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Late una paz sagrada en los verdes encinares que acunan El Castañar, la histórica finca que los Finat y de Bustos ostentan en los montes de Toledo, a pocos kilómetros de Mazarambroz. Cinco mil hectáreas de entorno salvaje habitado por linces ibéricos, águilas imperiales, cigüeñas negras, zorros y garduñas entre los cuales, como un fugaz recuerdo de otra era, se pasea, apoyado en su bastón de madera, el patriarca de la familia, don José, más conocido por el noble título que atesora su linaje desde tiempos de Felipe II: el Duque de Pastrana91 años de experiencia lo han majado por fuera, curtiendo su piel con una rugosa autopista de recuerdos, pero por dentro aún aúlla el espíritu de aquellos ancianos que han comprendido que para superar la centuria deben mantener en constante estímulo tanto el cuerpo como la mente.

Sorprende que en el corazón del árido paisaje de esta Meseta Cristalina en la que cazaron el rey Juan Carlos y Franco se erija, tan noble como extemporáneo, su actual residencia, un ciclópeo palacio de reminiscencias escocesas, hoy declarado Bien de Interés Cultural. En su fachada ondean dos banderas de España. Dos perros uniformados con la rojigualda, Pascual y Pepa, chuchos callejeros admitidos como ilustres mascotas del ducado, salen a recibir a los invitados. Los sigue Darío, el mayordomo de la casa, que abre la puerta de la mansión engalanado en una chaqueta color esmeralda.

Ya en el recibidor de este silencioso alcázar de remembranzas heráldicas destaca un gigantesco telar colgado de un antepecho con el escudo del ducado de Baviera; a la izquierda brilla una predela perteneciente a un retablo de iglesia que hoy ha sido transformada en biblioteca; más allá asoma un viejo salón de baile que la esposa del duque, Aline Riva de Luna, ha convertido en una sala para tomar el té; un imponente óleo sobre lienzo de Federico Madrazo inmortaliza a Felipa de la Quintana, primera dueña de la finca; completan el escenario un sinfín de cuadros, de Valdés Leal, de Luca Giordano, de Álvarez de Sotomayor, cientos de enciclopedias, tafetanes y otros ornatos que, todas las noches, sollozan a través de las crujientes melodías que componen la sinfonía nocturna de las casas solariegas. Hasta hay un fantasma llamado Carrobles que, cuentan, pertenece a un obrero que murió aplastado por una piedra mientras construía el edificio.

José Finat y de Bustos, duque de Pastrana, durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio en su palacio de El Castañar.

José Finat y de Bustos, duque de Pastrana, durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio en su palacio de El Castañar. Rodrigo Mínguez E. E.

Los libros de historia sugieren que el abuelo del actual inquilino, José Finat y Carvajal (1872-1942), marqués de Terranova, Gran Gruz de la Orden de Isabel la Católica y gentilhombre del rey Alfonso XIII, mandó erigir este edificio para honrar al monarca e invitarle a cazar. Fue diseñado por el arquitecto madrileño Joaquín Saldaña y López y construido entre 1904 y 1909 a imagen y semejanza de Abbotsford House.

"Saldaña, que estaba muy de moda en Madrid porque había construido los palacetes de la Castellana, hoy todos bancos, le presentó a mi abuelo unos proyectos que se inspiraban en el castillo escocés de Walter Scott y en los chateaux del Loira", explica José Finat y de Bustos (1932), actual duque de Pastrana. "Mi abuelo era un hombre rico, de cultura más bien afrancesada, de esa gente que prefería ir a tomar las aguas de Vichy en vez de ver los toros", ríe el patricio.

El líder de la casa ducal aguarda para la entrevista sentado frente al imponente jardín del palacio. Tiene las piernas cruzadas, viste un jersey azul que cubre una camisa blanca anudada por una corbata roja y en los puños de sus mangas destacan unos gemelos de pigmentos rubíes pertenecientes a la orden de Constantino. El duque reposa, reflexivo, sobre una butaca de madera negra, de cuyo reposabrazo cuelga su bastón; tiene un ejemplar del periódico ABC entre las piernas, una copa de vino blanco dulce a medio beber sobre la mesa y, a su lado, un libro de mecánica cuántica.

Preguntado por el contraste entre los libros de heráldica del salón principal y el texto de ciencia que lee, el duque de Pastrana asegura que es fruto de su curiosidad innata. Quizás sea este el secreto de su longevidad. "Me refresca la memoria. Además, como católico, apostólico y diría que hasta romano, estoy convencido de que a Dios se le encuentra mediante la ciencia. Lo explica bien mi amigo Ramón Tamames en su libro Buscando a Dios en el universo. Aunque él es de origen poco piadoso, porque fue diputado comunista, hoy, que se ha vuelto más conservador que nadie, llega a la conclusión de que todo este tinglado lo tiene que haber hecho alguien. De lo contrario, ¿qué leches pasó antes del Big Bang?".

El Español entrevista al duque de Pastrana en el palacio de El Castañar Rodrigo Mínguez

Nobleza obliga: el ducado de Pastrana

José Finat y de Bustos es el legítimo heredero del ducado de Pastrana desde 1995, fecha en la que su padre, José Finat y Escrivá de Romaní, embajador de Franco en la Alemania nazi y alcalde de Madrid entre 1952 y 1965, falleció a los 91 años. También ostenta el título de marqués de Corvera, el primero que adquirió. Tiene cinco hijos: Rafael Finat, conde de Mayalde; María Blanca Finat y Riva, condesa de Oliveto; Aline Finat y Riva, condesa de Villaflor; Casilda Ángela Finat y Riva, marquesa de Campotéjar hasta 2024, cuando le cedió el título a su hijo, Francisco de Paula López de Carrizosa y Finat; y José María Finat, conde de Finat. Además, tiene dos hermanos, uno mayor, Rafael, que falleció ahogado tras un accidente mientras cazaba patos en el Tajo, y otro menor, Fernando, marqués de Salinas del Río Pisuerga, con quien aún se ve de forma asidua.

"Gracias a Dios, somos una familia muy longeva y yo he tardado en heredar. La mejor ventaja que tiene ser duque es que, todos los años, eres el hermano mayor de la Almudena en una procesión", bromea el noble, y hace sonar una fuerte carcajada. "A nivel práctico, ya no supone nada. Antes sí, porque eras dueño de un concejo entero. Pero hoy sólo vale para pagar los derechos reales. Estoy de acuerdo con las tradiciones, pero eso de que me llamen excelencia me toca un poco las narices. Si mantenemos los títulos nobiliarios es por pura tradición familiar".

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Unos títulos que, recuerda, emanan del poder absoluto de la monarquía del siglo XVI, concretamente del año 1572 y de la mano de Felipe II. "Había un muchacho portugués, mi antepasado, Ruy Gómez de Silva, que vino a España como paje de la emperatriz Isabel de Portugal, consorte de Carlos V. De niño jugaba mucho con Felipe II. Cuando este ascendió al trono, a Gómez de Silva lo hizo príncipe de Éboli, lo que le convirtió en un asesor muy importante de la corte. Durante el conflicto con los Países Bajos, él representaba el espíritu de consenso y diálogo, mientras que la otra facción, capitaneada por el duque de Alba, era combativo y quería cortarles el pescuezo a los holandeses. Éboli y Alba estaban enfrentados, con la diferencia de que uno de los dos era duque. Para que pudieran hablar de 'tú a tú', Felipe II hizo a Éboli duque de Pastrana".

Numerosos apellidos de origen noble, como los Díaz de Vivar de Silva y Mendoza, los Álvarez de Toledo o los Alcántara Térrez-Girón y Beaufort Spontin, han formado parte del linaje del ducado de Pastrana a lo largo de los siglos, y aunque el nombre de la casa ducal provenga de un municipio español de Guadalajara, donde se encuentra el Palacio Ducal de Pastrana, los Finat y de Bustos ya no tienen propiedades. Además de sus tierras en los montes de Toledo, sólo les queda una finca en Segovia, donde pasta un poco de ganado acechado por el lobo.

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"Hubo un duque de Pastrana que murió sin descendencia y dejó su patrimonio inmobiliario a los jesuitas, por lo que el palacio de Guadalajara acabó siendo propiedad de la Iglesia. Yo nunca lo conocí". Por su parte, las 5.400 hectáreas de la finca de El Castañar en la que se desarrolla el encuentro con EL ESPAÑOL | Porfolio son propiedad de su familia desde 1850. Hace décadas, estos montes toledanos los poblaban centenares de personas y había hasta un colegio con cuarenta niños; hoy sólo quedan veinte trabajadores que laboran las tierras del duque y forman parte del servicio del palacio, que incluye a un equipo de jardineros y a sus mayordomos.

"Esto perteneció a los templarios. Cuando se deshizo la Orden del Temple, el rey de Castilla donó estas tierras a unos señores de Toledo que se apellidaban Palomeque. Llegaron a ser de la orden de Calatrava y, después, las compró el conde de Mora, de la Casa de Rojas, que hizo de este lugar una villa. Mi tatarabuelo, un vizcaíno que había hecho las Américas, lo compró hace casi dos siglos. De ahí viene nuestra vinculación a la finca El Castañar. El primer dueño titulado fue mi bisabuelo, el conde de Casal".

José Finat y de Bustos es duque de Pastrana y expresidente de la diputación provincial de Toledo entre 1971 y 1977.

José Finat y de Bustos es duque de Pastrana y expresidente de la diputación provincial de Toledo entre 1971 y 1977. Rodrigo Mínguez E. E.

Un noble pensionista feliz

Al contrario de lo que suele dictar el prejuicio popular, pertenecer a la alta nobleza no ha eximido jamás a José Finat y de Bustos de trabajar. Al contrario, afirma, no sin cierto orgullo, que llegó a ser director de la división de productos químicos industriales de la farmacéutica alemana Schering AG, desde 2011 renombrada como Bayer Healthcare: "Trabajé durante décadas, con lo que pagué la educación de mis hijos. Es cierto que mi familia y la de mi mujer contribuyeron, pero yo tengo cotizados 44 años y hoy puedo decir que soy un pensionista muy feliz". 

Su carrera no ha estado vinculada sólo a la ciencia. Entre 1971 y 1977, José Finat y de Bustos pasó a ser consejero técnico de la farmacéutica para poder embarcarse en un periplo político de seis años de duración. Corrían las postrimerías del franquismo y los primeros años de la Transición. El entonces gobernador civil regional lo eligió para presidir la diputación provincial de Toledo. Anteriormente, Finat y de Bustos ya había sido, entre 1964 y 1970, diputado provincial por Madrid.

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"Me ofrecieron el puesto de presidente y mi padre, que también había sido diputado de la CEDA durante la Segunda República, me aconsejó que aceptara. Me liaron sin yo buscarlo. Había formado parte de una empresa de piensos compuestos para ganado, y eso me daba cierta cultura en el tema, porque por aquel entonces tenían un problema con el sindicato de ganaderos. Estuve seis años. Cogí la diputación y, como entonces la Seguridad Social no atendía ni a los locos ni a los ancianos, hicimos un manicomio nuevo, mejoramos el hospital provincial y creamos un hogar de ancianos. Cuando lo dejé, los 200 pueblos de la zona tenían agua y alcantarillado".

Tras caer la dictadura, Finat y de Bustos se presentó en la lista de Alianza Popular por la circunscripción de Toledo. Eran las primeras elecciones democráticas. Año 1977. Sin embargo, el actual duque no consiguió ningún escaño, por lo que abandonó la política y volvió a El Castañar para trabajar con su padre. "Los toledanos me echaron, así que empecé a ocuparme de las ovejas y de los cerdos. No de la ganadería brava, porque mi padre odiaba que la llevara yo. Reconozco que he sido de todo en esta vida, pero no he brillado en nada especial".

José Finat y de Bustos, duque de Pastrana, durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio en su palacio de El Castañar.

José Finat y de Bustos, duque de Pastrana, durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio en su palacio de El Castañar. Rodrigo Mínguez E. E.

Vista de una de las estancias del palacio de El Castañar, propiedad del ducado de Pastrana.

Vista de una de las estancias del palacio de El Castañar, propiedad del ducado de Pastrana. Rodrigo Mínguez E. E.

PREGUNTA.– ¿Cómo ha cambiado España desde aquellos años en los que usted era presidente de la diputación provincial? ¿Qué análisis hace tras casi cinco décadas alejado de la política?

RESPUESTA.– A mí no me gusta esta política. Pensar que hemos cambiado a un señor que vivía en El Pardo, que había ganado una guerra, por un partido político como el que tenemos ahora... Hoy resulta que, si gana las elecciones, el PSOE puede controlar a los jueces, a los tribunales, y nadie puede discutirle. Y, si gana el PP, pasa lo mismo. Yo, naturalmente, nunca voto a los socialistas. Es más, en mis tiempos estuve afiliado al Movimiento Nacional. Eso ya no existe, ni creo en ello, pero debo decir que no me gustan los partidos como están planteados en España.

P.– ¿Algún modelo particular al que se esté refiriendo?

R.– El modelo anglosajón, donde los representantes sí hablan por la ciudadanía y tienen que cantar la gallina cada vez que se presentan. A los políticos de aquí no les importamos tres pepinos. Además, en mi tiempo, los políticos 'menores' no cobraban. Yo nunca recibí nada por mis 6 años en la diputación. Mi padre, que fue 13 años alcalde de Madrid, tampoco. Sólo teníamos una pequeña cuantía por gastos de representación, e iba en función del presupuesto.

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P.– Sin embargo, la calidad del debate político se ha deteriorado. La moderación ha sido sustituida por la confrontación y la pataleta. Mire la carta de Sánchez de hace unas semanas...

R.– Prefiero no hablar de estos temas para no meterme en líos. Sólo diré que lo de la carta no me sorprendió en absoluto porque el presidente del Gobierno nos tiene bien acostumbrados a hacer unas cosas y las contrarias al mismo tiempo y a mentir con cierta frecuencia. Nunca creí que fuese a dimitir. No está en su naturaleza. Él sólo ha querido martillar bien a los suyos, pegarles un susto. Quiero recalcar con esto que no tengo nada que ver con el señor Sánchez. Al único que conozco y estimo es a Emiliano García-Page. Es un personaje estupendo. Si no votase a Isabel Díaz-Ayuso en Madrid, lo haría por él.

P.– Tengo entendido que tanto Juan Carlos I como Franco venían a cazar a esta finca. De hecho, el exmonarca cazó aquí su primer trofeo de caza mayor.

R.– Sí, Juan Carlos cazó aquí su primer su primer jabalí cuando todavía era un niño. Vino a una montería, aunque a él luego no le han gustado mucho, pero sí las perdices. Ha venido varias veces invitado por mí. Le tengo mucho afecto, y es una lástima todo lo que le está pasando. Me da pena que, de repente, por lo que sea, ya sabes, esté exiliado. Y, sobre Franco, él venía mucho a cazar perdices invitado por mi padre. Lo recuerdo como un señor muy afable pero hierático, bastante serio, aunque tampoco mantuve mucha relación con él.

José Finat y de Bustos (i), duque de Pastrana, y su hijo Rafael Finat (d), conde de Mayalde, frente al palacio de El Castañar.

José Finat y de Bustos (i), duque de Pastrana, y su hijo Rafael Finat (d), conde de Mayalde, frente al palacio de El Castañar. Rodrigo Mínguez E. E.

Herederos, cazadores, ecologistas

Darío, el mozo áulico, sirve, con unos refulgentes guantes de seda, una cuidada fuente de plata con chorizo, salchichón y jamón ibérico confeccionados en El Castañar por los hijos del duque, Rafael y José María, hoy 'rancheros' al frente del sello El Atillo y de la ganadería Conde de Mayalde, también criadora de toros bravos. Pascual y Lola, hasta ahora apaciblemente dormidos, dan un respingo y rompen la paz celestial del jardín con sus ladridos nerviosos. Pisca, una pequeña jack russell de dos años, entra en escena. "¡Callad, hombre, que es mi perra!", les arenga Rafael Finat, quien aparece acompañado por su hermano José María.

Tras un cordial saludo, el primero, conde de Mayalde, se suma a la conversación, mientras el segundo, conde de Finat, fotógrafo apasionado y hombre de pocas palabras, como buen artista que prefiere departir con el mundo a través de la imagen, se pierde entre los arbustos que forman el dédalo de setos y árboles del parterre de palacio. Su hermano, ya sentado, saborea una copa de vino tinto. Sobre los largos pinos y cipreses sobrevuela un gigantesco águila imperial. El duque asegura que, algunas tardes, cuando pasa largas horas leyendo sobre historia o cuántica en el jardín, se le ha aparecido, frente a frente, algún lince ibérico. En El Castañar hay muchos. En 2014, explica Rafael, arrancaron un proyecto LIFE para reintroducirlo. "Hicimos varias sueltas y hoy tenemos a 7 u 8 hembras reproductoras y a otros 4 machos adultos".

José Finat y de Bustos, duque de Pastrana, señala la cabeza de un jabalí, trofeo de caza mayor.

José Finat y de Bustos, duque de Pastrana, señala la cabeza de un jabalí, trofeo de caza mayor. Rodrigo Mínguez E. E.

Para cualquier animalista, ese espíritu conservacionista contrastaría con que esta finca haya sido, históricamente, un predio eminentemente dedicado a la caza. De hecho, tanto en las paredes del palacio como en los alojamientos rurales que gestionan los condes de Mayalde y Finat hay decenas de trofeos de caza mayor: desde jabalíes, ciervos, corzos, gamos y muflones hasta cabras montesas y una piel de leopardo. "Yo soy ecologista y cazador. No son incompatibles. Simpatizo con los animalistas, pero siempre que me dejen en paz", asegura el duque.

"Hoy tenemos la caza como un negocio", continúa su hijo, Rafael Finat, futuro heredero del ducado de Pastrana cuando su padre ya no esté. "Está muy regulada, pero es necesaria: hay demasiada densidad de ciertos animales y dañan el medioambiente. Creo que parte del problema del campo hoy son los animalistas. Es muy distinto a ser ecologista. Los animalistas no quieren eliminar las cotorras, ni quitar a los gatos asilvestrados, ni acabar con la plaga de cabras que está destrozando Pedriza. No quieren que haya toros, cuando es la mejor explotación para el medio ambiente. Han visto mucho Disney de niños. Es una ideología urbanita".

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"Creo que la nueva lucha de clases se traduce en un enfrentamiento entre el campo y la ciudad", continúa Rafael mientras da sorbo a su copa. "Los ecologistas de verdad no están en contra de la caza: quieren que haya águilas imperiales, linces, que exista un equilibrio, sin plagas. Ahora, en los parques naturales, como el de Cabañeros, está prohibida la siembra, la caza y el ganado, cuando eso beneficia la vida. Sin ello, se llena todo de monte, como un herbazal, con superpoblaciones de ungulados que lo destrozan todo".

"Nos van a acabar echando", asegura, evasivo, místico, José María Finat, quien se acerca de nuevo mientras le da una larga calada a un cigarrillo. Es conde, sí, pero también ganadero. Sus manos curtidas revelan lo mucho que ha trabajado la tierra. "Cada vez nos lo ponen más difícil. Un ternero vale lo que hace 30 años. Todo sube mientras el trigo lo traen de Marruecos. ¿La España vaciada es un invento? No. Es gente que no puede vivir en el campo. La culpa es del sistema. La globalización. A Sonseca, un pueblo que está aquí al lado, lo llamaban 'la pequeña Cataluña' porque tenía una de las rentas per cápita más altas de Europa. Se dedicaban al zapato y al mueble. Hoy están arruinados porque han venido los chinos, que tiran los precios. Ya no podemos competir. El sistema es imparable, y todo es por culpa de la maldita pasta".

Rafael Finat, conde de Mayalde, durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio.

Rafael Finat, conde de Mayalde, durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio. Rodrigo Mínguez E. E.

José María Finat, conde de Finat, comprueba su lista de correos electrónicos.

José María Finat, conde de Finat, comprueba su lista de correos electrónicos. Rodrigo Mínguez E. E.

Rafael Finat toma la palabra mientras ultima su caldo: "La gente como nosotros se dedica al campo, aunque mucha gente no lo ve así porque tenemos títulos". Hace un parón. Masca y piensa mucho las palabras antes de escogerlas. No tiene la apariencia de aquellos aristócratas retratados por el cine y la literatura. Lleva botas de faenada, un chaleco verde militar y un apagado jersey marrón. Mira al infinito mientras rasca la cabeza a su perra Pisca. "Lo del lujo y la nobleza es cosa de antes. Hay de todo, y eso incluye a gente con dinero, pero también a nobles arruinados sin un duro que ostentan muchos títulos". Por la apariencia de este lugar, ese no debe ser su caso, aunque rehúye la pregunta educadamente.

Es hora de retirarse a comer. El servicio del duque, presto como debieron ser los maestresalas de los años de gloria de la aristocracia, no tarda en ofrecer una selección de productos de la tierra, cuyo plato estrella son unos espárragos trigueros. Uno podría imaginar que el nabab y patriarca de los Finat y de Bustos saldría hacia la casona de invitados donde se sirve el manjar a bordo de su landó, o que haría gala del espíritu caballista de sus antepasados cabalgando a lomos de un semental. Sin embargo, apoyado en su viejo bastón, agarra una verde chaqueta de plumón, toma las llaves de su todoterreno y desaparece en un santiamén dejando tras de sí una polvareda. El conde de Mayalde, acompañado de Pisca, hace lo propio en su jeep.

El duque de Pastrana durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio.

El duque de Pastrana durante la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio. Rodrigo Mínguez E. E.

El silencio vuelve a engullir entonces el ignoto paisaje. Un enorme buitre negro planea sobre El Castañar, proyectando su sombra sobre las vidrieras. Las banderas de España ondean ahora con fuerza, emitiendo un martilleante sonido similar al de las mangas de viento. Unos ladridos lejanos anuncian la presencia de algún animal escurridizo, probablemente un lince. Los recuerdos centenarios que atestan las estancias del palacio de los Pastrana laten ahora como una ilusión.