porque no se le estropee el maquillaje. Reconoce estar nerviosa por la presentación de sus memorias, No me callo (Ediciones B), así que tal vez sea eso. Fuma mucho, a veces a escondidas. Me gusta pensar que está tramando una venganza perfecta.
Para ser justos con la realidad, Karmele no es sólo esta mujer de trato especialito que hoy tengo delante: también es una periodista todoterreno -de tratar con narcos colombianos y tener que huir del país a codearse con la jet set de la mano de Tita Cervera- que ha pasado por casi todos los medios de esta España nuestra. Y es la chica intelectual a la que le concedieron la asignación Fulbright para estudiar en Washington -más adelante sería becada por la universidad de Debrecen (Hungría)-. Y es la fundadora de la primera información en prensa escrita sobre feminismo, La Tribuna Violeta, y, en 1993, del Club de las 25, un puñado hembras brillantes de distintos ámbitos reunidas en el Ritz para conspirar contra el machismo.
Y es la chavala rebelde de la contracultura catalana de los ochenta, henchida a orgías y droguitas y liberaciones. Y es la gran conversadora que brindaba en las fiestas con Terence Moix y Vázquez Montalbán. Y la francotiradora de los hombres crueles con los que compartió intimidad, como un "judío errante" que resultó ser bígamo, y el tal Diego, presunto ingeniero que le robó y la arruinó. Y la amiga de tantas mujeres de su vida, compañeras de militancia, de faenas y de aventuras, como Lolita Flores, Cristina Fallarás o Cristina Almeida, que laacompañaron en la presentación de su libro. Ya no le queda una bala a Karmele. Ya no se calla nada.
P.- Empecemos por la infancia. Te crió tu abuela catalanista.
R.- Sí. Mi padre era militar y castellano y cuando mi madre se casa con él, mis abuelos la desheredaron, porque mis abuelos eran catalanistas, no independentistas. En ese momento no existía el independentismo como tal.
P.- Tu padre era franquista, violento y te llegó a apuntar con una pistola cargada. ¿Cómo sales de ahí? ¿Tu ideario político se crea por reacción a él?
R.- Bueno, yo creo que lo de ser progresista y feminista ya es algo que llevaba entro y que conseguí expresara pesar de los desencuentros tan grandes que tuve con mi padre. Me independicé de mi familia, de mi padre y de mi madre, después del suceso de la pistola. Porque mi madre no hizo nada. Así que yo me fui de casa. Y además, nunca he logrado recordar por qué surgió esa discusión tan fuerte entre mi padre y yo, ¿sabes?, había muchas, siempre estábamos en guerra…
P.- ¿Cómo te enfrentaste al mundo por primera vez una vez que huiste de casa? ¿Qué tipo de España querías construir?
R.- Era un momento donde rompíamos con las cadenas del franquismo y yo me metí de cabeza en el feminismo y en la contracultura de la Barcelona de los ochenta, pero nunca estuve en ningún partido político determinado. Procuré romper con todo, vivirlo todo.
P.- ¿Quedan vestigios de esa España reaccionaria?
R.- ¡Pero muchísimos! Para empezar, tenemos unos partidos de la derechona más anticuada, absurda y franquista del mundo, que pretenden retroceder y volver al pasado.
“El PP y Vox son derechona anticuada y franquista: pretenden volver al pasado”
P.- Entiendo que te refieres a Vox.
R.- No sólo a Vox, también al PP. Es increíble pensar que muchas de las cosas que en aquel momento hicimos, escribimos y dijimos, ahora serían juzgadas con mucha dureza o serían vetadas por la Ley Mordaza. Yo estaría en la cárcel, a lo mejor.
P.- Tengo entendido que eres independentista “pero cada vez menos”.
R.- No es eso, es que estoy desencantada. Tengo buenas razones para ser independentista y las detallo en el libro, siempre me he involucrado activamente en sus campañas, en su lucha, per ahora ve cómo se están matando, cómo se están peleando, cómo están haciendo de todo menos unirse para formar un referéndum, que es lo más importante. Lo que pasó aquel octubre fue trágico: ¡sólo un simple referéndum que fue machacado por las fuerzas policiales…! Es una vergüenza que el Gobierno, entonces del PP, actuase de esa forma.
P.- ¿Te da más confianza Sánchez en ese sentido? ¿Han cambiado las cosas?
R.- No estoy demasiado enamorada de Pedro Sánchez, per está abriendo caminos para que siga la independencia, para independentistas como yo, para que nos unamos entre nosotros y podamos hacer el referéndum y que salga lo que salga, ¡no pasa nada!, ¡se hizo en Escocia!
P.- ¿Es compatible ser independentista y sentirte española, como dices tú sentirte?
R.- Ah, sí, claro, es que yo nací en España y me crié aquí y mi cultura es española, pero vamos, que no me importaría ser belga, o francesa, o lo que sea…
P.- No eres patriota.
R.- Nada. No hay nada de patriotismo en mí, ni banderas, ni nada, simplemente nací aquí. Lo que pasa es que el independentismo se ha explicado muy mal y se ha interpretado peor. Es decir, somos gente independentista, pero queremos ser amigos de España, del mismo modo que yo soy amiga de Inglaterra y de cultura inglesa y de la gente inglesa pero puedo estar con la independencia de Escocia. Pues con España pasa lo mismo. No odiamos a España, queremos tener amistad con ella.
P.- Dices que se ha explicado mal, ¿dirías que ha sido interesadamente? Hemos visto casos de xenofobia y de rechazo hacia lo español.
R.- Lo han explicado mal adrede ciertos partidos de ciertas tendencias. No hace falta decir más.
"El independentismo se ha explicado mal, nosotros queremos ser amigos de España, no la odiamos"
P.- Hablando de España y su Corona. En el libro mentas a Carmen Thyssen y dices que el emérito fue “su amor más interesado”. ¿Te consta que hubiese affaire ahí? Pilar Eyre lo deslizó en alguna ocasión también, señalando que ella no llegó a recibir el título de Grande de España porque a Sofía no le gustaba, siendo una condecoración que daba el rey arbitrariamente…
R.- A Sofía no le gustaba nada, por supuesto. El día de la inauguración el Museo Thyssen, Tita Cervera dijo que toda la gente amiga suya que asistía -fue una presentación magnífica, por cierto- se vistieran de largo, y la reina, a la cual no le caía nada bien porque se imaginaba que algo tenía con el demérito, con “d”…
P.- ¿Algo sexual?
R.- Se supone, sí. Algo íntimo. Bueno, pues que la reina Sofía dio orden de que todos fueran de corto, y ella se puso un traje horrorosamente horroroso, y cuando se terminó de levantar la banderita esa de la inauguración, se largó. No estuvo en los fastos que hubo después. No le quieren dar esa condecoración por los motivos que Sofía tiene en contra de ella.
P.- En el libro también te refieres a tu vida tórrida: sexo, drogas, poliamor. ¿Qué aprendiste de las drogas y qué aprendiste del sexo?
R.- Pues sí, porque mira, estábamos rompiendo con todo, con el franquismo, con la Iglesia, con los poderes fácticos. Todas las cosas que estaban prohibidas nos atraían, nos apetecía acercarnos a ellas o participar de ellas. Fue una época dorada para mí, pero no me he quedad con ningún tipo de dependencia de drogas ni nada. Eran cosas que surgían de forma recreativa, en momentos de odio. Y en cuanto al sexo… pues hice exactamente lo que quise. Lo probé todo.
P.- Hablas de tu bisexualidad.
R.- A ver, no, no, no, no, no. No es bisexualidad.
P.- ¿Qué es, cuando tienes relaciones sexuales con hombres y con mujeres?
R.- Yo me he sentido atraída por determinadas personas en determinados momentos. Y precisamente en aquella época, en la que buscábamos grandes libertades, el sexo se consideraba una cosa abierta. Ojo, yo lo sigo considerando así a día de hoy, por mí, que la gente haga con su cuerpo lo que quiera, lo que le salga de la mismísima peineta. No tengo tabúes. Pero te decía eso porque huyo de las etiquetas. No me declaro bisexual ni heterosexual, me declaro una mujer abierta.
“No me declaro hetero ni bisexual, me he sentido atraída por todo tipo de personas, soy libre”
P.- ¿Qué droga estaba de moda en ese momento en tu grupo de amigos?
R.- La cocaína.
P.- ¿Y bien?
R.- Bien. Bien (corta).
P.- Entiendo. Hablemos entonces de feminismo. ¿Qué opinión te merece Irene Montero y la polémica de esta semana: la rebaja de penas y salidas de prisión de agresores sexuales a partir de la ley del Sólo sí es sí?
R.- Irene Montero es una feminista, como yo, pero ahora es ministra, y tiene capacidad para defender a las mujeres de todas las violencias que padecen.A mí me gusta que vaya contra la violencia de género y que busque cambiar la judicatura y las leyes para que favorezcan a las mujeres y no a los hombres, como se ha hecho hasta ahora por parte de los jueces corruptos de la derecha. Hay muchas mujeres en la cárcel en estos momento porque los jueces les han dado la custodia a padres maltratados y abusadores de sus criaturas. Y si una mujer, una madre, ha tratado de impedir que eso suceda y se ha llevado al niño para protegerlo, ha sido demandada y perseguida. Los contextos judiciales son desfavorables para las madres.
P.- ¿Qué hay de la ley Trans que divide al feminismo?
R.- Eso me causa mucho dolor: el feminismo está herido y dividido por debates como el de la ley Trans, sí, pero también por el de la abolición o la legalización de la prostitución. Yo soy abolicionista. Pero lo que sucede es que hay causas pendientes políticas. Es decir, los Gobiernos socialistas siempre habían puesto en el ministerio de Igualdad a mujeres socialistas, y al poner ahora a las de Podemos, las socialistas se han cabreado como monas y han roto. No en vano el último 8 de marzo hubo dos manifestaciones, que a mí me parece el como de la locura. Yo estoy a favor de la ley Trans.
P.- ¿Qué te pareció que Montero apoyase a Rociíto públicamente y que ella se haya convertido en una especie de emblema feminista después de su documental? Creo que no tienes muy buena imagen de ella…
R.- Me pareció mal el apoyo que le dio el Ministerio de Igualdad a Rociíto, la verdad. Pero hay que tener en cuenta que desde que salió por televisión han subido mucho las denuncias por violencia vicaria porque por fin hay mujeres que se están atreviendo a denunciar y a llamar al 016. Se ha visibilizado un enorme problema y eso es positivo. Ahora bien… con lo demás que tenga que ver con ella no estoy de acuerdo en nada, la conozco desde pequeña y siempre ha sido una mujer muy sumisa, muy iletrada, ha tenido una infancia dura y difícil porque su madre siempre estaba de gira y ella siempre estaba sola, y bueno, se casó con el guardián civil, tuvo criaturas con él, se separó… ahora está con Fidel… y estoy convencida de que todo lo que hace ahora lo hace desde el punto de vista del dinero, pero no entraré en la polémica de si es buena madre o no.
P.- ¿Cómo valoras, a posteriori, el sufrimiento que viviste en televisión, tanto en Tómbola como en Sálvame, donde te hacían prácticamente bullying?
R.- En Tómbola sufrí mucho, y luego en este último programa, pero no en otros que hubo entremedias. En Sálvame fui víctima de las violencias tremendas. Sí que era bullying. Decidí dar un portazo y marcharme y no volver nunca más.
P.- ¿No te sentiste avalada o respaldada por alguien, por jefes, por superiores?
R.- Por nadie. De hecho, la cúpula sabía perfectamente lo que ocurría y lo alentaba para que hubiera más movida.
P.- ¿Qué le diría ahora a Jorge Javier Vázquez?
R.- Nada. Me da pereza.
P.- ¿Que se lea el libro, quizá?
R.- Sí, bueno, aunque él no me interesa para nada. Pero estaría bien que se lo leyese para darse cuenta de las cosas que ha hecho mal conmigo y de cómo se comporta con las mujeres en general.
P.- ¿Ha tenido algo bueno la televisión para ti, además del dinero?
R.- Fue todo dinero. Mi segundo marido me arruinó y yo trabajé por dinero, únicamente, y no me avergüenza decirlo. Lo tuve que hacer, no me quedaba otra. Y la televisó te crea un personaje deformado ante la opinión pública y hace que se desconozca a la persona. Por eso he escrito este libro, para que la gente sepa quién soy.
P.- Denuncias el consumo de drogas en Sálvame, en horas de trabajo.
R.- Sí. Me llegué a encontrar un día una bolsita de polvos mágicos en la tapa del inodoro de Sálvame y los cogí y se los metí a la directora del programa en el escote y le dije: “Toma, tía, que no te enteras de nada”.
P.- ¿No se enteraba, de verdad, o no se quería enterar?
R.- Lo oía de refilón y tal, pero pasaba del tema. Todo el mundo pasaba, a nadie le importaba. De hecho, si ciertas personas se tomaban los polvitos mágicos, pues la cúpula pensaba que a lo mejor tendrían más euforia dentro de plató, donde el desgaste profesional era muy fuerte.
P.- ¿Crees que eso reforzaba la violencia contra ti?
R.- Sí. Las drogas, combinadas con ciertas personalidades psicópatas, pues sí, hacía que fuesen más violentos contra mí.
P.- ¿Quién te llamará para quejarse por este libro, Karmele?
R.- Nadie me llamará. Los cobardes lo ponen en Instagram.
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