El 8 de septiembre de 1921 más de 100.000 personas se reunían en el paseo marítimo de Atlantic City, en Nueva Jersey, para ver a las finalistas del primer concurso de Miss America. Se trataba del primer certamen de belleza de la historia moderna. En 1929, Estados Unidos retó a Europa para celebrar un certamen intercontinental con la intención de encontrar a la joven más bella del mundo. Varios diarios franceses recogieron el guante y pidieron a colegas de toda Europa que convocasen pruebas en sus respectivos países. En España, al primer certamen que más adelante sería conocido como “Miss España", se le llamó “Señorita España”, y se celebró el 25 de enero de 1929. En el año 1933 una viguesa se convertía en la primera gallega en hacerse con la corona de la más bella de España. Pero esta extraordinaria mujer tenía algo más que una belleza sin igual. Esta es la historia de Emilia Docet Ríos, la miss galeguista.

Emilia Docet Ríos nacía en Vigo el 9 de julio de 1915. Era hija de Francisco Docet, un empresario vigués del caucho con explotaciones en la amazonia peruana, y de Emilia Ríos, hija de un político de la región. Quien conoció a Emilia decía de ella que la mezcla de sangre de sus padres le había proporcionado una extraordinaria belleza.

Pero si por algo destacaba Emilia era por ser una mujer moderna, libre, culta y decidida y que además era un ejemplo en la lucha por la igualdad de sexos. Emilia además era una gran aficionada al deporte: natación (su favorito), remo, hockey sobre hierba… y estudiaba Peritaje Mercantil en la Escuela de Comercio de Vigo.

Pero el 11 de febrero de 1933 su vida cambiaría para siempre. Ese día se celebraba en Vigo el concurso que elegiría a la miss gallega. Era la primera vez que Galicia participaba en Miss España (Señorita España). 

Emilia se había presentado ante la insistencia de sus hermanos y ganó. En el Teatro Tamberlick, y tras las deliberaciones de un jurado que contaba con nombres tan ilustres como Castelao, Carlos Maside o Jenaro de la Fuente, se anunciaba su victoria.

El 13 de febrero, Emilia, junto a su padre, parte a Madrid para participar en el certamen en el que se elegirá a la nueva Miss España. En una multitudinaria fiesta en el Teatro Metropolitano de Madrid gana el concurso. Era el 21 de febrero de 1933.

Tan solo una semana después, a punto estuvo de ganar el título de Miss Europa, en un acto que se celebró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, del que fue finalista junto a otros cuatro países, Hungría, Francia y Rusia, siendo esta última la ganadora. Emilia consiguió ser Dama de Honor. El legendario Wenceslao Fernández Flórez, presente en el Círculo ese día, decía de Emilia que jamás había visto a una mujer tan bella en su vida. 

Emilia regresó a Vigo en tren, se le rindió un multitudinario homenaje y fue recibida en el Ayuntamiento por el alcalde de la ciudad. Ya era una celebridad. 

Hasta tal punto su fama era tan extraordinaria, que el 3 de mayo de 1933, es invitada por la Diputación de Ourense a Ribadavia, donde se celebra una cena en su honor. Mientras se arregla en una habitación de un hotel de la localidad, se corre la voz de que Miss España estaba en aquel establecimiento. Fueron tantas las personas que acudieron al primer piso del hotel para ver de cerca a la celebridad que el suelo cede y se derrumba, afortunadamente, sin causar heridos de gravedad.

Todos querían hacerse una foto con Emilia, entre ellos, los políticos. La tía de Emilia era la esposa de Xosé Núñez Búa, uno de los fundadores del Partido Galeguista en Vigo, lo que le llevó a convertirse en musa e icono de los galeguistas de la época.

Núñez Búa la presenta a la plana mayor del partido y éstos vieron en ella la imagen perfecta para dar a conocer su ideología. Emilia forma parte de ello de manera activa tanto con sus declaraciones a los medios como en los actos a los que asiste. Pero, sobre todo, Emilia fue una mujer que luchó por reivindicarse en una época en la que los hombres copaban los puestos de poder en los estamentos sociales. Fue una representante de las nuevas mujeres pioneras y luchadoras por la igualdad que estaban surgiendo a principios del siglo XX.

Prueba de ello fue cuando en verano de 1933 Emilia se presentó ante el Ministro de Agricultura para exigirle que levantara el embargo a 7.000 familias de campesinos de Porriño que habían actuado como avalistas de un préstamo estatal que Primo de Rivera había concedido años antes para la construcción del primer matadero industrial cooperativo de Galicia. El ministro levantó el embargo de inmediato.

El 16 de junio de 1933 acude a un homenaje del partido en el Hotel Miño de Ourense, en el que se rodea de los principales representantes del galeguismo ourensano, donde es fotografiada junto a ellos en una imagen histórica.

Y quizá el acto más famoso en el que participó fue el “Mitín das Arengas” de 1934, organizado por el Partido Galeguista en la Praza da Quintana en Santiago De Compostela, junto a Castelao, Bóveda, Otero Pedrayo, Paz Andrade… En aquel mítico evento intervinieron más de 20 oradores y Emilia fue la única mujer que participó con su propio discurso al que la prensa calificó como el más bello y sólido de los realizados.

Tras aquel ritmo frenético al que la sometió ser Miss y un símbolo del galeguismo, Emilia terminaría sus estudios de Peritaje Mercantil y trabajaría en el laboratorio Miguel Servet de Vigo, germen de lo que más tarde sería Zeltia. Se casaba en julio de 1940 y, posiblemente, harta de ser una celebridad, renunció a cualquier tipo de presencia pública. Fallecía el 22 de febrero de 1995 en Vigo, sin homenajes ni reconocimientos.

Hay quien dice que el galeguismo de Emilia fue algo circunstancial, que nunca militó en el partido y que nunca se dedicó a hacer campaña por el mismo. Y posiblemente fue así. Aunque realmente debería de darnos igual. Porque Emilia Docet no fue tan solo una mujer bella, no fue tan solo uno de los símbolos de moda del movimiento galeguista, no fue tan solo una mujer moderna. Emilia Docet Ríos fue una mujer culta, inteligente, autónoma, amante de la música, activa, deportista, tolerante, religiosa, alegre, optimista y madre pero, sobre todo, fue una mujer libre y adelantada a su tiempo cuya memoria hemos recuperado ya para siempre en nuestras Historias de la Historia.

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

• es.wikipedia.org
• lavozdegalicia.es
• bitacoradecora.galiciae.com
• elpais.com
• praza.gal
• farodevigo.es
• culturagalega.gal
• bretemas.gal
• ecorepublicano.es
• buscameenelciclodelavida.com
• abc.es
• topvzla.com
• momentosdelpasado.blogspot.com