Cristóbal Colón no descubrió América. El Día de los Pueblos Indígenas reinventa el Día de la Raza y convierte una celebración del colonialismo en una oportunidad para revelar verdades históricas sobre el genocidio y la opresión de los pueblos indígenas en las Américas, organizarse contra las injusticias actuales y celebrar la resistencia indígena”. Este texto resume la propuesta de ley que se acaba de presentar en la Asamblea Estatal de Nueva York para cambiarle el nombre al festivo federal y que ha reavivado la polémica, un año más, sobre la figura del descubridor del 'Nuevo Mundo'.
David Head, profesor de Historia de la Universidad Central de Florida cree que Colón sigue siendo controvertido por dos razones. Primero, porque tiene un festivo nacional a su nombre, por lo que “cada año se llama la atención sobre él, sus logros y fracasos. Eso brinda a todos, críticos y seguidores por igual, una oportunidad regular y predecible de discutir sobre el significado de su vida y su legado”, explica a EL ESPAÑOL │Porfolio este historiador.
“En segundo lugar”, continúa Head, “el viaje de Colón sigue siendo un punto de partida lógico para la historia de la participación europea en las Américas. Ahora bien, si el viaje de Colón es el punto de partida, entonces, en cierto sentido, todo lo que siguió, bueno o malo, puede atribuirse a Colón.” Eso explica que para mucha gente, “Colón es el símbolo de la devastación de las poblaciones nativas que vino después; la muerte por enfermedad y la conquista violenta, el trabajo forzado y la subyugación.”
En los últimos años, manifestantes a lo largo y ancho del continente americano se han ensañado con las estatuas que representan a Colón, al que culpan del genocidio de las poblaciones indígenas en las Américas. En concreto, más de una treintena de monumentos dedicados al explorador de origen genovés han sido retiradas o defenestradas en Estados Unidos desde mayo de 2020.
Víctimas colaterales del 'Black Lives Matter'
Las manifestaciones antirracistas de los últimos años han puesto en el punto de mira las estatuas que conmemoran a los promotores del colonialismo, a los que meten en el mismo saco que otros “culpables del racismo institucionalizado”.
Más de una treintena de monumentos dedicados al explorador de origen genovés han sido retiradas o defenestradas en Estados Unidos desde mayo de 2020
Así pues, activistas de justicia racial y defensores de los derechos de los pueblos indígenas no han hecho distinciones a la hora de arramplar con las estatuas de prominentes figuras del bando confederado en Virginia, Alabama, Luisiana, Carolina del Norte y Carolina del Sur, o desfigurar y derribar las representaciones de otras figuras prominentes de origen español como el fundador de las primeras misiones en California, Fray Junípero Serra.
“Estamos hablando de políticos como los parlamentarios que quisieron retirar del Capitolio las estatuas de senadores de mediados del siglo XX como el demócrata Pat McCarran, porque fue un racista en una época en la que el propio Partido Demócrata impulsaba leyes y políticas segregacionistas”, recuerda un comentarista político de Nevada en declaraciones a esta revista.
Paradójicamente, Cristóbal Colón, que nunca llegó a pisar el continente norteamericano, se lleva la palma en cuanto a ataques se refiere: en junio de 2020 la estatua de Colón en Boston fue decapitada; la de Richmond en Virginia fue arrancada y arrojada a un lago; la de la capital de Minnesota fue derribada y la de Miami, vandalizada con pintadas de protesta.
“Colón tiene que morir”, afirman desde el Movimiento Indio Americano de Minneapolis. Los dirigentes de esta asociación indigenista sostienen que derribar las estatuas que representan al descubridor es la mejor manera de “acabar con este símbolo de la supremacía blanca”. “Ver esas estatuas caer ha sido como quitarme un peso del pecho, ha sido una validación”, explicaba recientemente a la cadena CBS News Jorge Baracutei Estévez, el cacique o jefe de Higuayagua Taíno, un grupo cultural dedicado al rescate de la cultura y la lengua taína, pueblo que fue virtualmente aniquilado en las décadas posteriores a la llegada de Colón a la isla que llamó La Española y que hoy en día conocemos como Haití y República Dominicana.
“El invento de Chávez”
Esta campaña de acoso y derribo –literal y figurado– contra Cristóbal Colón “no es nada nuevo, aunque es cierto que la maniobra orwelliana de borrar la historia y cambiar el presente fue un éxito en su día y es una táctica que sigue funcionando perfectamente a día de hoy”, destacan, por su parte, desde una conocida firma de comunicación política española con presencia en Estados Unidos, que prefiere mantener el anonimato.
De manera similar opina un conocido financiero venezolano afincado en Miami, quien recuerda en conversación con EL ESPAÑOL │Porfolio que “lo que está pasando ahora en Estados Unidos con Cristóbal Colón es una versión descafeinada del invento de [Hugo] Chávez”.
Se refiere en concreto a la cruzada personal del difunto presidente venezolano contra el descubridor español, que comenzó el 12 de octubre de 2003, cuando rebautizó el Día de la Hispanidad como Día de la Resistencia Indígena y se encargó de hacer desaparecer todos los homenajes a su persona, incluyendo la réplica de la carabela Santa María que se exhibía en un parque de Caracas.
Ya en ese momento, “varios historiadores venezolanos criticaron ese odio irracional” de Chávez a Colón, añade el directivo, quien hace suyas las palabras de su compatriota, el historiador Elías Pino Iturrieta cuando dijo que “quitar la estatua es levantar la estatua de la estupidez humana”.
“Ver esas estatuas caer ha sido como quitarme un peso del pecho, ha sido una validación”
Mientras, desde círculos de la diplomacia internacional hablan de la revitalización de un “planteamiento sesgado y miope, un 'presentismo' que justifica que es históricamente correcto juzgar lo que hicieron otros países en el pasado basándose en la moralidad del presente y que resucita de forma virulenta e inconsciente la 'Leyenda Negra' española”.
“Este fenómeno no es nuevo en países con fuertes índices históricos de exclusión racial”, corrobora un funcionario español en el extranjero. Entre otros ejemplos, habla de cómo en 2019, el presidente mexicano Manuel López Obrador exigió por carta a Felipe VI y al papa Francisco una disculpa “por los agravios cometidos contra los pueblos originarios durante la conquista de lo que hoy es México”. O de cómo un año después, durante su toma de posesión como presidente de la República de Colombia, el exguerrillero Gustavo Petro decidió incluir la espada de Simón Bolívar en el desfile ceremonial del acto, reclamando así un lugar privilegiado para el símbolo del indigenismo radical y los movimientos populistas de corte bolivariano.
La Conquista, “pecado original”
No obstante, "el debate sobre el papel de España en los desafíos pasados y presentes de los latinoamericanos ha forjado extraños compañeros de cama", tal y como destaca un veterano de la diplomacia española. Se refiere en concreto a la postura del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) mexicano, cuyos dirigentes aprovechan cualquier ocasión para pedir que se deje de “de jugar con el pasado lejano" en lo que consideran un acto de "demagogia e hipocresía" que solo pretende justificar la violencia actual.
Es más, tal y como vienen repitiendo desde que en agosto del año pasado se celebrara el 500 aniversario de la constitución de México, los zapatistas no quieren "volver a ese pasado, ni solos, ni mucho menos de la mano de quien quiere sembrar el rencor racial y pretende alimentar su nacionalismo trasnochado con el supuesto esplendor de un imperio, el azteca, que creció a costa de la sangre de sus semejantes".
"Ahora mismo, la exclusión y la desigualdad social están directamente relacionadas con la conquista. En EEUU también hay que contemplar el fortalecimiento cada vez mayor del mito del indigenismo", apuntan las fuentes vinculadas al cuerpo diplomático español.
En gran parte, este movimiento sociocultural es el resultado de elevar la conquista española a la categoría de pecado original frente a un mito de un paraíso inclusivo de las culturas precolombinas. "Es una doctrina muy atractiva tanto para las élites, que alimentan ese mito en su empeño por mantener el status quo, aferrándose a su linaje y ascendencia española, como para la población más desfavorecida, que culpa al mito –los conquistadores españoles en este caso– de todos sus problemas, pasados y presentes.”
"Pocos estadounidenses saben que España, de hecho, desempeñó un papel valioso en ganar la guerra de Independencia"
Las mismas fuentes añaden que "para la derecha extrema es muy seductor considerar al indígena en términos de comunismo, de forma muy despreciativa, mientras que para las izquierdas resulta muy cómodo buscar un enemigo común que haga de amalgama identitaria".
Otros miembros de varias organizaciones culturales y empresariales que representan los intereses de España en EEUU reconocen a esta revista que parte del problema viene de "la falta de una voluntad clara de acercar posiciones y crear una narrativa que vaya más allá de la época de Colón". Algo que no resulta fácil porque "muchos de los que realmente tienen la capacidad y los medios para cambiar el discurso, se resisten a ver más allá de esa época dorada del Imperio Español".
El papel de España en EEUU
Sandra, una de los miles de docentes que participan en el Programa de Profesores Visitantes dependiente del Ministerio de Educación de España, comparte con EL ESPAÑOL │Porfolio su experiencia dando clase en un colegio público de Illinois.
"No me he sentido en ningún momento extraña por ser española, o por hablar español con expresiones muy diferentes a las de mis alumnos y sus familias. Es cierto que algunos compañeros me advirtieron de que tuviera cuidado de no usar ciertas palabras". Lo que sí que ha llamado la atención de Sandra es que los niños nunca le preguntan por España o que cuando intenta explicarles cosas sobre su país, no les llama mucho la atención. "Este año en la reunión de padres de vuelta al cole me preguntó por primera vez una madre de qué parte de España soy".
"Pocos estadounidenses saben que España, de hecho, desempeñó un papel valioso en ganar la guerra de Independencia", revela, por su parte David Head. El historiador explica que lo que aprenden los estudiantes estadounidenses sobre la Revolución es que se trataba principalmente de unos hechos que tuvieron lugar en Massachusetts, Pensilvania y Virginia.
Los alumnos más avanzados pueden conocer la alianza con Francia. "Pero como España no era un aliado oficial de Estados Unidos, su papel tiende a olvidarse. Además, el hecho de que la contribución militar más directa de España se produjera a lo largo de la costa del Golfo tiende a no encajar con la suposición de que la guerra se limitó a las trece colonias originales de la costa atlántica", subraya el experto en Historia de América.
"Últimamente ha habido una tendencia en la erudición a alejarse de esa historia tradicional de la costa este de los Padres Fundadores y enfatizar las contribuciones de las personas que antes se pasaban por alto, como las personas esclavizadas y las personas libres de color, las mujeres y los nativos americanos", continúa Head, recordando que los académicos de hoy en día tienden a colocar la historia de Estados Unidos en el contexto de desarrollos más grandes en todo el mundo, para retratar la llamada "América temprana".
El académico sugiere que, dado el crecimiento de la población hispanoparlante y de ascendencia hispana en EEUU, supone que "hay más personas que podrían reclamar el papel de España en la guerra [de la Independencia de Reino Unido] como parte de la historia de su propia comunidad. Por ejemplo, a mis estudiantes universitarios en Florida les hablo de la campaña liderada por el gobernador español de La Florida, Bernardo de Gálvez, quien condujo a la rendición de los británicos en Pensacola".
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"Yo estoy de acuerdo en que no se hizo bien y en que acabaron con la mitad de la población, pero también les recuerdo que no es mi culpa", apunta en este sentido una profesora española afincada en Nueva York desde hace más de una década. "Aunque prefiero no entrar al trapo cuando mis compañeros latinoamericanos me lanzan alguna pulla, a mis estudiantes sí que les digo que mis antepasados no lo hicieron bien. Con las nuevas tendencias en materia de diversidad, igualdad y equidad, hay más libertad de expresión y también es más fácil hablar de estos temas en el colegio".
Para Head, "la historia siempre se trata de revisiones" y sugiere que es saludable estar abierto a reevaluar nuestra comprensión del pasado. "De lo contrario, la historia puede convertirse en una tradición sin vida de fechas para memorizar (y olvidar) o en una serie de mitos. En ese sentido, una investigación sobre Colón y su legado es buena para todos, aun cuando los resultados cuestionen la educación recibida o causen malestar. Después de todo, siempre es mejor vivir en la verdad. El problema surge cuando esos debates abiertos no son posibles", concluye el profesor de Historia de la Universidad Central de Florida.
Colón, el héroe italoamericano
Los españoles no son los únicos agraviados por la campaña de desprestigio de Cristóbal Colón. "Desde hace siglos ha habido estadounidenses empeñados en encontrar una historia para explicar el origen de su país sin cederle todo el protagonismo a Reino Unido. Como consecuencia, el legado de Colón se reavivó durante la Guerra Revolucionaria", resalta una experta en Historia Moderna de SIPA, la facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad de Columbia.
Siglos después, en 1792, la Orden Colombina de Nueva York, más conocida como Tammany Hall, realizó un evento para conmemorar el 300 aniversario del histórico desembarco de Colón en el Nuevo Mundo. Las comunidades italianas y católicas de varias ciudades del país comenzaron a organizar ceremonias y desfiles religiosos anuales en su honor, enorgulleciéndose de compartir el lugar de nacimiento y la fe de Colón.
En 1892, el presidente Benjamin Harrison emitió una proclamación alentando a los estadounidenses a conmemorar el 400 aniversario del viaje de Colón y que "en ese día, la gente, en la medida de lo posible, deje de trabajar duro y se dedique expresar el honor al descubridor y su apreciación de los grandes logros de los cuatro siglos completos de la vida americana". Ya en el siglo XX sería el presidente Franklin D. Roosevelt quien proclamó el Día de la Raza como festivo nacional, en gran parte como resultado de las gestiones de la influyente orden católica de los Caballeros de Colón.
En nuestros días, en 2017 para ser más precisos, nació la 'Coalición para la Preservación del Día de Cristóbal Colón', un lobby italoamericano que desde entonces dedica todos sus recursos a proteger el buen nombre del explorador genovés y a garantizar la continuidad de la jornada festiva en su nombre, aunque tenga que enfrentarse al propio Joe Biden quien, tras autoerigirse en "el presidente de EEUU que más apoya a los pueblos indígenas", dejó descontentos a unos y a otros cuando en octubre de 2021 proclamó que el segundo lunes de octubre dejaría de ser "sólo Columbus Day para conmemorar además el Día de la Raza y de los Pueblos Indígenas".
Tomando cartas en el asunto, Basil M. Russo, presidente de la Conferencia de Presidentes de las principales organizaciones italoamericanas (COPOMIAO) escribió en septiembre al presidente del país, solicitándole una reunión en la Casa Blanca para garantizar que la redacción de la proclamación del Día de la Raza programada para este año "se refiera a Colón, y solo a Colón".
Lo cierto es que, pese al revuelo que se arma cada año en estas fechas, una vez pasado el frenesí anti-Colón que se vivió a mediados de 2020, a la mayoría de los estadounidenses no les supone ningún problema que sigan en pie las estatuas dedicadas al explorador genovés. Así lo confirman los últimos datos de YouGov, que muestran que tan sólo un 24% de la población considera que estos monumentos deberían retirarse.
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