El mercado coruñés de San Agustín se resiente ante la subida de precios
Los placeros tratan de aguantar el tirón ante un panorama de inflación e incertidumbre
18 julio, 2022 06:00A falta de pocos minutos para el mediodía, en pleno julio, la plaza del Humor de la ciudad de A Coruña debería destacar por el ajetreo habitual de los que van y vienen cargados con las bolsas de la compra a la salida del mercado de San Agustín. Sin embargo, y a pesar de que las calles están llenas, el edificio está casi vacío. La explicación es simple: Todo está muy caro.
Con la pandemia, las dificultades a las que se vieron expuestos los pequeños comerciantes para sacar adelante sus negocios habría generado un sentimiento popular de colaboración y respaldo del comercio local. Sin embargo, la inflación imperante y el encarecimiento de los alimentos vuelven a alejar a los vecinos de esta filosofía de soporte.
"La gente ahora solo mira el precio, no ve si el producto es el mismo o si es mejor o peor. Solo ven el precio, y mira la oferta más rápida que puedan conseguir en el súper" comenta Carmen, quien regenta una de las carnicerías de la plaza.
La fruta, la carne y el pescado son los tres alimentos que más se han encarecido en los últimos meses según las placeras del mercado municipal. Además, productos como el pollo, que tradicionalmente estaba considerado como un tipo de carne asequible para la mayor parte de la población, está experimentando un continuo encarecimiento.
"Lo del pollo está siendo una barbaridad. Nos lo habían subido ya dos veces en los últimos dos meses, y esta misma mañana ha vuelto a subir otros 10 céntimos. Está ya un euro más caro que hace medio año", denuncia Carmen.
Esta sensación es compartida por su tocaya, Carmen F., quien tras llevar cuatro años dirigiendo el negocio de conservas y productos no perecederos, advierte que no recuerda meses con peores ingresos.
"Está yendo todo en picado. Lo peor es que no es que se haya producido una subida y luego te puedas adaptar, es que directamente no sabes cuánto te van a subir mañana. Ya no pedimos que vuelva a bajar, pedimos que se estabilice", asegura.
La gente de siempre y la gente de paso
Nada más cruzar las grandes puertas del mercado de abastos, los clientes pasan a formar parte de una de las dos categorías establecidas a ojos de los placeros: la "gente de siempre" y la "gente de paso".
En este primer gran grupo de habituales se encuentran aquellos que, como defiende Carmen, "van al súper pero no compran como tal". A estos "de toda la vida" son a quienes más echan en falta dentro de la plaza, puesto que, como confirma María, "la gente sigue viniendo, pero se lleva menos cantidad porque la cartera no llega".
Los mercaderes achacan esta subida a la situación de guerra en Ucrania y la guerra de transportistas. Sin embargo, tenderas como Paula comentan que el punto de inflexión para los negocios se originó mucho antes.
"A partir del covid se notó mucho la ausencia. La gente mayor, que es nuestra clientela habitual, no salía, y eran los jóvenes los que compraban las cosas en los supermercados. Una vez que pasó la pandemia esa gente ya no volvió, a esas edades si te metes en casa es complicado volver a salir".
Entre la gente de paso, las placeras notan la falta de los grandes grupos de turistas que venían a conocer el emblemático edificio y se marchaban con las bolsas llenas de productos locales.
"Los turistas antes se iban cargados con alimentos no perecederos o del estilo para llevarse algo de calidad de la tierra. Sin embargo ahora por aquí apenas pasa gente, y los que vienen no suelen comprar nada. Nos supone una gran pérdida porque, contando con que los clientes habituales en verano tienden a irse de vacaciones o al pueblo familiar, los turistas nos proporcionaban esos ingresos necesarios", afirma Carmen F.
Alternativas económicas y estrategias comerciales
En la otra cara de la moneda se encuentran familias como la de Laura C. que, desde el otro lado del mostrador se esfuerzan por readaptar sus prioridades para conseguir llenar la cesta de la compra.
"Estábamos acostumbrados a venir a comprar sin mirar los precios, nos fiábamos completamente de lo que nos estaban vendiendo y por cuanto nos iba a salir. Ahora tenemos que mirarlo todo mucho" comenta Laura.
"En mi casa apenas se comía carne roja, pero ahora la devoramos. He tenido que cambiar en muchas cosas la alimentación de mis hijos", asegura otra clienta habitual de la plaza, que denuncia que nunca antes le había costado tanto tener la nevera llena.
Esta búsqueda de alternativas con productos sustitutivos, la elección de marcas blancas o las ofertas de los supermercados para intentar abaratar la economía doméstica es lo que ya se conoce como efecto downtrading.
Sin embargo, los propios vendedores del mercado coruñés advierten que la situación de los supermercados no es tan distinta a la de este comercio local. En esta línea, Carmen F explica: "De todos los productos con los que comercializo, tengo uno que también se distribuye en el supermercado. La primera vez que empezaron a subir los precios antes de todo este descontrol, el súper ya lo había subido tres veces". Esta placera confiesa que en un primer momento prefirió perder la diferencia del encarecimiento antes que ponerle más caros los productos a su gente.
Este buen hacer por parte de las pequeñas empresarias es reconocido también en puestos como el de Pili Carnicería, quien asegura que "se intentará aguantar todo lo que se pueda. Yo apenas estoy subiendo mis precios para mantener a mi clientela de siempre. Ya tengo criadas a mis hijas, no me interesa hacerme de oro, me interesa que mi gente no lo pase mal."
Pese a la incertidumbre venidera que denuncian en San Agustín, la buena voluntad de las placeras y la capacidad de resiliencia de las tenderas se refleja también en las clientas que como Lucía, acusan: "Este es el mundo de unos pocos. La gente de barrio tiene que apoyarse. Los negocios pequeños y los clientes locales, tenemos que seguir trabajando juntos por intentar mantenernos en pie, como se hizo toda la vida".