En los laboratorios del Instituto de Ciencias Forenses Luís Concheiro (Incifor) de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) todo el mundo trabaja con sigilo, habla en voz baja, se mueve como una sombra. Mientras uno camina entre sus mesas blancas repletas de frascos con tapas de colores, pipetas y misteriosas máquinas de análisis de muestras sobre las que faenan hombres y mujeres con batas blancas y gorros sanitarios, es inevitable tararear desde el silencio la melodía de Who Are You de The Who.
Este laboratorio, tan convencional en apariencia, es el lugar en el que se cultivan las pistas que después ayudarán a resolver crímenes que llevan años, décadas, guardados en un cajón. Por ello, su equipo, liderado por la prestigiosa catedrática de Medicina Legal Victoria Huidobro Lareu, es conocido en España con el sobrenombre de 'CSI Gallego'. "Aunque la serie es sólo una ficción, podemos decir que, en ocasiones, la realidad la supera", sugiere la experta a EL ESPAÑOL | Porfolio envuelta en un aura misterio.
Hoy el Incifor que coordina es un referente nacional. Ha contribuido a resolver numerosos casos que se han topado con un callejón sin salida. Entre ellos, el de Elisa Abruñedo, asesinada en septiembre de 2013 mientras paseaba por su aldea en Cabanas, A Coruña, y cuyo autor del crimen, Roger Serafín Rodríguez, fue cazado diez años después, en parte gracias a los estudios sobre material genético realizados por los de Lareu.
El Incifor también ha sido una pieza indispensable para conocer más detalles sobre la muerte de Eva Blanco, caso aclarado 18 años después, de nuevo gracias a los estudios genéticos elaborados por la USC, que determinaron el origen magrebí del asesino, Ahmed Chelh, por lo cual pudo ser detenido. Asimismo, el equipo de Lareu ha colaborado en el análisis de los restos de las víctimas de los atentados del 11 de marzo, en el caso de las niñas de Alcàsser, en el de Diana Quer y en procesos de análisis de restos humanos de exhumaciones datadas de la Guerra Civil.
Pero el equipo de 16 personas que completa la doctora, entre los que se encuentran autoridades mundiales como el investigador experto en genética Ángel Carracedo, el genetista británico Chris Phillips o el líder del grupo de Genética de Poblaciones en Biomedicina del IDIS, Antonio Salas, goza, además, de un gran prestigio internacional.
Estados Unidos requirió de los servicios del Incifor para identificar a los autores de los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Noruega los 'fichó' para determinar la inocencia de Viggo Kristiansen, quien pasó 21 años en una cárcel noruega por un crimen que no cometió. Los británicos lo convirtieron en una pieza medular de la Operación Minstead después de que Scotland Yard requiriese del expertise de los gallegos para esclarecer el perfil del violador jamaicano Delroy Grant, quien llegó a cometer hasa 100 abusos en Reino Unido.
"Hemos trabajado en numerosos casos de criminalística biológica a nivel nacional e internacional, muchos de ellos mediáticos, pero a mí no me gusta hablar de eso", explica, huyendo del sensacionalismo, la doctora Lareu. "Hemos tratado casos en los cuales, con la tecnología de ese momento, no se podía obtener información, pero que con el paso del tiempo, con el descubrimiento de nuevos marcadores y el avance de la tecnología, las muestras se han podido interrogar otra vez para obtener nuevas respuestas. Hay casos que llevaban más de 20 años guardados".
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Este tipo de investigaciones complejas son popularmente conocidas como cold cases, 'casos en frío'. Pesquisas difíciles, sin pistas, imposibles, callejones sin salida, laberintos con trampas que bien podrían ser el leit motiv una película de suspense. Y esa es precisamente una de las especialidades del escuadrón de científicos que coordina Victoria Lareu: despejar las incógnitas para que la Policía pueda atar los cabos sueltos de los casos que investiga.
Concheiro y Lareu, almas del Incifor
El Instituto de Ciencias Forenses 'Luis Concheiro' fue oficialmente creado en 1992, aunque lleva realizando labores de investigación y servicios desde 1978, solo que antes de los noventa se conocía a este instituto como 'Instituto de Medicina Legal'. Además de investigar crímenes sin resolver, casos de personas desaparecidas o agresiones sexuales, ha ofrecido siempre una amplia cartera de servicios, que van desde el análisis de restos arqueológicos hasta peticiones de clientes privados que buscan analizar, por ejemplo, casos de paternidades o relaciones de parentesco.
La institución le debe su nombre a Luis Concheiro Carro, catedrático de Medicina Legal de la USC, una de las máximas autoridades en materia forense de España. De hecho, fue él quien sentó las bases de la biología forense en nuestro país. Tampoco se queda atrás el expertise de la catedrática de Medicina Legal y forense Victoria Lareu Huidobro, que en noviembre de 2021 recibió el premio María Josefa Wonenburguer con el que la Xunta de Galicia galardona a mujeres gallegas que destacan por su contribución al área de las ciencias y la tecnología.
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"Estudié medicina en la USC y comencé a hacer mi tesis doctoral en Genética Forense, donde comprobé que me gustaba el laboratorio y la investigación, sobre todo aquella que se podía a aplicar para resolver casos y, por tanto, generar una transferencia directa a la sociedad", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio.
"Una vez que concluí mi tesis doctoral, realicé estancia de investigación el Instituto de Medicina Legal de Coimbra (Portugal), en el London Hospital y en el Forensic Science Service del Reino Unido. Concluidas mis estancias de investigación, opté a una plaza de profesora en la facultad de medicina de la USC, donde soy catedrática de Medicina Legal".
Criminalística de vanguardia
"En los casos en los que no hay ningún sospechoso para comparar [con las bases de datos] mediante análisis genético, analizamos marcadores que nos informan sobre el origen biogeográfico, el color de la piel, el color del pelo o de los ojos de la persona que ha dejado la muestra biológica. Utilizamos marcadores epigenéticos mediante los cuales podemos determinar la edad de dicha persona".
Si la muestra está bien conservada y el ADN mínimamente íntegro, no suele haber problemas para analizarlo, explica la doctora. "Nosotros trabajamos con marcadores genéticos muy pequeños como los STRs (Short Tandem Repeat) y SNPs (Single nucleotide polimorphism), que nos dan resultados en muestras muy degradas y antiguas. También tenemos otros marcadores como la secuenciación del ADN mitocondrial. Este ADN, por ejemplo, puede estar bastante íntegro aunque las muestras tengan años. Así podemos obtener resultados, aún en situaciones muy desfavorables para la conservación del ADN".
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El paso del tiempo y dónde se encuentre la muestra (por ejemplo, a la intemperie, enterrada en una fosa, en un laboratorio) influye para que el ADN se degrade más o menos. Una muestra con un ADN totalmente degradado no daría ningún tipo de información, mientras que otra que se haya conservado, aunque mínimamente, puede ser objeto de investigación. Esa es la especialidad del Incifor.
"Cada caso de criminalística es diferente y depende mucho del estado de las muestras, del caso, de lo que nos solicite el juez o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado", continúa la doctora Lareu. "Esta parte de la investigación nos ha puesto a la vanguardia de la genética forense a nivel mundial gracias a un equipo de científicas y científicos que nos dedicamos intensamente a la investigación. Con estas metodologías analizamos casos complejos que en ocasiones no se realizan en otros laboratorios".
"Normalmente, con la solicitud del análisis recibimos las muestras, que son registradas y etiquetadas. Seguidamente, comprobamos y estudiamos las muestras para ver cómo abordar el caso según la solicitud de los análisis, después de lo cual elegimos los marcadores genéticos que debemos estudiar y la tecnología a aplicar. Cuando tenemos los resultados, hacemos un análisis estadístico y emitimos un informe. Una vez emitido, nos pueden solicitar desde el juzgado la asistencia al juicio como peritos para informar sobre los análisis, los resultados y las conclusiones obtenidas".
El Incifor, explica la doctora, se divide en diferentes unidades específicas de investigación, como Toxicología Forense, Toxicología Clínica, Genética Forense y Patología Forense. Por eso, entre las filas del Incifor trabajan expertos en medicina, en biología, en química, en farmacia, en biotecnología y en matemáticas, además de varios técnicos de laboratorio. Un total de 16 personas, incluyendo doctores y contratados para investigaciones. Ninguno de los cuales, cabe resaltar, tiene autoridad policial. Sólo son científicos al servicio del Estado.