Enmarcados a lo largo y ancho de todo el territorio gallego en mitad de caminos, encrucijadas e incluso los recintos de las propias iglesias, los petos de ánimas son una de las grandes manifestaciones materiales del culto a los muertos en Galicia. Según la tradición popular, estos pequeños santuarios, en su mayoría pétreos, tienen por función salvaguardar el recuerdo de las almas en pena del Purgatorio y pedir también por ellas a través del ruego y las limosnas ―cabe recordar que en gallego peto significa "hucha"―. Estos monumentos rústicos no son más que otra expresión de las tradiciones religiosas que, al igual que los cruceiros, recorren el grueso de las aldeas gallegas.
Por lo general, los petos de ánimas están hechos a base de piedra y esculpidos con formas de lo más singulares. Eso sí, suelen tener una cavidad en su cuerpo central donde se ven representadas, tanto en relieve como con pintura, las almas del Purgatorio entre llamas. La morfología iconográfica de estos santuarios suele ser muy variada, aunque todos ellos acompañan la escena principal con una figura que vela por los espíritus desamparados, ya sea un rey, un obispo o un santo. De hecho, en algunos casos también es posible encontrar la imagen de Cristo en la cruz o de la Virgen así como otras figuras secundarias como los ángeles. Estos antiguos santuarios también llevan incorporados una especie de alcancía para las limosnas, aunque bien es cierto que se trata de una tradición prácticamente extinguida y hoy por hoy tan sólo se han mantenido las velas y las ofrendas. No obstante, por su función primigenia, es bastante común encontrar petos de ánimas protegidos por rejas o cristales y en la parte más alta de la estructura siempre destaca la silueta de una cruz.
Origen, significado y tipos de santuarios para las almas
Como auténticas expresiones del arte y la devoción popular, el origen de los petos de ánimas se pierde más allá del espacio y el tiempo, pues nos encontramos ante una convicción religiosa que se ha ido transmitiendo de generación en generación durante siglos. Lo cierto es que la idea del Purgatorio se popularizó alrededor del siglo XVI por toda Europa, ganando fuerza y adeptos a partir del Concilio de Trento. Aquella conferencia celebrada por el clero católico provocó que se llevase a cabo una revitalizada construcción de este tipo de monumentos populares con una iconografía muy particular. En el caso particular de Galicia, si bien es cierto que algunos de los petos de ánimas más antiguos fueron erigidos en el citado siglo, la mayor parte de estos santuarios pétreos fueron más tardíos y aparecieron ya en torno al XVIII.
En cualquier caso, el significado detrás de estos monumentos sacros en Galicia proviene de la creencia popular sobre el estado de las almas después de la muerte y la existencia de un paso intermedio ―el Purgatorio― antes de poder alcanzar el Cielo, el lugar sagrado donde los difuntos pueden redimir todos los pecados cometidos en vida. Además, el que se encuentren situados en encrucijadas de caminos no es tampoco una casualidad, pues esta ubicación pretendía simbolizar del mismo modo la eterna dualidad entre la vida y la muerte, el bien y el mal, e incluso lo visible y invisible. La finalidad de estos altares era que los vivos pudiesen ofrecer una limosna para la salvación de las almas en pena que no podían hallar el descanso eterno. Es por ello que un gran número de estos santuarios fueron construidos por devotos feligreses y vecinos de las parroquias donde se erigen. De hecho, es bastante habitual encontrar mensajes destinados a los transeúntes que se topan con ellos o simplemente para recordar a los antepasados fallecidos.
Si bien tanto las dimensiones como la iconografía o cronología de los petos de ánimas presenta un amplio abanico de posibilidades, existe una morfología general en casi todos estos santuarios pétreos. Entre los elementos comunes destaca una configuración arquitectónica formada por una base, más o menos moldurada, rematada por una mesa donde se ubica el nicho ―donde se ubica la representación en pintura, estampa impresa o relieve de piedra o madera― , coronada a su vez por un frontón superior. También, como ya señalamos, la construcción suele ser de granito y estar decorada con molduras, cornisas y pilastras. El nicho enclavado en el cuerpo central acostumbra a acabar en arco de medio punto a modo de capilla, el cual alberga la representación de las almas en pena en el fuego del Purgatorio. Como decíamos, estas escenas se acompañan de otras imágenes religiosas como la Virgen del Carmen o San Antonio de Padua, por su vinculación a las mismas. En sus orígenes, estos altares también presentaban una hucha con puerta de hierro bajo el nicho para que los devotos pudieran depositar sus limosnas.
Los petos de ánimas más curiosos de Galicia
Como decíamos al comienzo del reportaje, estos singulares elementos de la arquitectura popular y religiosa se encuentran repartidos por un sinfín de rincones del territorio gallego. La mayoría de ellos guardan en su estructura algún tipo de particularidad que los convierte en únicos, ya sea por su función, elementos o representaciones. Uno de los casos más curiosos lo encontramos en el corazón rural del municipio lucense de Pantón, donde el Peto de ánimas de Tuiriz resulta especialmente particular debido a que en el presente hace las funciones de buzón. Otro caso singular se localiza en los límites territoriales de Caldas de Reis, pues el altar pétreo que se erige en este municipio pontevedrés alberga en su interior una imagen de Santa Lucía, una figura que no es habitual encontrar en las representaciones de los petos de ánimas gallegos.
Otro ejemplo único en Galicia de estos santuarios sagrados se encuentra en las tierras de la comarca de Celanova, en plena provincia de Ourense. El Peto de ánimas de Escudeiros presenta un retablo realizado en madera policromada que muestra una imagen de la Virgen del Carmen asistiendo a las almas en pena del Purgatorio. Lo más curioso del conjunto en cuestión es que la estructura también alberga un reloj de pared que era empleado por los habitantes de la zona para controlar las horas de regadío.
En mejor o peor estado de conservación, estos petos de ánimas del territorio conforman auténticos tesoros del arte y la arquitectura popular. Por su singular belleza y semblante, merece la pena destacar el caso de uno de estos altares de intersección por las almas que se mantiene oculto en una aldea de la parroquia de Baión, en Vilanova de Arousa. En el lugar de A Abelleira, adosado al muro de una vivienda particular se encuentra un peto de ánimas con un aspecto marinero de enorme encanto. Dos grandes ventanales de cristal acogen en su interior una figura en piedra de un Santo y una imagen policromada de la Virgen con el Niño Jesús, mientras un tercer habitáculo esconde tras el vidrio un pequeño espacio para las velas.