Antes de que José Banús abandonase el anonimato y personificase el puerto más famoso de España en 1970, a cuyos muelles marbellíes acudieron desde el 'Nabila', el yate de Adnan Kassoghi, hasta el 'Giralda', el barco de los condes de Barcelona; el constructor quiso darle fama a su mujer, Pilar Calvo y Sánchez de León.
Por ello, como si fuese un regalo de bodas, el empresario inmobiliario más influyente del régimen bautizó con el nombre de su esposa —y no por la Virgen— a su primer proyecto en solitario. En 1961, cuando tenía 55 años, se casó con esta dama, cuatro años menor, que provenía de una familia bien de Madrid. Pilar había estudiado canto en Italia y tenía una gran voz para la lírica. Acabó abandonando esta vocación, si bien lo hacía siempre que podía y era una gran aficionada al género. Ese mismo año, Banús comenzó la construcción del barrio de El Pilar.
Este hombre de negocios nacido en el seno de una familia humilde de La Masó (Tarragona) compró a muy buen precio amplias superficies que habían pertenecido a la Compañía de Jesús y construyó grandes conjuntos de viviendas de Protección Oficial. Pisos muy humildes, incluso carentes de ciertos servicios, que servían de morada para la inmigración obrera que llegaba desde otros puntos de España a Madrid. Cada uno de los inmuebles le costaba 35.000 pesetas —200 euros— y los vendía por 100.000 pesetas —600 euros—.
Aquello lo convirtió en multimillonario. Además, gracias a su proximidad con el régimen, Banús recibía dinero público para "estimular la construcción de viviendas". "Conseguía tratos de favor. Incluso participó en la comisión de urbanismo que tenía que recalificar los terrenos de El Pilar. Así eran las cosas en la dictadura", según afirma el investigador Mariano Sánchez Soler a EL ESPAÑOL | Porfolio.
Curiosamente, El Pilar limita al norte con Mirasierra, una de las zonas residenciales más elitistas de la capital, proyectada por su hermano Juan Banús. Con él y su hermano Isidro, habían construido previamente el Valle de los Caídos, hoy rebautizado como Valle de Cuelgamuros. Los tres fueron concesionarios del suministro de grava y de la realización de las carreteras de acceso al edificio, en el que trabajaron más de 90.000 presos políticos. Entonces, José también había proyectado ya el barrio de La Concepción. Ocho mil viviendas sociales donde se instalaron los estratos más bajos de la sociedad.
De la constitución a su fundación
El matrimonio formado por José Banús y Pilar Calvo está de actualidad porque este año se cumplen tres décadas desde que, en el verano de 1998, se constituyera en Marbella la Fundación José Banús y Pilar Calvo. Se trata de una entidad dedicada a la promoción cultural, deportiva y turística de la capital de la Costa del Sol. Una iniciativa que se llevó a cabo tras la muerte, dos años antes que la de Pilar, acaecida en agosto de 1996, y que legó a la institución que llevaría su nombre y el de su marido cuatro millones y medio de euros. Ella no solo tuvo un barrio a su nombre en Madrid, sino una avenida en Marbella, donde era muy querida por su carácter expansivo y divertido.
Pilar vestía de forma atrevida para la época, le gustaban las joyas y siempre iba perfectamente peinada. Tenía su propia personalidad, pero nunca renunciaba a la elegancia clásica. Al contraer matrimonio, decidió aportar a la empresa de su marido lo que mejor sabía hacer: sus dotes de relaciones públicas y anfitriona.
Un año después de su boda, en 1962, como si se tratase de una tardía luna de miel, viajaron a Marbella, que desconocían, para visitar El Ángel, una extensa finca de 1.200 hectáreas junto al mar que Banús compró por unos 200 millones de pesetas. En menos de una década, transformó aquel secarral en un epicentro de la élite mundial: Aristóteles Onassis, Sean Connery, Roman Polanski, el Aga Khan...
Para concebir Puerto Banús confió en Pierre Canto, el creador del puerto de Cannes; para levantar Nueva Andalucía, la exclusiva urbanización que lo rodea, contrató a uno de los mejores diseñadores del mundo, Noldi Schreck, responsable de parte de Beverly Hills. El día que se inauguró Puerto Banús cantó Julio Iglesias y, entre los invitados, se encontraban desde Alinne Griffith, condesa de Romanones, a los príncipes Grace y Rainiero de Mónaco.
Pilar se convirtió en una gran embajadora del puerto y, cada verano, solía invitar a diferentes personalidades. Un año viajó hasta allí Liza Minelli y montaron una buena fiesta. Desde 1970, los condes de Barcelona, buenos amigos de los Banús, solían recalar en su puerto con su yate Giralda. La aristocracia local acudía a rendirles pleitesía.
Sus fiestas en el Barrio de Salamanca…
El matrimonio vivía en la calle Monte Esquinza de Madrid, en el barrio de Salamanca de la capital, y allí ella se convirtió en una gran anfitriona para personalidades de la época.
En el sótano de la residencia tenían una discoteca y la suya era una open-house, como, por ejemplo, también lo era la de la actriz Niní Montián, conocida entonces como la Mata-Hari de Franco por sus servicios como espía en algunas operaciones especiales, como la de conseguir trigo para España en los años más duros de la posguerra, lo que el llamado Caudillo bautizó como "la operación del siglo".
Los Banús también solía visitar con frecuencia El Pardo. Pero no todo fue un camino de rosas para la pareja. En 1963, Banús tuvo una hija extramatrimonial, Josefina, quien a la muerte del empresario en 1984 por un angioma de pecho, reclamó sus derechos legítimos. Hoy, vive en Sevilla y es dueña de una acaudalada sicav.
En todos los momentos malos, Pilar siempre encontró consuelo en la fe. De hecho, fue camarera de Honor de la Virgen de la Esperanza, de la que fue ferviente devota, y benefactora de la Hermandad de la Macarena de Sevilla. El año de su boda construyó un panteón de estilo neogótico en el cementerio San Isidro de la capital, donde el matrimonio sería enterrado, como en efecto sucedió cuando Banús falleció en 1984.
Cuando ella murió, en agosto de 1996, también fue llevada allí. Una de las condiciones secretas que Pilar Calvo puso para entregar todo su dinero a su muerte era que el panteón estuviera siempre limpio… y que nunca faltaran las flores. Así ha sucedido hasta el momento.