Las castañas vuelven a la calle Real de A Coruña gracias a los eternos Sergio Gallego y Pura

En A Coruña hay dos hechos que marcan el definitivo fin del verano y el comienzo oficial del otoño: la bajada de las temperaturas con su consiguiente inestabilidad atmosférica y el puesto de castañas de la calle Real. Este martes, 11 de octubre, este último ha regresado a su esquina de siempre . Sus dueños son el matrimonio formado por Sergio Gallego y Purificación ‘Pura’ Gómez, unos históricos que han vendido cucuruchos de castañas a varias generaciones de coruñeses.

En el caso de él, lleva ligado toda la vida a ellas. Empezó a venderlas con 14 años (en 1960) paralelamente a los helados de La Ibi para ganarse un dinero. Casi 63 años después, continúa incombustiblemente con el oficio con la compañía inmejorable de su mujer, que lleva acompañándole en esta tarea desde hace más de 30 años. Su legado ya lo siguen sus hijos, actualmente al frente de la heladería La Ibi de La Marina y que en unos días serán la "sana" competencia de sus padres con un puesto en otro punto de la calle Real coruñesa.

Las primeras castañas de este otoño, Gallego las consiguió en Verín (Ourense) y especifica que "las de la primera tanda nunca son las mejores". Con este afán de superación, tiene programado conseguir más próximamente en el Bierzo, donde asegura que "son más dulces". Debido a la sequía que sufre Galicia y las pocas precipitaciones, Gallego reconoce que "de momento hay poco producto". "Tiene que llover", reclama, mientras asegura que la inflación no es algo que afectará a sus cucuruchos, que mantendrán los mismos precios de otros años (2, 3, 5, 10 euros…). Tanto padres como hijos admiten que "no saben lo que son las vacaciones" porque entre helados y castañas trabajan los 365 días del año.

Tanto es así, que el puesto estará disponible todos los días desde este martes hasta enero previsiblemente, de 16:00 a 22:00 horas, incluidos domingos y festivos. "Tengo un imperio pequeño", dice entre risas Gallego mientras no cesa de llenar cucuruchos de castañas que su mujer entrega amablemente a los clientes.

Sobre el volumen de ventas de castañas cada invierno no sueltan prenda y aclara Gallego con pillería que "no se calcula lo que vende por temporada porque es un secreto". Sobre su merecida jubilación, el matrimonio no quiere ni oír hablar: "Estaremos los años que aguantemos, no tenemos intención de dejarlo", aseguran tajantes, mientras animan a los coruñeses y visitantes "a comprar en todos los carritos que encuentren en A Coruña".