Galicia es tierra de leyendas y tradiciones, y la Navidad una de las épocas del año que más costumbres denota. Muchas de estas prácticas ancestrales se repiten a lo largo y ancho de todo el territorio español, si bien hay otras tantas que representan alteraciones particulares y propias de la idiosincrasia local gallega. Desde la visita del legendario Apalpador (o Pendigueiro) en la noche de Navidad hasta la vigilia cristiana de no comer carne en la víspera del Nacimiento de Jesús, todas ellas entroncan tradiciones navideñas con un significado especial en Galicia y que en la mayoría de los casos se remontan a tiempos muy lejanos. Es por ello que en las siguientes líneas queremos descubriros la historia y el origen detrás de algunas de las costumbres más típicas y bonitas de la Navidad gallega.
La visita del Papá Noel gallego
Ni Papá Noel ni los Reyes Magos, en la pugna por el trono navideño, O Apalpador es el personaje que tiene la jurisdicción de Galicia. Este personaje de la tradición gallega representa la figura de un carbonero que envuelve a la región del espíritu navideño y que además es el encargado de entregar los regalos a los niños durante la noche del 24 de diciembre. El origen de este personaje mítico tiene cientos de años de historia, aunque su identidad se vio recuperada en torno al año 2008 gracias al colectivo A Gentalha do Pichel. Lo cierto es que la primera referencia escrita de la que se tiene constancia sobre O Apalpador hunde sus raíces en el año 1922, concretamente en el número 3 de la revista Alicerces, editada por el Museo do Pobo Galego.
Según relata la tradición popular, O Apalpador representaría el cambio de estación y la llegada del invierno ―y en algunos casos incluso lo señalan como una presencia que simboliza el final de año. Se dice también que este personaje gallego habita en los montes de O Courel (Lugo), desde donde desciende en la noche de Navidad para visitar a los niños y tocarles la barriga (de ahí su nombre) para comprobar que han comido y tienen el estómago lleno para así poder obsequiarles con un puñado de castañas y desearles un nuevo año repleto de felicidad.
Las Panxoliñas de Navidad
En Galicia los villancicos tienen nombre y personalidad propia: las Panxoliñas de Nadal son composiciones musicales fundamentales dentro de la Navidad gallega. Y aunque a simple vista pueda parecer que estamos hablando de lo mismo, las voces expertas han determinado que existen diferencias bastante notables entre los villacincos y las panxoliñas gallegas. Si bien los primeros cánticos suelen ser empleados en la liturgia en las iglesias y no necesariamente versan sobre motivos navideños, las composiciones de origen gallego siempre muestran dicha temática, con temas populares que las familias acostumbran a cantar ante el Belén y durante todas las celebraciones navideñas. De hecho, entre las panxoliñas podemos diferentes varios subgéneros en función del momento de la Navidad en el que son cantados: las panxoliñas propiamente dichas hacen referencia a las visitas al belén; los "nadais" son entonados el 25 de diciembre; y además en esta tradición musical también existen los cantos de Año Nuevo, los aguinaldos y los Cantos de Reyes.
O Lume Novo, el Tizón o Cepo de Nadal
El legado de los ritos antiguos relacionados con el solsticio de invierno aún puede vivirse en ciertos lugares de Galicia. El tizón o cepo de Nadal es una de las prácticas más singulares de este ranking sobre las tradiciones gallegas, relacionada con la idea del paso de lo viejo hacia lo nuevo. Esta costumbre consiste en prender un tronco de madera que debe permanecer en llamas durante un tiempo determinado. De hecho, autores como Vicente Risco también apuntaban a que la ceniza resultante debía ser empleada como abono. En algunas zonas, estas brasas incluso se mantenían encendidas hasta Año Nuevo, mientras que otros rincones se encendía brevemente durante cada día como una forma simbólica de protección para el hogar y la familia.
Lo más curioso de la práctica del tizón de Nadal es que esta también se vincula con otra manifestación tradicional de esta época mágica en Galicia, la del Lume Novo. Dicha tradición consistía precisamente en encender un fuego vecinal al término de la cena de Nochevieja para guiar a las almas de los fallecidos. Ese fuego debía ser después alimentado durante toda la noche para poder encender al día siguiente con él las cocinas de Año Nuevo.
En Nochebuena no se recoge la mesa ni se barre
Hay una costumbre relacionada con la cena de Navidad que todavía se conserva en muchos rincones de Galicia y es que está prohibido recoger la mesa tras acabar la velada. Esto se explica porque, según cuenta la tradición, los restos de la comida están dirigidos a las ánimas de los difuntos de la familia y es por ello que en Nochebuena es típico que la mesa se quede sin recoger. Al parecer, durante esa noche las almas de los que ya no están aprovechan el momento para disfrutar de su particular festín en el más allá. Además, la tradición también dice que durante toda la jornada tampoco se debe barrer la cocina para evitar que las meigas se cuelen en los hogares y atraigan las desdichas.
Los belenes
Aunque el Belén navideño no es una tradición única de Galicia, es cierto que en todo el territorio gallego la representación del Nacimiento de Jesús siempre ha tenido un gran protagonismo. Desde los hogares particulares hasta los lugares de culto e incluso otros rincones públicos y privados, los belenes se han convertido en una de las costumbres más arraigadas de la Navidad gallega. De hecho, algunos de los más emblemáticos, tales como el Belén electrónico de Begonte o el Artesanal en Movimiento de Valga, han sido catalogados como celebraciones de Interés Turístico y atraen cada años a decenas de miles de visitantes.
El Capón de Vilalba o el bacalao con coliflor
Entre las tradiciones gastronómicas de la navidad, sobre todo en la historia más reciente, el marisco en sus numerosas y exquisitas variedades se ha impuesto como plato estrella de los menús navideños en Galicia. Con todo, existen costumbres más enraizadas que siguen presentes en muchos hogares gallegos, entre ellas la preparación del capón (pollo que se castra cuando es pequeño y se ceba para comerlo) para la cena de Nochebuena o la comida de Navidad. Uno de los máximos exponentes de esta receta con siglos de historia se encuentra en la localidad lucense de Vilalba, en la cual incluso se le dedica una feria gastronómica que marca el inicio de la Navidad. De hecho, el capón de Vilalba cuenta desde el 2017 con la Indicación Geográfica Protegida para su comercialización.
Más allá de este manjar cárnico gallego, existe otra tradición culinaria que también es respetada todavía por muchas familias gallegas cada vez que llega esta época del año. Durante un largo período de tiempo, la vigilia estuvo vigente en la víspera de Navidad e impedía a las familias comer carne, por lo que la receta del bacalao con coliflor se popularizó mucho durante la Nochebuena gallega. Este plato estrella ha resultado siempre fácil de cocinar en todo el territorio gallego, pues la coliflor es una verdura bastante habitual en las huertas de Galicia, y el bacalao, por su parte, un pescado barato y de fácil conservación.