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Adiós al café de media mañana y a la caña de última hora de la tarde. Y por supuesto, adiós a las cenas o comidas de fin de semana. Hoy, las cafeterías y restaurantes de la ciudad de A Coruña, al igual que los de otros 59 municipios gallegos, bajan la persiana durante, al menos, un mes.

Los hosteleros coruñeses afrontan este viernes con sentimientos enfrentados. Por un lado, tratan de ser comprensivos con la medida tomada por la Xunta para frenar la expansión del coronavirus; pero, por otro, no pueden dejar de mostrar su indignación por el daño que este cierre ocasiona a sus negocios, a sus familias.

El único consuelo en este duro día es el apoyo de los clientes, que desde por la mañana aprovecharon para degustar el último café. Pese a que el tiempo no acompaña en esta jornada, muchos coruñeses aprovecharon los momentos en los que la lluvia daba una tregua para disfrutar de su consumición en una terraza.

Era el caso de varias personas que tomaban un café a media mañana en la terraza de uno de lo locales de la zona de Riazor. El tema de conversación no podría ser otro, y es que ese sería el último café que tomarían en un mes, tal y como le recordó el camarero a una mujer.

Ya en la zona centro, tanto las terrazas como el interior de los bares se mostraban repletos de gente dispuesta a aprovechar las últimas horas de un sector que, además de dar de beber y comer, realizan una auténtica labor social.

Restaurante llenos

Habitualmente los viernes al mediodía los restaurantes tienen una gran afluencia de público, pero lo de hoy fue algo excepcional. La gran mayoría de locales colgaban el cartel de completo. Los coruñeses querían disfrutar de la experiencia de comer fuera de casa. Aunque muchos de estos platos se podrán seguir saboreando desde nuestro hogares gracias a la gran cantidad de locales que sirven a domicilio y/o para recoger, no será lo mismo que ir a un restaurante.

La tarde se presenta animada en los locales de hostelería de A Coruña, ya que muchos animaron a sus clientes más fieles a acudir a lo largo del día a los bares para despedirse. Una convocatoria que seguramente sea secundada por más de uno o una. Después del café, es el turno de una cervecita a última hora. Llega el momento de saborear la última caña antes de que el sector de la hostelería apague sus luces.