Recuperar la joyería tradicional hecha a mano. Este es el objetivo del proyecto que Carla Canedo comenzó hace seis años y mediante el cual transforma la plata y el azabache en anillos, pendientes, pulseras, colgantes, gargantillas o broches únicos y perfectos para cualquier ocasión.
La oportunidad de comenzar su aventura como autónoma le llegó un año después de tener contacto por primera vez con la joyería. Canedo empleó ese tiempo en formarse y, en cuanto la ocasión fue clara, creó Carla Alfaia para comenzar a dedicarse a un oficio del que se enamoró y con el que nunca deja de aprender.
Piezas únicas hechas a mano
"Se está vendiendo mucha industria por artesanía", lamenta Canedo, para la que cada pieza debe ser única y creada por el propio artesano y no una copia de un modelo inicial. Precisamente, todas las joyas de Carla Alfaia son hechas a mano con la misma dedicación y mimo: cada una de ellas implica unas diez o doce horas de trabajo.
La artesana dispone de diferentes herramientas manuales con las que crea sus obras. Una de ellas es el berbiquí su bisabuelo, que era peón de albañilería pero que se dedicó también a la madera. La familia encontró el taladro manual en el hórreo en el que el hombre guardaba sus útiles, entre los que también aparecieron varias gubias, y ahora Canedo lo utiliza para rizar los hilos de plata. Las seguetas y los alicates también forman parte de las herramientas imprescindibles de esta orfebre que conserva un martillo del abuelo.
"Yo compro la plata en hilo y en lámina. Los recortes los fundo para volverlos a laminar y a trabajar", explica Canedo. Así, para una pieza de la colección Filigrana, saca hilos de diferentes grosores con una hilera y los riza para formar las anillas y, posteriormente, las espirales. "De la chapa lamino un trozo súper fino y hago las bolas, que son las que van en medio de cada espiral", indica la responsable de Carla Alfaia, que durante el proceso de preparación también debe dejar listas las esferas en las que va el azabache.
El montaje requiere mucha delicadeza y precisión. Canedo toma las medidas de la lámina y las marca con un compás para que la pieza quede simétrica una vez que comienza a componer. El primer soldado es el de las esferas, que son el eje de la pieza. "A partir de ahí comienzo con la filigrana y, una vez está compuesta, comienzo a soldar. Coloco bolitas y vuelvo a soldar, aunque hay que tener en cuenta que un sapo puede tener unas 100 bolitas", explica la responsable de la marca.
La limpieza con sales blanqueantes es también un proceso fundamental, ya que permite eliminar todo el óxido que produjo el soplete. La última parte del proceso de creación es serrar: se taladra cada huequito para meter la segueta y limpiar. El contorno es la última parte que se recorta, porque es lo que le permite manejar la pieza, y una vez hecho esto solo queda pulir y unir las piezas con una argolla.
Azabache asturiano y plata sostenible
Canedo trabaja fundamentalmente con plata y azabache asturiano procedente de la Mina de Villaviciosa que le compró a una familia. "Se está metiendo mucho lignito por azabache", lamenta la artesana sobre la dificultad para encontrar materiales de calidad. El azabache que hay actualmente es el que aflora, de tamaño muy reducido, y se ha convertido en el "tesoro de los orfebres" porque es complicado disponer de él.
"Procuro que la plata que trabajo venga de un centro de recuperación de metales que trabaja de forma sostenible y que proceda única y exclusivamente de plata recuperada", explica Canedo sobre el otro material con el que elabora sus piezas. Así, la plata de Carla Alfaia pudo haber sido en otra vida una pieza de cubertería o formar parte de un aparato electrónico.
Tradición y naturaleza gallega
La recuperación de esta artesanía tradicional que tanto le gusta a la coruñesa comenzó con la colección Filigrana. El estilo de estas piezas está normalmente enfocado al turista, para que se lleve una joya de Galicia, o al traje tradicional gallego, pero Canedo quiso revolucionar esta percepción. "Realmente, se le puede dar la vuelta y hacer piezas modernas, contemporáneas, sin perder nuestra esencia y las técnicas tradicionales que tanto caracterizan esta joyería", explica la orfebre.
El sapo es la pieza que más representa a Carla Alfaia. Perteneciente a la joyería tradicional gallega del siglo XVIII, este elemento está compuesto por dos o tres cuerpos cuya parte superior representa al sol naciente y el inferior al aparato reproductor femenino como símbolo de luz, fuerza y vida. Considerado durante años un símbolo protector que se colgaba en una bolsita al cuello, actualmente es una pieza de orfebrería que representa a la mujer y a Galicia.
Canedo es natural de Feáns, una aldea situada en A Coruña, y quiso homenajear el medio natural en el que creció con la colección Nuestros bosques. "Representa todo el entorno que nos rodea en Galicia y que a mí me hace sentir viva y recordar esas tardes jugando y corriendo libre sin miedo a nada", explica la coruñesa. Las hojas de carballo y de olivo y la flor de toxo están presentes no solo en los montes gallegos sino también en los joyeros de las personas que apuestan por el trabajo de esta orfebre.
Fíos lleva con la artesana desde diciembre de 2015, tres meses después del nacimiento de la marca. "Representa a las personas. Quería plasmar esa unión que tenemos con los sentimientos y las emociones. Nuestras emociones siempre van ligadas a los sentimientos, que no podemos controlar. Por eso el hilo va retorcido y en algunas piezas se parte por el calor del soplete. Esas son más especiales, las que tienen una bolita en algún punto y después continúa el hilo", explica Canedor.
La artesana no solo hace las joyas que incluye en sus colecciones, sino que elabora por encargo pulseras, anillos u otros elementos totalmente personalizados. Todas las piezas que crea mediante este método están incluidas en Bosquexos, una colección especial de la que forman parte las historias de muchas clientas. Así, cualquier persona puede ponerse en contacto con esta orfebre para pedirle un anillo similar al de su madre, personalizar una pulsera para una amiga especial o crear una que le recuerde a su abuela y con correa de plata y cuero intercambiables.
La colección de pendientes de Brétemas, por último, tiene varias piezas que imitan al agua pero "va a morir" para ser sustituida por otra nueva. Un momento de cambio para esta artesana que diseñó colecciones aptas para todos los públicos y que asegura que entre sus clientes los hay vinculados al mundo folclórico y tradicional que apuestan por el sapo, aunque las piezas con hojas de carballo tienen mucho éxito.
Las joyas de Carla Canedo están disponibles a través de su página web y en el taller que tiene en Feáns, al que se puede acudir con cita previa y que está situado en la casa reformada de su bisabuelo. Una oportunidad única de conocer el trabajo de esta emprendedora que vincula lo moderno con lo tradicional mediante la recuperación de símbolos como el sapo y que refleja sus orígenes y la naturaleza en cada una de las joyas que elabora con mimo, dedicación y pasión.