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La antigua gesta se ha transmitido a cuatro generaciones de la familia Sevillano, relegada ya a batallita, pues la historia, Guerra Civil de por medio, la sepultó bajo el peso de los años. La nueva epopeya, recentísima, ha salido en todas partes, al concluir la misión 'Pacific Skies', en la que el Ejército del Aire Español ha concluido con éxito su participación en dar la vuelta al mundo en Eurofighter. Uno de los pilotos, Fernando Rojas Sevillano, comandante en la Base Aérea de Morón de la Frontera, ha sido uno de los participantes. Ha recorrido más de 400.000 kilómetros en 56 días. 

En la familia Sevillano-gaditana- hay en estos días orgullo, pero no solo de ahora: lo hay desde hace casi 100 años, recordando el extraordinario viaje del entonces capitán José Sevillano, tío bisabuelo de Fernando. A lo Lawrence de Arabia, se embarcó en una misión para viajar a Oriente, y negociar y adquirir sementales y yeguas magníficas a las tribus nómadas. Recorrió en coche, tren, caballo y camello Egipto, Palestina, Líbano, Siria y Turquía; se entrevistó con reyes, príncipes y nobles, atravesó desiertos, pernoctó con las tribus... y trajo a España 20 ejemplares para refrescar la sangre de la Yeguada Militar.

Fernando Rojas Sevillano es comandante del Ejército del Aire y piloto. "Realmente yo, más que piloto, lo que quería ser era militar. Me viene por mi tío Pedro y por la familia de mi madre, Pilar Sevillano". Y también, por las historias del abuelo Pepín. "El año de mi preparación era todavía por oposición. Al aprobarla, fue cuando me dije: Aire. No sabía tampoco que iba a ser piloto. Era el año 2006". 

Lleva 19 años siendo militar en una familia vinculada desde siempre a lo castrense. "Yo claro que conocía la historia de José. Me la contaba mi abuelo Pepín". Pepín, militar del Cuerpo de Ingenieros... quien también fue espía. El hombre, de memoria prodigiosa, ya contó su historia en EL ESPAÑOL | Porfolio. Aquel José Sevillano aventurero era el hermano de su padre, y Pepín, el responsable de preservar la poca documentación existente ya en la familia sobre aquella expedición de 1927.

La trayectoria de Fernando es impecable. Ha estado destinado en Alemania durante 4 años con la Luftwaffe prestando servicios de cooperación entre las fuerzas aéreas de España y Alemania en el ámbito del sistema Eurofighter. Por ello, hace seis meses recibió, de manos de la embajadora de Alemania en España, Maria Margarete Gosse, la Cruz de Honor de la Bundeswehr en plata, por los servicios excepcionales que prestó. 

Luego fue seleccionado para participar en el ejercicio Pacific Skies 2024, un despliegue sin precedentes de las fuerzas aeroespaciales de Alemania, Francia y España que ha dado la vuelta al mundo. Él es comandante del Ala 11, con base en Morón de la Frontera. A principios de junio salieron de la base de Albacete y recalaron en la base alemana de Noverning, en Colonia. La meta, después de más de dos meses, ha sido en India, en la base de Sulur. También ha participado en ejercicios, como el Artic Defender en Alaska, el Pitch Black en Australia o Ely Tarang Shakti en la India.  Asimismo, han hecho paradas logísticas en Japón, Filipinas o Malasia.

Uno de los 'eurofighters' españoles que han participado en la vuelta al mundo.

Uno de los 'eurofighters' españoles que han participado en la vuelta al mundo. Defensa

"La expedición ha sido una pasada, ha sido algo indescriptible. Estamos acostumbrados a hacer ejercicios, pero la vuelta al mundo no se había hecho nunca. Los ejercicios, en cooperación, han sido también una gran experiencia. He estado en el de Australia, y he de decir que personal y profesionalmente ha sido muy enriquecedor. Normalmente, colaboramos con otros países del ámbito de la OTAN, y en esta ocasión hemos salido de ese marco".

España ha desplegado cuatro C-16 (eurofighters), dos de la Base Aérea de Albacete y dos de la Base de Morón; dos A400 de la Base de Zaragoza y un A330 de la Base de Torrejón de Ardoz. España ha aportado 11 aeronaves, y entre Alemania y Francia, 34. En cuanto a personal, han sido 240 participantes y 37 pilotos. Regresaron a mediados del mes de agosto, cumpliendo el objetivo de demostrar el poder aéreo europeo, tanto desde el plano militar como en el diplomático.

El comandante Rojas Sevillano, departiendo con un mando alemán.

El comandante Rojas Sevillano, departiendo con un mando alemán. Defensa

Ha habido cooperación y anécdotas, como la de la necesidad de cambiar la turbina de uno de los Eurofighter, dañada al chocar contra un ave en el trayecto hasta Alaska. La avería hacía que fuera imposible que cubriera las más de siete horas de vuelo hasta Japón. El contingente español tenía uno de respuesto... en Australia.

Para poder continuar el viaje, la Luftwaffe alemana les prestó una turbina, que precisó además de que aquel componente se fuera compatible, para transmitir datos, con el sistema español. La turbina alemana se usó óptimamente para llegar a Japón y continuar otras nueve horas de vuelo hasta Australia, donde se cambió por la española.

La aventura de José, tío bisabuelo de Fernando, no contó con tal nivel de logística y personal. "Lo que hizo fue impresionante", detalla Alejandro Zambrano Sevillano, sobrino nieto de José. El hombre falleció, como coronel retirado, en su localidad natal, San Fernando (Cádiz), en 1963.

La investigación

Alejandro es médico traumatólogo y también amante de los caballos. Creció oyendo aquella historia maravillosa que le contaban de pequeño. "Mi tío Pepín me trajo la memoria de aquel viaje que escribió José a su regreso de Oriente", manuscrita de su puño y letra. "Iba sin fechas, por lo que me puse a investigar. Logré localizar archivos dando detalle de todos los caballos que se trajo de aquel viaje, incluidas las fotos; consulté su hoja de servicios, y lo reestructuré todo".

Alejandro Zambrano Sevillano, con un ejemplar del libro que escribió sobre el viaje al desierto de su tío abuelo.

Alejandro Zambrano Sevillano, con un ejemplar del libro que escribió sobre el viaje al desierto de su tío abuelo. E.E.

Con la historia completa, escribió un libro: 'Comisión a Oriente (1927): Un viaje por Egipto, Palestina, Líbano, Siria y Turquía en busca de caballos de pura raza árabe para la Yeguada Militar de Jerez de la Frontera'. Posteriormente incluso lo publicó traducido al inglés, "porque daba muchos detalles que en el ámbito hípico anglosajón les era muy interesante, y porque me lo pidieron expresamente", explica.

En aquella época el caballo no se destinaba al deporte o a actividades de recreo. Era un bien de primera necesidad, imprescindible para el transporte, la agricultura o la guerra. Y en aquella época, "las desamortizaciones, la proliferación de crías de mulos y la disolución de los Depósitos de Sementales, entre 1835 y 1841, hicieron que el sector del caballo estuviera en situación de vulnerabilidad", detalla el libro. Ante esto, el Estado reactivó el Depósito de Sementales y reorganizó el servicio de Cría Caballar. Y en 1897, creó la Yeguada Militar, con sedes en Córdoba y en Jerez de la Frontera. 

En aquellos años de escasez de caballos, el censo de ejemplares de pura raza árabe era nimio. Por tanto, la reproducción era nula. No había posibilidad de adquirirlos en España. A finales del siglo XIX, los registros recogían la existencia de menos de 20 ejemplares. Por ello, España, como otros países europeos, comenzó a organizar misiones para ir a Oriente a adquirir caballos, en lugar de comprarlos a otros países, como Francia, que lo que hacía luego era revender los que habían comprado en Oriente.

José Sevillano, a lomos de un caballo, en una imagen tomada en 1925 en La Cartuja.

José Sevillano, a lomos de un caballo, en una imagen tomada en 1925 en La Cartuja. Cedida

En 1916, José Sevillano tenía 31 años, y estaba destinado en la Yeguada Militar de Córdoba para prestar servicio en la sección de yeguas árabes. En 1918 pasó en comisión de servicios a la de Jerez y ascendió a capitán de Caballería. Tras un corto paso por Lanceros de Villaviciosa, entre 1920 y 1930 estuvo destinado en la Yeguada de Jerez. Fue ahí donde, en 1926, con 41 años, es enviado el 27 de octubre de 1926 a Oriente para comprar sementales y yeguas. El viaje culminó el 11 de febrero de 1927. 

Así, con un presupuesto de 200.000 pesetas, la comisión, presidida por el coronel Francisco Javier Nanetti, viajaron por tierra a Marsella, donde embarcaron en el vapor Canadá rumbo a Alejandría. Desde allí fueron a El Cairo, al coincidir la temporada de invierno de carreras de caballos. "Tras inspeccionar las cuadras de algunos criadores, no compraron nada", explica Alejandro en su libro. Revisaron más de 400 ejemplares, pertenecientes al príncipe Muhammad Ali, el mismísimo rey de Egipto o los del príncipe Kemal. 

Las aventuras

En sus notas, José Sevillano detalla que les llamó la atención un ejemplar, llamado Derra, perteneciente al Rey de Egipto. "No lo vendía a ningún precio. Solo si, se nos hizo saber, si el tal caballo era para las cuadras de nuestro rey". En tal caso, "éste, con mucho gusto, nos sería regalado".  

Atravesaron el canal de Suez y se dirigieron a Palestina, donde le dieron permiso para visitar Jerusalén. Pasaron por Haifa y recalaron en Beirut, donde alquilaron dos vehículos Dodge con los que recorrieron las pistas que los internaron en el desierto sirio. Fueron 120 kilómetros hasta Damasco, donde tuvieron contacto con las primeras tribus beduinas, como la Jebel Drus. "Carecen estas tribus en absoluto de bienes inmuebles, y su única riqueza la constituyen el carnero y el camello. Su constante ilusión, el caballo", dejó escrito José Sevillano en su resumen de la epopeya. 

De Damasco recalaron en Palmira, donde hicieron aprovisionamiento de armas y se internaron en el desierto, en busca de las tribus "de los Beni-Khaled y los Sbaa". Visitando la primera tribu le echaron el ojo a una yegua "torda, de pequeña alzada, pero con una cabeza tan netamente árabe, un tórax tan amplio y unas extremidades tan potentes, que pronto nuestro entusiasmo se exalta".

"Quienes sois y a que venís", les espetó el jefe beduino, con "rasgos fisonómicos y modales... todo en fin denota su distinción". Tras invitarlos a comer, y contarle el motivo de la visita, les presentó una veintena de yeguas, algunas traídas de propietarios beduinos pertenecientes a su tribu, a más de 50 kilómetros.

El mapa de la ruta que siguió la expedición de José Sevillano  para adquirir caballos árabes.

El mapa de la ruta que siguió la expedición de José Sevillano para adquirir caballos árabes. Alejandro Zambrano Sevillano.

"Ansiosos esperábamos la nuestra, con la que deseábamos inaugurar nuestra compra, pero fue en vano". Al final se la requirieron: la respuesta fue que no querían vendérsela. "A nuestro intérprete le pedimos que le dijera al jefe que, si conseguía que nos la vendiese (su propietario), le regalábamos 10 escopetas". La yegua se llamaba Beni-Khaleh y la pudieron comprar, entregando las diez escopetas, en el viaje de vuelta, pues encontraron a la tribu nómada a 200 kilómetros del primer encuentro. 

Hay más anécdotas. Como la de Arrakan, jefe beduino de los Sbaa, quien cierta noche "bajo su tienda, y haciéndonos el honor de un té, nos refirió orgulloso la última razia de 800 camellos a otra tribu. Poco tiempo después nos preparaba un lecho de descanso y en el que durante la noche nos vigilaba con sus esclavos, armas al brazo, para que nuestro sueño no fuera turbado".

La hospitalidad y el carácter beduino los ilustró perfectamente en el documento: Al no comprarle a Arrakan ninguna yegua, "exclamaba muy dolorido: Acaso no compráis estas yeguas porque no os parecen  buenas; si es así, yo os regalo las mías y os ruego que las aceptéis". Fue el mismo "que más tarde nos sirviera de guía para buscar a la tribu de los Addadines, separándose de la suya 250 kilómetros".

El éxito

Luego atravesaron el desierto, "llegando hasta el Eúfrates, una barbaridad", detalla Alejandro. En la ciudad de Dier er- Zor adquirieron, el 7 de diciembre de 1926 y por 24.120 pesetas, a Deiro, un caballo semental nacido en 1916 en el seno de la tribu de Agdedat. Ya en España, el ejemplar tuvo 16 hijos.

La expedición regresó a Palmira y de ahí a Beirut, donde encontraron a Marouf. Partieron de Beirut y se dirigieron al norte, hacia Alepo, Rakka, Trípoli y Homs. Allí, en Homs, compraron otras dos yeguas y tres caballos. Así, hasta 20 ejemplares, entre sementales y yeguas, dos de ellas preñadas, agotando así el presupuesto de 200.000 pesetas.

Los animales viajaron en vagones separados hacia el puerto de Beirut y embarcaron, en dos tandas, en dos vapores hacia Marsella. Tras unos días de descanso, recalaron en Jerez de la Frontera. Pese a la duración del viaje, en pleno invierno y con nieve, no murió ningún ejemplar. "Fue un éxito, comparado con los resultados de la expedición francesa del año anterior, en el que murieron por el camino el 30% de los caballos", puntualiza Alejandro Zambrano Sevillano. 

"Es una pena", ultima Fernando Rojas Sevillano, el piloto que ha circunvalado el mundo, "que no tengamos un Hollywood en España. Lo que hizo ese hombre no tiene comparación con lo que hemos hecho ahora: internarse en el desierto, sin GPS, sin nada...". ¿Los resultados de aquella gesta? El número de caballos árabes en España se multiplicó por diez en los siguientes 25 años.