El último adiós de alguien siempre es un momento triste y en ocasiones esta despedida se produce de manera repentina, pero otras veces debido a las circunstancias hay quien sabe que va a fallecer y el tiempo que le queda. Un caso en el que algunas personas optan por dejar preparado hasta el más mínimo detalle de su funeral, sobre todo para sus familiares y amigos, y para ello recurren a la ayuda de una figura profesional poco conocida: los funeral planner (lo contrario de la popular profesión de los denominados wedding planner a los que se contrata para las bodas).
La catalana Inma Tapies es una de las pocas profesionales de este tipo que existen a nivel nacional y sus servicios están disponibles en Galicia. Precisamente su proyecto como funeral planner ha nacido de un duelo propio por la muerte de una amiga a causa de una grave enfermedad que tenía un bebé de 10 meses, una situación en la que con la perspectiva del tiempo, reconoce que hubiera cambiado cosas "si hubiera sabido comunicarse mejor". "Le dije que no iba a pasar nada, pero si hubiera llegado a pensar que el fallecimiento era una posibilidad real hubiera podido estar a su lado de otra forma, más serena y consciente y dándole apoyo. Por esta razón empecé a observar a familias que vivían las despedidas de una manera distinta", afirma.
Hasta hace tres años trabajaba como jefa de obra, pero se ha ido formando progresivamente en duelo y como doula (término americano que se refiere a la persona que acompaña y apoya a la mujer en el proceso vital de la maternidad) de acompañamiento al final de la vida. "He ido indagando y queriendo que las personas no solo cuiden de su funeral, sino que se definan como son, como necesitan y que hagan una revisión de su vida. Que planifiquen con quien se quedarían sus hijos si un día le faltan sus dos progenitores por ejemplo", apunta.
Sobre la muerte, Tapies indica que hay que hacer unos pasos y que "la gente se olvida", lo que da lugar a duelos complicados. "Una de las primeras causas de asistencia al psicólogo es la muerte de un familiar y son importantes las palabras. Las diferentes formas de despedir a las personas nacen de esto, si las familias antes de la muerte han podido expresar sus sentimientos, hablar…", aclara, sobre lo que matiza que su inquietud como profesional no es sólo ayudar a quien le contrata a la planificación del funeral, "sino todas las gestiones de lo que pasa cuando uno muere".
"Si sabes lo que la persona quiere es más fácil organizar, acompañado de la satisfacción de estar cumpliendo su deseo"
Tapies opina que "es positivo vivir con la vida un poco planificada para que los duelos sean mejores", porque argumenta que "muchas heridas emocionales se generan en la pérdida de un familiar como discusiones familiares por malos entendidos o por cosas que no se saben o incluso por la incertidumbre de decidir cómo va a ser el funeral". "Si sabes lo que la persona quiere es mucho más fácil de organizar todo, acompañado de la satisfacción de estar haciendo lo que la persona querría", comenta.
A raíz de esta reflexión, ha desarrollado un proyecto que ha sido premiado en Madrid y que ha trasladado a País Vasco, Madrid o Andalucía, entre otras comunidades. Su principal herramienta de trabajo es una carpeta donde sus clientes pueden guardar todas las cosas importantes con el cometido esencial de decidir cómo quieren que sea su propio funeral, algo que no es agradable pero sí necesario. "He trabajado con personas que saben que van a morir, mayores o jóvenes que quieren decidir sobre cómo va a ser todo porque quieren respetar su autenticidad haciéndolo de esta forma", afirma.
En las cuestiones a dar respuesta, pone como ejemplo la decisión de entierro o incineración, funeral religioso o no o incluso que sean las propias palabras del fallecido las que se oigan en la ceremonia de despedida. Entre estas labores, reconoce que ha llegado a redactar textos junto a personas que están en su final de vida para así poder dejar un escrito a los familiares.
"Cada funeraria trabaja de manera muy similar pero bajo sus propias directrices con las compañías aseguradoras y yo planifico quien lee las palabras concretas en la funeraria, dejo a la funeraria los pasos a seguir en cuanto a la familia tal y cómo lo haya dejado acordado la persona que ya no está", concreta, mientras reconoce que en situaciones vividas trabajando hasta se le corta la voz por las emociones vividas y presenciadas.
Música de funeral, tarjetas para recordar o lista de "invitados"
Tapies invita a la gente a que "reflexione y hable de sus sentimientos" y en lo referente a sus clientes, dentro de la carpeta con la que trabaja, incluye apartados en los que tienen que dejar plasmadas decisiones sanitarias como la donación de órganos o no, además de decidir otros detalles como la canción que sonará en el funeral. Con unas tarjetas ayuda a sus clientes y sus seres queridos a enfocarse en cosas pendientes por hacer o deseos no cumplidos.
La última parte de esta carpeta se denomina "Más de mí" y con ella se pretende recoger la historia de vida de la persona que será protagonista del funeral. "Gracias a este apartado se conocen las historias de vida de mis clientes. Muchas veces con la vejez se pierde el sentido de la vida y reconocer y recoger a lo largo de la existencia lo que tú has sido es muy importante, sobre todo en aquellas personas con demencia o Alzheimer a la que se le borran los recuerdos".
Otro punto importante es la lista de asistentes al funeral, sobre la que Tapies concreta que "igual son personas que el fallecido no ha visto desde hace tiempo pero que son importantes en su vida". "Una de las cosas que más me emocionaron en el caso de un cliente es que esta persona quería que viniese otra especial a la que no veía desde hace años y la reacción fue muy emotiva", cuenta. En cuanto a la música incluso ha generado listas de Spotify.
Rememora con humor como gente muy aficionada al Barça y a los Beatles hicieron sonar el himno del equipo o los mejores tema de la banda de Liverpool en funerales religiosos en iglesias a todo volumen. "Fue emocionante, la vida de un cliente había ido muy alrededor de las canciones de la banda y fue casi como un mini concierto", explica la profesional.
Digitalización del funeral y regalos póstumos
La funeral planner relata que hay celebraciones que se hacen con las cenizas de la persona fallecida o comidas de familiares y allegados de esa persona que ya no está donde mediante tarjetas llevan a cabo una especie de homenaje. "Qué te gustaría decirme si estuviera aquí", se puede leer en algunas de ellas, un método similar al típico libro presente en los tanatorios para dejar unas palabras a la persona que se ha ido. "En un libro en blanco casi todos escribimos lo mismo y con las tarjetas salen cosas más de verdad, como por ejemplo el primer recuerdo con esa persona", dice emocionada.
Contactan con ella personas que están solas y quieren dejar todos sus asuntos resueltos, incluida la planificación de su propio funeral, por lo que ahora Tapies está apostando por la digitalización para facilitar la realización de estas tareas. "Muchos envían a sus allegados la planificación para que así tengan presente su decisión, lo que supone un forma de afrontar el tema de la muerte de manera dulce, no como en las funerarias donde todo lo referente al tema fallecimiento es muy sobrio", opina. Sus servicios básicos tienen un precio de 75 euros y si la profesional realiza el acompañamiento de la persona se eleva a 150.
"Conocía las doulas de nacimiento pero cuando descubrí las de final de vida me pareció bonito, porque es acompañar a alguien al final de su vida no médicamente, sino de manera más espiritual", argumenta, a la vez que hace un llamamiento a planificar los funerales "porque la gente tiene que decir las cosas".
Tradición gallega de los banquetes fúnebres con sardinas y pan
El historiador y escrito gallego, Fernando Alonso Romero, es autor de ‘Las almas y las abejas en el rito funerario gallego del abellón’, un texto en el que analiza la antigua costumbre funeraria de la denominada como "danza del abejorro". Esta tradición, según cuenta, consistía en imitar el vuelo de un abejorro alrededor de los cadáveres en algunos pueblos de costa gallegos hace décadas.
Según el también investigador plasma en su análisis, se apoya para adentrarse en los rituales gallegos en una poesía de Alfredo Brañas de 1884, en la que contaba el comportamiento que la gente de Vilanova de Arousa tenía en los velatorios en la época. La poesía era en tono burlesco, para contribuir a que desapareciese una tradición funeraria que según el poeta "era vergonzosa" y el texto fue premiado en un certamen de poesía en A Coruña en 1884.
Según relata Brañas en esa obra, después de que terminasen los tradicionales rezos de los
velatorios y las muestras de dolor por la muerte de un ser querido, todos los presentes participaban en una especie de banquete fúnebre en el que se comían sardinas con pan que acompañaban de abundante aguardiente. Con el paso de las horas, el ambiente entristecido asegura que se iba animando hasta que ya bien entrada la noche con el sueño y el cansancio, todos los presentes se ponían en pie para comenzar el rito funerario de o abellón (el abejorro en castellano).
De acuerdo con él, Brañas contaba que familiares y amigos del difunto se trasladaban a la habitación en la que estaba el cadáver y en torno a él formaban un corro, se cogían de la mano, y sin pronunciar palabra empezaban a dar giros sin dejar de imitar con la boca el zumbido del abejorro. "Durante el tiempo que duraba esta extraña ceremonia no se podía dejar de dar vueltas y tampoco se podía hablar,
pues el que así lo hiciera corría el riego de ser el próximo en morir", explicaba el poeta.
Asimismo, en su análisis, Fernando Alonso Romero se muestra agradecido con que Brañas dejara plasmadas estas muestras del folclore gallego más puro unido a las creencias populares. "Aunque
su descripción es sarcástica y crítica, ofrece información suficiente para intentar ver con más claridad su significado y origen", concreta el historiador gallego, que apunta que este tipo de ritos se hacían más habitualmente en localidades de las Rías Baixas.