El Deportivo no es el mismo que el de la primera vuelta pero al menos logró cortar la mala racha de resultados y rescató un triunfo vital por dos goles a uno ante el Calahorra que le permite seguir en lo alto de la clasificación. Lapeña y Quiles fueron los goleadores de un Dépor que ofreció una vez más una imagen gris.

Instaurado en un bajón de juego y sensaciones alarmantes, el Deportivo completó una primera mitad realmente mala. Serviría un párrafo, y sobraría espacio, para resumir las ocasiones blanquiazules en la primera mitad. Un simple remate de cabeza de Lapeña a la salida de un córner en el minuto 43 fue el bagaje de un equipo que en nada se parece al de la primera vuelta.

Borja optó por un once sin extremos y con Menudo, Soriano y Quiles por detrás de Miku. La idea no sirvió para generar peligro y el encuentro se convirtió en un espectáculo plano sin nada que resaltar. El Calahorra se encontró con un rival cortocircuitado y superado por la presión, incapaz de generar peligro.

De hecho el acercamiento más peligroso en jugada fue de los visitantes en un centro envenenado que Mackay sacaba en dos tiempos. Los nervios y la presión se adueñaban de un equipo que apenas generaba por bandas. Aguirre y Trilli tampoco completaron una buena primera mitad para desesperación de la afición blanquiazul.

Álex y Villares no daban ritmo en el centro del campo aunque al menos evitaban contras peligrosas de los visitantes. Borja, consciente de las limitaciones del once, mandó a calentar a Noel, Álvaro Rey y William de Camargo durante el transcurso del primer tiempo.

Cinco minutos de la segunda mitad fueron suficientes para saber que poco iba a tener que ver con la primera. El Calahorra avisó con dos lanzamientos lejanos muy peligrosos y Aguirre respondió con una gran acción que se encontró con la buena respuesta de portero visitante. William empezaba a generar peligro tras ser el único cambio realizado en el descanso por el técnico blanquiazul.

El Dépor pisaba más área contraria pero los minutos seguían pasando sin lograr el objetivo del gol. Finalmente llegó y lo hizo a balón parado tras un servicio de Aguirre que Lapeña remataba tras un control dentro del área. La pasividad del Calahorra contribuyó en un tanto que desatascaba a los coruñeses.

La alegría fue doble solo unos minutos después cuando Quiles presionaba la salida de balón visitante sobre el portero que tras hacerse un lío veía como la pelota se introducía en su propia portería. El Dépor se ponía con ventaja de dos goles y Riazor empezaba a respirar tranquilo pensando en una victoria cómoda.

Sin embargo el equipo volvió a complicarse en el tramo final de partido. Un buen servicio desde banda izquierda finalizaba con un gran remate de cabeza de Carlos Vicente para hacer el dos a uno. Era el minuto 87 y por delante quedaban tres más los cuatro de añadido. El Dépor no gestionó mal esos minutos pero cada balón al área generaba nervios e incertidumbre en la afición y el equipo.

El pitido final se convirtió en un gran alivio para toda la parroquia blanquiazul tras unas semanas difíciles y complicadas que han demostrado que el camino al ascenso será complicado y disputado.