La gallega Beatriz Manjón: “No creo en la escritura como algo salvífico”

Beatriz Manjón (Ferrol, 1976) es una periodista con una larga trayectoria en los medios de comunicación de nuestro país. Su rostro se hizo popular en programas de Televisión de Galicia como A Revista fin de semana, Bravo polos amigos o Buscando estrelas. También ha colaborado en cadenas como Canal Sur, Antena 3 y TVE. La escritura siempre ha estado presente en el ejercicio de su profesión, comunicando a través de sus columnas y de sus libros su forma de ver el mundo.

En 2012 publicaba con Alfaguara Héroes de Polvo y este verano sus fieles lectores pueden disfrutar de su nueva novela en la que la ferrolana nos sumerge en la historia de una ciudad en la que las mujeres se niegan a envejecer aunque tengan que sacrificarlo todo.

A finales del mes de junio salía a la venta Una vez fui bella. ¿Cómo está siendo la acogida y que está percibiendo de sus lectores?

Los mensajes que estoy recibiendo son generosos. Claro que también puede haber generosidad en los silencios… Hay lectores que disfrutan con el humor y el estilo de la novela, y una lo agradece, porque he pretendido escribir justo eso: una sátira sobre la obsesión de nuestros días por la juventud y la belleza, sin descuidar la forma, la pulcritud, que es lo que defiende mi editorial, Monóculo.

He leído en alguna entrevista que usted es periodista, pero no por una vocación desde la infancia. ¿Qué le gustaba hacer cuando era pequeña? ¿Con qué soñaba?

Soñaba con ser invisible. Me preparaba un hatillo con lo que sobraba de la comida y me iba al fondo del jardín a imaginar que podía irme de casa y colarme en cualquier rincón o en cualquier conversación sin ser vista. Quizá ahí había algo de vocación periodística, ¡o de aprendiz de comisario Villarejo! Luego en la tele me hice demasiado visible, supongo que porque el verdadero tímido es demasiado tímido como para mostrar su timidez.

La escritura es su gran pasión y con sus columnas en diferentes medios aborda temas sociales o que generan en usted preocupación por las conductas del ser humano. La escritora Rosa Montero dice que escribe para no morir de miedo por las noches… ¿Por qué escribe Beatriz Manjón?

No creo en la escritura como algo salvífico. Escribo porque tengo que escribir, porque no sé hacer mucho más. Y encima con esa duda perenne de no saber si se sabe escribir. En realidad, una aspira a no tener que escribir, a poder disfrutar de la realidad sin verla en forma de columna, o de tuit, o de posible párrafo de novela. Se habla poco de lo bien que se está sin escribir, ¡no digamos sin opinar!

Usted fue uno de los rostros más populares en la Televisión de Galicia durante muchos años. ¿Qué recuerda de aquella etapa profesional?

Recuerdo el privilegio de divertirme trabajando, de conocer cada día a alguien nuevo, de pertenecer a una familia profesional con la que se establecía un vínculo fuerte en muy poco tiempo, como una especie de amor de verano. Lo que más eché de menos cuando pasé de TVG a ABC fue justo eso, el trabajo en equipo. Solo por eso merecería la pena volver a la tele, aunque el panorama haya cambiado, en efecto.

Percibo en el sector, ya de por sí inestable, menos producción, más incertidumbre y peores condiciones económicas. El modo de consumir televisión ha cambiado y la producción de programas debería ser lo suficientemente sugerente y novedosa como para atraer a un público recluido en esos campos de desconcentración que son las redes sociales, para captar su atención, que es el oro de nuestro tiempo.

Y la morriña después de tantos años alejada de Galicia… ¿Cómo la lleva?

Siempre me he considerado una gallega flamenca, con el corazón partío entre Galicia y Andalucía. Pero como mis padres viven ahora en El Puerto de Santa María, llevo mejor vivir en Marbella. Además, al final, uno es de donde yace, de donde ha encontrado el amor.

El título de su novela lo toma de un verso de Anne Sexton y ella misma dice que “La alegría que no se comparte muere joven…”. ¿Qué le alegra la vida a usted?

Despertarme y ver a mi marido; un poema recitado por mi padre; la cara sonriente de mi madre entre unas buganvillas; sus croquetas; una torrija antes o después del traslado del Cristo de Mena; el mantel de las Navidades; una charla tonta con mis hermanos; la inminencia de un viaje; una playa desierta; un desayuno con vistas a los templos de Agrigento; el calor, en invierno, de mis gatos en los pies; que Ediciones Monóculo quiera publicar No me salves, una novela que he escrito sobre el trastorno de la personalidad y la pulsión suicida. Y no me alargo más, que esto es una
entrevista, no una encíclica.