La casa de la Reja Dorada, arquitectura monumental en la Ciudad Vieja de A Coruña
La Casa de la reja dorada es un edificio que debe su nombre a un pequeño detalle urbano. Abandonada y restaurada a mediados del siglo XX por Jorge Fernández y Fernández de las Cuevas, la casa alberga una historia indisoluble de su entorno
4 mayo, 2022 06:00Hay lugares en los que la huella del tiempo permanece oculta. Pero lo hace de la forma más paradójica, es decir, a la vista de todo el mundo. Más que un ocultamiento es un enmascaramiento, en el que la saturación o intensidad de su entorno impiden ver con claridad un elemento destacable que ha pasado desapercibido. Y entonces surge la duda ¿y eso de ahí?
La plaza de San Marco en Venecia es un espacio único, saturado de una belleza elegante, armónica y desbordante que parece ocultar unas enormes raíces históricas que construyen un relato biográfico denso y apasionante. Resulta complicado en un entorno así, encontrar algún detalle significativo de apariencia disonante y sin embargo, lo hay. En el exquisito palacio Ducal, el orden preciso de sus elementos compositivos se ve alterado por un minúsculo detalle: dos de sus columnas son rosadas. Un detalle que en apariencia semeja una falta de ortografía compositiva, esconde un pasaje fundamental para la historia de la ciudad y condensa el antiguo poder de la Serenísima República de Venecia.
El umbral entre esas dos columnas era el espacio ocupado por el Dux (máximo gobernante de la república) en cualquier evento relevante para la ciudad como el Giovedi Graso (último jueves antes de Cuaresma, fecha en la cual tenía lugar el Vuelo del Turco en el que un acróbata se deslizaba a través de una curda desde el campanile de San Marco hasta las dos columnas en la fachada del palacio Ducal) o durante las ejecuciones. El cadalso situado entre las dos columnas de San Marco era contemplado por el Dux desde las dos columnas dando la orden de ejecución del reo que, como decía la tradición moría mirando al gran reloj de la plaza para que tuviese noción de la hora exacta de su muerte. El cadáver permanecía en el cadalso varios días como aviso a los traidores o conjuradores. La identidad de Venecia, y sus siglos como República independiente, poderosa, rica, culta y libertina, encuentra en esas dos pequeñas columnas rosas la condensación de cientos de años de historia. Las columnas del palacio ducal muestran la personalidad de Venecia al viajero inquieto y le advierten del poder secular de esas piedras.
“En esta ciudad se puede derramar una lágrima en ocasiones. Suponiendo que la belleza es una distribución particular de la luz, la más afín a la retina. La lágrima es la forma en que la retina-como lágrima misma-admite su incapacidad para retener la belleza”. Iosif A. Brodsky
La belleza descrita por el poeta Brodsky, es en sí la del paseante contemplativo que, inquieto, se encuentra con una pequeña disonancia urbana o arquitectónica. Un color fuera de lugar, un nombre, un giro inesperado en el trazado de una calle. Cualquier pequeña distorsión será objeto de una profunda curiosidad. En A Coruña, como en otras ciudades hay muchas pequeñas disonancias ocultas bajo la presencia de elementos mayores en la jerarquía perceptiva del espacio.
Una casa con apellido
En el Casco Antiguo de la ciudad, cerca del que se estima como origen del primer asentamiento que daría lugar al tejido urbano contemporáneo, se encuentra una pequeña vía llamada calle de la Reja Dorada. El lugar, minúsculo en términos urbanos recibe un nombre de algo hoy apenas existente, una reja dorada, que cierra el espacio de separación del ábside de la iglesia de Santiago y una antigua casa blasonada.
Un pequeño detalle, un nombre perdido en el tiempo, pero adherido a un lugar que, sin embargo, ha creado en torno a sí un contexto en base a su misterio. La casa, a la que se accede desde esta estrecha calle, ha recibido su nombre y es popularmente conocida como la calle de la Reja Dorada.
La casa de la Reja Dorada, es una construcción de largo recorrido histórico. Se estima que la estructura original fue realizada en el siglo XVIII, en un solar que se enfrenta directamente al ábside de la iglesia de Santiago. La casa original, era un volumen arquitectónico de carácter noble, ya que incluía escudos, y mampostería careada propia de las construcciones más ricas. En 1876 Barón y Fernández Yáñez redactaron un proyecto de ordenación de la plaza, en la que buscaban dotar de orden al conjunto monumental. Esta actuación buscaba ocultar la visión directa del ábside de la iglesia, pero finalmente no se llevó a cabo y de hecho esta pieza es aún visible hoy en día.
Abandono y reconstrucción
La casa comenzó a sufrir los efectos del abandono a principios del siglo XX, hasta que en 1954 Apolinar Sáenz de Buruaga compra las ruinas de esta y encarga un proyecto de reforma. La rehabilitación de la misma es llevada a cabo por Jorge Fernández y Fernández de las Cuevas entre 1954 y 1962, manteniendo el carácter y la imagen de la fachada exterior en favor del mantenimiento del “decoro” que se requería en aquellos momentos. La obra de rehabilitación se vio beneficiada por el hecho de que la obra adyacente estuviese atravesando un proceso análogo. Esta circunstancia permitió unificar el volumen y algunos aspectos formales de ambas alcanzando la misma altura y homogeneizando ambas cubiertas. Esta intervención se ve matizada también por el criterio de la Academia de Bellas Artes que define las características de las carpinterías y el material de cubierta. Así, ambas casas incluyen teja del país, y carpinterías en tono siena tostado o verde oscuro.
La casa con acceso por la calle de la Reja Dorada, constituía un volumen único que se fragmentó en dos, pasando a duplicarse su acceso. Interiormente la distribución de las viviendas es compleja y ha variado a lo largo del tiempo, aunque lo más destacable de su interior era una de las escaleras de volumen cilíndrico. Como criterio inicial en la rehabilitación las estancias de estar se ubicaron hacia la plaza dejando hacia la parte posterior las cocinas. En la actualidad el edificio está siendo restaurado por la firma COHR Arquitectos.
La Casa de la Reja Dorada es una tipología habitual en la arquitectura vernácula coruñesa, pero con un matiz distintivo y es que se trata de una arquitectura monumental. El lenguaje monumental incluye elementos propios como blasones, canecillos, recercados y defensas de forja. En la rehabilitación inicial, parte de la mampostería se ha revocado exteriormente. Las carpinterías exteriores mantienen el lenguaje vernáculo, construidas en madera y situadas a haces exteriores. Los escudos que le dan ese adjetivo de casa “blasonada” han sido también reubicados durante la primera rehabilitación del inmueble en favor de una recuperación del antiguo abolengo y monumentalidad de la vivienda.
Las ciudades que hablan
A veces mirar la ciudad de forma desapasionada es un acto de conformismo. Pero incluso en esa aparente neutralidad apática, aparecen preguntas motivadas por una irregularidad en la monotonía aparente del urbanismo contemporáneo. Una pieza fuera de su color habitual, un nombre o una forma extraña pueden plantear cuestiones de respuesta indirecta o basada en la compleja composición de capas que la historia y la naturalidad del uso sociocultural han cosido entre sí hasta formar el tejido contemporáneo.
La ciudad es un organismo complejo, en el que cualquier pequeño detalle suele esconder una sucesión desorganizada de argumentos. Es quizás trabajo del observador urbano indagar y poner en orden cada uno de los hechos que contextualizan un pequeño detalle, desde Venecia, hasta Coruña.