Javier Losada recuerda el nombramiento de la Torre de Hércules como Patrimonio de la Humanidad
El exregidor representó a la ciudad cuando el monumento fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 2009 y señala lo que esto supuso tanto para las personas desplazadas a Sevilla como para los coruñeses en general
25 junio, 2024 13:15La Torre de Hércules es una seña de identidad de A Coruña, símbolo de una ciudad abierta al mar, abierta al mundo. Esto lo sabe bien el exalcalde de A Coruña, Javier Losada, que recuerda que tuvo el honor de representar a la urbe cuando el monumento fue declarado, el 27 de junio de 2009, Patrimonio de la Humanidad.
Losada reflexiona sobre ello en este artículo en el que recuerda la alegría que inundó la ciudad y la suya propia: "Esa tarde, a las 18.26 lloré en Sevilla de emoción y orgullo por ser alcalde de A Coruña". Y es que el trabajo realizado hasta llegar a ese momento dio sus frutos, y este 2024 la Torre de Hércules celebra su 15 aniversario como Patrimonio de la Humanidad.
Torre de Hércules, XV años Patrimonio de la Humanidad
Aconteció en Sevilla. Eran las 18.26 horas del día 27 de junio de 2009. Hacia allí había partido una delegación coruñesa, bien pertrechada. Llevaba una encomienda de inusitado valor y gran importancia: conseguir equiparar su patrimonio más preciado al de las construcciones más icónicas que a lo largo
de la historia se habían construido en las diferentes civilizaciones y países. Hermanarse con la Alhambra granadina, con la Gran Muralla china, con la Acrópolis ateniense, con Notre Dame, con las Pirámides de Egipto, con la Giralda sevillana… en suma, alcanzar el bien preciado de ser Patrimonio de la Humanidad era el sueño anhelado.
Fue una tarde calurosa, típica de los finales de junio sevillano, la que vivimos ese día. Y de gran tensión. La vivían al mismo tiempo miles de coruñeses que aguardaban noticias en la Plaza de María Pita en una larga espera. La competencia era fuerte, por la importancia y nivel de las propuestas que rivalizaban con nuestra Torre, y sobre todo porque la nueva política de la Unesco era hacer un guiño a los países emergentes, dejando a un lado propuestas de Europa. Todo parecía ir en contra de nuestra candidatura, en donde además se veía como una debilidad ser la primera vez que nos presentábamos.
Pero, como decía, llegamos a Sevilla bien pertrechados: teníamos nuestra Torre de Hércules, bimilenaria, cuidada con mimo, rehabilitada, un faro que iluminó expediciones, que atrajo civilizaciones, que auxilió a navegantes, que guio a emperadores, que pintaron y glosaron artistas y escritores universales, y que creó una ciudad faro de la ilustración y la modernidad. Una candidatura que llegaba en volandas gracias a una insuperable comunión ciudadana, donde miles de personas se habían comprometido en centenares de proyectos y propuestas para hacer del faro una identidad propia, símbolo de una ciudad abierta al mar, abierta al mundo. Y aquí está el faro que nos guía a través de la historia.
Veníamos de celebrar nuestro octavo centenario como ciudad libre y queríamos, ahora, alcanzar para nuestro símbolo más preciado el máximo galardón al que aspira una ciudad: ponerse al servicio de la humanidad para acoger, guardar, cuidar lo que será referente mundial por los siglos de los siglos.
Y a esa hora, 18.26, quince años atrás, después de escuchar una de las frases más cariñosas referidas a nuestra Torre, la del portavoz de una delegación que al darnos su voto exclamo: "La Torre de Hércules es tan hermosa, y nuestro voto será para ella, porque estamos seguros de que es equiparable al faro de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo antiguo", la presidenta de la Unesco dijo en voz alta que por sus cualidades, por su historia, por la documentación presentada, por la unanimidad alcanzada se reconocía a la Torre de Hércules Patrimonio de la Humanidad.
En ese momento la tensión acumulada, así como la emoción ya desbordada, hizo que las lágrimas brotaran, que los abrazos se sucedieran, y la buena nueva llegase como una exhalación a la plaza de María Pita, donde miles de coruñesas y coruñeses estaban en un rito de jubilo y alegría.
Tuve el honor de representar a la ciudad en ese momento. El gobierno municipal que presidí tuvo la valentía y la decisión de lanzarse junto a los Amigos de la Torre de Hércules a esa aventura, de apoyarlos, de realizar un exhaustivo y fenomenal estudio documental que avalara nuestra propuesta. Y lo hicimos cívicamente, unidos, recogiendo la antorcha que ciudadanos como Manito Vázquez Iglesias y Segundo Pardo Ciorraga, infatigables defensores de la Torre, mantuvieron siempre encendida y que nos acompañaron en la travesía.
Sabían ellos, y nosotros también, que sería ardua y difícil, pero también sabíamos que llegaríamos a buen puerto porque teníamos los mimbres adecuados, la ilusión colectiva, los objetivos bien claros, y los fundamentos tan sólidos como la base que lleva soportando los 2.000 años a nuestra torre. Fue un proyecto cívico y de unidad y a todos ellos quiero en este 15 aniversario dar las gracias y felicitarles, pues todos ellos fueron los artífices y verdaderos protagonistas de que la historia tuviese un final feliz; al igual que a los coruñeses y coruñesas de 2024 que cuidan, miman, admiran y ponen en valor su Torre.
El reconocimiento no fue casual, ni accidental, fue resultado del trabajo, las ideas, los esfuerzos y una planificación constante en el tiempo de los coruñeses y de las coruñesas. De un trabajo donde la mejora de su entorno, el cuidado del monumento, la proyección de su simbología y la unidad de acción fue determinante. Desde la ciudad y desde los diferentes puestos y responsabilidades que ocupaban en aquel momento. Todos ayudaron, todos se comprometieron. Como los 250.000 coruñeses.
En los próximos días celebraremos el XV aniversario de esa designación, sirvan estas líneas para recordar aquella tarde sevillana, llena de magia y de ilusión, y de emociones desbordadas. Si, esa tarde, a las 18.26 lloré en Sevilla de emoción y orgullo por ser alcalde de A Coruña.