El cementerio de San Amaro, lugar histórico y uno de los más bonitos de España
Fue uno de los primeros cementerios de España y forma parte de la Ruta de Cementerios Europeos; más de 200 personalidades descansan aquí convirtiéndolo en una visita que nos acerca al patrimonio histórico y cultural de Galicia
15 julio, 2019 06:00En las rutas turísticas de A Coruña el enclave del cementerio de San Amaro está marcado como uno de los puntos que vale la pena visitar para quienes quieran conocer un poco más de la historia de la ciudad herculina. La revista National Geographic, de hecho, lo eligió como uno de los más bonitos de España el año pasado.
Recorriendo este camposanto, se encuentran las huellas de personalidades de las artes y las ciencias, y de quienes escribieron páginas de la cultura de Galicia. De hecho, en el año 2013 San Amaro pasó a formar parte de la Ruta de Cementerios Europeos, un club que promueve el conocimiento y la preservación de la herencia cultural que descansa en cementerios de toda Europa.
Más de dos siglos de historia
San Amaro fue uno de los primeros cementerios de España, que se empezaron a construir solo a partir de 1812, cuando se prohibió por ley que se siguiera dando sepultura en los atrios de las iglesias. Nada más publicarse la prohibición, se proyectó la construcción de San Amaro en un emplazamiento con vistas al mar, a las afueras de lo que entonces era la ciudad.
Uno de los gallegos más ilustres enterrado aquí es el autor de la letra del Himno de Galicia, Eduardo Pondal. El galleguista murió en
el día 8 de marzo de 1917 en A Coruña y aquí descansa, siendo visitado puntualmente por la Fundación Eduardo Pondal que cada aniversario de su muerte le dedica la interpretación del Himno gallego ante su sepultura.
La hermana del pintor Pablo Picasso quedó enterrada en San Amaro. La muerte de la pequeña tuvo un gran peso en la decisión de la familia de abandonar A Coruña en 1895, cuando, durante su estancia en la ciudad, Conchita Picasso murió enferma de difteria.
El escritor, nacido en A Coruña, Wenceslao Fernandez Florez falleció en Madrid en 1964 y quiso que sus restos regresaran a la ciudad que le vio nacer y cerca de su lugar favorito, San Salvador de Cecebre, donde Flórez pasaba los veranos con su familia. Fue el autor de El Bosque animado, una obra que José Luis Cuerda llevó al cine hace unos años.
El escritor y poeta Manuel Curros Enríquez, falleció en La Habana, aunque el ourensano quiso ser enterrado en San Amaro. Sus restos descansan en la ciudad herculina donde no vivió, pero de la que se declaró profundamente enamorado. Las crónicas de la época reflejaron lo que debió ser un entierro multitudinario, con miles de personas que lloraron tras el féretro camino a San Amaro.
Manuel Murguía y cinco de los hijos que tuvo con Rosalía de Castro también descansan en el cementerio de San Amaro. Rosalía ocupa un lugar de honor en el Panteón de Gallegos Ilustres del Convento de Santo Domingo de Bonaval, en Santiago de Compostela, a donde sus restos fueron trasladados desde el cementerio de Iria Flavia en 1891.
Cemiterio de San Amaro. (A Coruña) @OTempoTVG pic.twitter.com/ELgJFVbx7N
— Rosendo (@rosendosilleda) June 27, 2019
Luis Seoane, es otra de las personalidades en San Amaro. El pintor, grabador y escritor de origen argentino, vivió varios años en A Coruña, donde también ejerció como abogado, y en la que eligió permanecer para siempre.
También descansa en este histórico cementerio Pedro Barrié de La Maza, conde de Fenosa, quien dirigió el Banco Pastor durante más de 30 años. Nació y murió en A Coruña, una ciudad en la que su huella sigue viva a través de la Fundación que creó en 1966 y a la que declaró heredera universal de todos sus bienes.
Territorio inglés
En San Amaro, además de la parte civil y la religiosa, existe un área separada propiedad del estado británico. Un terreno en el cementerio coruñés que fue comprado en 1867 por el cónsul británico en Galicia para establecer un cementerio privado para los ingleses. No es posible acceder al recinto que es como un pequeño pedazo de Reino Unido en A Coruña. Allí descansan los restos del propio cónsul que compró esos terrenos y británicos fallecidos en la ciudad.