Visitar cualquier lonja o mercado de Galicia en verano es acercarse a un festival de sabores, olores y colores que pocos lugares pueden imitar. Sin embargo, la variedad y calidad de los productos que ofrecen las aguas gallegas puede llegar a abrumar a algunos consumidores. Es el caso de uno de los productos estrella del verano: las almejas. Con cuatro variedades en el mercado, puede resultar complicado discernir cuál es la mejor opción. 

Hay que tener en cuenta que las variedades autóctonas y propias de Galicia son la almejas fina, la babosa y la rubia. La almeja japónica también se produce (y mucho) en Galicia, pero se trata de una variedad foránea (aunque ya hay quien la considera gallega de adopción).

Fuente: Peixe Ártabro / peixeartabro.com

El cultivo de la almeja es un trabajo con muy poco tiempo de vida, si tenemos en cuenta que comenzó años después de la mitad del siglo XX en España. La alimentación y cría de almejas ha ido evolucionando y perfeccionándose con los años, especialmente en aquellas variedades que ofrecen un gran rendimiento económico y cualitativo.

Su precio en el mercado puede variar dependiendo del propio tamaño de la almeja y la ley de la oferta y demanda, pero la variedad más económica (en su tamaño mediano) suele rozar los diez euros por kilogramo, mientras que las variedades más caras pueden llegar hasta los setenta euros.

Almeja fina: la más cara y apreciada del mercado

Esta variedad es la más apreciada por su valor y calidad gastronómica, especialmente las capturadas cerca de Vilagarcía de Arousa. Su sabor y calidad destaca entre en las otras variedades, lo que también repercute en su precio: es la más cara del mercado.

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Podemos distinguirla gracias al color y forma de su concha, que cuenta siempre con tonalidades pálidas de blanco, marrón y amarillo. La superficie de la concha presenta líneas concéntricas y radiales, creando una característica y llamativa cuadrícula.

Además de su gran calidad culinaria, la almeja fina también es fantástica a la hora de comercializarla, ya que es una de las variedades que mejor se conserva fuera del agua. Entre fogones su versatilidad está más que probada: es una elección segura para guisos, arroces o incluso crudas con un poco de limón.

Almeja babosa: la variedad ideal para hacer a la marinera

También llamada “almeja blanca” o “almeja de Carril”, se trata de otra de las variedades más valoradas en el mercado, muy similar en calidad a la almeja fina, pero con una peor resistencia fuera del agua, lo que limita su comercialización. Su precio es considerablemente menor que la fina, pero sigue siendo de las variedades más caras del mercado.

Fuente:  Peixe Ártabro / peixeartabro.com

Su concha presenta unas líneas concéntricas más marcadas, pero apenas cuenta líneas radiales. Presenta unos colores pálidos, con tonalidades entre el gris y el crema, pero con bandas y ‘manchas’ más intensas y oscuras. 

Aunque también es un producto muy versátil en la cocina, esta variedad es la más recomendada para elaborar almejas a la marinera.

Almeja rubia: genial para guisos y largas cocciones

Esta variedad se distingue fácilmente gracias a su color entre lo rojizo, lo anaranjado y  el amarillo (de ahí lo de ‘rubia’), que cuenta con curiosas manchas a lo largo de toda la concha que dibujan un zig-zag. Además, estas almejas suelen ser más brillantes y lisas que las anteriormente mencionadas, dando la impresión de que alguien se ha tomado la molestia de pulir su concha.

Fuente: Peixe Ártabro / peixeartabro.com

Su precio también suele ser menor ya que es una de las almejas que mayor facilidad tienen para su captura y recogida. Eso sí, que su precio no te engañe: su calidad es muy notable y resulta ideal para guisos. Su carne es la más dura de todas la variedades mencionadas, lo que hace que sea la elección adecuada para cualquier elaboración que cuente con un tiempo elevado de cocción.

Almeja japónica: la variedad más económica

Esta variedad fue introducida allá por la década de los ochenta y llegó a la costa gallega para quedarse. Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer por su nombre, las almejas japónicas no llegaron a España desde un país asiático, si no que su lugar de procedencia es Canadá. Se cree que esta variedad entró accidentalmente en Norteamérica durante la importación de ostras de Japón durante los años 30.

Fuente: Peixe Ártabro / peixeartabro.com

Su cultivo y producción se extendió como la pólvora por toda Europa gracias a que su ritmo de crecimiento es muy rápido. La almeja japónica comenzó su dominio por las costas francesas y británicas, para luego llegar a España e Italia, donde se han convertido en cultivo recurrente.

Es fácil de distinguir gracias a su color de la concha, que presenta las tonalidades más oscuras de todas las variedades mencionadas, entre el gris, el marrón y el negro. Además, las líneas y surcos de la superficie están muy marcadas, por lo que es todavía más fácil de identificar gracias a su textura rugosa.

Se trata de la variedad más económica de todas y es una buena elección en platos donde es protagonista con bases de fideos, arroces, legumbres o incluso en calderetas o platos con pescado.