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La primera señal que tuvo Fran Perea de que algo pasaba otra vez con Los Serrano (la serie que protagonizó de 2003 a 2008) se la envió Tiktok durante el confinamiento. Después, sus conciertos empezaron a llenarse de chicas muy jóvenes que cantaban de memoria aquella banda sonora de los primeros dos mil, Uno más uno son siete.
Después de años de huir de Marcos Serrano, su personaje en la serie e hijo ficticio de Antonio Resines, Perea vuelve a vivir un fenómeno fan extraño, de ida y vuelta, que se compone a partes iguales de adolescentes y nostálgicos.
Fran Perea (43) tenía 15 años menos ahora que cuando empezó a cantar el estribillo que lo ha petado esta semana en TikTok: "Uno más uno son siete, quién me lo iba a decir, que era tan fácil ser feliz…".
Un vídeo de él tocando con la guitarra el tema de Los Serrano ha conseguido superar los dos millones de reproducciones en menos de 48 horas. Una legión inesperada de nuevas fans y otra de nostálgicos se ha puesto a cantar a dúo con Fran aquel himno que marcó las cenas de las familias españolas de los primeros dos mil. Los comentarios al vídeo superan los 5.000 y no tienen desperdicio:
- − ¡Se está haciendo mayor!
- − ¡Qué recuerdos, tío!
- − Lloro mucho y muy fuerte
- − Flipas tío, ¡qué mayor!
- − ¡Ayyy Marquitos, qué tiempos aquellos!
- − Me la sé de memoria, vamos que si pudiera me la tatuaba
- − ¡Ídolo!
Probablemente Fran también se esté preguntando: "¿Quién me lo iba a decir?".
Tantos años intentando escapar de Marcos Serrano, y concretamente de esa canción, para que al final siempre lo alcance allá donde vaya, como un destino trágico o mágico. Fran llegó a decir en una entrevista que "le daba urticaria" escucharla.
Se lo recuerdo en una conversación telefónica con EL ESPAÑOL | Porfolio que tiene lugar en un descanso del rodaje de la segunda temporada de la serie hispano finlandesa Kosta, y se ríe. "Es verdad −concede− hubo una temporada más o menos larga en que estuve sin tocar, un poco quitado del medio del mundo de la música, y cada vez que entraba a un garito a tomarme una cerveza me ponían la canción… Y ahí tenía a todo el garito mirándome. Me resultaba molesto, pero eso ya lo he digerido, y hoy en día, si me la ponen, la canto y la bailo si hace falta". Avisados quedan todos los bares de España.
Pero también hay que decir que Fran nunca ha quitado Uno más uno son siete del repertorio de sus conciertos. "Ahora es la niña mimada, siempre la canto de un modo especial, que la haga sonar diferente. Mucha gente va a verme porque la quiere escuchar y sería feo no cantarla", dice.
En alguna ocasión el estribillo pegadizo de la suma improbable, 1+1 son 7, ha acabado tatuado en el antebrazo de sus nuevas fans que acaban de alcanzar la mayoría de edad. Vean este tuit: "Mis sobrinas y sus seis amigas, generación Netflix, HBO, Rosalía, C Tangana, 'en plan', 'to bien'… se hacen un tatuaje de su serie favorita. El tatuaje: 1+1=7", contaba @DavidDeleonart1.
Mi sobrina y sus 6 amigas, 18 años, generación Netflix, HBO, Rosalia, el Tangana, "en plan","to bien"...se hacen un tatuaje de su serie favorita, el tatuaje: 1+1=7@frnperea #antonioresines #laescobilla y lo de no saber sumar siendo vanguardia durante 20 años pic.twitter.com/PXiN4YHDAZ
— DavidDeleonartses (@DavidDeleonart1) December 11, 2021
¿Qué ha pasado para llegar hasta aquí?
Hace varios años que Los Serrano se repone en bucle por las mañanas en FDF (Factoría de Ficción). Se suponía que su target natural eran los cuarentones nostálgicos de los primeros 2000. Hay testimonios de gente que se la pone para desayunar y viajar a un tiempo sin redes sociales ni plataformas, cuando todos veíamos juntos el mismo capítulo a la misma hora, con idénticas pausas publicitarias para luego comentar y compartir los mismos chistes al día siguiente. Un mundo más homogéneo y mucho menos atomizado.
Este reducto de nostálgicos es fiel, pero no ha pasado de ser un nicho extravagante. Sin embargo, cuando Amazon Prime incluyó Los Serrano en su catálogo, una nueva generación de adolescentes (y no tanto) se volvió a enganchar a la historia de la familia extendida del imaginario barrio de Santa Justa. Sucedió en 2019. En 2020, cuando la pandemia nos metió en casa, las ocho temporadas de Los Serrano se convirtieron en oro puro.
El enganche fue de tal magnitud que la revista Vogue se preguntaba: ¿Será Los Serrano la nueva Verano Azul? Cuenta Fran Perea que en pleno confinamiento él empezó a notar "un cambio". "Hubo una ola en TikTok con unos vídeos de la serie, que confieso que ni siquiera he visto, que se viralizaron rápidamente. Más adelante, cuando ya se pudieron hacer los primeros conciertos, fuimos al Teatro Lara en Madrid y, de repente, un tercio de las butacas se había vendido a chavalas muy jóvenes que no eran el target habitual, porque mi público suele ser muy heterogéneo. Fuimos a cantar en Zaragoza, y en el público también había gente muy joven cantando los temas de Los Serrano. Era evidente que algo estaba cambiando", cuenta el actor desde su rodaje en su Málaga natal.
Un estudio de audiencia de Barlovento Comunicación, emitido en noviembre de 2021, indica que el 38,6% de la audiencia de Los Serrano lo forma gente de un amplio rango de edad, entre 24 y 44 años. Sin embargo, otro 14,1% de espectadores tiene menos de 24, y los hay de entre tres y seis años de edad. Estas cifras encierran una verdad: aunque nos gustaría que los jóvenes fliparan con Euphoria, ellos flipan, otra vez, con Los Serrano.
Y Fran Perea puede dar fe. Lleva años huyendo de su destino. Ni siquiera estuvo en las ocho temporadas de la serie, pero 15 años después sigue siendo Marcos, el hijo mayor de Diego Serrano (Antonio Resines, 67) e hijastro de Lucía Gómez (Belén Rueda, 56).
Fran abandonó la serie en 2006 porque estaba "saturado". Él crecía, su personaje no, y demasiadas personas estaban tomando decisiones por él. Tenía 20 años y gestionar la fama empezó a parecerle muy complicado; encima, empezaron a salirle proyectos para el cine que le seducían más. "Es cierto que en los años inmediatamente posteriores a mi salida de la serie desarrollé cierto rechazo, supongo que cuando terminas algo tan intenso quieres alejarte, coger distancia. Es un impulso natural intentar coger perspectiva. Es difícil cuando todo el mundo te recuerda por lo mismo, y Los Serrano lo vieron millones de personas y eso no se puede cambiar. Pasan los años y siempre hay alguien que te reconoce. Pero el tiempo va pasando y las cosas se colocan. Ahora tengo amigos que me preguntan si no me canso de Los Serrano, y no, ya no me cansa. Ahora me lo tomo con alegría, prefiero pensar que he tenido la suerte de marcar generacionalmente a un país. Muchos no pueden decirlo, pero yo fui ese chaval".
"Es cierto que en los años inmediatamente posteriores a mi salida de la serie desarrollé cierto rechazo"
Además, este revival le ha dado la oportunidad de conocer el fenómeno fan en dos momentos de la historia. Cuando Los Serrano estaban en la cresta de la ola, sus productores explotaron muy bien el fenómeno con las herramientas de entonces: entrevistas y pósteres en revistas, grupos de música de adolescentes como SJK, conciertos, firmas de discos.
En 2022 las cosas han cambiado lo suyo, aunque doy fe de que la cola en los conciertos de Fran Perea para firmar libros, gorras y hasta mascarillas sigue siendo un fenómeno bastante analógico. "Ahora las redes sociales marcan la diferencia. No puedo imaginar dónde habría llegado Los Serrano si entonces hubiera habido redes, habríamos arrasado. Entonces la fama se gestionaba con mucho autógrafo, club de fans, fotos con aquellas primeras cámaras digitales… Luego llegaron los móviles y empezó a ser todo más pesado, todo el mundo tenía una cámara en ristre. También cambia tu relación con tus seguidores. Ahora ya sabes que hay gente que te para porque quiere hacerse una foto y punto. No espera nada más de ti. Tienes que hacer ese análisis, y entender cómo ha cambiado el paradigma del mundo fan".
Con la vuelta de Los Serrano también llega la tentación de juzgarla con los marcos éticos de hoy. Y es posible que, por ejemplo, sus chistes y la propia trama de la serie no aguanten un enfoque de género más o menos estricto. La revista S Moda se preguntaba en un artículo reciente si era posible ser machista y tener buen corazón, el arquetipo que, en opinión de la periodista, marcaba a los personajes masculinos de la serie.
Una trama humorística que descansa en reírse de hombres celosos, inseguros y catetos que vigilan e intentan controlar a las mujeres, espiándolas incluso detrás de las puertas. O personajes como Teté (Natalia Sánchez, 31), que entonces era menor de edad, pero "era pija, estirada y estaba buena", y hoy sería vista como una niña cosificada y sexualizada, insultos a Yoli por gorda, mensajes tóxicos como "los que se pelean se desean"…, y un largo etcétera que hoy serían carne de cancelación.
"Algún detalle machista tiene, y más de un ramalazo habrá, pero se hacía un esfuerzo por ser lo más blancos posible"
Dice Fran Perea que él no la recuerda así. "No he revisitado la serie, tendría que volver a verla con esos ojos. A ver, seguro que algún detalle machista tiene, y más de un ramalazo habrá, pero yo creo recordar que se hacía un esfuerzo por parte del equipo por ser lo más blancos posible y no lanzar una guerra de géneros. La intención era hacer comedia con una situación de dos familias que se unen, una con una figura materna y la otra con una figura paterna, y ver qué ocurría entre ellos. Y ocurrieron muchas cosas", recuerda Fran, que jura no haber vuelto a ver un solo capítulo de la saga.
Después de Los Serrano, Fran Perea trabajó en varias películas, entre ellas Los managers (2006), Las 13 rosas (2007) y Balada triste de trompeta (2010). Se ha subido varias veces al escenario del Teatro Clásico de Mérida y se ha enfrentado a grandísimos textos como Electra, de Eurípides, o Fedra, de Juan Mayorga.
Ha desarrollado una faceta de empresario teatral con su propia compañía, Feelgood Teatro, fundada en 2013, y es accionista del proyecto Teatros Luchana desde 2015. Ahora acaba de rodar la comedia De perdidos a Río, de Joaquín Mazón, y está en pleno rodaje de la segunda temporada de Kosta, una serie coproducida entre España y Finlandia. "Si todo va bien", anuncia misterioso, "Víctor Elías (30) (Guille, en la serie) y yo estamos preparando algo muy simpático sobre todo esto, es decir, Los Serrano, pero no puedo dar más detalles".
Los Serrano parece haberse beneficiado de una insaciable industria de la nostalgia. A pesar de la gran oferta de nuevas ficciones televisivas, sigue triunfando entre los que alguna vez disfrutaron series con otras facturas, en otros tiempos y otros espacios. La fantasía de volver al pasado funciona entre esta audiencia que está en torno a los 44 años. Lo extraño es que también seduzca a los menores de 24, nativos digitales, hijos del smartphone, de Instagram y TikTok, de la cuarta ola feminista y deudores de una cultura visual con un lenguaje más sofisticado.
Nada de eso parece ser un problema para cantar a gritos una canción donde se envía una postal desde Nueva York que debe tardar casi una semana en llegar a Madrid, o en engancharse a una serie donde la mayor declaración de amor ocurre en un fotomatón. Le pregunto a Fran Perea si cree que Los Serrano es una especie de destino trágico en su vida. Y su respuesta es salomónica: "Hay batallas que no puedes luchar, y si te empeñas en hacerlo, pues peor para ti".
La familia que fue líder de audiencia
Los Serrano, producida por Globomedia, se estrenó en 2003 en Telecinco y estuvo en antena hasta el verano de 2008 con un último capítulo que puso de acuerdo a toda España: era malísimo.
La serie contaba la historia de una familia extendida −un modelo familiar novedoso entonces− fruto del matrimonio de Diego Serrano (Antonio Resines, 67) y Lucía Gómez (Belén Rueda, 56).
Cada uno aportaba sus hijos de anteriores uniones al matrimonio, y entonces salía la fórmula del tema de la serie: uno más uno sumaban siete. Vivían en un barrio imaginario, Santa Justa, situado en la Ribera del Manzanares, en Madrid.
Fran Perea (43) era Marcos, el hijo mayor de Diego Serrano, y autor de la canción. En sus ocho temporadas, la serie fue líder de audiencia en su franja horaria, un prime tardío que reunía a toda la familia a medio cenar frente a la tele.
A lo largo de sus 147 episodios, la serie promedió 5.048.000 espectadores y una cuota de pantalla de 20,9%. Ahora puede verse en FDF y Amazon Prime, donde la describen como una serie donde predomina, y cito: "La guerra de sexos: ellas son neuróticas y sofisticadas; ellos, sencillos, campechanos, cabezotas y un poco machistas". En el momento de su emisión no se hilaba tan fino.