En la calle Ramón Cabanillas, en el número 31, está ubicado el mercado municipal de Ramón Cabanillas. Se trata de uno de los grandes centros de comercio local del barrio coruñés de Os Mallos y también, como alegan sus trabajadores, uno de "los grandes desconocidos" de la zona y de la ciudad a pesar de que abrió sus puertas en los 70. Aunque su aspecto es nuevo e inmaculado, el mercado ha vivido tiempos mejores en cuanto a vida y clientela, ya que actualmente cuenta con solo seis puestos activos (una frutería ha sido el último negocio en echar el cierre en los últimos meses).
En las instalaciones se puede adquirir desde pescado y carne hasta pan y productos variados de un ultramarinos, pero los responsables de los puestos demandan, tras haber observado las necesidades de los vecinos (en su mayoría de avanzada edad), la presencia de otros negocios como mercerías, floristerías y un puesto donde poder comprar verduras y hortalizas que releve al anterior. "Hay que conseguir que venga a comprar aquí la gente lo máximo posible y que evite ir a las grandes superficies", argumentan.
Al margen de los puestos abiertos, los trabajadores protestan por las pocas facilidades que la peatonalización de la calle les deja. Denuncian que no cuentan con zona de carga y descarga ni vado para poder trasladar los productos que les llegan de los proveedores al interior del mercado ágilmente, ni los clientes pueden realizar la compra de un mes al no poder cargar con mucho peso por no poder utilizar los coches en ese entorno. En este sentido, piden modificaciones como una zona de estacionamiento permitida entre 10 y 20 minutos y mayor señalización de la ubicación del mercado municipal.
Pescadería Charo: "El coronavirus ha sido un antes y un después"
La responsable de la Pescadería Charo lleva cinco años con el puesto en el mercado y antes de llegar regentaba una pescadería particular. Destaca que "sale más económico un puesto en Ramón Cabanillas que en la calle" y lamenta que desde la última reforma queden pocos puestos en funcionamiento. "La gente mayor se va muriendo y la gente joven no viene porque no lo conoce o tiene horarios incompatibles con el mercado", explica.
La trabajadora asegura que viven de la clientela del barrio y piensa que sería positivo para las instalaciones un puesto de congelados, entre otros. Además, subraya que han insistido al ayuntamiento para que se cubran los puestos vacíos, está en desacuerdo con el gobierno local en que la peatonalización de la calle les beneficie y niega que la situación de la calle Ramón Cabanillas sea similar a la de la calle Barcelona como les han trasladado fuentes municipales, dado que considera que esa zona a nivel comercial "también ha vivido tiempos mejores en los 90".
"A los mercados antes venían familias muy grandes en las que la madre hacía la compra y la comida, pero las familias han cambiado y se opta mucho por la compra a domicilio", expone, sobre lo que añade el impedimento de que "mucha gente mayor no coge transportes y no pueden desplazarse a las grandes superficies porque están lejos, necesitan los productos cerca", afirma.
En su puesto vende pescados del día como jurelos, pescadillas, castañetas, San Martiño, lubina, rape o marisco. Asimismo, asegura que "el coronavirus ha marcado un antes y un después porque mucha gente se marchó del barrio a casas en la aldea y se han quedado allí e igual vienen una vez al mes un fin de semana, no con asiduidad por la semana", aclara.
Pescadería Mariluz: "Deberían abrir más puestos y hacer actividades especiales"
Mariana es la responsable de la pescadería Mariluz, un puesto que ha heredado de su suegra. En cuanto a las ventas, admite que "el veto a la pesca influye porque los barcos no pueden traer producto", algo a lo que se añaden los temporales como nota negativa. Sobre el mercado municipal, considera que "la gente desconoce su funcionamiento y cuando los puestos salen a concurso" y pide la apertura de más negocios en el mercado de Ramón Cabanillas. Paralelamente, hace un llamamiento a hacer una actividad comercial especial una vez al mes tal y como han hecho en Navidad de 2021, por ejemplo.
Carnicería David Pin: "De un mes a otro el precio del pollo ha aumentado un 50%"
David Pin es el responsable de la carnicería que lleva su nombre y lamenta que desde el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania han aumentado los precios de los proveedores de carne, aparte de que confirma que el precio de la luz se le ha cuadriplicado. Por todo ello, admite que se ha visto obligado a ajustar los precios y expone que "de un mes a otro el precio del pollo ha subido un 50%". "Antes la gente que te compraba grandes cantidades para dos semanas lo hace ahora para el día a día porque está mal de dinero. En mi antiguo trabajo puedo tener oportunidad de volver, era una empresa grande, pero este es mi negocio propio desde hace cuatro años", justifica.
Ultramarinos Alicia: "Ofrezco lo que no puedes encontrar en los hipermercados"
Antes tenía un puesto en las Galerías comerciales San Jaime, que cerraron, por lo que Alicia decidió trasladarse con su ultramarinos al mercado de Ramón Cabanillas. Tiene fundamentalmente productos de charcutería y productos diversos. Reconoce que la clientela es sobre todo mayor, pero también vende gente joven, y lo más demandado es "lo que no suele haber en los hipermercados": pan de pueblo, queso del país, miel o huevos caseros.
Considera que el ayuntamiento coruñés está poniendo de su parte en mantener el mercado con buenas instalaciones y limpias, pero considera, al igual que sus compañeros, que "tal vez al irse la frutería deberían traer otra o productos que no haya actualmente en los puestos que están abiertos". "La pandemia nos afectó mucho porque trabajamos sobre todo con gente mayor, que se quedó aislada, y los hijos eran los que iban a los grandes supermercados para llevar alimentos a casa. Se murió mucha gente y otra que venía por rutina ya no viene", lamenta.
Sobre la posibilidad de tener un negocio fuera del mercado municipal, opina que "es más riesgo y tienes que estar más horas". En el Ramón Cabanillas trabaja de lunes a sábado de 08:30 a 14:30 horas. "Si no hay cosas para vender la gente no va a venir por eso hay que potenciar que haya más puestos. Necesito poder tener más producto para que la gente pueda escoger y no coger lo que aquí no tenemos en grandes superficies o negocios locales de la calle", subraya.
Carnicería Yolanda: 30 años vendiendo a clientela fiel
Tras 30 años atendiendo en su puesto de carnicería, Yolanda cuenta los días de los cinco años restantes que le quedan para poder jubilarse. En este tiempo ha visto cambiar el mercado, los tiempos y la clientela, y sobre ella dice que la mayoría son "gente mayor de toda la vida y poca gente joven". Sobre la situación de las ventas, es consciente de "la mucha competencia de las grandes superficies" pero se muestra confiada del poder del mercado local como el que ella lleva levantando con su esfuerzo desde hace décadas.