El teatro es una de las manifestaciones artísticas y culturales más antiguas. Este ha desempeñado un papel crucial en la configuración de la sociedad a lo largo de la historia, manteniéndose como una de las actividades de ocio más escogidas.  

Su repercusión en la sociedad es innegable. A través de sus historias, las obras teatrales han servido desde tiempos inmemoriales como motor para la reflexión crítica y la  reivindicación. De este modo, el teatro no sólo entretiene, sino que también educa. 

En la actualidad, sigue siendo un medio vital para la expresión artística. Pero, ¿qué importancia tiene en Santiago? ¿Cómo se inició? ¿Cómo ha ido evolucionando hasta convertirse en lo que es hoy? Te lo contamos.  

¿Cómo se inició el teatro en Santiago?

Aunque hay teorías sobre la presencia de un teatro romano en donde ahora está la  Plaza de la Quintana, el teatro en Santiago de forma continuada se inicia de la misma  manera que en el resto de Europa, esto es, en la Edad Media, unido a las celebraciones religiosas y litúrgicas, pero también a las populares, folclóricas, juglarescas y parateatrales.

Alejandra Juno, profesora universitaria de literatura española en EEUU y autora de “Cuando Compostela subió el telón”, explica que desde el siglo XII ya se sabe de la existencia de representaciones religiosas en Santiago durante el Renacimiento y el Barroco: 

“Las compañías profesionales iban de gira por toda la península celebrando el Corpus con autos sacramentales, pero también celebrando a los patrones de las villas, a los gremios, o el carnaval. Aparte de las compañías, también los vecinos eran parte fundamental de aquel mundo de teatralidad que ocupaba nuestras calles”. 

En 1768, el empresario italiano Nicolà Setaro construyó el primer teatro estable en Compostela, de brevísima vida, con gran énfasis en la ópera. Y en 1814, se sabe que el ayuntamiento de Santiago pretendía restaurar su coliseo para “promover la educación pública, lo que se ha conseguido en todas las naciones ilustradas por medio del teatro cómico”. 

“Ese mismo razonamiento hace que también durante este período, la Iglesia y la Universidad hagan presión para impedir las representaciones teatrales durante el curso académico en Compostela, lo que retrasará el desarrollo teatral de Santiago con respecto a otras ciudades gallegas”, añade Alejandra. 

¿Cuál fue su evolución?

En el siglo XIX nos encontramos por ejemplo con representaciones de la Compañía de la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago y también de la Tuna Clásica de Santiago. Y ya en la segunda mitad del siglo XX aparece el Teatro Estudiantil Universitario. 

De gran importancia es también el grupo de teatro del Colegio La Salle, germen del grupo de Cámara Ditea, que durante los 60 dominará el panorama teatral santiagués. Ya en los 70, con el ocaso de la dictadura, empiezan a emerger compañías que quieren ser profesionales y trabajan en gallego, y en los años 80, la creación del Centro Dramático Galego impulsa la profesionalización del teatro.

Recital Rosalía de Castro: Arquivo Galiciana.

“No me cabe duda de que incluso en los peores momentos de la historia la gente no ha dejado de divertirse, y en cada momento ha encontrado la manera y ha sabido sortear  las dificultades”, reflexiona Juno sobre la presencia del teatro durante las épocas más oscuras de Compostela.  

Diego Vázquez, gerente de Escena Galega, analiza los últimos años de evolución a nivel teatral, resaltando “la profesionalización y la creación de un sistema escénico fuerte”:  

“Creo que la profesionalización, sobre todo desde finales de los años 80, es lo más destacable, y Santiago es sin duda el centro de ese sistema pues muchos creadores y creadoras del ámbito escénico viven en la ciudad y desarrollan su labor artística aquí. Como contrapartida creo que ha decaído un poco el número de agrupaciones y la  actividad en general en el ámbito no profesional, ámbito universitario o comunitario”. 

¿Qué legado ha dejado el teatro en Compostela?  

Los teatros han sido siempre, no sólo espacios culturales, sino también de socialización. Por tanto, muchas personas tienen recuerdos asociados a esos espacios porque en ellos han tejido relaciones sociales, sentimentales, de amistad… 

En el ámbito del teatro no profesional Diego cuenta que son muchas las agrupaciones que estuvieron activas, algunas aún lo están, en Santiago, tanto en el ámbito vecinal como comunitario: “por ejemplo la actividad que se desarrolla en la red municipal de centro socioculturales, que es muy amplia, o la presencia de grupos no profesionales en el ámbito universitario especialmente alrededor de la facultad de filología en los años 90 y 2.000”.  

En el ámbito profesional hay espacios teatrales que se mantienen como referencia de la programación, como el Teatro Principal, el Auditorio de Galicia y el Salón Teatro.  Otros, como la Sala Galán, en la Rúa Gómez Ulla, la sala Santart en Pontepedriña o la  sala Nasa, en la actual Malatesta, desaparecieron con el tiempo.  

¿Qué papel ocupa el teatro en la vida social actual de la ciudad?  

“La situación del teatro en Santiago y en toda Galicia es de un momento excelente a nivel de calidad de la creación, estamos ante un estupendo momento de producción. Como reto creo que es importante seguir trabajando el tema de los públicos sobre todo el adolescente y joven, pues es un reto para la supervivencia del propio sector”,  explica el gerente de Escena Galega.  

Un reto en el que Compostela trabaja a diario a través de las múltiples escuelas de interpretación de la ciudad, entre las que se encuentra la de la propia universidad, y gracias a la enorme propuesta cultural de la capital gallega.  

Se dice que el teatro lleva en crisis desde que nació. Es verdad que la posibilidad de ocio se ha multiplicado infinitamente a través de los siglos y de forma vertiginosa en los  últimos veinte años, pero mientras que el teatro que se hace interese a la gente, el teatro no morirá. Es más, con la digitalización de nuestro mundo, todo fenómeno humano cobrará aún más valor”, añade Alejandra.  

Y es que el espectáculo en vivo implica que lo que el espectador o espectadora ve no va a volver a pasar, pues cada una de las funciones es única e irrepetible, y el teatro es un arte vivo que se moldea con la reacción del público.