Los engranajes de resignificación, exhumación y derribo de la nueva Ley de Memoria Democrática se pusieron en marcha el pasado 19 de octubre tras su entrada en vigor definitiva, previa aprobación en el Senado. La maquinaria del gobierno socialista para acabar con cualquier resquicio de apología del franquismo en España arrancó de forma inmediata: el Valle de los Caídos cambió su nombre a Valle de Cuelgamuros; 33 figuras de la aristocracia española perdieron sus títulos nobiliarios; se impuso una amenaza de sanción de hasta 150.000€ a los actos de exaltación de la figura de Francisco Franco –serán aplicables este 20N– y los restos mortales de los generales Gonzalo Queipo de Llano y Francisco Bohórquez Vecina fueron retirados de la basílica de la Macarena de Sevilla. La lista suma... y sigue.
Aún hay miles de vestigios que evocan la dictadura. Callejeros, estatuas, nombres de pueblos y fundaciones que miran al oscuro pasado de España con una mezcolanza de añoranza y nostalgia; mausoleos en homenaje a los caídos; placas falangistas que invitan desde la piedra tallada a llorar a los caídos nacionales; proezas arquitectónicas, algunas excéntricas, que aguardan a ser resignificadas o –¿peor? ¿mejor?– derribadas. Muchas ya están en el punto de mira de la nueva legislación. Depende de los ayuntamientos locales, autonómicos y del propio Estado tomar decisiones sobre su futuro. Sin embargo, de los 5.833 vestigios del franquismo registrados por la Fundación Jesús Pereda en su web Deberían Desaparecer, sólo unos pocos han comenzado su viaje de vuelta a los pasillos del olvido.
¿Hasta cuándo yacerán en el Alcázar de Toledo los restos mortales de Milans del Bosch y Moscardó? ¿Se mantendrá en pie la Pirámide de los Italianos, uno de los homenajes erigidos por Mussolini en Burgos en recuerdo de los soldados fascistas caídos durante la Guerra Civil? ¿Qué será del homenaje a la 62ª División del Cuerpo de Ejército de Navarra dirigido a la Batalla de Santander por el Carnicero de Pallars, cuyo águila de hormigón y mármol asoma, imponente y olvidada, tras las hayas que rodean Cilleruelo de Bricia? ¿Qué otros recuerdos de la dictadura quedan aún en pie y forman la ruta –aún viva, aún ¡Presente!– del franquismo? Y, lo más importante: ¿hasta cuándo seguirán en pie?
Eduardo Ranz, el conocido como 'abogado de la memoria', uno de los máximos representantes legales de los hijos, nietos y bisnietos de víctimas de la represión franquista, explica que no se habla sólo "de suprimir, sino de resignificar", aunque la eliminación de monumentos sí que está contemplada en la Ley de Memoria Democrática. Él, por ejemplo, considera que el Valle de los Caídos no debería ser retirado, sino que las autoridades locales competentes tendrían que proceder a reinterpretarlo. Y, por extensión, esa iniciativa debería aplicarse a otros muchos monumentos similares. La decisión de Isabel Díaz Ayuso en Madrid de incluir la cruz de Cuelgamuros en su Ley de Patrimonio Cultural, por ejemplo, pretende blindar su derribo evitando cualquier mención a la resignificación".
"Primero, no se debería haber construido nunca. Pero, una vez se ha erigido, yo, personalmente, soy partidario de mantenerlo, siempre explicando el contexto de quién lo construyó y por qué. Aunque en algunos casos, cuando hay un elemento claramente franquista, como una cruz de los caídos, es el ayuntamiento al que le corresponde eliminarla, resignificarla o modificarla, según considere", añade Ranz. Así lo recogen los artículos 35, 36 y 37 de la Ley de Memoria Democrática.
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Por su parte, Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, considera que hay muchos elementos franquistas que "no son resignificables" y, por tanto, deberían ser derruidos, "como el Arco de la Victoria de Madrid". Sobre el caso concreto del Valle de Cuelgamuros, considera que "sería suficiente con poner unos paneles", algo "sencillo y barato de hacer y que nadie parece haberse planteado". "Ir allí es viajar a 1975. Salvo por la tienda de souvenirs, no hay nada nuevo; nadie ha introducido una narrativa. Pondría al menos un plasma con los nombres de los presos condenados".
Ese, y eliminar otros vestigios del franquismo, es el reclamo de numerosas asociaciones de memoria histórica como la que representa Silva. Sobre las figuras comprometidas, como los ya exhumados Queipo de Llano, Francisco Franco o José Sanjurjo, el representante de la ARMH considera "que no hacían falta leyes para exhumar", sino "voluntad política". "Ocurre lo mismo con los monumentos: están en lugares públicos. Pero hace falta voluntad. La ley de 2007 también obligaba a hacer muchas cosas que 15 años después de su entrada en vigor se habían incumplido, a pesar de que hubo dos gobiernos distintos".
Un pequeño dardo envenenado que lanza tanto contra el PSOE como contra el PP, los dos partidos que han rotado en Moncloa desde la aprobación de la Ley de Memoria Histórica de Zapatero en 2007. Su mensaje está en sintonía con el de Ángel Viñas, uno de los historiadores más prolíficos de España, autor de Castigar a los rojos, ¿Quién quiso la guerra civil? y su aún no publicado Oro, guerra, diplomacia: La República Española y la URSS en los tiempos de Stalin. "No hemos arreglado cuentas con nuestro pasado, y la responsabilidad es principalmente de la clase política. Todo esto se tendría que haber desbrozado en su momento, quizás durante los gobiernos de Felipe González", sostiene, siempre cauto, siempre discreto, el veterano escritor e investigador español radicado en Bruselas.
"La Ley de Memoria Democrática prevé una serie de condiciones que deben ser examinadas por las instancias competentes para decidir qué se derruye", añade Viñas, quien no oculta su falta de simpatía hacia personajes de la represión franquista que tienen monumentos erigidos en su honor y memoria en espacios públicos. Es el caso del monolito del general Emilio Mola que brilla en Alcocero o la tumba de José Antonio Primo de Rivera, cuya familia ha pedido su exhumación de Cuelgamuros previendo que el Gobierno pueda hacer de su reubicación un espectáculo mediático. Son sólo dos de los ideólogos, políticos y militares del franquismo que están homenajeados a lo largo y ancho de España. Pero hay más cuyo futuro, de momento, es incierto.
El águila del general Sagardía
"Muertos de la 62ª División, por la España tradicional y el imperio que soñasteis. En vuestra guardia eterna de luz de amor y de paz, guiad los destinos de la patria con el ejemplo de fortaleza y de sacrificio que alimenta vuestra sangre de héroes". Es la inscripción que se puede leer en uno de los laterales de este gigantesco monumento de un águila imperial de varios metros de altura, construido con hormigón y mármol, que rinde tributo al general Antonio Sagardía Ramos y a sus hombres de la División del Cuerpo de Ejército de Navarra.
La historiografía coincide en señalar que Sagardía se había retirado tras la aprobación de la Reforma militar de Manuel Azaña y volvió al Ejército tras la sublevación auspiciada por el general Mola. Él fue uno de los responsables de ejecutar a 67 civiles –muchos de ellos familiares de republicanos o colaboracionistas, hoy conocidos como 'los santos inocentes del 38'– durante su irrupción en la zona de Sort, entonces capital del condado de Pallars Sobirà.
De ahí que muchos conozcan a este militar como 'El Carnicero del Pallars'. Tras el final de la contienda, fue uno de los generales que acompañó a Serrano Suñer durante su visita a la Alemania nazi. En una de las pocos fotos registradas de ese encuentro, Sagardía aparece junto a Heinrich Himmler. El grupo político valenciano Compromís ha solicitado al Gobierno que lo incluya en su catálogo de patrimonio que debe ser retirado.
El Alcázar de Moscardó y Milans del Bosch
Una de las próximas metas de la Ley de Memoria Democrática consiste en exhumar a los generales José Moscardó y Jaime Milans del Bosch del Alcázar de Toledo, el último mausoleo en el que aún descansan los restos de militares franquistas. Al ser sepulturas que se encuentran en lugares de acceso público, podrían vulnerar la nueva legislación. Ambos militares comparten hoy una cripta con otros falangistas y miembros de la División Azul. Su futuro, por el momento, es incierto.
Así lo asegura Emilio Silva, quien explica que la exhumación depende hoy en día directamente del ministerio de Defensa, que ha creado una comisión especial para estudiar en qué le afecta la Ley de Memoria Democrática y cómo debería interceder en la exhumación de los restos de Moscardó, Milans del Bosch y de otros perfiles militares que están en la cripta del Alcázar. Ambos, recuerda, fueron héroes de la Guerra Civil tras resistir durante más de dos meses al asedio a la fortificación en 1936. Fue una de las victorias franquistas con más valor simbólico, por lo que los generales fueron galardonados y encumbrados como leyendas del bando nacional.
No obstante, Ángel Viñas recuerda que a pesar de su fama son perfiles menores dentro del franquismo. "Franco necesitaba una victoria que proyectar hacia el mundo, así que los encumbró como 'héroes del Alcázar'. Un éxito político. Milans del Bosch, por ejemplo, no tuvo ningún otro papel importante durante la guerra, sino durante la dictadura. Moscardó luego llegó a los más altos grados militares. Se aprovecharon de su figura dada su lealtad al régimen, pero ninguno estuvo en primera línea de represión". En 1981, Milans del Bosch fue el único militar que apoyó el intento de Golpe de Estado de Tejero, un acto de rebelión militar por el que fue expulsado del Ejército y condenado a treinta años de prisión, de los que sólo cumplió nueve.
Alcocero: un monolito a Mola
Emilio Mola fue uno de los principales cerebros de la conspiración militar destinada a derrocar la Segunda República. "El general Mola fue el jefe de Estado Mayor de la conspiración militar acaudillada y dirigida por el general Sanjurjo", recuerda el historiador. Algunos se refieren a él como el 'director' del golpe de Estado de 1936. Seguramente habría sido uno de los altos perfiles de la Dictadura de no haber fallecido en un fatal accidente aéreo el 3 de junio de 1937, cuando su avioneta se estrelló en una colina de Alcocero, en Burgos.
En su homenaje, ese mismo año el pueblo fue rebautizado como Alcocero de Mola, topónimo que este municipio castellanoleonés preserva hasta hoy. Dos años después, en 1939, coincidiendo con el segundo aniversario de la muerte de Mola, se inauguró un gigantesco monolito en su honor. Franco pronunció un exaltado discurso subido sobre la plataforma de hormigón que preside la gigantesca columna. "Españoles todos, contestadme: ¡Emilio Mola Vidal!", recogió el artículo de ABC el día siguiente. El público, tal y como recuerda el periódico, gritó: "¡Presente! ¡Arriba España!". El monumento aún resiste al paso del tiempo, olvidado, deteriorado, plagado de grafitis y sin resignificar ni derruir.
El ángel de Valdepeñas
El ángel de Valdepeñas, en Ciudad Real, fue diseñado por Juan de Ávalos, el mismo arquitecto responsable del Valle de Cuelgamuros en el que después descansaría Francisco Franco. Se construyó en 1964 para conmemorar los 25 años de paz tras el fin de la contienda civil. A su inauguración acudió Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación del régimen, quien se presentó en representación del Caudillo. El monumento, que representa a un ángel de 15 metros de altura frente a dos columnas de granito de 25, se situó en el privilegiado Cerro de Valdepeñas, un lugar especialmente transitado por la población local debido a sus espectaculares vistas.
En 1976, durante la celebración del 40 aniversario del alzamiento nacional contra la Segunda República, una bomba –aún hay dudas sobre si detonada por el FRAP o los GRAPO– estalló frente a la escultura franquista, destrozando el bronce que recubría la estructura de acero del ángel. Desde entonces se encuentra desvalijada, semiderruida, pero aún presente en la memoria de los lugareños.
El Arco de la Victoria de Madrid
Hace tan sólo una semana la concejal madrileña del Grupo Mixto Marta Higueras propuso en la Junta de Moncloa-Aravaca la retirada de los símbolos y elementos franquistas del Arco de la Victoria, una construcción erigida en 1956 en homenaje a la victoria del bando nacional en la batalla de Madrid. De hecho, uno de los enfrentamientos más sangrientos de la contienda se produjo en Ciudad Universitaria, donde se encuentra la Universidad Complutense de Madrid, que hoy ostenta la titularidad de este monumento histórico.
"El arco se encuentra degradado y deteriorado y su estado actual de conservación es lamentable, sin otro uso que servir de lugar de concentración de radicales fascistas de manera esporádica", indicó el Grupo Mixto. La iniciativa de Higueras fue rechazada a pesar de argüir que, si no se demolía, al menos podía ser resignificado a través de la eliminación de su inscripción, que reza: "A los ejércitos aquí victoriosos, la inteligencia que siempre es vencedora dedicó este monumento. Fundada por la generosidad del Rey, restaurada por el Caudillo de los españoles, la sede de los estudios matritenses florece en la presencia de Dios".
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La Junta de Moncloa desestimó la petición del Grupo Mixto, algo que no ha gustado a Emilio Silva. "El Arco de la Victoria celebra el triunfo de los ejércitos de Franco y Mussolini y está a unos pocos metros de la residencia de todos los presidentes del Gobierno", señala el representante de la Asociación para la Reparación de la Memoria Histórica. "Desde 1977 hasta hoy han pasado por ahí todos los presidentes en sus coches oficiales, y a ninguno le ha molestado. ¿Simbólicamente? Lo tiraría. Hay cosas que no son resignificables".
Carrero Blanco en Santoña
Desde 1976, Santoña cuenta con un monumento en homenaje a Carrero Blanco, mano derecha de Franco y presidente del Gobierno de España entre el 9 de junio y el 20 de diciembre de 1973, fecha en la que fue asesinado por ETA en el marco de la Operación Ogro. Tres años después, ya con la presidencia de Adolfo Suárez, se erigió este monumento conmemorativo cerca del paseo marítimo de la ciudad.
A pesar de que el ayuntamiento de esta villa cántabra de 11.000 habitantes está gobernado por el PSOE, no ha sido hasta hace unos días cuando Santoña ha pedido oficialmente un informe sobre el cambio de nombre de la construcción franquista. Tal y como avanzó El diario montañés, el alcalde socialista del municipio, Sergio Abascal, dice no haber recibido aún una carta del Gobierno de Cantabria, el responsable, según él, de dar el pistoletazo de salida a los trámites para retirar –o resignificar– esta obra.
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Cuando le llegue la misiva, consultará a la secretaría del consistorio si la nueva Ley de Memoria Democrática puede y debe aplicarse en su territorio tanto para modificar el título de la avenida que lleva el nombre expresidente franquista como al monolito erigido en su honor. Aunque Abascal asegura que, independientemente de la respuesta recibida, el monumento no se derribará, sino que se resignificará. "Tirar el monumento no tiene sentido y el Ayuntamiento de Santoña no está para gastar dinero", explicó en declaraciones recogidas por el periódico cántabro.
Del Caudillo y Villafranca: pueblos rebeldes
Alberche del Caudillo, en Toledo, y Llanos del Caudillo, en Ciudad Real, son las dos únicas localidades de España que aún mantienen en su toponimia la coletilla que hace referencia al dictador. Lo mismo ocurre con Villafranco del Guadiana, en Badajoz, y Villafranco de Guadalhorce, en Málaga. Los cuatro pueblos "rebeldes" se niegan a cambiar los nombres de sus pueblos, lo que podría enfrentar a sus ayuntamientos locales, según señala el abogado Eduardo Ranz, con multas "de hasta 10.000€", tal y como se contempla en la nueva Ley de Memoria Democrática.
La cruz del Paseo de Germanías
La cruz del Paseo de Germanías de Elche, Alicante, es uno de los pocos monumentos incluidos en esta lista que planean ser derruidos a corto o medio plazo. El Partido Popular, con el apoyo de Vox, sostuvo que el conjunto del paseo debía ser un Bien de Relevancia Local y que la cruz era un "símbolo de perdón" de corte "cristiano y no político". Sin embargo, fue erigida en 1939, justo después del final de la Guerra Civil.
El problema de su retirada es que el ayuntamiento no encuentra una empresa para realizar la reconstrucción del Paseo de Germanías. La única que se presentó al concurso ha quedado excluida y el proyecto de modernización de la zona se ha paralizado temporalmente. En el anteproyecto, la gran cruz iba a ser sustituida por otro monumento de reconciliación, pero ahora su futuro es incierto.
Mingorrubio: epicentro del descanso franquista
Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, considera que la salida de Franco del Valle de los Caídos para acabar en el cementerio de El Pardo, en Madrid, "define perfectamente lo que fue la Transición a la democracia... y a qué tipo de democracia". "Aún existen homenajes a quienes dieron un golpe de Estado. En Italia, Mussolini está en un altar familiar. Igual ocurre con Salazar en Portugal, o con Videla y Pinochet en Argentina y Chile. Están donde su familia ha decidido. Pero el Gobierno no se atrevió a hacerlo con Franco, y sus restos siguen en un cementerio público. Pon en Google Mingorrubio, Franco y 125.000€: es el dinero que el Estado se ha gastado en mantener su panteón. Eso es muy grave".
En Mingorrubio, cerca de la tumba de Francisco Franco, descansan los restos mortales de su mujer, Carmen Polo; de Carlos Arias Navarro, expresidente del Gobierno de España entre 1973 y 1976, a quien apodaban 'El carnicerito de Málaga' por su papel en la represión andaluza de 1937; de Luis Carrero Blanco; de Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación de Franco; y de otros perfiles de la dictadura como el del falangista Fernando Fuertes de Villavicencio, intendente general de la Casa de Franco y luego de la del rey Juan Carlos; Nemesio Fernández Cuesta, columnista de ABC y ministro de Comercio en 1974; y José María López de Letona, ministro de Industria del Caudillo.
El portavoz de ARMH asegura que el Valle de los Caídos ha sido siempre un monumento de la Guerra Civil, y que la salida de Franco tendría que haber sido para emplazarlo en un lugar donde no hubiese generado un acalorado debate público. "No sólo él: también los que le rodean. Nadie se imagina que las víctimas de un grupo terrorista estén financiando la tumba de un verdugo. No deberíamos asimilar que quien dio un golpe de Estado, se negó durante 40 años a convocar elecciones y persiguió con violencia a sus adversarios políticos, se encuentre en un espacio público". Aunque, evidentemente, este espacio no forme parte de ningún plan de resignificación, exhumación y derribo, sí es un punto clave de la ruta de la nostalgia franquista.
Ebro: un monumento a la paz
Uno de los monumentos cuyo futuro se debate en los juzgados es el que conmemora la Batalla del Ebro, erigido en 1964 en el marco del 25 aniversario de la victoria del bando nacional sobre la Segunda República. La Generalitat lo incluyó en 2021 en la lista de elementos franquistas que deberían ser derruidos. ¿El problema? La titularidad de la obra. El ayuntamiento de Tortosa asegura a EL ESPAÑOL | Porfolio que al situarse en medio del río, éste pertenece a la conferencia hidrográfica y no al consistorio catalán.
Ese vacío legal llevó el caso al departamento de Justicia de la Generalitat, donde aún está a la espera de ser dirimido. Mientras, los detractores de esta suerte de obelisco que en su origen incluía un águila gigante con las letras 'Víctor', letrero franquista que fue retirado por el ayuntamiento tras llegada de la democracia, han propuesto, si finalmente es derruido, construir un "puente de la memoria".
Monumento a la Victoria en Tenerife
"Para quitarlo no hace falta ninguna ley ni ningún catálogo, simplemente cultura democrática y antifascista; pero algún concejal aún busca excusas peregrinas", aseguró el parlamentario Manuel Marrero, del grupo Sí Podemos Canarias, que se refirió a esta figura –que muestra a un guerrero armado que sostiene entre las manos una espada mientras monta sobre un arcángel– como el "Valle de los Caídos de Santa Cruz de Tenerife".
La obra, realizada en bronce, fue diseñada por Juan de Ávalos, arquitecto de Cuelgamuros y del ángel de Valdepeñas, e inaugurada en 1964 en el marco de la campaña de la Dictadura que celebraba los 25 años de paz. Habitualmente es conocido como 'Monumento a la Victoria' o 'Monumento del Ángel', y aunque ya forma parte del catálogo de vestigios franquistas de Santa Cruz de Tenerife que deben ser retirados, aún no hay fecha para su desaparición. El Partido Popular local ha advertido que recurrirá el catálogo, aprobado por la Comisión Técnica de la Memoria Histórica, para parar su derribo.
El obelisco de Maó
El vestigio franquista más grande de Menorca se sitúa en la plaza de Sa Esplanada de Maó, justo frente a los jardines del cuartel del ministerio de Defensa, a quien pertenece la titularidad del obelisco. Para no retirarlo aduce que sus alusiones franquistas, como el lema o el escudo del águila, fueron retirados y sustituidos por el emblema constitucional. La propia Margarita Robles negó que se fuese a retirar este monumento, a pesar de los planes del Consell balear y del Ayuntamiento mahonés de incluirlo en el catálogo de monumentos de la Dictadura.
La Pirámide de Mussolini en Burgos
La Pirámide de los Italianos, situada en la frontera entre Valle de Valdebezana, en Burgos, y Cantabria, es una de las construcciones franquistas más anacrónicas de la lista de monumentos erigidos durante la Dictadura. Esta obra del futurismo-fascismo fue concebida como un lugar de memoria para los soldados italianos fallecidos en el frente norte. La mayoría de ellos formaban parte de los Corpo di Truppe Volontarie (Cuerpo de Tropas Voluntarias; CTV), una fuerza militar de unos 50.000 hombres que combatieron junto a los sublevados.
Fue diseñada por el arquitecto dálmata Attilio Radic e inaugurada por el yerno de Mussolini, el conde Galeazzo Ciano, en 1939. Sus 20 metros de piedra caliza blanca de estilo brutalista la convierten en una rareza arquitectónica que, 85 años después de su construcción, sigue en pie, aunque visiblemente desmejorada. Su cripta interior está destrozada, las tumbas de los altos cargos militares fueron saqueadas tras su exhumación y las autoridades locales temen que su techo pueda venirse abajo algún día. Su futuro aún es una incógnita, aunque Compromís ya ha denunciado que el Gobierno ha "esquivado" su retirada. Sin embargo, el terreno en el que se encuentra forma parte de una cooperativa privada, lo que dificulta los trámites para acabar con ella.
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El alcalde de Valle de Valdebezana, el regionalista Juan Carlos Díaz Díaz, explicó a EL ESPAÑOL | Porfolio que él no aprobaría nunca la destrucción de monumentos franquistas. En su lugar, apuesta por su reinterpretación histórica. "Yo no comparto lo que pasó en la Guerra Civil, pero debemos recordar que ambos bandos perdieron", amplía. "Todos cometieron barbaridades. Que nadie venga aquí a decir que los rojos fueron muy buenos y los nacionales muy malos. En una guerra todos pierden. La pirámide es sólo un homenaje a unos 400 desgraciados que vinieron pensando que el fascismo era la panacea y acabaron enterrados en un país extranjero".
Onésimo y Yagüe, en el foco
Amparado en el artículo 35 de la nueva Ley de Memoria Democrática, Eduardo Ranz ha mandado una petición a ocho municipios españoles –entre ellos Quintanilla de Onésimo, cuna de los vinos Pingus, y San Leonardo de Yagüe– para que modifiquen su nombre. Mantener estos nombres "es ofensivo para los vecinos que han sido víctimas o hijos de víctimas", señala el abogado de la memoria, quien también ha iniciado una gesta legal contra los 'del Caudillo' y 'Villafranca'.
San Leonardo de Yagüe, en Soria, aún tiene entre sus calles un monolito en homenaje al conocido como 'Carnicero de Badajoz', sobrenombre que se ganó por la matanza que perpetró en la ciudad extremeña durante la Guerra Civil. Asesinó, siempre según los historiadores, a entre 400 o 4.000 republicanos, según la fuente, lo que hizo que se ganara el apodo. Juan Yagüe fue ministro del Aire de Franco entre el 39 y el 40 y capitán general de la VI Región Militar en Burgos. Además, participó en la conspiración militar que contribuyó a derribar al gobierno del Frente Popular.
Quintanilla de Onésimo mantiene su nombre en recuerdo de Onésimo Redondo, fundador de las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, germen de las nacionalsindicalistas Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS). Posteriormente, éstas se unieron a la Falange Española, lo que derivó en la conocida Falange Española de las JONS, que se sumaron al golpe de Estado en 1936. Algunos historiadores señalan que Redondo murió asesinado por falangistas; otros, que falleció en un tiroteo con milicianos republicanos. Más allá de la verdad, en homenaje a su figura, la toponimia de su lugar de nacimiento, Quintanilla de Abajo, cambió en 1941 a Quintanilla de Onésimo. El actual alcalde del pueblo, Carlos de Barrio sostiene que "hará lo que diga la ley" en relación al cambio de nombre.
El Monumento a los Caídos de Pamplona
Esta construcción monumental es "la segunda más grande después del Valle de los Caídos", asegura Emilio Silva. Allí descansaron hasta 2016 los restos de José Sanjurjo y Emilio Mola, año en el que fueron exhumados con la colaboración de sus familias. El paradero del primero se desconoce, pero Sanjurjo acabó en el Panteón de los Héroes de Melilla, donde actualmente reposan sus restos, lo que también convierte a este cementerio militar en una parte esencial de la ruta franquista.
"Sanjurjo no sólo dio el golpe de Estado del 36, sino que amagó con otro fallido el 2 de agosto del 32", recuerda Silva. Fue la conocida como 'sanjurjada'. "Él no cometió tropelías porque murió en accidente de aviación el 21 de julio de 1936", añade Ángel Viñas, uno de los máximos estudiosos de esta figura, quien recuerda que fue el general pamplonés, dotado con el título de marqués del Rif y exiliado a Portugal tras su intentona golpista, uno de los máximos artífices de la sublevación militar contra la Segunda República. El 20 de julio iba a tomar el mando de las tropas nacionales, pero sufrió un accidente durante el despegue de su avioneta. De haber seguido adelante, probablemente hubiese tomado las riendas de la Dictadura en sustitución de Franco.
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El Monumento a los Caídos, situado en una de las arterias de Pamplona, es una gigantesca construcción diseñada por el arquitecto carlista Víctor Eusa. Al no hacer explícitamente una mención conmemorativa ni de exaltación del franquismo, parece haber quedado excluida de ser retirada por la nueva Ley de Memoria Democrática. Sin embargo, el Partido Nacionalista Vasco, Geroa Bai, Izquierda-Ezkerra y Navarra Suma han pedido que sea descatalogado como monumento protegido para poder tirarlo abajo. Al fin y al cabo, arguyen, fue concebido como panteón funerario para honrar a Mola y a Sanjurjo y, aunque estén prácticamente ocultos al público, en su interior hay frescos que evocan a la cruzada nacional contra la República y símbolos franquistas ocultos bajo lonas.
Primo de Rivera: la sombra falangista
Ángel Viñas lanza un dardo envenenado contra José Antonio Primo de Rivera, uno de los héroes idealizados del falangismo, que será homenajeado el próximo 20 de noviembre, aniversario de su defunción. Primo de Rivera permanece aún en la basílica del Cuelgamuros: "No hay por qué mantener los mitos creados por los vencedores, mantenidos a todo trance por la dictadura, y que están destinados a justificar una sublevación contra el régimen republicano", sostiene Viñas.
"Hace unos días leía una carta escrita en junio de 1936 por don José Calvo Sotelo y don Antonio Goicoechea en la que pedían dinero a la italia fascista de Mussolini y le anunciaban que, naturalmente, se iban a sumar a la sublevación. Primo de Rivera se mostró totalmente solidario con ese texto y dio su autorización al escrito. Allí dicen que la CEDA estaba aturullada y que se iban a sublevar para poner una dictadura o regencia al frente de la cual estaría Sanjurjo".
Sabedores de que la figura del fundador de la Falange –fusilado en Alicante en noviembre de 1936 por un presunto delito de rebelión militar– es un potencial objetivo de la Ley de Memoria Democrática, los familiares de Primo de Rivera han solicitado exhumar su cuerpo de forma "discreta" del Valle de los Caídos para que pueda ser inhumado en un cementerio católico. "El proceso de exhumación debe permanecer y permanecerá dentro de la estricta intimidad familiar, sin que pueda convertirse en una exhibición pública propensa a confrontaciones de ninguna clase entre españoles", explicaron los descendientes del icono falangista en un comunicado.
Qué dice la Ley de Memoria Democrática
En su artículo 35 se especifica que los elementos contrarios a la memoria democrática son las edificaciones, construcciones, escudos, insignias, placas y otros elementos adosados a edificios públicos o situados en la vía pública en los que se realicen menciones conmemorativas en exaltación de la sublevación militar, de la Dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron la dictadura.
Asimismo, serán considerados elementos contrarios a la memoria democrática todos aquellos topónimos del callejero o las denominaciones de centros públicos que exalten las mismas características señaladas en el anterior apartado. "Las administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias y territorio, adoptarán las medidas oportunas para la retirada de dichos elementos", añade. "Cuando los elementos contrarios a la memoria democrática estén ubicados o colocados en edificios de carácter público, las instituciones o personas jurídicas titulares de los mismos serán responsables de su retirada o eliminación".
El "pero" de la ley se sitúa en el apartado 35.6, que especifica que lo dispuesto en los párrafos anteriores no se aplicará cuando estas menciones sean de recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas o arquitectónicas protegidas por la ley, como si son bienes integrantes del Patrimonio Histórico Español. En el caso de que concurran razones artísticas o arquitectónicas, el monumento debe resignificarse o, directamente, derruirse.