El expresidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro.

El expresidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro.

Deportivo

Lendoiro recuerda a Arsenio Iglesias: "Siempre tendrás mi respeto, mi cariño y mi admiración"

El expresidente del Dépor hace un repaso por su relación de "pareja" con el exentrenador, al que describe como un hombre "trabajador, serio, tímido… y muy, muy, muy listo"

19 mayo, 2023 14:33

El expresidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro, recuerda en este artículo al exentrenador Arsenio Iglesias, que falleció el pasado 5 de mayo a los 92 años de edad generando un hondo pesar entre el deportivismo y en A Coruña. Lendoiro califica a Iglesias como "trabajador, serio, tímido… y muy, muy, muy listo" al mismo tiempo que indica que su marcha del club fue una decisión unilateral que "nos dolió y nos distanció".

Augusto César Lendoiro también aprovecha la ocasión para recordar que hoy, 19 de mayo, se cumplen 23 años la proclamación del Dépor como campeón de la Liga de España. "Felicidades a todo el deportivismo", comenta el expresidente.

Arsenio. Recuerdos de "pareja"

Conocí en persona a Arsenio Iglesias el 13 de junio de 1988, festividad de San Antonio, ese santo al que se le pide encontrar algo importante que hemos perdido. Era el día que tomaba posesión mi junta directiva, la cuarta de esa temporada. El relevo nos lo daban Julio Meana, en funciones de presidente, y Berta Vales, gerente, mientras Arsenio, tercer entrenador de ese ejercicio, servía de testigo de ese momento clave en la historia moderna del Deportivo.

De ahí que no sea casual que destaque el día del santo de las cosas perdidas, porque estamos hablando de un Deportivo que, con solo 5.000 socios, Vicente había salvado del descenso a 2ªB, en el último suspiro de la liga, y encaraba un muy complicado panorama económico. Se había "perdido" casi todo lo que representaba el deportivismo histórico y había que "encontrarlo".

Para hallarlo le pedimos ayuda al Santo y, entre él y mi junta directiva, tomamos por unanimidad la primera decisión al frente del club: renovar el contrato de Arsenio, que vencía en 15 días.

Fue una muestra de gran confianza, porque el de Arteixo, entonces, era cuestionado por la afición, pero entendimos que si queríamos recuperar el deportivismo perdido, debíamos apoyarnos en un referente nuestro como era Arsenio.

Recuerdo con nostalgia aquellas tertulias que, tras finalizar mi trabajo, manteníamos hasta cerca de las doce de la noche, en el despacho de Berta Vales -a las que en ocasiones se sumaba Navallas- en las que buscábamos soluciones de todo tipo a la dura realidad y que solían finalizar dejando a Berta en el taxi, Arsenio camino de su casa y yo a visitar a mi añorado amigo Pepe, el del Taboo, "el culpable" de mi llegada al Depor.

Fue esa época inicial, la de las grandes penurias, y no la del Super Depor, la que disfrutamos de verdad, como "pareja". La relación era muy cercana. Apenas discutíamos, ni siquiera -y en mi caso ya es decir- para fijar la cantidad que debía percibir por temporada. El me proponía una sensata, yo la aceptaba, se la comunicaba a Berta, que la anotaba, pero que en breve me decía: "Presi, me dice Arsenio que sí, que es esa la cifra… pero que es neta". Yo sonreía, asentía y pensaba ¡qué listo es!

Arsenio era un hombre trabajador, serio, tímido… y muy, muy, muy listo, de los que oyen crecer la hierba, y lo transmitía como pocos, porque tenía el don natural del arte de la comunicación. No había necesitado de clases universitarias. Era él quien las impartía en sus ruedas de prensa.

Nos entendíamos muy bien, quizás porque los dos habíamos nacido en pueblos de la Costa da Morte, y presumíamos de sentirnos de Arteixo y Corcubión, pero también con sensibles diferencias. Ambos éramos hombres de fútbol -"el fútbol es muy agradecido", repetía con frecuencia- y creo que los dos "ganadores natos", pero él era más conservador a la hora de manifestarlo. Yo lo proclamaba con claridad y él lo disimulaba. "O Presidente bota moito fume. O Madrid é o Madrid", me mandaba recado por la prensa si yo era optimista ante las visitas de los blancos.

Fueron siete años inolvidables "en pareja". Pasamos de la nada a casi el infinito. Arsenio, por primera vez en su carrera, pudo contar con un equipo 10 y explotar a tope esa máxima de "orden y talento". Él imponía "el orden" y "el talento" lo aportaban grandes jugadores a sus órdenes, que llegaron a convertir Riazor en nuestro Sambódromo particular. No cabía duda alguna, San Antonio había ayudado a que el deportivismo recuperase, con creces, lo que, a finales de los 80, todos dábamos por perdido.

Pero no se puede negar que también hemos tenido muy serias diferencias. La principal fue en enero de 1995, cuando un miembro de la "pareja" decidió, en su libertad, pero de forma unilateral, anunciar que abandonaría el Deportivo al término de esa temporada en la que peleábamos el título, de tú a tú, con el Madrid, que sería el campeón, con solo cuatro puntos sobre el Dépor subcampeón.

El anuncio de la "separación" me llegó a través de la prensa nacional, que se había desplazado para un España-Uruguay en Riazor, y la noticia, nacida en una comida de todos ellos con Arsenio, me la dieron en el descanso del partido. No podía darle crédito. Era el momento de la Liga más inoportuno.

Esperamos tiempo, sin éxito, a conocer por él si era verdad y el por qué de esa decisión, pero nunca nos llegó a decir, ni a mí, ni a mis directivos, las razones de su marcha, ni de hacerlo público en es momento, ni quién le había aconsejado decirlo.

Sí, eso nos dolió y nos distanció mucho, porque algún medio aprovechó para vender que había sido el Consejo el que había prescindido de sus servicios como técnico, cuando sabían que fue una decisión que tomó de forma exclusiva Arsenio, contra nuestro sentir.

Se nos fue con su "secreto". Un "secreto" que pienso que los deportivistas tienen derecho a conocer, porque algunos medios, a sabiendas, se lo han ocultado, y que solo podemos certificar algunos que ya ocupamos lugar preferente en la "parrilla de salida".

La historia no se puede tergiversar, por mucho que algún medio lo intente constantemente… al igual que se deben valorar los enormes méritos de Arsenio como jugador y como entrenador, hasta ser reconocido como leyenda blanquiazul.

Era el heredero galaico de Panoramix. Era el que en los 90 preparaba una poción mágica, que, a los ojos de los demás "vendía" como "vino" -que el mismo servía con mesura en las comidas a sus guerreros de una preciosa aldea celta- que les proporcionaba una fuerza sobrenatural, capaz de frenar, años y años, la invasión en nuestras tierras de vikingos y culés.

Siempre tendrás, Arsenio, mi respeto, mi cariño y mi admiración. DEP.