Si algo gusta, y mucho, en Compostela son las leyendas. Algunas de ellas están relacionadas con la "Orden de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo del Rey Salomón", más conocidos como la Orden Templaria o del Temple.
Esta orden nace con el propósito de salvaguardar los caminos a los Santos Lugares. La finalidad última de la Orden no era acumular dinero, sino obtener recursos con los que adquirir todo lo necesario para luchar en Tierra Santa: armas, hombres, caballos, víveres y naves para el transporte ultramarino. Era a la vez una institución religiosa, militar, comercial y bancaria.
Fundados a principios del siglo XII, desempeñaron un importante papel en la protección de los peregrinos y del Santo Sepulcro en Tierra Santa. Aunque su influencia llegó a ser tal que se extendió llegando hasta Galicia, concretamente a Santiago de Compostela. "Así, se dice que participaron en la construcción de templos, fortalezas y puertos a lo largo del Camino de Santiago."
Más allá de ser simples guerreros, los Templarios jugaron un papel crucial en la economía y las finanzas de la época. Tanto, que llegaron a amasar una gran riqueza y un poder que, junto a las acusaciones de sectarismo, los llevaron a su disolución forzada en el siglo XIV.
La relación de los Templarios con Santiago es objeto de duda
Pese a que son muchos los expertos que defienden la estrecha relación de la Orden con la capital gallega, también hay quien asegura que esta no está probada del todo.
Almudena Bouzón, graduada en Historia con máster en Estudios Medievales Europeos, asegura en una de sus tesis que “falta documentación”: “A la hora de estudiar la relación del Temple con la catedral de Santiago de Compostela nos encontramos con una constante falta de documentación que relacione a estas dos instituciones religiosas durante la existencia de la Orden”, explica.
“Sí encontramos varias razones que pudieron vincular a estas dos instituciones; por un lado, en varios lugares de la archidiócesis de la mitra jacobea los templarios tuvieron propiedades, y por otro, el arzobispo Rodrigo de Padrón fue uno de los dirigentes del proceso contra la orden en la Corona de Castilla y León que derivaría en su disolución”.
Por su parte, Juan Segade, guía oficial especializado en el tema y organizador del Tour de los Templarios, encuentra a Fernando Pérez de Traba la prueba de la presencia templaria en Galicia: “Este noble gallego ostentó el título de Conde de Galicia y estuvo casado con Teresa Alfonso, reina de Portugal e hija bastarda del rey Alfonso VI de León. Él cedió propiedades al Temple para que se establecieran tanto en Galicia como en el Norte de Portugal”.
Juan explica que Fernando peregrinó en dos ocasiones a Jerusalén, donde tuvo contacto con los caballeros de la Orden y pudo desencadenar la fundación templaria gallega en Burgo de Faro. “Personalmente no me parece descabellada la idea de que Fernando Pérez de Traba, dejando claro su alianza con el Temple, llegase a ser un caballero templario”, asegura.
El Juego de la Oca, el mayor legado de la Orden
Los templarios llevaron a cabo labores otras labores además de la vigilancia de los caminos como la protección contra forajidos y bandas organizadas, la lucha contra los abusos cometidos por posaderos y taberneros contra los peregrinos o la intervención en los “peajes” que los señores feudales cobraban a los peregrinos por cruzar sus feudos.
Sin embargo, Juan Segade afirma que el mayor legado dejado por la Orden, además de escasa documentación y algo de patrimonio civil y religioso, es el juego de la oca:
“Se trata de una guía simbólica y encriptada que no revela el Camino de Santiago, sino el Callis Ianus o Sendero de Jano, considerado el antecedente del actual Camino. Un camino sagrado trazado por el Emperador Augusto en el siglo I uniendo los dos extremos reales de la Península Ibérica: el oriental, Cabo de Creus (Girona) y el occidental, Cabo Touriñán (Muxía) siendo así en equinoccios y el Cabo da Roca (Lisboa) en solsticios”.
Para los Templarios la Oca no era un juego, ya que las reglas de la orden prohibían los juegos de dados. Lo que realmente veían ellos era un jeroglífico en el que toda la orden conocía los símbolos y sus significados, sabiendo llegar a Santiago a través de él.
Esto les permitía que todos lo entendieran independientemente de qué idioma hablaran. Además, se trataba de códigos que pasaban desapercibidos, pues eran símbolos sencillos que no despertaban sospechas entre los profanos y que, al mismo tiempo, eran fáciles de recordar.
Los restos de los Templarios en la ciudad
En la actualidad todavía se pueden ver restos del paso de los Templarios por Compostela. Según Juan hay tres lugares principales donde su huella es visible: la Capilla de la Corticela, la Iglesia de Santa María do Camiño y la Colegiata de Santa María de Sar.
En el exterior de la Capilla de Santa María "la Antigua" de Corticela tenemos presencia de una cruz patada. Sin embargo, su conexión con los templarios nunca ha llegado a confirmarse del todo.
En la Iglesia de Santa María do Camiño, ubicada en la Rúa Travesa, encontramos tres cruces patadas características de la orden en el lateral que da a la Rúa da Oliveira, e incluso los documentos hablan de un templo medieval previo al barroco actual.
"Y, en la Colegiata de Santa María "la Mayor y Real" de Sar, también se puede ver la influencia de los Templarios. “Hay documentación en su fundación en la primera mitad del siglo XII que la pueden relacionar, como haber sido "9 miembros agustinos" quienes la ocupan (coincidiendo con la regla que el Temple profesaba en esa época y la misma cifra del grupo de los fundadores templarios), referencia al número 9 en el propio altar e incluso se vislumbra una cruz patada en el conjunto”, explica Segade.