Encanto en ruinas: así es la ruta de las fábricas de papel abandonadas de Galicia
La senda sigue las huellas de cinco antiguas fábricas papeleras en el entorno de la ría de Muros y Noia, en un recorrido entre bosques de ribera y naturaleza salvaje por la localidad coruñesa de Lousame
16 julio, 2023 05:00Existe cierto misticismo y una belleza inherente a aquellos lugares abandonados que en algún momento del pasado fueron vida y motor para las distintas sociedades. En Galicia, el peso de la tradición papelera ―una de las industrias más importantes de la región― también ha dejado sus propias huellas en el paisaje y la historia del territorio, especialmente en zonas como la localidad coruñesa de Lousame, en el entorno de la ría de Muros e Noia, donde a día de hoy, entre bosques de ribera y una increíble naturaleza salvaje, discurre la ruta de las fábricas de papel abandonadas.
Se trata sin lugar a dudas de un rincón tan mágico de la geografía gallega que incluso la propia National Geographic se hizo eco recientemente de este recorrido, comparando la esencia y semblante de las papeleras lousamianas con el espíritu del famoso templo abandonado de Angkor Wat en Camboya. Lo cierto es que en el caso de la senda gallega, también el musgo, las hiedras y las raíces de los árboles envuelven el grueso de las ruinas de este antiguo paraje industrial. Un auténtico escenario de película que en la actualidad se compone de cinco viejas fábricas dispuestas a lo largo de un camino circular de más de 20 kilómetros que atraviesa el valle del río Vilacoba, un territorio de gran riqueza biológica y belleza paisajística que cruza el municipio coruñés de este a oeste.
Tras las huellas de las viejas fábricas de papel
Hace ya varias décadas, el municipio de Lousame se convirtió en el epicentro de la industria del papel en Galicia, uno de los grandes motores económicos y sociales de la época. La razón de aquella construcción masiva de factorías papeleras tuvo mucho que ver con la excelente calidad del agua en esta zona de la provincia de A Coruña, situadas todas ellas a orillas de los ríos de San Xusto y Vilacoba. Hoy por hoy, naturaleza e historia se entrelazan en un rincón sumamente verde en el que todavía se puede encontrar algún que otro retazo de aquel pasado glorioso para las fábricas del papel en Lousame, como un apéndice propio integrado ahora en el paisaje pero abocado a desaparecer tarde o temprano en las entrañas de un ente boscoso que no perdona al paso del tiempo.
El itinerario entre las viejas factorías de papel de Lousame da comienzo a la altural del Parque de San Mamede, un paraje marcado por unas curiosas formaciones graníticas en forma de majestuosos y llamativos bolos de piedra ―es decir, penedos originados hace millones de años que en la actualidad presentan grandes dimensiones y unas siluetas muy singulares. A medida que avanzamos por la gran masa forestal la figura de las antiguas instalaciones de Brandía empiezan a hacerse grandes en el horizonte. Este primer alto en el camino es uno de los más importantes de todo el recorrido ya que se trata de una de las fábricas más antiguas y la única en funcionamiento a día de hoy (aunque no en la misma ubicación), cuyos orígenes se remontan a princpios del siglo XIX, concretamente al año 1810. Junto a los restos de estas viejas plantas también podemos divisar varios conjuntos de molinos restaurados, puentes, cascadas e incluso las ruinas de una presa que suministraba el agua antes de ser destruida por la construcción de una captación en el margen opuesto.
De hecho, tras los primeros kilómetros el recorrido avanza por la ribera del Vilacoba entre zonas de bajada en calma y otros puntos donde se forman imponentes saltos de agua. Pero más allá del legado de las fábricas de papel, desde Turismo de la Ría de Muros-Noia señalan otra parada obligatoria en este trazado: las Minas de San Finx, que hoy acogen un poblado y un museo minero restaurados que permiten descubrir en primera persona la historia de los trabajadores del wolframio. Cabe destacar asimismo que a pesar de ser un recorrido largo, de 21 kilómetros en su totalidad, y estar catalogado en un grado de dificultad media, se trata de una ruta apta para toda la familia. El único aspecto a tener en cuenta a la hora de extremar precauciones se produce en algunos tramos que discurren paralelos a los ríos, ya que en épocas de temporales y lluvias pueden encontrarse muy resbaladizos.
El sendero avanza de nuevo entre molinos y los restos del castro milenario de Coto do Castro antes de alcanzar la emblemática fábrica de Fontán, cuya historia se encuentra ligada a la de la familia de ilustre geógrafo y matemático gallego Domingo Fontán, conocido por ser el responsable de crear el primer mapa geográfico de Galicia en el siglo XIX. La factoría de Fontán está considerada una de las más importantes del recorrido tanto por su semblante arquitectónico como por el considerable nivel productivo que llegó a alcanzar en su época. De hecho, la historia de la factoría se encuentra plasmada en cientos de documentos guardados a buen recaudo en la Fundación Domingo Fontán de Madrid.
La de Galiñeira y Soutorredondo son las siguientes paradas en el recorrido por las ruinas de las viejas papeleras de Lousame. La primera de ellas se sitúa en las cercanías del pueblo de Cerquides y es la que presenta las dimensiones más pequeñas de las cinco, a pesar de contar también con dos plantas de altura. En el caso particula de la Fábrica de Soutorrendondo, esta constituye una de las estructuras mejor conservadas de todo el recorrido. La razón es que a pesar de cesar su funcionamiento como empresa papelera, el interior del edificio acogió durante mucho tiempo las oficinas de una piscifactoría de truchas que se erigió en un edificio anexo y que hoy también se encuentra en un avanzado estado de abandono.
El último punto del itinerario por las antiguas fábricas de Lousame se encuentra a la altura de la Fábrica de San Xusto, cuyo estado de conservación es sin duda el peor de las cincos viejas papeleras. Esta pequeña edificación se encuentra enmarcada en las cercanías del puente de Fraga, un entorno de gran interés ecológico ya que en este punto se localiza también una especie de helecho gigante muy poco conocido: el woodvarvai radicans, un tipo que puede alcanzar los dos o tres metros de altura, con un rizoma ascendente, corto y grueso.