Manuel heredó su nombre de su padre, que a su vez lo heredó del suyo. Pero el nombre no es el único legado que tiene de su abuelo. Su tienda de ultramarinos La Estrella abrió sus puertas en 1945, cerca de la Plaza de Galicia, en A Coruña. En aquel entonces era "mitad tasca, mitad ultramarino". Manuel recuerda visitar los sábados por la tarde la tienda de su abuelo. "Siempre me gustó", admite.
El local ya no está en la Plaza de Galicia. El edificio que albergaba la tienda original de La Estrella se derrumbó. Esa fue la excusa perfecta para que su abuelo se jubilase, pero su padre decidió seguir con el negocio familiar. Fue ahí, en 1973, cuando La Estrella abrió su nueva tienda en la Avenida de Arteixo, en esta ocasión a cargo del padre de Manuel. Fue en ese local donde se implicó de lleno con la tienda. Con 14 años ya comenzó a echar una mano a su padre, nada serio, pero lo suficiente para coger cariño al negocio familiar y decidir que era a lo que se quería dedicar en el futuro.
Hace nueve años, se vieron obligados a volver a cambiar de local por desacuerdos con los propietarios del bajo que tenían alquilado. "Querían venderlo, así que nos movimos aquí", dice desde el número 11 de Emilia Pardo Bazán. Reconoce que esta nueva ubicación le gusta mucho. "Hay clientes que vienen y me cuentan que también compraban en la tienda de mi abuelo, pero que cuando nos fuimos para la Avenida de Arteixo dejaron de venir", explica. Sin embargo, otros muchos han comprado a la familia Rodríguez desde 1945.
El local La Estrella es un ultramarinos sencillo, "de barrio". No se parece a las nuevas propuestas que hay en el centro de la ciudad, enfocadas en productos gourmet. Sigue manteniendo la esencia del primer local, el que abrió su abuelo en la Plaza de Galicia en 1945. De hecho, encima del mostrador tiene un gran collage con fotos de esa época. "Yo soy el más bajito de los niños", dice señalando el fotograma. Al lado de ese gran mural dos bolsas de papel enmarcadas: "Son las bolsas que daba en 1945 mi abuelo, con el tiempo se destiñen, pero aún puede verse la dirección original del local".
"Tenemos un poco de todo"
Manuel y su mujer, Marta, intentan concentrar en su pequeña tienda todo tipo de productos: verdura fresca, embutidos, productos de limpieza y alimentación, vinos, etc. "Somos de los pocos ultramarinos que quedan en el centro. Me refiero a esos que tienen un poco de todo", aclara Manuel.
Reconoce que mantener este tipo de negocio no es tarea fácil. "Me gusta, pero es muy esclavo", comenta antes de detallar como cada día se levanta a las seis de la mañana para ir al mercado, reponer las estanterías de la tienda y atenderla de 09:00 a 21:00 horas. Es precisamente ese gran esfuerzo lo que le hace desear algo más cómodo para sus hijos. "Ellos no van a seguir con el negocio familiar, prefiero que tengan un horario de ocho horas y vacaciones", dice con una sonrisa en la cara. La tienda abre de 09:00 a 14:30 y de 18:00 a 21:00 horas, los domingos también abren de 10:30 a 14:00 horas.
Manuel, además, tiene a pocos metros de su tienda varios supermercados. Es complicado competir con ellos. Él intenta hacerlo a través del trato con los clientes, de lo más cercano, y con pequeños productos que lo diferencian del resto. "Tengo mucha fama por los lacones. Ya tengo muchos encargos para Carnavales", explica. Las frutas y verduras tampoco se quedan cortas: "Siempre elijo lo que mejor está, aunque me salga un poco más caro". En ese sentido, Manuel sigue con la misma mentalidad que su abuelo y su padre: cariño, dedicación y, sobre todo, calidad.