El 3 de Julio del año 997, Abu Amil Muhammad ben Amir al-Ma Afiri, un nombre que aterrorizó a toda una civilización y que quedaría grabado para siempre en la historia universal, Almanzor, iniciaba su expedición contra Santiago de Compostela, dispuesto a acabar de una vez por todas con la osadía de los cristianos atacando el corazón de todos los reinos ibéricos y el mayor santuario de la cristiandad en Europa. El 10 de agosto llegó a Santiago de Compostela, una ciudad sin habitantes, vacía y abandonada ante el pánico por las noticias de su llegada. La ciudad fue saqueada sin resistencia alguna durante una semana, arrasada hasta los cimientos e incluso Almanzor dio de beber a sus caballos en la pila bautismal de la iglesia del santo sepulcro. Nada quedó en pie excepto una cosa: la tumba del apóstol. Cuando el rey musulmán llegó al sepulcro, se encontró allí con un viejo monje custodiándola, el único cristiano que había permanecido en Compostela para proteger los restos del apóstol y cuya fe y valentía fueron respetadas por el caudillo. Aquel viejo monje era nada más y nada menos que el obispo de Santiago de Compostela, un personaje histórico de extraordinario valor para toda la cristiandad: San Pedro de Mezonzo.

Grabado de 1872 que muestra a Almanzor ante el sepulcro del Apóstol. https://www.muyinteresante.com 

Pedro nacía en Curtis, en la provincia de A Coruña, en el año 930 y era hijo de nobles: Martín Placentiz y Mustacia de Exióniz, quienes le dieron una esmerada educación mientras servían a sus señores. Su fidelidad y honradez debieron ser evidentes para que, con tan solo 18 años lo nombraran capellán de la familia, con la que vivió hasta los 22 años, edad a la cual ingresó en el pequeño monasterio de Santa María de Mezonzo para dedicarse de lleno al estudio y la oración, adquiriendo fama de gran sabiduría intelectual y humana.

Iglesia del desparecido monasterio de Santa María de Mezonzo. https://es.wikipedia.org

En el año 955, pasa al monasterio de Santa María de Sobrado tras absorber al de Mezonzo, donde llegaría a abad, en el año 965, llevando al monasterio a unas cotas de prestigio nunca antes vistas. Bajo su mandato, se recibieron donaciones del rey Ramiro III de León, que lo convirtieron en uno de los centros religiosos más importantes de la cristiandad hispana a pesar de afrontar una difícil época, en la que piratas normandos y musulmanes asolaban con frecuencia las tierras gallegas, cebándose especialmente con las propiedades de la iglesia. 

Monasterio de Santa María de Sobrado. https://es.wikipedia.org

Como quinto abad de Santa María de Sobrado, asistió y consoló a los lugareños tras los ataques vikingos, mientras ayudaba a reconstruir los territorios asolados por estos. Su gobierno fue tan extraordinario que su fama le llevó a ser nombrado abad del monasterio de San Paio de Antealtares, cuyos monjes benedictinos custodiaban y administraban el culto al apóstol y donde se convirtió en confidente de San Rosendo, obispo de Iria Flavia y de la Sede Apostólica de Santiago.

Convento e iglesia de San Paio de Antealtares. https://es.wikipedia.org

Desde el año 981, gobernaba en Galicia el rey Bermudo II quien, conocedor de la sabiduría de Pedro, lo tomó como consejero y lo promovió a obispo de Compostela, con 55 años, cargo en el que fue confirmado por todos los canónigos de Santiago en noviembre del año 985. Un año después, el rey le concedía el privilegio de recibir donaciones de tierras de los caballeros capturados y martirizados por los musulmanes, además de bienes de los que podía disfrutar incluso aunque dejase de ser obispo, en la que parece una clara muestra del afecto, devoción y veneración que el rey profesaba por el obispo de Santiago.

Pero una sombra se asomaba por Galicia: Almanzor. En aquella época España no existía, sino pequeños reinos como el de León, el de Navarra y varios Condados. Más de la mitad de la Península Ibérica entraba dentro de los dominios del todopoderoso Califato de Córdoba, así que, en la práctica, toda la Península Ibérica estaba bajo su dominio directo o indirecto a través de tributos.

Almanzor. https://es.wikipedia.org

Mientras Almanzor hacía frente a una revuelta en África, el Rey Bermudo II de León, decidió suspender el pago del tributo. Almanzor decidió que había que acabar de una vez por todas con la osadía de los reinos peninsulares, atacar al corazón del origen sagrado de la Reconquista, el nexo de unión de todos los reinos cristianos y ejecutar un rotundo golpe a su credo. Para ello marcharía contra Santiago de Compostela, el mayor santuario de la Cristiandad en Europa, la tumba del apóstol.

Miniatura medieval de Bermudo II en la Catedral de León. https://es.wikipedia.org

En el año 997, emprendía su campaña cruzando el Miño, arrasando Salvaterra, destruyendo la ciudad de Tui y arrasando todo a su paso mientras se dirigían a las tierras de Santiago.

La tradición cuenta que Pedro ordenó la evacuación de la ciudad buscando salvar las reliquias del apóstol, que habría llevado consigo, así como las vidas de los compostelanos que no quiso exponer en una lucha que claramente tenían perdida. La ciudad quedó desierta y abandonada para que Almanzor dispusiera de ella a su antojo. El caudillo llegó a incendiar la basílica apostólica, pero no se atrevió a profanar el sepulcro del apóstol por una sola razón: su encuentro con un viejo monje que allí rezaba.

Este encuentro tiene un alto valor histórico, no es una tradición, ni una leyenda, ya que se recoge y hay coincidencia plena del mismo tanto en los relatos de las crónicas cristianas como en los de las musulmanas.

Escultura de Pedro de Mezonzo en el monasterio de San Martiño Pinario. https://es.wikipedia.org

Aquel moje custodio era el propio Pedro de Mezonzo, que se mantuvo en su puesto para cumplir su sagrada obligación. Las crónicas transmiten un pequeño diálogo entre estas dos leyendas: “¿Por qué estás aquí?”, preguntó el musulmán “¡Para honrar a Santiago!”, respondió Pedro, “Reza cuanto quieras”, replicó, tras lo cual Almanzor dio orden de que dejasen a aquel hombre tranquilo y que se apostasen guardias para respetar aquella tumba y sus sagradas reliquias.

Busto de Almanzor. https://es.wikipedia.org

Tras una semana de saqueo y destrucción en la que redujo la ciudad a escombros, Almanzor inició su triunfal regreso al califato de Córdoba junto a 4.000 prisioneros. Entre los tesoros que portaba se encontraban las puertas de la ciudad, las de la iglesia del santo sepulcro, oro, piedras preciosas y arena de las playas gallegas que regalaría al Califa de Córdoba. Además, se había hecho con las campanas de la tumba del apóstol y todas las demás que había robado de las iglesias que había encontrado en su camino, que eran transportadas por prisioneros cristianos y que acabarían siendo usadas como lámparas en la mezquita de Córdoba, que se encontraba en plena ampliación en aquella época.

Además, la leyenda cuenta que, ante el peligro que suponía la llegada de los invasores a Galicia, Pedro de Mezonzo compuso la oración Salve Regina, un himno a la Virgen inspirado en una imagen de Nuestra Señora de los Ojos Grandes, patrona de la ciudad de Lugo, que se convirtió rápidamente en una de las plegarias más famosas de toda la cristiandad.

Escultura de Pedro de Mezonzo en su pueblo natal, Curtis. https://es.wikipedia.org 

Tras tanta destrucción, Pedro se dedicó a una intensa y rápida labor de restauración de las ciudades, villas y conventos, además de renovar el desolado y desconsolado ánimo de sus fieles, consiguiendo concluir la restauración de la basílica y restableciendo el culto al apóstol, motivo por el cual su fama de santidad trascendió fronteras.

En el año 999, tras la muerte de Bermudo II y gracias a su heredero, Alfonso V, un niño de tan solo 5 años, todos los nobles de Castilla, León, Galicia y Navarra se aliarían para proteger al joven rey y promover la reconstrucción de la ciudad Santa a través de un nexo común, el Camino de Santiago, consiguiendo que la ciudad resurgiera de sus cenizas con más fuerza que nunca.

Miniatura medieval del rey Alfonso V en la Catedral de León. https://es.wikipedia.org

Pedro de Mezonzo, aquel hombre santo al que le tocó vivir en un mundo de oscuridad, que supo estar al lado de los pobres, ayudar a los que menos tenían y que defendió el sepulcro del apóstol con su vida, fallecía en el año 1003 y sería canonizado por la iglesia.

Por cierto, el 29 de junio de 1236, dos siglos y medio después de la destrucción de Santiago, Fernando III conquistaba Córdoba. El rey recompensó a los compostelanos con nuevas campanas, para lo cual ordenó refundir todo el bronce de la Mezquita de Córdoba para fabricarlas. En esta ocasión, serían transportadas a Galicia por prisioneros musulmanes.

Rendición de Córdoba al rey Fernando III. https://es.wikipedia.org 

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

  • es.wikipedia.org
  • lavozdegalicia.es
  • farodevigo.es
  • laopinoncoruna.es
  • xacopedia.com
  • mecaba.org
  • bne.es
  • elpais.com
  • laovejaperdidaweb.wordpress.com
  • albertosolana.wordpress.com
  • elprogreso.es