Es una obviedad decir que en la ciudad hay muchos edificios, pero quizás no tan perceptible que hay muchas formas de enfocar el proyecto urbano. La repetición de las calles compuestas por edificios entre medianeras, de similares características, crean la sensación de estar ante la repetición de la misma estrategia de proyecto, una idea que además se ve reforzada en cuanto se comienza a ser consciente de la normativa urbanística particular y la normativa técnica general. Y sin embargo, cada proyecto tiene su propia identidad, sin soluciones unívocas, sin incultas etiquetas, sino con una organicidad interna que lo dota de una vida con sus particularidades. Una tercera opción, aquella que trabaja con los mimbres de la realidad.
“Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer.” La Conjura de los necios, John Kennedy Toole
En A Coruña, hay zonas de la ciudad que parecen monótonamente homogéneas, independientemente de la calidad de su arquitectura. Por ejemplo, la calle Ferrol, con una de las fachadas más virtuosas en términos compositivos está revestida de una cierta monotonía repetitiva que es, en parte, la que armoniza el conjunto. Pero al mirar con detenimiento comienzan a aparecer pequeñas discontinuidades revelando de manera ineludible la identidad propia de cada edificio.
Miguel Fisac en A Coruña
En la Calle Fernando González, una de las vías transversales en el proyecto del ensanche, se encuentra un edificio muy singular y un orgullo arquitectónico, el edificio Pou (Viviendas Martín Pou Díaz). Y es que no hay tantas ciudades españolas que puedan contar entre sus calles con alguna obra de Miguel Fisac (Daimiel, 1913-Madrid, 2006). Fisac es uno de los arquitectos españoles del grupo de posguerra, como también lo eran Alejandro de la Sota (Pontevedra, 1913- Madrid, 1996), Francisco Javier Sáenz de Oiza (Cáseda, 1918- Madrid, 2000), José Antonio Coderch (Barcelona,1913- ibídem, 1984), José Antonio Corrales (Madrid, 1921-ibídem, 2010), Andrés Fernández-Albalat Lois (Coruña, 1926- ibídem, 2019) Ramón Vázquez Molezún (Coruña, 1922-Madrid, 1993) o Javier Carvajal Ferrer (Barcelona, 1926- Madrid, 2013). Entre ellos hay muchos paralelismos, amistades o enemistades, carácter y personalidad, conservadurismo en lo personal y vanguardia en lo laboral (en la mayoría de los casos), pero hay algo que destaca especialmente y es la enorme capacidad creativa agudizada al tener que trabajar con medios mínimos: aquellas ruinas resultantes de una guerra y una atmósfera de recuperación lenta, desalentadora y accidentada debido a la etapa de autarquía en las primeras décadas de la dictadura franquista.
La obra de Miguel Fisac ha sido profundamente estudiada, y de entre ella destacan edificios como Edificio central del CSIC (Madrid), Iglesia del Espíritu Santo (Madrid), Instituto Cajal y de Microbiología (Madrid), el Instituto Laboral de Daimiel (Daimiel, Ciudad Real), Centro de Estudios Hidrográficos (Madrid), Centro de Cálculo en la Universidad Complutense de Madrid, Edificio de IBM en el Paseo de la Castellana (Madrid), Edificio de Laboratorios JORBA, La Pagoda (Madrid), Edificio de la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real(Paseo del Prado, Ciudad Real), conocida como "Casa de la Cultura", bodegas Garvey (Jerez de la Frontera, Cádiz), Iglesia de Nuestra Señora del Pilar (Canfranc, Huesca), Mercado Municipal (Daimiel, Ciudad Real), Iglesia de Pumarejo de Tera (Zamora), Colegio de la Asunción Cuestablanca (Sanchinarro, Madrid), Iglesia de la Coronación (Vitoria-Gateiz), Hotel Tres Islas (La Oliva, Fuerteventura). Aunque se formó en el racionalismo del movimiento moderno, su interés por el neoempirismo de Erik Gunnar Asplund (Estocolomo, 1885-ibídem, 1940), el organicismo nórdico y el americano representado por el arquitecto Frank Lloyd Wright (Richland Center, Wisconsin, 1867-Phoenix, 1959), cambian su manera de proyectar, que se ve muy pronto influida también por la arquitectura vernácula española. Además, es autor de libros como “La molécula urbana” (1969), que trata sobre urbanismo y “Arquitectura popular española y su valor ante la arquitectura del futuro” (1952), una obra sobre la condición de la arquitectura. En octubre de 2003 recibió el Premio Nacional de Arquitectura. El edificio conocido como La Pagoda, protagonizó una fuerte polémica tras su demolición en 1999, año en que además era homenajeado por el Colegio de Arquitectos dada su larga y brillante trayectoria profesional. Su demolición supuso una pérdida irreparable, ya que este había sido uno de los tres proyectos españoles que representaban a España en la exposición Transformations in Modern Architecture en el MoMA (1979), convirtiéndolo instantáneamente en un icono de referencia.
Miguel Fisac realizó dos obras en A Coruña, el colegio Santa María del Mar (Jesuitas, 1962-1964) y el conocido popularmente como edificio Pou (1964-1965) (y una tercera, aunque en el municipio de Oleiros, la Iglesia de Santa Cruz, 1967). El primero es un obra icónica que incorpora los famosos “huesos” de Fisac, que no son otra cosa que una serie de elementos estructurales prefabricados diseñados por el arquitecto y que permiten optimizar el proceso constructivo notablemente, como analiza con detalle en su tesis doctoral “Los huesos de Fisac: La búsqueda de la pieza ideal” (Madrid, 2010) el arquitecto Fermín Blanco. El segundo, sin embargo, se origina desde un contexto muy diferente, ya que se trata de un edificio acogido al régimen de renta limitada.
En la década de los sesenta, había en torno a siete millones de viviendas que alcanzaría la decena en 1970, como recoge Diego Peris Sánchez en su artículo “El proyecto residencial de Miguel Fisac”. Los movimientos migratorios internos del país provocan una necesidad interna de vivienda que da lugar a la creación de este tipo de políticas. Para Fisac este edificio le permite aplicar muchas de sus reflexiones en cuanto a la vivienda: “Siempre he creído que la vivienda es el reto personal que tiene hoy el arquitecto. Consciente de esa idea desde que comencé mi vida profesional, he dedicado a la vivienda la mayor atención. Sin embargo, mis personales circunstancias, concretamente los encargos de proyectos que he recibido, tanto del ámbito oficial como del particular, ni han ocupado la mayor parte, en relación con el total de mi trabajo realizado, ni han tenido la suficiente libertad y entidad como para haber podido desarrollar las ideas generales hacia las que estaba inclinado: de prefabricación, de industrialización y de seriación, para que lejos de caer en modelos repetitivos, redujeran drásticamente los costes y mejorasen notablemente su calidad. Desde la proposición artesanal de ordenación de la mano de obra, con la que con un equipo de obreros en pocos días se pudiera obtener un bloque de viviendas. En un concurso promovido por el COAM, aunque obtuve el 1º premio, las Autoridades técnicas de la Vivienda no quisieron que se pusiera en práctica.” FISAC, Miguel, 1994, texto citado en ARQUES SOLER, Francisco, 1996, Miguel Fisac, Madrid, Pronaos, p. 175.
El edificio Pou
Fisac aborda el complejo contexto en el que se encaja su edificio a través de la prefabricación y la seriación, como la manera de construir viviendas de calidad de manera rápida y económica. Desde su planteamiento busca amortiguar los problemas económicos derivados de la crisis estructural de la dictadura y su afección sobre la arquitectura además de enfrentar la potencial saturación de la ciudad en términos sociales por ausencia de vivienda digna accesible. Lamentablemente tuvo pocas ocasiones para llevar a cabo este tipo de proyecto, ya que la mayor parte de su obra se circunscribe al ámbito público y religioso.
En 1964 recibe el encargo de un edificio de viviendas, oficinas y bajos comerciales en la calle Fernando González 7 y 8. Adyacente al edificio de Juan Flórez 47 obra de Carlos Meijide, este presenta siete alturas en la fachada delantera y doce en la parte posterior que se incluye en el interior de la manzana. El bloque frontal está compuesto por dos viviendas por planta, mientras que el posterior tan sólo incorpora una, ambos bloques se unen a través del núcleo de comunicaciones central. El edificio promovido por la empresa COINSA aprovecha al máximo la parcela, pero al mismo tiempo mantiene una buena iluminación natural y buenas condiciones de ventilación. En su momento las viviendas se promocionaban de la siguiente forma: “en zona familiar, 4 dormitorios, armarios empotrados, salón-estar comedor amplísimo, más de 60 m2, dos cuartos de baño.”
La fachada del edificio muestra hormigón y metal (carpinterías de aluminio anodizado natural), una metáfora de la propia estructura del edificio, también mixta, compuesta por hormigón armado en general, apoyos metálicos en fachada, y muros de carga en las medianeras. La fachada oculta algunos pequeños detalles que mejoran el confort interior del edificio, como las carpinterías. Estas son dobles, para aislar del ruido y el frío. La carpintería exterior es de aluminio anodizado con apertura proyectante exterior o corredera, mientras que la carpintería interior es de madera de embero con apertura a haces interiores. La combinación de ambas, garantiza un juego de posibilidades, diferentes maneras de manipular el hueco por parte del usuario para equilibrar las condiciones de la vivienda con las del clima. La presencia del vidrio y el hormigón en la fachada, de manera lineal y limpia es un sistema de fachada desarrollado por Fisac, que ya había puesto en práctica y analizado en otros proyectos con anterioridad en el edificio de oficinas Vega (Madrid, 1963) y en los Laboratorios para el instituto de Química del CSIC (Madrid, 1963). Las piezas de hormigón que componen las bandas horizontales al exterior son, al interior, antepechos huecos que se encajan al forjado alojando las cajas de persiana en la parte superior y los radiadores en la inferior.
Y algo más
El edificio Pou es una obra de arquitectura singular, no por su valor como pieza independiente, sino como testigo de una forma de comprender la vivienda desde la prefabricación de los huesos de hormigón a la economía de recursos en favor de la buena arquitectura. Y sin embargo Fisac, incorpora una pequeña “broma” una cornisa muy desarrollada que rompe la linealidad de la fachada con un ligero gesto en el centro, un “nosequé”:
“He llegado a la conclusión de que las soluciones técnicas son las que dan pie a soluciones formales que puedan tener interés, porque, si no, salen unas formas que tienen un origen más literario que el propiamente formal arquitectónico. Yo el problema estético me lo planteo el último, cuando otras cosas que son prioritarias se cumplen en el principio del proyecto […] Con todos esos datos ya concretados, cabe la posibilidad de dibujar algo que pudieran ser los volúmenes que esos espacios han creado. La arquitectura es, como decía Lao Tse, el aire que queda dentro. Ahora lo que nosotros vemos es lo que utilizamos para dejar ese aire dentro. Y eso ya se puede representar gráficamente y es entonces cuando se pueden utilizar las posibilidades de una forma que has impuesto tú. Es lo que yo llamo un "nosequé", qué es esto que ya es, cómo lo coloco lo pongo y lo veo para que lo haga bien, suponiendo tener un conocimiento de la estética que sea lo suficientemente sólido para transmitirlo. Eso es lo que se llama educación del gusto, para lo que hay que ver mucho y estudiar mucho”. (Entrevista en El Mundo, 24 de octubre 2003)
Y sin saber exactamente qué, Fisac deja en la ciudad una obra silenciosa de esa tercera forma de recorrer la arquitectura, ni a través de lo bueno ni a través de lo malo, si no a través de lo que te dejan hacer con lo que hay, pero también con lo que tiene el arquitecto en su cabeza y sus manos.