Feísmo es un término muy utilizado en Galicia en referencia a diferentes estructuras arquitectónicas o a la utilización de elementos que contrastan o no respetan el espacio en el que están situados. Esta marca gallega "muy eficiente" engloba los términos canibalismo urbanístico y maltrato del paisaje y es interpretada como "lo feo, lo que no encaja, lo que no está dentro de los patrones de la integración en el paisaje en el que nos hemos criado", según explican fuentes de Maltrato da Paisaxe.
Prácticamente todo el mundo sabe de lo que se está hablando cuando se hace referencia al feísmo, pero ¿qué es el canibalismo urbanístico? "La acción de consumir territorio de modo innecesario. A través de planes urbanísticos expansivos (o, en otros casos, falta de planeamiento), construimos más edificios de los que necesitamos", explican las mismas fuentes. La comunidad gallega, sin ir más lejos, tiene numerosas construcciones sin terminar que acaban convertidas en ruinas y formando parte de "una silueta discontinua" de la localidad en la que están.
¿Y el maltrato del paisaje? ¿Qué es? La falta de respeto y racionalidad hacia el medio que lleva a la destrucción de la arquitectura tradicional mediante la inclusión de elementos extraños y ciertas actitudes muy extendidas pero nada acordes con lo natural. La eucaliptización masiva, las concentraciones parcelarias que ignoran el secular ciclo del agua, algunos cierres o edificios incoherentes que no se integran son algunos ejemplos. La naturaleza de Galicia lleva muchos años soportando este tipo de actitudes que, desde hace un decenio, Maltrato da Paisaxe denuncia a través de sus redes sociales y que pueden verse en cualquier municipio gallego si se abren bien los ojos y se presta atención a lo que nos rodea.
El feísmo, ¿un fenómeno propio de Galicia?
El feísmo es el resultado "de una actitud incoherente con el territorio" y sus ejemplos son numerosos: edificios sin terminar, materiales de construcción mal utilizados, destrozos de centros históricos y aldeas, edificios mal restaurados o rehabilitados, uso abusivo del cemento y el asfalto (sobre todo en el rural), grandes urbanizaciones aisladas, patrimonios maltratados, somieres utilizados como cierre de fincas… El denominado como arboricidio o "tala injustificada de árboles" también forma parte de este fenómeno y está presente en espacios públicos bajo el nombre de "humanización" ya que, en numerosas ocasiones, se substituyen los espacios verdes por plazas de cemento o piedra.
"No hay más que cruzar la frontera administrativa con nuestros vecinos asturianos, leoneses y portugueses para comprobar que su relación con el paisaje es más respetuosa y coherente, y al volver a Galicia es cuándo nos damos cuenta y lo identificamos de inmediato. Hay un cambio sustancial, tratándose de paisajes similares y arquitecturas tradicionales que poco se diferencian de las nuestras", denuncian fuentes de Maltrato da Paisaxe.
La dispersión de la arquitectura en el territorio y la falta de planificación urbanística arrastrada desde hace tiempo son dos de los causantes del canibalismo urbanístico en Galicia. Precisamente, la planificación no se adapta a la realidad gallega y permite construcciones de edificios altísimos en medio de casas de una o dos alturas generando, entre otros problemas, la aparición de "horrendas medianeras" que en muchos casos están sin revestir. Los "desastres paisajísticos" identificados en la comunidad, por otro lado, solo se han estudiado en Serbia y el norte de Portugal, mientras que son "impensables" en Italia, Francia o Navarra, por ejemplo.
Tan habitual en las ciudades como en el rural: "Ti vai facendo"
Las prácticas que generan casos de feísmo son habituales tanto en las ciudades como en zonas rurales. Maltrato da Paisaxe compara la A Coruña de hace 50 años con la actual: "Aquel armonioso conjunto de edificios de tres o cuatro alturas con el frente en galerías se ha perdido, tras la especulación inmobiliaria y las arbitrariedades de los planes y de los mandatarios que pasaron por María Pita. Se han unido varias casas para demolerlas y construir un edificio mucho más alto y nada integrado en el conjunto, llevándose por delante también parte del Modernismo coruñés, o del Racionalismo".
Vigo, Ourense, Santiago de Compostela y Lugo no son una excepción. Este fenómeno pasó a las cabeceras de comarca y poco a poco aterrizó en las aldeas. Y aunque los mecanismos y sus consecuencias son distintos, hay factores comunes como un nuevo progreso mal entendido, sin planificación ni protección, y la connivencia de los alcaldes con su "ti vai facendo". Así, municipios como Santa Comba o Maceda contrastan con localidades como Allariz, Muros, Cuntis o Ribadeo, con un paisaje urbano "mucho más coherente" y sin grandes estridencias.
¿Por qué existe el feísmo?
Responder al por qué de esta práctica tan extendida es complicado y los factores que afectan a su existencia, numerosos. El desinterés y la falta de apego por el territorio provocan que mucha gente argumente "reciclar" o "reutilizar" los somieres para cerrar una finca cuando, en realidad, "están utilizando el paisaje como trastero". Esta práctica es solo un ejemplo de todas aquellas prohibidas y penalizadas con sanciones y, en todo caso, lo que debe hacerse con este tipo de objetos es guardarlos o llevarlos al punto limpio.
Otro problema que genera casos de feísmo es la interpretación o no cumplimiento de las normas por parte de los promotores, arquitectos y técnicos de urbanismo. Esto da lugar a edificios con más plantas de las establecidas en la norma, con varias alturas sin terminar o cuya fachada tiene una forma extraña. Forma parte de esto el flatiron building, que en Galicia se da por incumplimiento de la obligación de normalizar las fincas y que da lugar a la construcción de varias alturas con ángulos incoherentes causando una distorsión urbana.
"Las distintas olas migratorias de Galicia también fueron culpables de la situación, tanto por invertir en nuestro país el dinero ganado en el extranjero, como por el hecho de que los expertos constructores hayan emigrado y, coincidiendo con la aparición de nuevos materiales, surgen otros constructores sin experiencia que combinan los nuevos materiales entre sí y con los antiguos, sin llegar a integrarse", explican fuentes de Maltrato da Paisaxe. Este fenómeno también se produce en el norte de Portugal, en este caso conocido como O espertilhâo (el chico despierto), y llevó a la desaparición de oficios tradicionales.
Una justificación muy utilizada y, sin embargo, incierta según Maltrato do Paisaxe es el bajo poder económico. La pobreza o los pocos recursos no deben ser justificaciones de construcciones "sin planificación, por ignorancia o falta de asesoramiento". La ostentación, además, también puede generar feísmo mediante el uso abusivo de elementos como la piedra para aparentar tener más dinero.
Las Administraciones, cada vez más conscientes
El debate está abierto y Maltrato da Paisaxe, a través de las redes sociales, ha jugado un papel fundamental en este aspecto. Alcaldes, parlamentarios y Gobierno gallego buscan ahora soluciones al feísmo con la vista puesta en países como Francia, donde los profesionales deben formarse de forma continuada en arquitectura popular si quieren acometer obras en inmuebles tradicionales, algo que no ocurre en Galicia, donde muchas veces no se requiere ni conocimiento específico ni experiencia. Algunas corporaciones municipales más sensibles con esta situación son conscientes de que es su trabajo, entre otros, facilitar los trámites burocráticos a aquellas personas que solo quieren cambiar unas tejas y perseguir las malas prácticas que derivan en el maltrato del paisaje.
Una de las normas que más controversia generó fue la que exigía la armonización de la fachada de las viviendas con el conjunto construido. Esta regulación evita que cada persona construya su casa como quiera por respeto a sus vecinos y a los transeúntes. "Tenemos registrados varios ejemplos de propietarios que se han saltado esa empatía y esas normas y han construido esperpénticas imitaciones de castillos medievales, por ejemplo. Algo ha fallado, probablemente un descontrol de las administraciones municipales", indican desde Maltrato da Paisaxe. La carta de colores aprobada por la Xunta es algo que lleva décadas establecida en toda Europa y no es una imposición, sino una guía para "construir sociedades más coherentes y vecindades empáticas".
Informar a los ciudadanos y cambiar el sistema educativo para que el orgullo y el amor por lo propio se tengan en cuenta "es necesario" porque, según apuntan desde Maltrato da Paisaxe, "no se maltrata lo que ama". No existía un "sentimiento de orgullo e identidad" que llevase a la población a respetar la herencia recibida, algo que poco a poco va cambiando, mientras que la ciudadanía necesita más información para conocer las normas y cómo respetarlas. La ley de patrimonio cultural de Galicia, por ejemplo, señala que todas las obras desarrolladas en entornos de bienes patrimoniales deben contar con la autorización de la Xunta, pero es algo que muchos propietarios no pedían y que los ayuntamientos pasaban por alto.
El cambio todavía es posible
No se puede volver al origen, pero no todo está perdido: es posible frenar el maltrato de nuestro paisaje y recuperar o revertir parcialmente lo destrozado anteriormente. Maltrato da Paisaxe presentó hace unos años un documento a la Xunta con 40 medidas para atajar el problema, algunas de las cuales sirvieron de base para avanzar en esta materia.
Revisar los planteamientos urbanísticos, microplanificar en función de la situación de cada lugar, exigir un seguro de remate de obra para conceder la licencia, sancionar a los infractores, revertir las carencias de educación en patrimonio o formar de forma continuada a constructores y arquitectos son algunas de las recomendaciones de los expertos. Lo más importante, sin embargo, es la concienciación ciudadana, y eso está en las manos y el buen hacer de todos.