Gallegas de Nata es la prueba de que todas las crisis pueden suponer una oportunidad. La irrupción del coronavirus fue un duro golpe para Pablo García Dacosta, responsable de una agencia de viajes, y para sus actualmente socios, los propietarios de la Confitería Chaná, especializada en tartas de bodas. Lejos de venirse abajo, todos se pusieron a mezclar nata, azúcar de caña y harina hasta conseguir el sabor que buscaban para vender Galicia en cada mordisco.

El responsable de la iniciativa había comenzado a desarrollarla en 2013 bajo el nombre de Avoas en honor a sus abuelas, que elaboraban las galletas de nata. "Con la pandemia, como estábamos encerrados sin vender ni yo viajes ni ellos tartas de bodas, me llamaron y me preguntaron por el proyecto de las galletas de nata. Nos pasamos seis meses en 2020 haciendo cientos de pruebas para encontrar las galletas que queríamos. A lo mejor, si no hubiese habido pandemia, no hubiesen salido las galletas", explica García. Así fue como las primeras Gallegas de Nata salieron a la venta en verano de 2021, una vez el diseño de la marca y el packaging estuvo definido.

Tres ingredientes ecológicos

"Las galletas tienen solo tres ingredientes que son nata pura de vaca de Galicia, no tratada ni pasteurizada, azúcar y harina. Todo ecológico, lo que le da fuerza, sabor y potencia", explica García. Así, la harina ecológica de trigo gallego está molida en molinos de piedra de Zamora, el azúcar es de caña y no está refinado y la nata se recolecta en diferentes granjas del centro de la comunidad gallega y se extrae de la leche recién ordeñada, por lo que no pierde su sabor.

El obrador de Gallegas de Nata está en la avenida de Pedralonga de A Coruña, cerca de la Fábrica de Armas. Los responsables de la firma apuestan por la elaboración artesanal del producto, desde el horneado hasta el empaquetado. "Todo el mundo empieza de forma muy manual y, si logra crecer, incorpora alguna maquinaria", explica García.

La firma comercializa sus productos en tres formatos diferentes. El más pequeño es de cartón y contiene 165 gramos, perfecto para incluir en cestas o lotes. Los otros dos son latas: una redonda de 250 gramos que se vende a unos 12 o 13 euros y la de 500 gramos, ambas pensadas para ofrecer cuando se realiza una visita a casa de alguien o para los más golosos.

Uno de los paquetes de Gallegas de Nata (Cedida).

La imagen de Gallegas de Nata está pensada para vender Galicia a través del sabor, la tradición y la cultura. "La idea era vender Galicia sin que fuera un estereotipo muy marcado. El packaging es de color blanco mate, para que pareciese que llevábamos mucho tiempo en el mercado, como un rebranding de una marca de las galletas de toda la vida", concreta García.

Las dos bailarinas de muiñeira, una frente a la otra, representan también la cultura gallega. "Galicia está buena, Galicia está rica, Galicia se come", explica el impulsor de la firma, que indica que los productos gallegos tienen buena fama fuera de la comunidad y que el suyo "representa bien el sabor de Galicia".

La expansión de Gallegas de Nata

"Por ahora estamos fabricando dos días por semana, y cada vez más", explica el impulsor de Gallegas de Nata. Las ventas han ido creciendo de forma progresiva y es posible adquirir las galletas tanto online (Kibus y Don Bouquet) como en diferentes puntos físicos. "En Galicia tenemos unas 150 tiendas y este mes estamos en la Feria de Artesanos de 75 centros de El Corte Inglés de toda España. Estamos en todo el País Vasco y vamos a cerrar la venta en Cantabria y Asturias", indica García.

Las Gallegas de Nata elaboradas en A Coruña (Cedida).

Así, la empresa ha comenzado a expandirse en la zona norte de España por sus similitudes con Galicia y la afinidad con el producto. La firma hace referencia en este sentido a la cultura del aprovechamiento de cada uno de los alimentos obtenidos en las zonas rurales y a la tradición que a lo largo de los años se ha mantenido.

"Mi abuela tenía dos o tres vacas. Las ordeñaba y al dejar enfriar la leche, la nata subía y recogía con la mano o una cuchara esa tela de la parte de arriba, que se metía en el frigorífico. Día tras día iba poniendo una o dos cucharadas en el frigorífico, y al final de la semana se hacían galletas, bollas de nata…", rememora García. El saber hacer de su abuela es lo que este emprendedor y sus socios han querido transmitir a través de las Gallegas de Nata, un proyecto que nació en un momento de dificultad y que ahora lucha por continuar llevando el sabor de Galicia a cualquier parte.