Otros proyectos en la plaza de Ourense de A Coruña: una propuesta de Ramón Vázquez Molezún
La plaza de Ourense es un nodo fundamental para A Coruña. En él se encuentra un pequeño quiosco obra de Santiago Rey Pedreira, pero antes de este el arquitecto Ramón Vázquez Molezún propuso dos proyectos vanguardistas que se pueden interpretar como experimentos urbanos muy reveladores
21 junio, 2023 05:00Los experimentos dibujan, en ocasiones, utopías. Es decir, tienen como objetivo la consecución de una idea aspiracional, un deseo. Y, sin embargo, estos resultan más reveladores, como decía el teniente Hans Landa sobre los rumores en la película Malditos Bastardos (Tarantino, 2009). Los proyectos experimentales ponen de manifiesto conceptos de una forma desnuda y libre, mostrando caminos que pueden ser, que podrían haber sido o que nunca serán. La dualidad del experimento que se dibuja en el marco teórico arquitectónico crea una ilusión de realidad que permite leer las diferentes variables como historia de algo que nunca existió.
“Un experimento es un texto que narra una situación no textual, un texto que otros supervisarán después para decidir si se trata o no de un simple texto. Si la prueba final tiene éxito, entonces no se trata de un mero texto, hay de hecho una situación real detrás de él.” Bruno Latour
Y es que, en ocasiones, los proyectos que nunca se construyeron resultan más interesantes sólo por el hecho de crear ilusiones a través de la experimentación. La obra construida tiene la posibilidad de responder a un buen proyecto, pero en ocasiones el propio proyecto o el transcurso de las obras alteran una idea inicial magnífica que mejora un pequeño fragmento del hábitat humano. El proyecto experimental, aunque no construido, crea su propia historia, y a pesar de no convertirse en un legado visible, produce transformaciones.
“Es evidente la dificultad para valorar una creación obviando el proceso histórico y el contexto cultural al que pertenece y desde cuyos principios han de considerarse sus cualidades y aportaciones. La originalidad de una obra no es un hecho independiente, acaba por construir un entorno de opinión y una estética propia, o sea, una tradición, de manera que el resto de las creaciones de su tiempo se remiten a ella y, en la medida en que se identifican o se sitúan en su esfera forman parte de las creaciones destacadas del momento. Todo arte es en realidad la variación e interpretación sobre otro arte” Juan Domingo Santos, La tradición innovada. Escritos sobre regresión y modernidad
Los concursos de arquitectura o las diferentes propuestas desarrolladas, como intentos estériles, sobre un pequeño fragmento de la ciudad, crean una pequeña historiografía del lugar. Porque la observación de cada emplazamiento se transforma con el paso de los años, el crecimiento natural de la ciudad o la evolución cultural de la sociedad. La forma de mirar, es en cierto modo un proceso de maduración basado en la experimentación, una sencilla manera de hacerse mayor en el escenario de la vida.
La ciudad, los nodos y las identidades
Los nodos urbanos son, tal y como lo desarrollaba el arquitecto italiano Aldo Rossi, elementos capaces de construir un organismo vivo, una ciudad. Quizás, por eso, son aquellos lugares que se perciben como nodos los que suscitan los debates urbanos más viscerales, intensos o extenuantemente dilatados. Y es que un nodo urbano, no responde, desde un punto de vista arquitectónico a la definición lingüística del mismo, sino que es un punto relevante para la dinámica de la ciudad. Un edificio, una plaza, una convergencia de calles o simplemente un monumento puede definirse como nodo urbano. El conjunto de factores que lo convierten en un lugar tan especial, se basa en la intensidad sociocultural soportada por este que lo reviste de memoria hasta definir una micro-identidad dentro del conjunto urbano. Pequeños experimentos a través de los que los seres humanos sometemos al propio hábitat dentro de esa comprensión natural en la que este es percibido como una extensión del propio cuerpo, y no sólo el escenario de la vida.
Uno de los nodos más interesantes de A Coruña es la Plaza de Ourense. El espacio generado por el cruce de calles que concilia los caminos tradicionales con el trazado del ensanche, crea un vacío urbano en el que nace un nuevo espacio público. La voluntad de crear un equipamiento en este punto vinculado a una zona verde es un planteamiento clásico, en el que el nodo se ve reforzado con una función abierta que pueda dinamizar un espacio con vocación de vacío. La introducción de una nueva función puede crear un anclaje que sea determinante condicionando el futuro desarrollo urbano. Sin embargo, si este planteamiento es enfocado a través de la mano del arquitecto adecuado, el lugar puede convertirse en un equipamiento flexible capaz de responder a cualquier futuro desarrollo urbano. Pero no se trata exactamente de una idea sin más, si no de una reinterpretación, al igual que en el arte, de otros espacios públicos.
El arquitecto Ramón Vázquez Molezún (1922-1993), es uno de los profesionales más relevantes de la modernidad española. También uno de los más admirados por su energía personal y por establecerse en ocasiones en una posición periférica respecto de la formación académica más rígida. Sus icónicos viajes durante su estancia como becado en Roma, se han convertido en una referencia recurrente en la formación de los arquitectos. Admirados como una etapa romántica o como un privilegio bohemio, los viajes constituyen una de las herramientas de formación más importante de los arquitectos y arquitectas. Molezún experimenta y dibuja el espacio urbano italiano, pero también el de Francia, Bélgica o Dinamarca. De esta forma, el dibujo se convierte no sólo en la representación descriptiva del espacio urbano, sino de una interpretación basada en la experimentación e inmersión en él.
Otros proyectos en la Plaza de Ourense
Vázquez Molezún, realiza una propuesta para la plaza de Ourense en 1953. Se trata de su primer proyecto en la ciudad, y una de las primeras intervenciones arquitectónicas sobre ese nodo urbano. Aunque finalmente se construiría el proyecto realizado por el arquitecto municipal Santiago Rey Pedreira, Molezún realiza dos propuestas sobre este espacio urbano. Las propuestas de Molezún son proyectos sencillos que respetan el arbolado preexistente, pero que se definen como espacios de sombra, pequeños pabellones situados en el centro del espacio.
Los dos proyectos dibujados por Molezún presentan un programa idéntico y flexible que incluye aseos, cocina y espacio abierto a cualquier uso. Aunque conceptual y morfológicamente ambos proyectos son similares, la estética final de ambos difiere ligeramente. El primero es un pabellón circular de cubierta con pendiente invertida ejecutada en hormigón (y con sección variable), en el que la estructura es visible desde el exterior en forma de costillas radiales. El agua se recoge en el núcleo central. El programa se concentra en el núcleo central, definiendo una construcción sencilla. El acceso se organiza mediante un cuerpo pentagonal que emerge del volumen principal. Proyectado como cafetería, se plantea un cierre perimetral a media altura para crear una separación entre el espacio público y el interior del pabellón.
La segunda propuesta es una variación de la primera, algo que sucede a menudo en los primeros proyectos de la carrera profesional de un arquitecto, en los que la intención de conseguir la mejor solución crea una búsqueda constante y una experimentación explosiva. La segunda propuesta mantiene la misma organización compositiva y funcional: el núcleo central con aseos, cocina y bajantes se dispone en el centro, dejando el perímetro como un espacio libre abierto a la zona verde que rodea al pabellón. Esta segunda propuesta presenta una volumetría triangular, con vértices redondeados, conservando la relación homotética entre núcleo y perímetro. Molezún introdujo varios muros radiales para crear diferentes atmósferas en el interior las cuales se refuerzan mediante pequeños cambios de nivel. El acceso se realiza por el vértice más alejado del centro a partir de dos muros simétricos respecto a un tercer central.
Ambas propuestas tenían en común una propuesta estructural vanguardista, con vocación de convertirse en una discreta obra casi monumental desde una perspectiva moderna. Conceptualmente cercana a las pequeñas estructuras auxiliares de las plazas italianas, de expresividad moderna e integración humilde, cualquiera de las dos propuestas hubiese proporcionado un significado diferente a este nodo urbano.
La misma idea, una y otra vez
La experimentación arquitectónica no siempre produce obras de aspecto radical como las follies de de la Villete de Bernard Tschumi, o la provocadora tienda BEST Store en Houston del estudio SITE (Sculptures In The Environment) y definida como la ‘Indeterminate facade’. La modernidad española incluye proyectos que simplemente prueban posibilidades casi como un modo de supervivencia, intentando encontrar la pequeña grieta en el muro de la dictadura y de la precariedad de tecnologías y materiales por la que penetrase la vanguardia. Las grietas como decía Leonard Cohen, son necesarias, ya que es la forma en la que la puede entrar la luz.
“Tío, si quieres hablar de influencia, entonces tienes que ser consciente de que la influencia no es influencia. Es simplemente la idea de alguien a través de una mente nueva” Jean-Michel Basquiat
Y a pesar de la luz, resultado de las grietas creadas por los pequeños terremotos de la experimentación, en el proceso creativo de la arquitectura siempre está presente un inevitable acto de humildad que, invisible o no, obliga al arquitecto a admitir la reinterpretación de la referencia. Porque en todo experimento hubo siempre algo más, quizás sólo sea una misma idea que atraviesa el tiempo a través de diferentes mentes, de diferentes manos.