Luís Castro con una de sus sillas.

Luís Castro con una de sus sillas. Instagram

Cultura

Silleiros Tórdea: La aldea lucense que conserva la tradición de fabricar sillas a mano

Luís Castro es uno de los escasos silleiros que queda en Galicia y continúa el oficio que ya desarrollaron antes que él su padre y su abuelo y que conlleva mucha dedicación porque es íntegramente manual

22 mayo, 2021 06:00

Luís Castro tiene el privilegio de poder presumir de ser uno de los escasos silleros que queda en Galicia y es natural de Tórdea, una pequeña aldea que forma parte del municipio lucense de Castroverde donde antiguamente su padre y su abuelo ya desarrollaban este oficio. La labor es compleja, ya que consiste en elaborar sillas de manera completamente artesanal, lo que implica un laborioso proceso íntegramente manual y utilizan como materia prima maderas nobles de la zona de castiñeiros o cerezos.

Actualmente, esta actividad es para él un hobby que compagina con su rutina diaria como empleado de una gasolinera, pero décadas atrás las sillas eran el principal sustento de muchos habitantes del pueblo. "Casi la mitad de las 30 casas del pueblo se dedicaban a este oficio hace muchos años. Ibas por las calles y escuchabas a alguien serrando, otro armando y el de más allá acuchillando, era una maravilla", rememora Castro con nostalgia, a la vez que lamenta que en el pueblo cada vez quede menos gente.

Castro detalla que para elaborar el asiento de las sillas utiliza plantas altas como el junco, que se suele coger en septiembre y dejarlo secar para posteriormente mojarlo cuando se vaya a trabajar con ello. "La silla conlleva un proceso costoso porque las trabillas hay que labrarlas, cocerlas y doblarlas y se emplean para el respaldo. Los travesaños se hacen de castiñeiro y hay que acuchillarlos", comenta, sobre lo añade con retranca que "su padre siempre le aconsejaba que no aprendiese el oficio por la dureza y por lo poco agradecido del trabajo". Hacer una silla puede suponer tres días de trabajo completos, aproximadamente 40 horas, y el lucense explica que se deben conocer muy bien las medidas necesarias para los travesaños y las trabillas, al margen de los pies delanteros y traseros y componerlo todo a la altura correcta. "Hay sillas de comedor, de costura, de colegio, reclinatorios para las iglesias…y cada una tiene sus características", subraya, al mismo tiempo que recuerda que su padre mandaba muchas sillas para una tienda de muebles en Lugo, además de para Ferrol, Pontedeume y A Coruña".

Primera silla a los 7 años

Castro hizo su primera silla con tan solo 7 años, aprovechando un día que su padre había salido a llevar sillas a Sarria (Lugo) con su mula. "Cuando volvió, la mitad de una silla estaba hecha y mi madre le contó que había sido yo el artífice, el pequeño. Él se sorprendió pero se mostró satisfecho y dijo "que no estaba nada mal", cuenta orgulloso entre risas. El gallego reconoce que "siempre tuvo mano" y que inicialmente aprendió el oficio viendo trabajar a su padre y a su abuelo, que más tarde le permitieron ir haciendo los diferentes procesos a la vez que le corregían.

"Trabajar es bueno, pero ver también y empecé a hacer cosas de manera autodidacta", aclara Castro. Ahora mismo está trabajando en unos pies delanteros para una silla torneada, que contiene dibujos hechos a mano. Las sillas que elabora lo hace por encargo y es consciente de que "son para un tipo de gente específica y no a todo el mundo le gustan". "Hay pocos encargos porque la gente no está por la labor, es más fácil comprar en grandes superficies como Ikea. De todas maneras tengo clientes de todo tipo ya que el año pasado, por ejemplo, vino una pareja de unos 30 años a por dos sillas de comedor que me pidieron", asegura.

Sillas que duran décadas y falta de relevo para el oficio

"Sillas que puedes comprar en tiendas no son de esta calidad. Las que hago si las cuidas un poco duran décadas y el mejor ejemplo está en una silla escolar que fabricó mi abuelo hace 60 años que está intacta, tan solo le he sustituido el asiento un par de veces", especifica. Las sillas de Castro han llamado la atención de la gente y por ese motivo realiza exposiciones de vez en cuando, una de las últimas en la Capilla de Santa María en Lugo, donde incluso elaboró una silla gigante exclusivamente para la ocasión y que captó todas las miradas.

Castro subraya que los encargos más comunes son los de sillas para cocina y comedor, aunque en 2020 recibió un par de encargos para reclinatorios para iglesias, algo poco común actualmente. Una de las preocupaciones del lucense pasa por el futuro del oficio, el cual define como "muy oscuro", porque expone que salvo él y un joven de la aldea al que le han apodado "el becario" hay poca gente interesada en continuar desarrollando esta tradición que tiene alrededor de 200 años. "En Tórdea ya saben que quien quiera venir a aprender puede acompañarme en las horas que trabajo y le enseño gratis. En mi familia, tengo un hermano al que este oficio nunca le gustó y a mi hija le tira y sabe hacer algunas cosas, pero es un proceso complejo", argumenta.

Futuro museo de silleiros

Aquellos interesados en hacerse con una de las sillas que Luís elabora con tanto empeño pueden hacerlo contactando con él principalmente a través de instagram y el precio medio ronda los 150 euros. "No hago esto para enriquecerme porque lo que gano me da para una merienda", dice divertido, mientras hace memoria y apunta que a sus espaldas puede tener elaborados varios cientos de sillas.

"Como las sillas de Tórdea dudo que haya en muchos más sitios de Galicia porque es todo hecho a mano y somos la cuna de esta tipología de muebles", argumenta. Una de sus metas más próximas pasa por crear un Museo de Silleiros en su aldea natal y confía en conseguir los apoyos necesarios para que esta bonita labor no caiga en el olvido y se pierda para siempre.