Una modista de Santiago lanza una colección de vestidos de novia en plena pandemia
Ana Prados abrió su atelier-academia a finales de 2019 en Santiago. Durante la pandemia salvó el negocio gracias a las mascarillas y ahora se lanza a una nueva aventura: una colección de vestidos de novia en plena pandemia.
14 mayo, 2021 16:39Ana Prados abrió su atelier-academia en Santiago de Compostela en septiembre de 2019 y, cuando empezaba a consolidarse, llegó la pandemia. La confección de mascarillas salvó el negocio y ahora se lanza a una nueva aventura: una nueva colección de vestidos de novia en plena crisis del sector.
"Fue todo una locura desde el principio: después de haber metido todas mis ilusiones, ahorros y esfuerzos me negué a cerrar y pensé que este momento, después de los retrasos y anulaciones de muchas bodas, era bueno para sacar una colección", explica Prados en una entrevista concedida a Quincemil.
Así fue cómo nació Tempo, una colección de muestra que, lejos de apostar por una unidad estética, busca expresar seis formas diferentes de ver los vestidos de novia, cada una de una época diferente pero siempre con el sello de su creadora.
"La idea de esta colección es volver a lo de siempre, a la moda lenta, a hacer prendas a medida con tejidos de calidad que perduran en el tiempo y no comprar para retirar al mes siguiente: quiero enfocarme en eso, en recuperar la modistería artesanal tanto a nivel de formación como de confección", sentencia.
Origen
Ana Prados, pedagoga de formación, abrió su propio atelier-academia tras haberse ido a vivir a Tarragona hace diez años. Allí, tras quedarse sin trabajo, decidió formarse en lo que siempre le había gustado: la confección.
"Tardé diez años, con dos niños por el medio, pero mi proyecto era a largo plazo y decidí formarme con calma antes de abrir un atelier-academia", explica esta modista, a quien todo el mundo le decía que "o abría un atelier o una academia, pero las dos cosas no".
Sin embargo, Prados quería apostar también por la formación para no desvincularse de la pedagogía y porque considera que en Galicia "hay mucha cuna de confección, pero todo está más dirigido al patronaje industrial".
"Creo que la modistería artesanal es algo que hay que recuperar, con prendas a medida como se hicieron toda la vida y escapando de la moda rápida", detalla la propietaria de este negocio, situado en la Rúa da Rosa.
Con esta filosofía arrancó su negocio y, cuando la academia se estaba consolidando y empezaban a llegar más encargos, la pandemia frenó todo en seco.
"Se me vino el mundo abajo, pero me puse a hacer mascarillas -con imágenes desde Rosalía o Castelao hasta Maruja Mallo- y salvaron el negocio; después, todos los alumnos retomaron e incluso aumentó su número hasta cerca de 40″, relata la modista.
Prados cuenta con alumnos de todas las edades y con diferentes propuestas: ofrece una titulación para quien se quiera dedicar profesionalmente a la confección, mientras que también da clases para quienes quieren aprender para sí mismos, como hobby o para desconectar.
Ahora ya están llegando encargos de novias para el año que viene, mientras que también se está trabajando en otros diseños de boda tanto para invitadas como para madrinas o novias.
"Espero que se empiece a notar pronto el efecto de la apertura de las medidas: hay mucha gente que está esperando para decidir si se casa o no y creo que va a ser un punto y aparte para toda la gente que nos dedicamos al sector nupcial", anticipa.
Colección Tempo
La colección Tempo de Ana Prados nació a partir de "mil ideas de vestidos de novia" que tenía en la cabeza desde años, todo ello apostando siempre por su estilo propio y "por recuperar la modistería artesanal".
"Se llama Tempo por los tiempos que corren, por los malos tiempos que vienen, porque cada vestido corresponde a un tiempo, a una época diferente… todo tenía sentido", explica.
Así, en la colección es posible encontrar vestidos de todo tipo: hay propuestas de novia clásica, "con un aire o sesentero, o belle époque o más inspirado en el romanticismo", e incluso con pantalón, con la intención de mostrar "todos los tipos de novia".
"Hay vestidos hechos de cortinas antiguas, de servilleteros de Camariñas, con tejidos de restos de stock de los años 80… lo que quiero es mostrar mi manera de ver la novia, sin encasillarme en un estilo y siempre con mi punto de vista", continúa.
Frente a cadenas "donde llegas, eliges el vestido y como mucho cambias algo", para Prados es "muy importante" que todo el proceso de creación sea "muy participativo, permitiendo a la clienta decidir la silueta, las hechuras o los tejidos".
"Cuando llega la clienta el vestido todavía no existe: ellas me dicen lo que buscan me hacen una propuesta y voy trabajando de forma artesanal, haciendo la prenda en otro tejido y haciendo ajustes en base a diferentes propuestas", apunta.
Así, Prados busca que su colección muestre a las potenciales clientas lo que puede hacer. "Hay un vestido para cada mujer y quiero que ella sea partícipe del proceso: no quiero ser una modista que hace un vestido sin más, quiero que entre ellas y yo lleguemos a un diseño", concluye.