Alberto San Juan es nuestro amigo -el amigo de España, ahora que, como verán, viene al caso- desde que en 2002 le conociésemos a gran escala con Al otro lado de la cama, esa película tan taquillera y encantadora que forjó de a poquitos nuestra educación sentimental y sexual. Desde entonces lo ha hecho todo, pero, muy especialmente, pensar. Pensar para cambiar el mundo y cambiarse a sí mismo. Pensar para no ofrecer a su público verdades cerradas, pensar para no aburrir bajo ningún concepto. Pensar para no ser dócil, para no ser cobarde, para no ser mediocre.
Pensar para ser insurgente y para arañar como artista. Pensar para poder ser todos los hombres y las mujeres a la vez -para abrazar la complejidad del mundo y rebañar el surco de las emociones humanas- pero para no dejar nunca de ser profundamente quien es: Alberto San Juan. Ahora le vamos a tener hasta en la sopa, y menos mal. En el Pavón protagoniza y dirige la comedia musical Macho Grita. "No es un tostón, no es nada solemne", avisa, riendo. Para que ustedes lo sepan.
En esta obra habla de los lazos entre lo macho, la dominación y la propia España, ¡la España de sus entrañas, a la que adora tanto...! Y por la que sufre como los poetas del 27. Teje espacito su biografía cañí, reconoce las cosas que ignoró de su país, y abraza al esto. También le tendremos en la tele. Es Balenciaga desde anoche mismo en Disney Plus. "Este es el trabajo de mayor relevancia que he hecho en toda mi vida". Pues casi nada. Escuchen siempre a nuestro rebelde de guardia.
P.- ¿Qué es España para Alberto San Juan? ¿Has vivido varias fases emocionales o racionales con ella, desde niño hasta ahora? ¿España es Españas?
R.- Yo amo profundamente España, y eso te lo digo de entrada, porque es el país en el que me he criado. Y porque es bellísimo, y porque adoro su diversidad, y porque me resulta atractivo. Amo sus paisajes, sus guisos, sus folclores. Yo me emociono con un pasodoble. Lo que me resulta ajeno es la mitología de palabras como “patria”. “Patria”, para mí, sólo tiene sentido como algo sentimental relacionado con la infancia y con el lugar donde has crecido, nunca en un sentido nacionalista ni bélico.
P.- Entiendo que tampoco su bandera.
R.- Para mí no tiene sentido ninguna bandera, no. Bueno, la bandera de la paz, la bandera del arcoíris… las entiendo, porque son banderas que unen. Pero las banderas nacionales se han utilizado para la guerra. Eso no lo amo y sí que me resulta ajeno. Oye, y me parece muy bien que quien quiera lleve la bandera de España en su reloj, en el retrovisor o en la bufanda o donde quiera. Un amigo mío, alguien con quien tengo muy buena relación, tiene puesta en su Whatsapp una foto que dice “llevo la bandera porque me sale de los cojones”. Y le dije: “Pero, ¿quién te ha dicho que no la lleves?”… ahora bien, para mí España seguirá siendo eso: paisajes, guisos, canciones, gente.
Porque España, como cualquier otro Estado, está sometido a un sistema criminal llamado “capitalismo”, ¡y eso sí que es internacional! Vamos, el capitalismo es más internacionalista que el movimiento obrero. Y es el capitalismo el que, cuando vienen problemas, genera el fascismo, que es su perro guardián, para que las cosas vuelvan al orden que necesita.
“Cuando ganó la Selección Española estuvimos a punto de recuperar una bandera de España para todos, pero se nos fue la ocasión”
P.- Filósofos de izquierdas como César Rendueles han hablado de la necesidad de recuperar la bandera. Instaba a “no regalar los símbolos a la derecha”. ¿Estás de acuerdo? ¿O para ti, de alguna manera, la bandera está un poco manchada?
R.- Vamos a ver, teníamos una bandera tricolor republicana y fue tumbada por un golpe militar liderado por un dictador que nos duró 40 años y que hizo de los colores de la rojigualda, con el águila encima, su símbolo. Fue el franquismo quien intoxicó la bandera de España. En su origen tenía que ver con la Marina y con la monarquía. La monarquía es un modelo de Estado… pero hay otros posibles. Entonces que el modelo de Estado dictamine la bandera complejiza el asunto, ¿no te parece? Y si encima una dictadura la usa como símbolo…
Luego, en 2004, José María Aznar empieza su particular apropiación de la bandera de España: dice que hay unos españoles que son de verdad y otros que no lo son tanto. Eso dura hasta hoy. Rajoy también lo hizo: “Algunos son mucho españoles…”. Como haciendo ver que la bandera representa a los españoles del PP, pero no a los del PSOE o los de Podemos. Eso dificulta la relación.
P.- En un momento me incomodó que mi bandera, la bandera de España, fuese utilizada en manifestaciones contra el derecho al aborto de la mujer o contra el colectivo LGTB. Pero después se han esforzado por enarbolarla desde Errejón a Sánchez. ¿Es un problema de asociación de los colores a todo eso que comentamos? Un juego: ¿y si empezásemos de cero con una bandera nacional desprovista de pasado?
R.- Nos reconciliaremos con la que tenemos en la medida en la que se deje de utilizar con fines partidistas. Cuando no haya una parte del país que se la apropie frente a otros y la utilice contra minorías no normativas, u oprimidas, o contra las sexualidades diversas, o contra colores de piel diversos. Hubo un momento… cuando ganó la Selección Española… en el que estuvimos a punto de recuperar una bandera de España para todos, hubo unas generaciones donde eso caló, pero se volvió a usar de forma partidista. Ojalá todos nos sintamos algún día más representados.
A mí la bandera me parece bien, pero no hace falta llenar glorietas y rotondas de Madrid con banderas gigantes, ¿no? Que parece que nos representa a todos pero “si no gobernamos nosotros, el Gobierno no es legítimo”. No hace falta amar la bandera ni el himno para amar el país. Y no hace falta ser nacionalista español para estar enamorado de España, como yo lo estoy. ¡Yo amo profundamente España! Te lo digo así, y me gustaría verlo en algún titular. Si alguien me dice ‘vaya facha’ me da igual, porque es la realidad.
"Para mí no tiene sentido ninguna bandera, excepto la de la paz y la del arcoíris, porque son banderas que unen: las nacionales separan"
P.- Te interesaba ahondar en España en esta obra porque veías que el concepto generaba mucho cabreo. Te pregunto: ¿encuentras ahora una manera progresista o revolucionaria, feminista y abierta de ser español?
R.- A ver, mientras vivamos bajo el capitalismo, esto será difícil, porque todo se subordina a un único fin, que es la rentabilidad económica de un pequeño sector de la sociedad, se establece el poder de unos sobre otros y todo lo basa en la voluntad de dominio. Cuando esto se sustituya por los cuidados mutuos, cuando pongamos lo vivo en el centro y no la rentabilidad económica… cuando se colabore con la emancipación… pues sí.
Recuerdo que 8 de marzo en España: fue pionero. Recuerdo la Ley de Matrimonio Homosexual. O la ley Trans de Irene Montero. Recuerdo el 15-M de España frente a la misma crisis en Londres, donde el descontento social se expresó robando súpermercados… mientras, aquí ocupábamos pacíficamente las plazas y hacíamos asambleas políticas para vivir mejor. Se reclamó más democracia. Claro que hay maneras constructivas y maravillosas de ser español.
"De España nada me avergüenza, de lo que se ha hecho en nombre de España, sí, de los Reyes Católicos a Franco"
P.- ¿En qué consiste el llamado “carácter español”?
R.- El carácter español se basa en su naturaleza mestiza y diversa, pero claro, ha vivido grandes procesos violentos de uniformización. En la etapa contemporánea, el mayor ha sido el franquismo, que construye y legisla para que haya una pirámide de ‘ser español’ y en la cúspide esté el hombre heterosexual de clase alta, católico, familiar, trabajador, que respeta la autoridad y ama la jerarquía… y no se puede hablar catalán, ni vasco, ni gallego, ¿eh? Ese proceso de aplastamiento de la diferencia fue brutal.
Pero esto es sólo una parte, porque todo empezó a ser radical ya a partir de 1492, cuando se cargaron dos terceras partes de lo hispánico, como son lo judío y lo musulmán. No era sólo una cuestión de religión o de fe, es que se prohibió vestirse, comer, hablar, leer, bailar o cantar como lo hacían los judíos o los musulmanes.
Es decir, ahí nos dijeron “hay una sola forma de ser español”… cuando la naturaleza de lo hispánico es mestiza. Somos la suma de la gente que ha ido pasando por aquí. Los romanos también nos dejaron mucha huella… en fin, tenemos un alma occidental y oriental, pero no separadas, sino entremezcladas. “Oriente y occidente” es una creación política con fines bélicos. Negar nuestra parte oriental es un gran problema y tiene que ver con el rechazo al diferente: eso hace que parte de la población mundial pueda aceptar tranquilamente el genocidio en Gaza.
P.- Joan Margarit dijo una frase que me enterneció muchísimo: “A mí España me da miedo desde los Reyes Católicos”. ¿Qué es lo que te da miedo de España a ti? ¿Y vergüenza?
R.- De España no me da nada vergüenza. De ciertos comportamientos que se puedan llevar a cabo en nombre de España, sí, claro. Mira Franco, que pensaba que había salvado España. O mira los Reyes Católicos: ahí se usó la religión para justificar la guerra, porque en realidad no había más que una pelea por el territorio. Claro que venía bien para el discurso propagandístico establecer dinámicas de “unos” y “otros”, de “nosotros” y “el enemigo”…
De España nada me atemoriza ni me avergüenza: me produce afecto y me enorgullece. Amo su alma entreverada de rasgos orientales en su fondo. Lo que sí puede dar terror es lo que se ha hecho en nombre de España. Me aterran los que usan España como excusa para saquear España, como las empresas del IBEX 35, con esos accionistas y presidentes de Consejos de Administración que evaden impuestos y los beneficios que obtienen se los llevan a paraísos fiscales…
P.- ¿Crees en la leyenda negra española? En los últimos años ha habido mucho revuelo entre intelectuales con ese tema. Recuerdo el beef entre Roca Barea y Pérez Reverte.
R.- Toda historia de todo Estado es una historia de genocidio y atrocidad, no sólo la de España. No hay que criminalizar sólo a España. ¿EEUU? ¿Inglaterra? La propaganda también es un arma de guerra. Y se ha usado contra España, claro, dentro de otros diferentes recursos bélicos. Se queja Roca Barea y tal de la supuesta leyenda negra sobre la colonización castellana en América Latina pero luego tengo que escuchar que allí sólo había caníbales, como le oí decir a Toni Cantó. Decir que nosotros les salvamos, para mí, sí es crear una leyenda negra y una mentira monstruosa sobre las sociedades precolombinas. Identificar a los palestinos con Hamás también es leyenda negra.
"No entiendo a socialistas como Felipe González o Guerra, obsesionados con las fronteras del Estado y no con la dificultad para tener una casa”
P.- Dices que el cabreo de Felipe González con el 15-M viene de cierta ira por la pérdida de privilegios. ¿Tú crees que ahora González vota al PP?
R.- Tampoco es eso. Yo creo que Felipe González votará al PSOE o no votará. Ni siquiera creo que Alfonso Guerra vote al PP (sonríe). Pero sí es verdad que su pensamiento expresa con claridad que lo que más le preocupa a día de hoy es la unidad de España, no los desahucios o la dificultad para tener casa o para acceder a una alimentación mínimamente saludable o para que los recursos de vida sean accesibles a todos. No. Obsesionados con las fronteras del Estado. Eso no lo entiendo de un socialista.
P.- ¿Hacerse mayor siempre es aburguesarse?
R.- En absoluto. Conozco a mucha gente mayor que se ha radicalizado, en el sentido de la emancipación, y cada vez más con los años. Muchos. Y figuras importantes de la política. Eso es un invento absurdo… lo de “el que no es de izquierdas siendo joven es que no tiene corazón y el que no es de derechas de mayor es que no tiene cabeza” es una tontería. Un invento de la derecha, claro.
P.- En la línea de ‘Macho Grita’: ¿qué me dices de que esta semana el CIS revele que el 44% de hombres españoles piensan que el feminismo se ha ido de las manos y ahora son ellos los discriminados?
R.- Me preocupa muchísimo. Me aterró que la franja más machista fuese la de los chicos jóvenes, ¿no? En fin. Esto quiere decir que las campañas de propaganda masiva lanzadas por grandes empresas de comunicación (me refiero a televisiones, periódicos y radios) están dando sus frutos. Porque están consiguiendo desviar la atención de donde la puso el 15-M, que señaló a los banqueros y a la clase política profesional como cómplice y responsable de la crisis, de la pobreza y de la falta de democracia.
Y desde entonces, el sistema (no la democracia parlamentaria, hablo de las fuerzas que nos gobiernan en realidad, como los grandes capitales) nos está convenciendo de que el problema de la vivienda no viene de los fondos de inversión internacionales, ni del Airbnb, ni de los bancos… no, el problema son los okupas. ¿La sanidad pública? No, el problema no son los recortes… ¡son los inmigrantes! Y el problema de discriminación de género… no te lo pierdas, lo tienen los hombres, no las mujeres. Siempre se señala a las minorías oprimidas para culpabilizarlas de algo.
P.- 2024. ¿Cómo se llevan los hombres con su falo? Aún le tratan como a un mejor amigo.
R.- Somos muy falocéntricos, en general, de toda la vida. Los niños comparan sus miembros y pintan penes por todos lados, ¡las niñas no pintan vaginas…! Entiendo que hay una época de exploración del cuerpo y tal, pero nosotros tenemos esa idea aún dentro: cuanto más grande la tenga y más dura se me ponga, más hombre seré. Si no se me levanta soy menos hombre.
P.- En la obra haces autocrítica y hablas del macho que vive en ti.
R.- Claro, no te digo que yo esté libre de eso. A mi pesar y en contra de lo que creo y pienso y soy, sigo siendo en alguna medida capitalista, machista, racista… porque así me he criado y esto está dentro de mí. Hago un gran esfuerzo por dejar de participar en el sistema de opresión de la sociedad, sí, pero yo también soy falocéntrico. Y yo también tengo una mirada muy sexualizadora sobre la mujer, muy cosificadora. Yo no estoy libre mentalmente de la dinámica de competir, y de tener más, y de anteponer mi interés al del prójimo. Peleo contra eso, pero los automatismos tienen efectos muy poderosos.
"Somos muy falocéntricos: los niños comparan sus miembros y pintan penes por todos lados”
P.- Dices que el macho es depredador y saqueador y que esa es su manera de mantenerse en el poder. Pero, ¿hay mujeres-macho? Pienso en liderazgos femeninos muy agresivos…
R.- Sí, Thatcher era un paradigma de lo macho, de la voluntad de dominio que nos lleva al extremo como especie: “Vamos al saqueo”. Estamos perdiendo las condiciones necesarias para sobrevivir en este planeta, por eso el macho “grita” en mi obra. El macho tiende a elevar la voz, en principio, para ser más oído que nadie, pero también grita ya porque su sistema está obsoleto, porque no le quedan más de 50 o 100 años… y todos lo sabemos. Esto peta. Y nos vamos a la mierda.
P.- ¿Es más macho en el liderazgo una Ayuso que un Sánchez?
R.- En las formas es más agresiva, desde luego.
P.- ¿Qué es lo deseable, entonces? ¿Un hombre o una mujer líder?
R.- Yo no creo en los liderazgos. O sea, creo en el liderazgo natural de algunas personas para dinamizar, movilizar colectivos humanos que después se organicen democrática y horizontalmente… no mediante una jerarquía. No creo en los líderes, sino en los portavoces. Ojalá hubiera en la izquierda española (y no hablo del PSOE), en la izquierda española… o catalana, o gallega, o vasca… mira, ojalá no existiera la secretaría general, sino la portavocía.
P.- ¿Eres anarquista?
R.- No sé si diría que soy anarquista, pero desde luego que el anarquismo ha sido la doctrina que ha generado experiencias más democráticas a lo largo de la historia, por eso el movimiento libertario y anarquista ha sido perseguido, machacado, destruido y borrado, incluso en su memoria, para evitar su ejemplo.